Felinos de Asgard - Prólogo: La guerra de Midgard

Story by ShiroUzumaki on SoFurry

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Había una vez, un mundo dominado por dioses con forma animal, los dioses Æsir. El mundo estaba separado por varias barreras, que separaban las tierras de distintas criaturas: Asgard, tierra de los Æsir y los Vanir, los dioses felinos de la creación y protectores del mundo, Midgard, tierra de los  humanos mortales, la tierra y el mar, creados por los dioses para servirlos, y Jötunheim, tierra de los gigantes, pobladores antiguos del mundo antes de la llegada de los Æsir, que nacieron de estos.  Al final, debajo de todos ellos, estaba Nieflheim, tierra de los demonios, los no muertos y de los dioses animales rechazados de Asgard. Un día, en Midgard, sin que los habitantes supieran porque, aparecieron las valquirias, hijas de Odín y decidieron quedarse bajo ordenes de su padre... su historia empieza así.

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Un día, miles de años después de la creación, Asgard era una tierra próspera y segura, pues los dioses habitaban debajo del gran árbol de la vida, Yggdrasil. Con el tiempo, lo que se convirtió en un palacio de piedra caliza con un puente formado por un arco iris llamado Heimdall, con un pueblo alrededor donde vivían los dioses se convirtió en un gran edificio rodeando la base del árbol, con edificios rodeándolos y donde moraban los dioses, cada uno con sus distintas oficinas para recoger las plegarias, tributos y ofrendas de los mortales. Odín, jefe de Asgard y de los Æsir, era un dios tuerto, con forma de gran felino, de carácter furioso pero, aun así, con gran capacidad de juicio. Un día, hace miles de años, vio como muchas almas de los mortales no llegaban al Valhalla, ni que Asgard estaba lo suficientemente defendida en caso de que el Ragnarok, el fín de los días, llegara y lo arrasara todo. Para ello, creó a sus hijas, las valquirias. Eran fuertes guerreras, armadas con armaduras elásticas como la tela pero resistentes como el acero, cada una se especializaba en un arma, así como la maestría nata de curar cualquier herida, siempre que tuvieran suficiente fuerza para hacerlo, además de su único accesorio, un precioso cascabel de oro que las identificaba y al mismo tiempo, las embellecía. Su belleza era inconmensurable: eran finas cuales ramas, pero fuertes cuales troncos, y sus cuerpos de gata les ofrecían una flexibilidad y agilidad excepcionales, además de poder convertirse en gatas de verdad para poder ser sigilosas o para distraer. Eran las curanderas, defensoras y guerreras perfectas para su cometido en el paraíso de los guerreros: Valhalla.

Odín estaba preocupado por vigilar uno de sus tesoros, un libro gordo, de tapas de cuero en color azul, con una portada marcada con una diana de 4 anillos que representaban las distintas tierras y rebordes chapados de color dorado en las esquinas. Aquél extraño pero importante libro era un gran tesoro para el dios, y se llamaba "Libro del Cosmos". Odín pudo establecer lo que el llama "orden universal" al crear el mundo a través de ese libro, y si este estaba en manos de quien no debiera, lo único que habría sería el caos absoluto.

Para ello, creó una fortaleza donde las valquirias tendrían un hogar, al mismo tiempo que pudieran entrenarse bajo la tutela de su mujer, Freya. La fortaleza fue creada en su lugar de residencia del Valhalla, para que pudieran cuidar de los difuntos guerreros humanos, los Einhenjar, al mismo tiempo que cumplían el cometido de proteger el sagrado libro sin salirse de su hogar. Aquella estructura era negra, la cual estaba rodeada en una gran superficie cuadrada de un jardín verde, rodeado por un río como foso natural, mientras que la forma transversal del edificio era de la forma de una estrella de cuatro puntas, con un acabado de mármol negro pulido pero que en realidad era hierro puro fabricado en Asgard. Como medio de entrada, tenía cuatro puertas apuntando a los puntos cardinales y de un metal indestructible que solo el martillo de Thor, Mjollnir, podría con ellas. Las paredes exteriores estaban llenas ventanas, para la vigilancia exterior e iluminación, mientras que el interior era toda una maravilla, pues era el centro de instrucción de las valquirias. Lo más destacable era el profundo sótano, donde se guardaba tal libro y donde era protegido por distintos turnos de patrulla todo el día. Odín llamó a la fortaleza "Bastión del Cosmos".

Freya se convirtió en la madre de las gatitas conocidas como Valquirias, el cual les enseñaba lo básico, mientras que Odín nombró a los primeros 10 Einhenjar que llegaron a Valhalla como generales de las valquirias en caso de que hubiera una guerra entre la helada Nieflheim y la sagrada Asgard, o peor, el Ragnarök.

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Los generales, quienes obtuvieron rasgos felinos al convertirse, se llamaban Baldur, Didrik, Farman, Geirvald, Karl, Nante, Rodhulf, Sanfred, Tyris y Vallmar. Cada uno destacaba en distintas batallas y de ellos, varios eran líderes de aldeas que murieron noblemente, aunque otros no, como Vallmar o Geirvald. A medida que los años pasaban, los generales cumplían las ordenes impuestas por Odín, mediante los cuervos que el mandaba, la mayoría de recibir a los caídos, que patrullas debían proteger el libro en cada momento o escaramuzas de demonios en la tierra de Jötunheim. Aun siendo el Valhalla y que los guerreros pudieran hacer lo que desearan, las valquirias no sabían gran cosa de los mortales, incluso aquella atracción primaria que tenían, llamada "sexo", aunque supieran que era el amor. Freya, a pesar de ser sabia, les privaba de tal conocimiento por no volverlas curiosas o incluso poco apropiadas, sobre todo con esa belleza suya. Las valquirias también tenían nombres de mortales para complacer a los Einhenjar mientras los cuidaban en su descanso eterno: Hilde, Babba, Adela, Bereta...

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Pero un día tranquilo y pacífico en el Valhalla lo cambió todo. Vallmar, uno de los generales, estaba furioso por tener que trabajar hasta el fin de sus días para Odín, además de no poder de hacer ciertas cosas a las preciosas gatitas, que solo le ocurrirían a su intensa y oscura mente de guerrero. Vallmar refunfuñaba cada día después del trabaj, delante de un espejo que estaba a la entrada de su casa de Valhalla, diciendo todo el tiempo â€" Ojalá fuera poderoso cual Odín o su hermano Thor. ¡Ojalá tuviera mi propio ejército!

Todos los días, cuando descansaba, se quedaba mirando al espejo, al no tener mejor cosa que hacer, aparte de emborracharse con hidromiel. Un día, mientras este se lamentaba mirando su reflejo, una sombra apareció detrás de él, al otro lado del pasillo, reflejando algo oscuro en el espejo: Era una criatura de dos piernas, pelaje de color púrpura y su cuerpo tenía rasgos caninos, los de una loba. Vallmar se giró para ver a aquella extraña visitante, que sonreía y le decía: â€" Deseas el poder de los dioses, verdad, Vallmar?

El felino convertido respondió: â€" ¿Cómo sabéis mi nombre? ¿Acaso os envía Odín a espiarme?

La loba reía con una sonrisa cálida y atrayente, negando con la cabeza: -Por supuesto que no... Me llamo Jertti, y he venido desde lo mas profundo para que el gran Loki te ofrezca trabajo. Algo mucho mejor que ser la niñera de esas gatas.

Vallmar gruñía mientras posaba la mano en la empuñadura de su querida espada, pero entonces soltó la mano, pensando que la oferta sería interesante. El gato de crin oscura refunfuñó, diciendo: â€" ¿Qué me ofrece vuestro... jefe?

Jertti se acercó al difunto soldado, abrazándolo y acercando sus labios a el, haciendo una mueca atractiva en su cara y diciéndole, con un tono suave y atrayente:

â€" Tu propio ejército, además de todas las chicas que quieras y todo el vino que desees. Pero a cambio... necesita que le traigas algo. â€" La canina poso sus labios en la oreja fina de él, susurrándole â€" El libro del cosmos.

El Einhenjar separó de un empujón a la loba, respondiendo

â€" ¿Estás loca? Ese es el libro del poderoso Odín â€" decía mientras posaba su mano para empuñar la espada, a punto de desenfundarla.

La loba no cambiaba aquella mezquina sonrisa, mientras decía â€" ¿A cambio de un poder que los dioses te privan? Está bien... buscaré a otro idiota que acepte mi oferta.

Vallmar gruñía, pues no le gustaba que cuestionaran su inteligencia. Cerró los ojos durante un minuto mientras la extraña se giraba y caminaba, y entonces le grito a ella â€" Lo haré... pero tendréis que crear una gran distracción en Midgard si queréis que consiga ese amasijo de páginas.

La loba sonrió y sacó una botellita que tenía atada a una cadenita que llevaba colgando del cuello, mientras la botella se guardaba entre sus pechos, diciendo

â€" Si alguien se interpone en tu misión, usa esto... es un veneno somnífero, puede hacer dormir hasta a un dios eternamente.

Vallmar agarró el frasquito con la cadena y se lo puso al cuello, caminando por el piso de su morada con una cara seria y oscura. Jertti sonreía y abrió la puerta, cerrándola con un portazo y desapareciendo instantes después.

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Mientras tanto, en el Bastión del Cosmos, una de las valquirias caminaba firmemente por los pasillos mientras otras muchas caminaban arriba y abajo, ya sea por tareas de vigilancia o de instrucción. La joven valquiria se ajustaba su armadura roja y negra que cubría sus pechos hasta un tanga elástico, con rebordes dorados, mientras se arreglaba la cola de caballo del mismo color de su pelaje que tenía de peinado y ponía una cara seria, con unos ojos curvados del color verde azulado, agitando su cola decorada con un collar rojo de pinchos dorados. Se llamaba Hilde, y era una de las mejores guerreras de Valhalla, y muy reconocida en el Bastión. Consiguió su fama por sus estupendas cualificaciones en la instrucción y por su increíble matanza de demonios en una misión de práctica en Jötunheim. Mientras Hilde caminaba por aquel "instituto", miraba como un grupo de admiradoras se emocionaba con verla, pues era todo un ejemplo en el lugar. Hilde sonreía orgullosa, cerrando los ojos, hasta que tropezó con alguien. Hilde daba unos pasos atrás, pero se equilibró para evitar la caída, entonces gruñía, con la mirada caída, diciendo â€" Oye, serás... â€" hasta que levantó la mirada: era Tyris, uno de los generales Einhenjar.

Hilde se sonrojó y se quedó muda, como paralizada, pues en realidad, apreciaba muchísimo a ese jefe en concreto, tanto que sentía amor por el. Tal era su aprecio, que tras la escena solo podía responder, en tono muy bajo â€" Maestro Tyris...

Tyris, de pelaje blanco, ojos azules y cabellos rubios, la miraba absorto, preguntando a la gata â€" ¿Estás bien, Hilde?

Hilde se emocionó, haciendo que los nervios la hicieran temblorosa, pues sabía su nombre. Aun siendo una guerrera sanguinaria, tenía su corazoncito. La gatita dejo de temblar, sonriendo y mostrando una mueca de alegría diciendo â€" Si... gracias â€" con cierto tono de dulzura. Tyris sonreía mientras miraba el sol por las ventanas y decía a Hilde â€" ¿Te apetece comer juntos? He traído una fiambrera de mi casa y no me gusta la comida de la cafeteríaâ€"

Hilde se quedó anonadada, preguntándose si estaba flirteando con ella, pero aun así, ella agitó la cabeza arriba y abajo nerviosa, respondiendo â€" S...Si, claro... Yo también he traído una â€" Mostrándosela, con un curioso estampado de fucsia con pequeñas calaveras en ella.

Hilde apreciaba mucho a Tyris, no solo por su actitud guerrera y su belleza, sino porque era dulce y educado, algo que comprendió al obtener la hospitalidad de los dioses. Tyris recordaba su muerte, pero no le gustaba hablar de ello, pues no le parecía un tema importante. En vida, era el hijo de un imponente señor de la guerra, distinto a el, pero que sin duda heredó la técnica y destreza de su familia con la espada larga. Mientras caminaban por la muchedumbre del Bastión, Hilde caminaba con sus finas piernas, mirando adelante un poco ruborizada de la presencia de Tyris.

Al llegar a las puertas, estas se abrieron, dejándoles paso al gran jardín donde algunas de las valquirias estaban practicando sus artes fuera, disfrutando del soleado mediodía que había en ese momento. Hilde caminaba, disfrutando de la brisa que había hasta que los dos encontraron un banco de mármol blanco por el sendero de los jardines. Tyris sonreía mientras se sentaba y abría su fiambrera: tenía una rodaja de salmón ahumado y sándwiches. Hilde, en cambio, le encantaba zampar todo de un bocado, pues tenía exóticas bolas de arroz, tortilla cuadrada y una botella de agua. Hilde miró el salmón cocinado con finura, como atraída, diciendo â€" Parece delicioso â€" mientras se le caía la baba como un acto reflejo.

Tyris seguía sonriendo â€" Lo preparo yo... ¿Te apetece probar? â€" haciendo que Hilde respondiera con un murmullo mientras su cara se ruborizaba.

La gata agito la cabeza arriba y abajo, mientras él agarraba el tenedor, cortaba un pedazo y lo recogía, para ponerlo en la boca de Hilde, haciendo que ella lo masticara con un sonido de aprobación de lo bien cocinado que estaba. Hilde sonrió y, segundos después, tras ver a Tyris, se sonrojó, temblando, intentando decir â€" Maestro Tyris... quería saber â€" como si ella estuviera intentando formular una pregunta.

Tyris sonreía, diciendo a la valquiria â€" Llámame Tyris solamente, tutéame â€" haciendo que esta se sonrojara y respondiera asintiendo.

Hilde miraba hacia el suelo, temblando de los nervios, mientras el disfrutaba de la comida â€" Tyris... como has sido humano y todo eso... siempre me he preguntado... ¿Qué es aquello que Madre Freya no os habla, lo que se llama... sexo?

Tyris se sorprendió un segundo, tragando la comida, casi atragantándose, respondiendo entre jadeos â€" ¿El... sexo? Pues si que sois vírgenes.

Hilde lo miraba, con una cara preocupada, pues lo que preguntaba era tabú. Tyris suspiró y le empezó a explicar de principio a fin la tan ansiada reproducción... o, por lo menos, lo que sabía. Hilde se quedó perpleja ante tanta información, desde como nacen los cachorros hasta como puede llegar a ser una experiencia asombrosa. La charla duró varias horas, hasta que el sol casi se posaba. La gatita se levantó tras comprender todo lo que Tyris le dijo, caminando y diciendo al general â€" Gracias... Tyris... hasta mañana â€" con un brillo rojo intenso rodeándole la cara, con el corazón a cien y una sensación electrizante recorriéndole el cuerpo, pensando "Quizás por ello... Madre Freya no nos lo ha contado... que experiencia tan fuerte... pobres madres mortales, sufrirán mas que nosotras cuando luchamos" al compararse su espíritu orgulloso de guerrera con el protector y sereno de una madre.

Hilde caminaba por los jardines a medida que oscurecía, entonces decidió caminar hacia el lago del manantial que había al norte de la fortaleza, que actuaba como piscina natural para ellas. Cruzó un sendero rodeado de arboles hasta llegar al lago de aguas cristalinas, con el cielo naranja brillando, a medida que oscurecía. El gran manantial rellenaba el lago, como una cascada, y se filtraba por un agujero que se convertía en la corriente que rodeaba la fortaleza. Hilde disfrutaba de vez en cuando de un baño en esas frescas aguas, así que se puso a caminar por orilla de este, deshaciéndose de toda su armadura, excepto de su característico cascabel, que solo se lo quitaba para dormir. Se miró su precioso cuerpo, desnudo: pechos redondos, bien compensados, vientre plano, extremidades flexibles... y su flor, que siempre le ha llamado la atención y que, ese día, por fin descubrió que utilidad tenía: Placer físico puro.

La gatita se sentó, mojándose el cuerpo mientras se frotaba con las hierbas de alrededor haciendo de jabón. Siempre se limpiaba a conciencia, pues casi siempre se encontraba alguna herida o manchas poco deseadas de sangre. Hilde se puso a limpiar sus pechos, de pezones rosados, hasta que rozó el jabón con estos. Entonces sintió ese calambre placentero de los cuales ella y sus hermanas eran privadas de sentir. Se paso las manos sobre estos, acariciando el fino pelaje y notando la forma esférica y el peso de estas, mientras pellizcaba con curiosidad las puntas rosadas. Aquellos pinchazos la hacían murmurar y maullar débilmente, mientras una de las manos bajaba instintivamente para llegar a su pura entrepierna. Uno de sus dedos empezó a rozar los carnosos labios, y entonces otro dedo se sumó a la exploración, examinando los labios inferiores con cuidado: rozando aquel corte, metiéndolos suavemente, tocando el clítoris a medida que subían y así notar unos escalofríos placenteros que subían por su espalda y luego todo el cuerpo. Aquellos dedos, inevitablemente, empezaron a meterse lentamente en el interior humedecido de ella. Hilde gemía y maullaba sin parar mientras seguía rozando su pecho izquierdo con frecuencia, moviendo los dedos adelante y atrás como una posesa. La guerrera cerró los ojos, pensando en la cosa que mas apreciaba: Tyris. Empezó a imaginar el cuerpo desnudo del general, musculoso, desnudo, con alguna cicatriz, añadiendo su crin rubia y aquellos ojos brillantes, hipnotizantes para ella. Fijando aquella imagen de el en su mente felina y calculadora, pensaba que sus dedos finos y hábiles eran el amor de sus sueños llenándola de placer, mientras figuraba con sus ideas como el movía las caderas para introducir un miembro imaginario, al mismo tiempo que ella jadeaba, gemía y respiraba fuertemente mientras imaginaba la voz de el gruñendo, susurrando e incluso jadeado, además de besos, caricias y demás, todo gracias a su imaginación. A medida que seguía repitiendo el proceso, empezó a gritar, seguido de un intenso maullido lastimero, pues había llegado a su primer orgasmo.

Su intimidad empezó a expulsar un líquido lechoso, espeso, que manchó los dedos de ella en parte a medida que las gotas caían de su almeja. Se acercó la mano manchada a los ojos, mientras jadeaba y los abría lentamente, metiéndoselos en la boca para saborear tal fluido, notando su viscosidad y raro sabor. La gatita se fijó en la mancha que había quedado en el suelo, y entonces se limpió el cuerpo en el agua del baño, para después deshacerse de la mancha limpiándola. Hilde, tras secar su pelaje de color crema, se ponía la armadura lentamente, sonrojada, al descubrir aquella experiencia excitante y curiosa, para luego levantarse y volver al Bastión entre la reciente oscuridad de la noche, iluminada por la luz de la luna.

Hilde cruzó las puertas del bastión para poder llegar a su habitación, compartida con sus demás hermanas de su escuadrón. Cada escuadrón de valquirias se refería a sus mismos miembros como hermanas, pues eran creadas por el propio Odín en varios números. Cada hermana, como los seres humanos, parecía tener una edad, inteligencia y aptitudes distintas. Hilde era la líder de su escuadrón, y esperaba que todas las hermanas estuvieran despiertas para contar lo que le ha pasado. Caminando por los pasillos del bastión, por fin encontró la puerta de su habitación, abriéndola y encontrando a sus hermanas charlando en círculo como en cada noche, hablando y cotilleando. Las gatitas dirigieron una mirada hacia la puerta, viendo que era su jefa, Hilde, y entonces todas sonrieron diciendo "¡JeFA: " y se alegraron de su llegada. De repente, una gatita de pelaje rosa claro saltó desde su cama, abrazando a Hilde y gritando:

â€" ¡¡¡Hermana!!! â€"  Esta se puso a abrazar a Hilde fuerte, dándole un pequeño lametón, mientras que la guerrera se sonrojaba de vergüenza. La gatita rosa, mas pequeña, de pelo corto, ojos redondos azules y una armadura rosa y plateada con una pieza que se parecía una faldita de escamas, se llamaba Agnetta, y conocía tan bien a Hilde que tenía el privilegio de llamarla una hermana de verdad, pues compartían secretos. Agnetta dominaba los cuchillos como nadie, como lo mostraba su armadura recubierta de pequeñas dagas. Pocos segundos del cariñoso pero cursi abrazo, Agnetta se separó y sonrió hacia Hilde, preguntándola:

â€" ¿Hermanita, donde has estado? Casi te pierdes la fiesta de pijamas â€"

Hilde suspiró asustada y ruborizada, mirando los ojitos inocentes de su "hermana" y tragando saliva. La guerrera se puso a pensar si contar a sus hermanas si estaban preparadas para saber lo que han aprendido, entonces las miró, viendo como se divertían contándose cosas en un círculo. Pensó que no sería una idea deciselo ahora, sino cuando estuvieran mejor preparadas o cuando sintieran esa duda mas a menudo, como cuando preguntaran de donde venían los gatitos. Tras su profunda reflexión, miró a Agnetta con una expresión sonriente, respondiendo:

â€" Pues... he ido a entrenar y a bañarme al lago, eso es todo â€"

Agnetta la cogió del brazo con una sonrisa infantil, arrastrándola y diciendo

â€" ¡Pues ven acá, que tenemos muchas cosas que decirnos! â€"

Hilde se sentó junto a Agnetta, escuchando las historias que se contaban las gatitas, pues era el único momento del día que podían charlar, como estudiantes en un colegio mayor. Hilde tenía otras 8 hermanas además de Agnetta, formando su escuadrón de muchos cientos que formaba el ejército de Valquirias. El resto de hermanas se llamaba Ceres, experta en la maza Martillo del alba con pelaje blanco y pelo castaño, Eida, una gatita negra y ojos violetas virtuosa del arco, Gitta, quien manejaba la lanza como una maestra y que mostraba mucha fuerza en su pelaje azul antracita a pesar de su fino cuerpo, Lia, quien usaba cadenas finas como tiras pero cortantes como el acero con su cuerpo delgado, de pelaje castaño y ojos negro azabache, Tella, con pelaje rubio y pelo rizado castaño y quien dominaba una espada y un escudo para proteger a sus hermanas, Rekka, con una trenza rubia y pelaje naranja y que usaba una pistola creada y personalizada por ella durante su instrucción, Yrsa, de pelaje blanco y pelo rojizo, usaba un bastón para usar el fuego y la fuerza de su arma, y Astrid, quien tenía pelaje ocre, pelo corto rubio y que dominaba un látigo hecho de una fina hebra metálica, de forma que actuara cual hilo fino pero cortante.

Tras los cotilleos, cuentos y demás relatos, las gatitas empezaron a sentirse cansadas, y una a una se fueron a la cama, incluida Hilde, que se tapó con la manta de la gran cama que tenía al igual que sus hermanas y miró al techo, sonrojada y preocupada, pensando en su amado Tyris, hasta que se acurrucó a un lado y se metió en el edredón, cerrando sus ojitos verdes dulcemente.

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Al día siguiente, cuando el sol ardía, perseguido por un lobo gigante como si una pelota se tratase, Vallmar, el general Einhenjar, se levantó y fue corriendo al centro de Asgard para avisar al resto de generales Einhenjar y los dioses mayores de que los demonios iban a atacar Midgard, pero en realidad, era la distracción general para poder robar el Libro del Cosmos mientras las valquirias luchaban en la escaramuza. Vallmar les explicó los detalles del ataque, y, por lo tanto, los humanos no podrían hacer nada con sus armas, a no ser que recibieran ayuda de las fuerzas divinas, es decir, las Valquirias. La discusión duró bastante, pero al final se decidió enviar a las valquirias, a pesar de que Odín, los cuervos consejeros de este, Hugin y Munin,  sus hermanos y algunos de los generales Einhenjar no encontraban lógica al mensaje de Vallmar. El dios tuerto pero supremo cerró los ojos, pensando profundamente su decisión de movilizar o no a sus hijas guerreras al mundo mortal. Los cuervos, viendo la pensativa expresión de su mandatario, se pusieron a susurrarle que Vallmar estaba planeando algo, pero aun así el dios no escucho el consejo bien avenido de sus dos mejores ayudantes.

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Este paso no solo empezaría la aparición de seres divinos en la Tierra de los mortales, sino también la guerra de Midgard, la guerra de demonios, no muertos y gigantes contra dioses y humanos.

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En Midgard, el mundo de los humanos, era un día tranquilo y soleado en una ciudad costera mientras en un puerto un carguero descargaba su mercancía. De repente, las nubes empezaron a formarse rápidamente, junto con un viento extraño, con olor a salitre del mar. Las nubes oscurecían poco a poco y la mar cerca del puerto empezaba a ponerse brava, a medida de que los truenos provocados por las nubes chocaban en la mar. Los trabajadores del puerto se asustaron, pues la predicción meteorológica no esperaba tal cambio brusco. Con ello, el mal tiempo demostró otra sorpresa: Al horizonte se veían barcos gigantescos, pero de cuerpo etéreo. La cabina de control del puerto se puso a examinar los barcos extraños desde lo lejos, hasta que se fijaron que la cubierta de los barcos guardaban algo aterrador: Monstruos y muertos vivientes, como salidos de una obra o filme de ciencia ficción, vistiendo trajes militares de distintas épocas: El ataque estaba a punto de empezar.

Los barcos llegaron a la mar, desembarcando y mostrando aquella armada, salida del propio infierno: seres de carne putrefacta, mostrando sus músculos oscurecidos por la muerte y sus huesos amarillentos, unidos por los pocos tendones que los unían y los órganos al descubierto, teñidos con un color oscuro por la oscuridad que recorrían sus venas, emitiendo solo sonidos primitivos. Los soldados no muertos mostraban todo tipo de armas, desde espadas o puños de hierro hasta armas de fuego modernas. El mar empezaba a sacudir las costas con olas fuertes, mientras a unas cuantas decenas de metros se formaba un torbellino, hasta que en pocos minutos emergió una criatura alargada con rasgos de reptil: era una serpiente marina, de escamas azules y panza blanca y cresta dorada. Cuando los barcos desembarcaron y los zombis se desplegaron, una luz rojiza salía de cada barco, creando un umbral de color escarlata rodeado de niebla del mismo color, donde una luz intensa provenía de este. Del umbral salían mas y mas legiones de zombis, de forma que pudieran llegan a la tierra de los mortales fácilmente. La bestia gritaba desplegando sus aletas gigantes mientras chillaba, hasta que miró al puerto y entonces desplegó la cabeza hacia atrás, para crear un grito chirriante y ensordecedor. El chirrido hacía tapar los oídos de la gente en el puerto, seguido de un arrasador golpe de viento que creaba olas violentas, de forma que los barcos chocaban y algunos se hundían ante tal catástrofe. El causante de aquella destrucción se llamaba Leviatán.

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Una silueta se formaba entre el morro y la cresta de la serpiente marina: Una forma delgada, de piernas largas, caderas anchas, pecho amplio, cubierto por una sola ropa hecha de hilo metálico de color púrpura azulado. En una mano llevaba una lanza de hoja curva, decorada con la cabeza de una serpiente. Por encima de su busto se mostraba un pelaje de color castaño claro, ojos azules como el mar y rasgos faciales de una pastora alemana y pelo liso corto, castaño. Se llamaba Sirin, y era la guardiana de aquella monstruosa serpiente marina, que contemplaba al mismo tiempo lo que su mascota estaba causando, con una sonrisa entre oreja y oreja, mascullando â€" Pobres humanos... no se puede acabar con lo que vuestro odio ha causado, y pronto lo veréis â€" seguido de una risa que a los pocos instantes fue acompañado de un trueno.

Los empleados del puerto trataron de coger los teléfonos mas cercanos para llamar a la policía y al ejército para explicarles la masacre que les estaba ocurriendo. Los medios no tardaron en llegar para enterarse de la noticia, llenando los alrededores de la costa con furgones de todos los noticiarios.

Un escuadrón junto a un tanque llegaba al puerto pocas horas después para hacer frente al ataque que el puerto estaba sufriendo. Los noticiarios de todo Midgard empezaron a anunciar aquel fenómeno extraño, mostrando videos de la criatura arrasando la costa con sus olas gigantes y tornados, mientras el ejército no muerto se asentaba en la costa e invadía el entorno, haciendo que la gente de pueblos cercanos huyera de tales engendros.

Cuando el grupo del ejército llegó, se pusieron a explorar uno de los pueblos, encontrándose a una de las hordas de no muertos. La tormenta llenaba el cielo de nubes grises espesas, con truenos repentinos y llenaba el lugar con un olor a salitre, proveniente del propio mar cercano. Aquel amasijo de carne cercenada empezó a acercarse a las fuerzas militares, levantando sus armas de toda clase. Uno de los capitanes, notando el poder ofensivo en los ojos vacíos de las criaturas, dio la orden de fuego. Una lluvia de balas proveniente de ametralladoras montadas, rifles de asalto y subfusiles llenó el aire entre los ejércitos, acertando a los zombis en distintas zonas de sus decrépitos cuerpos y que se cayeran al suelo como bolsas de carne. Cinco minutos después, un par de soldados se acercaron a los caídos para el típico reconocimiento. Uno de los guerreros enemigos se levantó, sin piernas, solo con la fuerza de sus brazos, saltando una de las espaldas de los soldados para intentar morderle el cuello. Luego, los miembros dañados y podridos, desgarrados por las balas, empezaron a moverse y a dirigirse al montón de caídos, pegándose a sus propietarios como por arte de brujería. Uno de los generales humanos no podía creer lo que estaba viendo, y se echaron atrás al ver que no tenían ventaja, resguardándose en un colegio cercano y atrancando las puertas principales con lo que podían para esconderse de aquella invasión dantesca.

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Aquella cadena de acontecimientos llegó enseguida a Asgard. Un mensajero corría estrepitosamente por el puente arco iris para llegar dentro de Heimdall, donde los dioses estaban reunidos con respecto a las noticias que Vallmar les estaba dando. Este abrió las dos puertas que accedían al consejo, de forma que su golpe se oyera como un estruendo y gritara que Midgard estaba siendo atacada por fuerzas de Niefelheim. Odín, al escuchar tal noticia, se levantó de su trono, abrió los ojos y gritó con fuerza â€" Esta bien, que la mayoría, no todas, de las valquirias se dirijan a Midgard para destruir la horda de demonios y al Leviatán.

Entonces, una serie de alarmas empezaron a sonar por toda Valhalla, avisando a todas las valquirias para dirigirse a sus puestos de combate. En el consejo, mientras los dioses y Einhenjar se iban para prepararse, Vallmar sonreía, viendo como su treta funcionaba y como podía cumplir su sueño de su propia armada a su servicio gracias a la oferta de sus enemigos.

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Para prepararse, cada jefa de escuadrón recibía de los Einhenjar los distintos objetivos y posiciones en una sala de mando para prepararlas, para después dirigirse a donde sus hermanas y explicarles cada cometido paso a paso. Cada escuadrón podía cumplir la misión con cualquier método disponible, siempre que fuera aceptable, para entonces desplegarse para la misión.

Las valquirias se dirigían corriendo fuera del bastión, para llegar al límite de su tierra, Valhalla, y así encontrarse con una gran pared, hecha de nubes grises y espesas. Las gatas empezaban a saltar hacia la pared desplegando sus alas, atravesando la pared por el salto y así llegar a los cielos de Midgard. El ejército entero, una manada completa de gatas con armadura, alas metálicas, brillaba con la luz del sol que se filtraba entre las nubes. Los escuadrones vigilaban desde la altura donde estaba tal tormenta espantosa, hasta que se fijaron en una masa gris, que brillaba debido a los truenos. El ejército de valquirias se dirigió a la zona, aterrizando en tierra tras surcar en picado los cielos y cuales estrellas fugaces, se posaban en el suelo creando pequeñas explosiones. Cada escuadrón se había posado en zonas asignadas por los distintos generales para poder defender los pueblos de los no muertos.

Algunos de los militares vieron aquellas brillantes armaduras brillar por la bajada en picado, como estrellas fugaces, para que al final aparecieran las gatitas valquirias. Algunos generales se quedaban con la boca abierta, preguntándose de donde venían tales criaturas.

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Hilde, quien aterrizó con elegancia, se levantó mientras miraba como sus hermanas llegaban. Estaban delante de una casa, arrasada por la tormenta, mientras los vientos de borrasca mecían sus pelajes. Las gatitas empezaron a caminar, examinando el lugar a medida que seguían un sendero que, evidentemente, las llevaba al mar. Otros escuadrones luchaban y defendían los pueblos mientras que otros seguían adelante para cruzar aquella masa invasora de carne. La jefa de escuadrón corría seguida de sus hermanas, otras 9 para ser exactos, hasta que llegaron a uno de los pueblos. Las calles estaban llenas de soldados no muertos, gorgojeando y gimiendo mientras seguían con sus cuerpos huesudos. Hilde suspiraba de disgusto viendo tales criaturas diciendo â€" ¡Recordad, son no muertos, usad filos y balas de plata!

Sus hermanas asintieron, cada una empezó a sacar sus armas con filos brillantes como espejos: Hilde mostró su espada con el filo grabado y la empuñadura cubierta de cuero trenzado, Agnetta se llevó dos dagas preciosas y manejables,  Ceres gruñía sacando una hacha preciosa de filos curvos y grabados en el cuerpo de la hoja, Elda cargaba su arco plateado de grabados con una flecha brillante de plata mientras fruncía el ceño al concentrarse, Gitta agarró su lanza, de filo ancho y puntiagudo, haciendo que los grabados brillaran en un tenue azul, Lia se sacudió las manos, mostrando sus finas cadenas cortantes y brillantes, Tella chasqueaba la espada de filo plateado en su escudo con un circulo grabado que mostraba rayos en su interior, Rekka agarró un cargador de su cintura y lo colocó con rapidez en su arma, cargándola con suma rapidez y que la preparó apuntando a la horda , Yrsa se puso su bastón en la mano, cerrando los ojos y susurrando palabras, haciendo que este ardiera y Astrid desenrollo su látigo, agitándolo y chasqueándolo de forma que el aire se cortara e hiciera cortes invisibles. El escuadrón estaba listo para asaltar a la horda que para ellas era una mera muchedumbre de debiluchos controlados por el enemigo.

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Hilde apuntaba con su espada, gritando â€" ¡¡¡Por Asgard, hermanas!!! â€" y estas empezaron a correr al oír el grito de guerra de su líder de escuadrón.

La líder blandía su espada larga, cortando por la mitad varios enemigos con sus cortes rápidos y súbitos, haciendo que huesos oscurecidos de aquellos engendros se quemaran y poco a poco se volvieran en polvo, entonces se fijó como varios de los enemigos venían en carrera, así que ella cerró los ojos, posando la espada delante de ella y empezó a susurrar palabras arcanas. El filo de su hoja empezó a brillar, para que ella gritase y corriese frente al pelotón de soldados infernales. Ella atravesaba la multitud sin dificultad, mientras se oían cortes por todos lados. Al final, ella enfundó su espada y todos los enemigos se paralizaron, hasta que empezaron a partirse por la mitad y sus mitades se deslizaran cayendo al suelo en montones de ceniza.

Agnetta se ponía a clavar sus dagas en el cuello y pecho de los guerreros impíos, haciendo que cayeran en un suspiro, hasta que ella empezó a girar sobre si misma cortando los torsos de los enemigos a su alrededor, entonces ella saltó, mirando otra multitud de muertos vivientes, y agarró varias dagas de las cintas de su torso, lanzándolas al aire. Las cuchillas pequeñas cruzaban el aire como un susurro pero atravesaron los cuerpos de los esqueléticos siervos de Loki, de forma que tropezaran y murieran convertidos en polvo quemado.

Ceres se puso a golpear el suelo con su hacha, de forma que los pequeños temblores hicieran hacer caer a sus enemigos, entonces ella empezó a clavarles el filo de su querida arma uno a uno con martillazos limpios, creando un montón de cenizas esparcidas por el suelo, hasta que vio otro montón de enemigos acercarse. Ella se puso a gruñir, de forma que el mástil de su hacha brillara y entonces lo sacudió hacia delante. Un gran tajo de luz amarilla paralizó a los zombis, recubiertos de luz en sus huesos, para que al final cayeran hechos pedazos y ceniza.

Elda cargaba su arco y atravesaba las destrozadas armaduras de la horda con varios disparos rápidos, haciendo que algunos perdieran la cabeza y que cayeran por el peso de su cuerpo. Al ver un gran zombi llevar una maza gigantesca, ella se puso a disparar los pies del monstruo con varios de sus certeros disparos, para que al final este cayera, entonces cargó una ultima flecha, que empezó a brillar, y soltó la tensa cuerda, de forma que la energía de esta arrasara con el impío mastodonte.

Gitta miraba como uno de los guerreros se acercaba, mientras que ella se posaba en el suelo y apuntaba con su lanza, levantándose y cargando contra él de forma que quedara ensartado y que se vaporizara en una nube de humo y ceniza, para después ensartar a varios miembros que se acercaban a ella para intentar rodearla.

Lia giraba sus cadenas arriba y abajo mientras miraba a varios zombis con vestidos de distintas épocas rodearla, entonces con un grito, extendió uno de los brazos, atravesando a uno de ellos con la cadena y tirando de este, agitándolo y usándolo de maza contra el resto de oponentes que se le acercaban, como si su primera victima fuese una maza.

Tella empezó a correr con el escudo delante de ella, gritando y haciendo que su escudo brillara, creando un rectángulo luminoso alrededor del escudo, haciendo que los enemigos fueran arrasados por tal hechizo para rematarlos en el suelo con su pequeña espada. Al escuchar unos pasos muy fuertes, notó una sombra grande, de dos metros, entonces ella se giró y miró un zombi recubierto con una capucha, gritando sin parar y expulsando baba con sus graznidos horrorosos. La guerrera suspiró y corrió contra el encapuchado, clavándole su espada en el pecho de carne podrida como si fuera mantequilla, para que al final, ella empezara a sacudir la cara de su oponente con el escudo, agarrando el mango de la espada y clavándola fuertemente, para que el zombi gigante se transformara en una masa de cenizas por el efecto de la plata.

Rekka se fijó en un zombi fortachón, llevando una gran hacha, entonces este empezó a lanzar tajos hacia la gata. Esta se puso a doblar su cuerpo, a rodar hacia los lados y saltar para esquivar tales brutales ataques. Al final, el enfurecido zombi agarró su hacha oxidada, llevándosela atrás con los pocos músculos que le quedaban y abriendo su mandíbula unida a la calavera que era su cabeza, aunque la pistolera, con su velocidad, pudo deslizar las piernas, arrasando a su oponente, de forma que cayera y que, por la fuerza de él, sus brazos decrépitos se rompieran, tumbándose, pero entonces, la gata posó su pie sobre el torso del gran zombi y apuntó a la cabeza, disparándole tres veces, para que quedara hecho un montículo de ceniza.

Yrsa se puso a golpear las cabezas con precisión gracias a su bastón, mientras lanzaba bolas de fuego para mantener al resto de zombis a raya, hasta que fue rodeada. Entonces ella empezó a girar su bastón en el aire, de forma que dos bolas de fuego salieran de sus puntas, para que, al final, dos látigos de fuego salieran de los extremos y quemaran a los atacantes, al mismo tiempo que la valquiria los golpeaba con un único bastonazo y se descompusieran en polvo.

Astrid se puso a enrollar los cuellos de los enemigos, tirando de su látigo para que el fino filo de su arma los decapitara sin piedad y cayeran sin cabeza. Entonces cuatro zombis la rodearon, armados con escudos y espadas y vestidos como legionarios romanos. Ella sonrió, chasqueando su látigo y agarrando uno de los soldados por la pierna, tirándolo y haciendo que cayera, entonces ella giró al lado opuesto bruscamente para cortar uno de los brazos a otro de los soldados, entonces giró a la derecha, cortando por en dos mitades arriba y abajo al tercero, para girarse y mirar al último, agarrando y estirando el hilo del látigo con sus guantes resistentes. Al soltar el látigo, ella empezó a moverlo mil veces sin parar hacia el último enemigo que quedaba. Cuando paró, el muerto viviente se disolvió en una nube de cenizas que caía al suelo.

Hilde miró como el escuadrón había despejado la zona, así que apuntó con su espada hacia delante, ordenando a sus hermanas a avanzar para llegar a la costa con el resto de escuadrones. Sin embargo, una estampida de zombis salió de los arboles, rodeándolas y desorientándolas. Astrid fue rodeada por varios enemigos, haciendo que uno de ellos la apresara y la atara con cuerdas. Un grupo de enemigos corría hacia uno de los umbrales para llevarla a Nieflheim como prisionera, mientras que ella gritaba para ayuda a sus hermanas, pero no pudieron rescatarla por la emboscada que estaban sufriendo. Hilde y el resto de sus hermanas pudieron hacer frente a los atacantes pero no pudieron ir a por su hermana, como ya lo habían hecho mas enemigos con otras valquirias de otros escuadrones.

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Mientras tanto, en el Bastión del Cosmos, Vallmar aprovechó para entrar en este abriendo las puertas y dirigiéndose al sótano, donde se mantenía el Libro del Cosmos en su sala de seguridad. Gracias a sus privilegios, pudo cruzar los sistemas de seguridad del complejo sótano sin levantar ninguna alarma e incluso engañar a las dos únicas valquirias que estaban de guardia para que se fueran a descansar, para así llegar a la sala donde se contenía el libro. Era un gran salón, cubierto por paredes de hormigón, que brillaban con luces azules que dibujaban un mapa astral del cielo, sobre la oscuridad de la sala, donde el único foco era uno que señalaba el propio libro sobre un estandarte de cristal. Vallmar se acercó al libro, cogiéndolo con ambas manos y quitándolo del soporte de cristal que lo mantenía de pie. La luz azul que hacía de mapa astral se apagó de repente, dejando solo las sombras en la pared de la sala. Sin embargo, Tyris estaba saliendo de su oficina en el bastión, mientras Vallmar subía las escaleras del sótano para llegar al vestíbulo de nuevo, al mismo tiempo. Tyris, que bajaba las escaleras, se fijó en Vallmar, llevando el libro tapado debajo de su capa, pero sin saber que era. El general se acercó al ladrón, diciendo â€" Vallmar, ¿Qué haces aquí? â€" Hasta que bajó la mirada y vio el bulto bajo la capa, así que su cara cambió a una expresión de sospecha, y entonces dijo - ¿Qué escondes?

Vallmar carraspeo al ver como Tyris se extrañaba por lo que el escondía, y recordó como había impregnado una daga con el somnífero que Jertti, la sirvienta de Loki, le había dado. El sonrió respondiendo â€" Nada, solamente...

Vallmar dejó de hablar para agarrar su daga, desenfundarla y, dando un paso, clavar el filo envenenado en el pecho de Tyris. Este, al notar el empujón del ladrón, notó un dolor intenso unos segundos, hasta que se desplomó en el suelo, como un muerto. Vallmar empezó a correr, mientras las ropas de Tyris se teñían de un escarlata intenso por la sangre de la herida. Tyris se quedó mirando a Vallmar, hasta que empezó a notar como la vista se le nublaba por la sustancia del filo, balbuceando â€" ¿Cómo has podido...? â€"

El general rubio cerraba los ojos, en un sueño eterno, pues no podía desangrarse al ser un caballero de los dioses. Una hora después, Freya encontró el cuerpo de Tyris, viendo la herida teñida de sangre y fijándose en la forma de la herida, supo que la única persona que pudo haberle asestado la cuchillada era Vallmar, pues su daga era única y característica. También noto algo extraño, como que la entrada no estaba protegida por las guardias de siempre, así que bajó y encontró la sala vacía, sin ninguna luz, pues no estaba el Libro del Cosmos. La diosa fue directa hacia su marido, en el castillo de Heimdall, gritando que habían robado el Libro del Cosmos. Odín se enfureció gritando â€" ¿¡Cómo!? Es imposible, si algo dejé a las dos guardias, solo un Einhenjar ha podido cruzar esa puerta.

Freya se agachó entristecida, susurrando â€" Ha sido Vallmar... he visto a Tyris dormido con una herida proveniente de su cuchillo, solo ha podido ser él. Además, si ha cogido el libro ha tenido que ser una razón muy convincente... creo haber visto una sirvienta de Loki por Valhalla, pero no estoy segura.

Odín gruñía con furia, cerrando los ojos durante un momento, y minutos después abriéndolos, respondiendo a su querida mujer â€" Pues tendré que castigarle y también a las valquirias, lucharan en Midgard hasta que recuperen el libro... y quiero ver a Vallmar muerto.

Freya suspiró con tristeza, pues sus hijas iban a ser desterradas, y no estaban preparadas para el mundo mortal, pero por no defraudar a su marido, asintió con la cabeza, diciendo â€" Es...Esta bien, Odín.

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Mientras tanto, Vallmar había llegado a su casa, donde Jertti estaba sentada en el sofá, sonriente. El general se fijó en ella, sacando el libro de su capa â€" Aquí lo tienes, ahora, mi ejercito.

Jertti sonrió mientras posaba la mano en la frente de Vallmar, respondiendo â€" Por supuesto...

De repente, la mano mostraba una luz oscura que hizo que Vallmar notara un dolor intenso mientras la luz lo cegaba, mientras su cuerpo felino se transformaba en segundos. Sus facciones felinas desaparecían mientras poco a poco tomaba una forma esquelética, sus ojos desaparecían y las cuencas de los ojos se llenaban de oscuridad, teniendo un punto luminoso solo como pupilas, su tamaño aumentaba hasta tener dos metros y medio, y sus ropas aumentaban también, aunque los blasones de su ropa se cambiaron por calaveras. Jertti soltó la mano del Einhenjar, ahora transformado en alguien diferente. Vallmar jadeaba, abriendo los ojos y fijándose en su nuevo cuerpo: se había convertido en un esqueleto viviente gigante, entonces se levantó, agarrando a la loba por la armadura y gritando â€" ¿¡Que me habeís hecho!?

Jertti sonreía, sin importarle la fuerza que él ejercía sobre el, así que respondió â€" ¿No lo ves? Ahora eres un general de Nieflheim, con tu propia legión del infierno, y todo por sacrificar tu condición de soldado al servicio de Odín â€" entonces ella extendió la mano, diciendo â€" Ahora ven... tenemos un largo viaje, general Vallmar.

Vallmar agarró la pequeña mano de Jertti, entonces los dos se desvanecieron en una bola de luz púrpura, que se fue volando de Valhalla, cruzando las barreras directo hacia Nieflheim. Sin embargo, mientras cruzaban Midgard, la velocidad del viaje hizo que Vallmar se le desprendiera un brazo de su cuerpo, y el libro, que salió de la mágica burbuja, cayó al suelo, sin saber donde iba a parar por las densas nubes del cielo, haciendo que los dos gritaran de pena.

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Mientras tanto, en Midgard, los escuadrones de Valquirias seguían atacando y avanzando por la costa, hasta llegar al puerto. El ejército presente intentaba descubrir que era aquella jauría de gatas que venían y que eliminaban a aquellos enemigos de fantasía sin esfuerzo alguno. Cuando ellas llegaron a los muelles, la escena era horrible: Los vagones de carga estaban desparramados y puestos de formas inimaginables, había montañas de chatarra, y varios barcos estaban flotando con agujeros y golpes en distintas zonas o incluso fuego, a pesar de la dura tormenta que estaba arreciando, además de la improbable presencia humana.

Hilde, junto con otras lideres de escuadrón, contemplaron al Leviatán y a Sirin. Una de las líderes torció la cabeza, diciendo â€" Habrá que luchar contra la demonio, ese Leviatán tendrá la piel de acero, así que el ataque a distancia no nos servirá, necesitaremos fuerza bruta.

Otra líder asentía, mirando como de los muelles se abrían umbrales con una niebla de color rojizo rodeándoles, entonces dijo â€" Una de nosotras tendrá que ocuparse de la hembra demonio, y las demás cerraremos los umbrales. El resto podrá ocuparse de las invasiones que vienen.

Hilde dio un paso adelante, diciendo â€" Entonces iré yo, vosotras ocuparos de los umbrales.

Otra de las lideres dio un respingo, diciendo â€" ¡Estas loca, Esta no es como los gigantes de Jotunheim, Hilde! â€" pero ella negó con la cabeza, mientras corría para buscar un lugar para despegar y así llegar a donde Leviatán.

El resto de líderes se giró, viendo al ejército, entonces una de ellas gritó, agarrando su arma â€" ¡Adelante! Tenemos que cerrar los umbrales de Nieflheim.

El ejército de valquirias empezó a cargar contra los zombis que salían de los umbrales de los muelles. Cuando una de las líderes llegó delante de uno de los umbrales, extendió la mano y entonces su cascabel empezó a brillar, y entonces esta empezó a susurrar en lenguaje rúnico. El umbral empezaba a cerrarse, reduciendo su tamaño hasta que se disolvió, dejando en un destello de luz.

Sirin notó como algo iba mal, entonces giró la cabeza, gruñendo, gritando â€"¡ No os lo permitiré, sucias gatas, Leviatán! â€" y así, la bestia lanzó un chirrido y sacudió su cola, creando una ola gigantesca. Una de las líderes valquirias se fijó en la sacudida y entonces agarro su arma, un martillo gigante, clavándolo en el suelo de un martillazo y gritando â€" ¡Pared de roca!

Tras el martillazo, el mar cerca de los muelles empezó a temblar, y de estas emergió una gran pared gruesa de roca de varios metros, deteniendo la ola y creando una lluvia intensa por unos segundos por el agua de la parte superior de la ola. Sirin gimió de disgusto. Entonces Hilde, quien había sorteado las corrientes con sus alas de acero, se posó en el lomo de Leviatán, a dos metros detrás de Sirin. La general de Nieflheim posó la mirada en la joven valquiria, sonriente, diciendo â€" Vaya, vaya, una visita inesperada...

Hilde frunció el ceño de forma seria, clavando la mirada en Sirin mientras desenfundaba su espada larga, exclamando â€" Me llamo Hilde, valquiria al servicio del dios Æsir Odín, ¡y vengo a detenerte por invadir un mundo reino sin permiso! â€" Sirin soltó una leve carcajada, sacando entonces su lanza, girándola con destreza y gritando â€" ¡Pues entonces, en guardia, gatita!

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Hilde agarró su espada mientras Sirin mantenía la punta de su lanza baja. La lluvia y el viento intensos rozaban los pelajes de ambas luchadoras. Sirin levantó su lanza, intentado estocar a Hilde, pero entonces la gatita se desplazó a la derecha, tratando de asestar un tajo vertical. Sirin bloqueó el tajo cruzando la espada con su arma, de forma que chocaran y ambas forcejearan. Hilde se puso a empujar y le dio una patada a Sirin, de forma que ambas guerreras se repelieran. Hilde trataba de ponerse en pie, pero Sirin fue más rápida, y entonces empezó a correr sobre el lomo de Leviatán, para luego crear una lluvia de tajos de su punta de lanza. Hilde trataba de bloquear los relampagueantes tajos con su espada, hasta que uno de los tajos le hirió el vientre, haciéndole un corte y haciendo que se echara atrás, gimiendo de dolor y pena. Sirin sonreía mientras que Hilde posaba la mano en la herida, haciendo que esta brillara para usar su magia curativa. Sirin se fijó en la acción de la gata, así que flexionó las piernas mientras levantaba su lanza para un gran salto. La perra puso la punta de su lanza hacia abajo para un golpe en picado, mientras la gatita intentaba curarse a si misma. Hilde miró hacia arriba, entonces se levantó y rodó hacia atrás, evadiendo a su oponente. Sirin, sin querer, había clavado el filo de su arma en la carne de su mascota, haciendo que esta se retorciera de rabia y dolor. Las luchadoras se cayeron con la sacudida, agarrándose a la piel de la bestia, pero se levantaron cuando esta se detuvo, entonces Hilde aprovechó para correr y cruzar un tajo en el costado de ella, de forma que la gata se deslizara y se girara mientras la rival se levantaba enfurecida por el daño que había provocado a su querida criatura. Hilde levantó su gran espada con ambas manos, golpeando hacia delante y creando un tajo plateado que cortaba el aire, dirigiéndose hacia Sirin, pero entonces se defendió bloqueando el ataque de la valquiria, corriendo para asestar una estocada mientras el filo de su lanza brillaba en un azul marino. Hilde se fijó en como el arma se volvía un cuchillo acuoso, así que dio un paso atrás, esquivando la estocada de Sirin, se acercó a ella de nuevo  y aprovecho para golpearle con el mango de su arma. Sirín dio unos pasos atrás, para que al final Hilde saltara, girando en el aire gritando â€" ¡Golpe celestial! - el acero del arma brillaba con luz cegadora, cayendo en picado junto con su portadora e impactando contra su oponente canina, asestando el golpe de gracia que faltaba. Sirin dejó su arma por efecto del golpe y cayó al suelo, malherida, pues a pesar de no haber sido cortada, el golpe la había causado daños internos, haciendo que se cayera de rodillas sobre el lomo de Leviatán. Jadeando, empezó a toser sangre, susurrando â€" No es... posible, yo... una general de Nieflheim... una invocadora de alto nivel... he perdido â€" para después gritar de forma agónica y aguda, mientras se transformaba en una columna de luz en la que su cuerpo se desvanecía, como una sombra entre el brillo celestial. Hilde se cubrió ante la gran columna de luz que atravesaba las nubes oscuras, que hizo chillar a Leviatán y haciéndolo caer al mar, hundiéndose en un gran chapuzón. Hilde pudo saltar a tiempo para aterrizar en el puerto y mirar como la bestia sucumbía al no tener una invocadora que pudiera materializarlo. Estaba cansada, jadeando y de rodillas, pues había usado gran parte de su magia para el golpe final. El resto de las valquirias, que habían terminado de sellar los umbrales, se dirigieron hacia ella, a medida que las nubes desaparecían y el sol mostraba sus rayos radiantes. Hilde se levantó, recuperando el aliento y mirando como la misión había tenido éxito, y mirando a sus hermanas dijo â€" ¡Hermanas, volvamos a casa!

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Las valquirias asintieron con júbilo mientras desplegaban las alas para cruzar las nubes y así cruzar la pared de niebla que llevaba a Asgard. Cuando llegaron y aterrizaron delante del Bastión, Odín estaba delante de la entrada, con una expresión seria en su rostro, mirando a sus hijas de un modo frío y poco alegre. Hilde empezó a caminar y se acercó a Odín, diciendo â€" Padre, hemos conseguido repeler el ataque de Nieflheim, misión... - pero Odín puso la mano delante, como orden de silencio.

El dios creador cerró los ojos y dijo a su ejército â€" Estoy decepcionado con vosotras, hijas mías, a pesar de haber luchado bien, habéis sido engañadas. Han robado el Libro del Cosmos â€" entonces las gatitas se sorprendieron, creando un bullicio sin precedentes, pues tampoco creían que tal cosa pudiera ocurrir.

Odín ordenó silencio y dijo â€" Por lo tanto he decidido castigaros: Tendréis que vivir en el mundo de Midgard y luchar contra los demonios hasta que el Libro del Cosmos sea recuperado, además de que rescatéis al resto de valquirias secuestradas. No volveréis a pisar Asgard hasta que vea el libro ¿Entendido?

Hilde gruñía de rabia, pero al mirar el poder de su padre, Odín, se enderezó y respondió â€" Si, padre...

Odín sonreía diciendo â€" Ahora abandonareis este lugar y buscareis un lugar donde sobrevivir. Cada una puede ir donde quiera, sola o acompañada. Y sobre los ataques en Midgard, hemos planeado entre todos los dioses un modo de ayudaros.

Las gatitas se entristecieron, mientras se preparaban para cruzar la pared de niebla para vivir en el mundo de Midgard, entonces Odín les dijo â€" Buena suerte, y sabéis que no aceptaré el fracaso â€" mientras Odín miro como sus hijas empezaban a marchar, se fijó en Hilde, diciéndole a ella â€" Por cierto, Hilde... hemos encontrado a Tyris herido e inconsciente... esta profundamente dormido.

Hilde gimió - ¿Cómo? No puede ser, ¡dejadme verle!

Odín negó con la cabeza â€" Se pondrá bien, pero ahora tienes que marcharte con tus hermanas.

Hilde mostró una mueca de enfado, que en realidad era por la tristeza que la inundaba y enfurecía. Su padre sabía de antemano que ella adoraba a Tyris. Ella se giró lentamente y se dirigió a la pared de niebla, cruzándola junto con el resto de sus hermanas, pensando en sus adentros "Tyris... te... amo..."

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Y así, Odín mandó a sus hijas, las valquirias, gatas destinadas a guiar a los caídos y defender los humanos, a Midgard, donde tendrían que luchar contra los demonios con la ayuda de los mortales, rescatar a sus hermanas secuestradas durante las batallas y encontrar el Libro del Cosmos antes que los señores de Nieflheim.

Mientras las valquirias llegaban para Midgard, los dioses pusieron señales por todo el mundo para el plan principal de la guerra: Los varones mayores de edad tendrían de ir al ejercito como medio de defensa para la Tierra, mientras que jóvenes y mujeres debían quedarse en las ciudades, aplicándose esta ley en todos los países debido a que los gobiernos recibían bendiciones y milagros de los dioses por seguir este plan. Así, las gatitas se esparcieron por el mundo. Cuando Hilde aterrizó con el resto de su escuadrón, es decir, sus hermanas, en un bosque, suspiró, mirando al cielo, recordando a Tyris. El escuadrón se asentó en el bosque en pocas horas, mientras los miembros charlaban entre sí para saber y repasar lo poco que habían aprendido de la vida mortal en sus lecciones, como el resto de sus escuadrones en cualquier lugar.

Hilde estaba sentada en una piedra, entristecida, mirando a sus hermanas mientras pensaba en Tyris, como que quizás el estaría soñando. Entonces Agnetta se sentó a su lado, con ojos dudosos, preguntándole â€" ¿Hermana, estas bien?

Hilde, que salió de su trance, miro a Agnetta diciendoâ€" Sí, tranquila, Agnetta...

Agnetta se sentó a su lado, mirando hacia arriba y después a Hilde, diciendo â€" Hermanita... siempre he tenido una pregunta... ¿De donde vienen los gatitos? â€" Hilde se sonrojó enseguida, mirando atónita a Agnetta, recordando el momento de la tarde que pasó con Tyris, pero Agnetta continuó diciendo - ¿Lo sabes? â€"

Hilde se mordió el labio, mirando hacia abajo avergonzada, pero respondió

â€" S...Sí, lo sé â€" haciendo que Agnetta mostrara una mueca de asombro.

La gatita rosa se puso cerca, exaltada, diciendo â€" ¿Ah, si, y como es? Quiero saberlo...

Hilde suspiró y se puso a explicar paso a paso lo que Tyris le explicó a ella el día anterior. Unas horas después, tras la compleja explicación, Hilde acabó diciendo â€" Y de ahí vienen los gatitos.

Agnetta se quedó boquiabierta y nerviosa, hasta que empezó a correr hacia el resto de sus hermanas y empezó a explicar a todas lo que acababa de descubrir: el sexo. El resto de sus hermanas se quedaron con la misma expresión de ella, y entonces, en menos de un día, todas las valquirias ya sabían básicamente que era el sexo, el único tabú que no se podían permitir.

Con el tiempo, las gatitas encontraron una mansión gigantesca perdida en el bosque, convirtiéndola en su base de operaciones. Podían ocupar poco espacio al poder convertirse en gatitas reales, o incluso encontrar lugares donde vivir para cada una. Tenían todas las comodidades, aunque empezaron a encontrar lo que podían, para así disimular su presencia de los humanos: ropas, comida, bebida, muebles... hasta empezaron a sentirse maduras pues eran tratadas como niñas, solo por descubrir la independencia. Poco a poco, la gente del mundo empezó a ver a estas gatitas, hasta que acostumbraron al no ser hostiles, además de ser enviadas por los dioses, pero sin saber que en realidad estaban siendo castigadas.

Aun así, lo que ellas, un ejército de valquirias guerreras divinas, no sabían que el destino las preparaba para las incontables batallas y eventos de la guerra que solamente acababa de empezar.

CONTINUARÃ...