White Wolf Chapter 2 (Spanish)
#5 of White Wolf
¡Por fin la web está arreglada! Ya puedo publicar el siguiente cap >:3
Es increíble como de una tranquila pero aburrida vida hogareña pasé a una llena de días atareados pero muy entretenidos. Lo primero remarcable que ocurrió tras descubrirse mi identidad fue algo que mis padres llamaron "explosión mediática". Por lo que entendí por el momento, parecía que la prensa estaba muy interesada en mí. Ya había varias veces en las que reporteros habían tratado de acosarme a preguntas, las cuales yo me negaba a responder amablemente. Era suficiente tener que preocuparme por todo el tema de descubrir lo que soy como para tener que lidiar con la curiosidad de la gente.
Lo siguiente fue un juicio rápido y fugaz. Un montón de organizaciones de protección de menores contra mis padres y yo mismo. Lo cierto es que el juicio duró menos de 3 horas. Después de todo, ¿qué padres no empatizan con la situación de que pasaría si su hijo fuera un lobo blanco? Aun así, mis padres no se libraron de hacer los llamados servicios comunitarios. Eso me dejó un gran alivio dentro mío, el cual me hizo sentir más seguro para lo que fuese a venir.
Pero es curioso. Esperaba cualquier cosa para pasar después de ese juicio, pero no esperaba el tener una reunión con el mismísimo presidente de España. Cuando recibí la carta oficial, mis padres quedaron impresionados. Me contaron que a Rufus Martínez lo llamaban el "Gobernante apacible". Sus discursos eran tranquilos, pero se sentía una pasión hacia el bien común en sus palabras. O al menos, eso deducía por la maravilla que era el Internet y los vídeos que vi de sus discursos. Quizá esa es otra cosa remarcable: por fin tenía un teléfono móvil en mis manos. ¿Sabéis que fue lo primero que hice? Escribir un mensaje a Joel para avisarle que ya tenía móvil e Internet.
Había hablado mucho con el lobo macho estos días, a veces por una o dos horas, aunque echaba de menos el poder estar en persona con él. Cuando le conté sobre la reunión con el presidente, me dijo que era una oportunidad de oro. Los presidentes de los países que aún estaban en pie estaban pensando en instaurar embarazos obligatorios en mujeres, pero Rufus había pedido más tiempo para que sus científicos pudieran hallar una solución menos drástica. Quizá no podría evitar algunos embarazos, pero la posibilidad de tener a un hombre tan poderoso de mi lado podía ayudarme a obtener mi ansiada libertad.
No solo a mí. También a mis futuros hijos. Joel me dijo que, cuando un lobo blanco se embaraza, es más posible que tenga lobos blancos que cuando dos lobos normales se aparean. Si eso era cierto, debía trabajar duro no solo por mí, sino por mis hijos. Que un lobo blanco pasara por esto era más que suficiente, no quería más personas teniendo que sufrir por esto.
Allí me encontraba, delante de una puerta de un despacho privado que me llevaría delante del mismísimo presidente de la actual España. Un montón de periodistas ya estaban esperándome en la entrada cuando llegué, aunque los guardas que me vinieron a escoltar hasta aquí se encargaron de alejarles de mí. Sin embargo, eso no quitaba que mis nervios no estuvieran a flor de piel. Había experimentado muchas cosas en los últimos días. En concreto, había ido a un montón de lugares junto a mis padres que antes no había podido ir y además había conocido a mi familia. Me sorprendió saber que mis padres no les habían contado nada de mí.
Lo único que no hice fue quedar con Joel, pero eso ya estaría solucionado después de la reunión. Los escoltas tocaron la puerta:
-Señor presidente, el lobo blanco Ethan está aquí.
-¡Ah, perfecto!- exclamó la persona de dentro-. Dejadle pasad a solas.
-De acuerdo- asintió uno de los escoltas, abriéndome la puerta-. Puedes pasar.
-Muchas gracias- les agradecí yo antes de pasar dentro.
El despacho era un sitio muy iluminado por una gran ventana, además de tener un estilo moderno que me agradaba bastante. Había muchos estantes de cristal o de madera negra, en los cuales había puestos fotos, estatuillas o libros. Había también algunos cuadros, técnicamente réplicas de los que estaban en los museos. Estaban muy bien conseguidos. En el centro de la estancia había una mesa de despacho de cristal junto a tres sillas, todas luciendo muy cómodas. Destacaba que había un par de tazas de café y una variedad de galletas en unas bandejas de metal. En el otro lado de la mesa, se hallaba un labrador macho con manchas negras y blancas y ojos azules, que me miraba con una sonrisa algo nerviosa.
-¡Ethan, es un placer conocerte al fin!- exclamó el presidente-. Antes de que digas nada, puedes tutearme. No hacen falta formalidades, creo que así será más cómodo para ambos.
-Oh, de acuerdo- asentí, tomando asiento en frente suya.
-Un lobo blanco sentado en mi despacho- dijo en alto el perro-. Je, ¿quién lo diría? Nunca pensé que tendría la oportunidad de conocer a uno nacido de forma natural.
-¿Puedo preguntar por qué querías reunirte conmigo?- pregunté, con curiosidad.
-Bueno, lo primero es tomar algo- rio él, señalando la bandeja de galletas y los dos cafés-. En España siempre se disfruta de una buena charla con comida, aunque no era tan habitual en encuentros presidenciales.
-Muchas gracias- sonreí agradecido.
-Vaya, es cierto que tus padres te han criado bien- sonrió Rufus-. Me alegro de que no carezcas de habilidades sociales.
-Yo siento que me faltan muchas- reí incómodo, rascando mi oreja.
-Eso se aprende con el tiempo- afirmó Rufus, tomando su taza de café. Yo también tomé la mía-. Además, tengo entendido que te hiciste amigo del hijo de jefe de comisaría de tu barrio, según me contó el propio jefe.
-Jeje- esta vez, reí con vergüenza-. Sí, creo que somos amigos. Desde el primer momento sentí que podía confiar en que él no sería un interesado como otros.
-Oh, así que ya te lo han contado- suspiró el presidente, bajando sus orejas-. Me ahorra trabajo, pero no me gusta pensar en ello.
-¿Tú piensas en ello?- pregunté confuso-. Es raro. No te afecta tan directamente como a mí.
-La cosa es que no me gusta obligar a hacer nada a nadie- respondió él-. Ni instaurar el embarazo obligatorio en mujeres ni en lobos blancos. Es injusto, pero entiendo el motivo.
-¿Cuál es exactamente el motivo? ¿Solo aumentar la población mundial?- pregunté, queriendo saber más. Al mismo tiempo, tomé una galleta y la probé. Estaba deliciosa, lo que me calmó un poco los nervios.
-Los antiguos países que fueron destrozados por el Gran Desastre tenían recursos importantes para todos- me explicó el hombre-. Además, se estaban realizando investigaciones de gran importancia. Después del suceso que ya te mencioné, estos recursos y estas investigaciones quedaron atrás. Por el momento, las políticas que hemos aplicado que motivan al reciclaje de materiales han ayudado a que nos mantengamos estables en cuanto a seguir satisfaciendo a la población, pero no sabemos cuánto más podremos aguantar de esta forma. Es por eso por lo que necesitamos a más gente. Pioneros que vuelvan a esos lugares, muchos sin ningún trazo de radiación, y los conviertan en ciudades otra vez. Por supuesto, hay planes para que no cometamos los errores del pasado y destrocemos el planeta. Pero lo que nos urge ahora es gente joven y apasionada y motivada a reconstruir el planeta y hacerlo mejor.
-Entiendo- asentí comprensivo.
-Sin embargo, obligar a la gente a embarazarse no es algo que me guste- suspiró el labrador macho-. Imagino que ya sabrás como es el tema de la fertilidad y el de lograr que una mujer quede embarazada. Las técnicas de fertilidad e inseminación antiguas ya no nos sirven, lo apto para lograr un embarazo es el acto de hacer el amor. Y como verás, obligar a dos personas, una gay y otra lesbiana, a tener sexo no es lo mejor para el bienestar de ambos. Y te lo dice alguien que es bisexual.
-Joel me contó sobre eso- volví a asentir mientras bebía mi café.
-No me gusta hacer esto, Ethan, pero sé que el que menos quiere hacerlo eres tú- Rufus volvió a suspirar. Ser un presidente debía ser duro, o al menos, un presidente honrado. Parecía ser bastante mayor, aunque no creo que en ese momento tuviera aún 50 años. ¿Con qué años empezó en a ser elegido como presidente?-. Creo que más que explicarte lo que quería hacer, quería tratar de conocerte para saber si quiero hacerlo. Es una ley que se aplica de forma mundial, una en la que, por primera vez, todos los países estuvieron de acuerdo. Por ende, es una ley con mucho poder. No puedo romperla, menos aún si tenemos en cuenta como está la situación mundial.
-No se preocupe- traté de animarle lo mejor que pude-. Aún sigo asimilándolo, pero... Si es lo que debo hacer, daré lo mejor que tengo. Pero quiero que me prometa algo.
-¿Qué es lo que pides?- preguntó Rufus, curioso y algo sorprendido por mi convicción.
-Si prometo hacer los embarazos necesarios para que mi fertilidad perdure, quiero que usted dedique recursos y dinero a una investigación para poner una solución a la infertilidad y la crisis demográfica, además de luchar por poner fin a la Ley del Lobo blanco- le propuse yo-. Si usted promete luchar con garras y dientes para hacerlo, yo me comprometo al cien por ciento a mi cometido.
-Je, me caes bien- sonrió Rufus-. Me recuerdas a mí de joven, cuando empecé en el cargo. Progresista, meticuloso y calmado, pero apasionado por mejorar el mundo. Joder, y pensar que empecé mi cargo con apenas 27 y he sido elegido desde entonces.
-O sea... ¿Tiene usted 47?- pregunté tras calcularlo mentalmente.
-Exacto- asintió el labrador macho-. Y aquí me ves, con espíritu joven. ¿Pero sabes? Uno ya se cansa después de una responsabilidad como la mía. Me gustaría poder dedicarme de nuevo a ser profesor de literatura, con una vida más tranquila y relajada y disfrutando de mi pareja y mi hijo. No me malinterpretes, tengo tiempo libre y disfruto mucho en este cargo, pero te sometes a mucha presión por muchos lados y terminas jodido algunos días.
-Bueno, ¿por qué no buscar un sustituto?- le sugerí-. Uno que comparta sus ideales, de su mismo partido y con su mismo espíritu. No tiene que ser completamente similar, pero debe de animar a la gente como usted lo hace.
-Me lo pensaré- asintió Rufus, meciendo con suavidad su cola-. Ahora... ¿Quieres qué hablemos de las condiciones que hemos acordado recientemente para ti?
-Oh, por supuesto- asentí, queriendo saber qué clases de condiciones tendrían mis embarazos.
-Bien- Rufus tomó un gesto más serio, pero sin perder su tranquilidad-: Hemos acordado que, por el momento, debas cumplimentar tus embarazos para lograr una fertilidad permanente. Los lobos blancos más afortunados tuvieron solo 3 embarazos. La media se sitúa en 5. Los menos afortunados esperaron casi 7 embarazos. Cada embarazo será de unos dos o tres bebés, no hay casos registrados de partos de lobo blanco fuera de ese rango. No sabemos dónde te sitúas tú respecto al número de embarazos, pero estamos casi seguros de que estarás en la media, es lo más habitual. Algunos líderes políticos me insistieron para que no fueras tú el que eligiera los chicos que te embarazarán, pero muchos nos mantuvimos en que la opción de darte a elegir era la que estaba dicha en la ley.
-Eso es un alivio- asentí yo.
-Lo es, sin duda- una ligera sonrisa apareció en el rostro del can antes de seguir-. Recuerda que, desde que has cumplido 18 años, tienes un límite de un año para embarazarte. Cuando el embarazo termine, el tiempo límite de un año regresa. Solo cuando hayas tenido los suficientes embarazos el límite desaparecerá. No te preocupes: habrá un médico especializado solamente para tu salud y la de tus bebés.
-Eso me alegra- sonreí-. ¿Algo más que deba saber?
-Mmm... Una cosa que quiero preguntarte, antes de que te vayas- admitió Rufus-. ¿La casa de tus padres es muy grande?
-No demasiado- respondí yo-. Va a ser complicado criar a los bebés allí.
-Entiendo- asintió Rufus-. De acuerdo, pues esta reunión se puede dar por terminada.
-Perfecto.
El siguiente paso del día era ir a casa de Joel, ya que me había propuesto quedar en su casa para charlar y conocer a algunos amigos suyos para aprender a socializar mejor. Dijo que podríamos pensar en ideas para conseguir que me embarazasen personas comprometidas a cuidar del bebé y que sus amigos podrían tener alguna. Sentía mucha curiosidad por conocer a los amigos de Joel, además de que así podría practicar un poco lo de ser sociable. Por el momento, no me había ido tan mal.
Rufus me ofreció de nuevo a sus escoltas para que me acompañasen hasta la casa de Joel, ya que mis padres estaban trabajando y en la tarde les tocaba servicios comunitarios, lo que se traducía en estar la mayor parte del día sin compañía. Agradecía que hubiera personas que se preocupaban por mi bienestar, ya que lo que menos quería ahora mismo es ir por la calle solo y sin compañía.
Al salir con los escoltas, tuvimos que pasar de nuevo a través de un grupo de periodistas hasta el coche mientras ignoraba todas sus preguntas y micrófonos cerca de mi hocico, cosa a la que me estaba acostumbrando y agradecía que fuera así. Una vez en el coche, me dediqué a mirar por la ventana para ver el paisaje pasar mientras íbamos de camino a casa de Joel. La ciudad era hermosa, eso era una cosa de la que estaba seguro. Debía admitirlo: Rufus hacía un buen trabajo como presidente. Se me hizo ligeramente tierna su actitud paternal hacia mí. ¿Quizá vio en mí una réplica del hijo que él mencionó que tenía?
La casa de Joel resultó ser, de nuevo, una casa unifamiliar, pero esta vez se trataba de un chalé de dos plantas, con un pequeño porche delantero y un jardín trasero. La casa estaba pintada de colores blanco y negro, al menos en su exterior, y en el porche delantero había unos parterres con flores. No las reconocía a primera vista, pero ya me encargaría de admirarlas luego.
-Muchas gracias por traerme- agradecí a los escoltas tras salir del coche.
-No hay de que- dijo el que conducía-. Vigila tus espaldas. Y procura volver a casa con alguien.
-Lo haré.
El coche empezó a moverse para volver a la carretera y yo me dirigí a la entrada. Pulsé el timbre y esperé a que me respondieran. Quien me abrió fue un lobo macho muy similar a Joel, pero más pequeño.
-Oh, tú eres el lobo blanco- dijo el joven.
-Hola- saludé yo.
-Buenas- saludó él-. Me llamo Julio, soy el hermano de Joel.
-Mi nombre es Ethan- me presenté.
-¡Hermano, Ethan está en la puerta!- gritó el joven.
-¡Estamos en el jardín!- exclamó una voz que reconocía fácilmente.
-Perdona, es que estamos preparando la comida- comentó Julio cuando me dejó pasar-. Cuando mi madre supo que ibais a venir tú y los amigos de mi hermano, insistió en que os quedarais a comer.
-¿Ah, sí?- pregunté curioso.
-Mamá siempre fue una persona muy sociable y atenta- sonrió ligeramente el joven lobo macho-. Cuando supo lo que pasó en la comisaría hacer unas semanas, insistió a Joel para que te invitara. Ella y mi hermano siempre han sido de los curiosos, ¿sabes? Se nota que son madre e hijo.
-Imagino entonces que tú saliste a tu padre- respondí yo, viendo como el hermano de Joel tomaba una puerta de cristal corredera para abrirla.
-Demasiado- rio con suavidad Julio.
Tras abrir la puerta, pude ver el jardín trasero. La parte cercana a la casa tenía piedras cuadradas de color gris como decoración. En esta zona de piedras había una barbacoa y una sombrilla. Después de eso, había una zona con hierba y unos parterres con flores, además de una pequeña piscina circular y una mesa con sillas y una sombrilla para cubrirla del sol, ya que aún era verano. De la gente que había presente, Joel y su padre estaban en la barbacoa, mientras que la que supuse que era la madre de Joel estaba en la mesa, hablando con el resto de sus amigos.
Había tres personas que supuse que eran amigos de Joel. La primera era un gato hembra de un hermoso pelaje café y unos ojos marrones oscuros. Parecía ser de las extrovertidas por su forma de hablar. El segundo era un leopardo de ojos verdes esmeraldas, que parecía seguir el mismo rollo que la gata. Y el tercero era el que más me llamaba la atención: parecía un dragón, pero también podía ver algo de equino y de ave en él. ¿Aunque los dragones no tienen ya parte de ave de por sí? De momento, no sabía cómo definirle. Su pelaje era de color azul claro con algunas marcas de color azul oscuro, formando cosas curiosas en su pelaje y plumaje. Tenía un par de alas retraídas y sus ojos eran de un verde claro.
-Ya le traje aquí- avisó Julio, haciendo que toda la atención se centrase en mí.
-¡Ey, Ethan!- Joel dejó la barbacoa para venir a abrazarme-. Qué bueno que llegaste.
-Yo también me alegro de estar aquí- sonreí.
-Vaya, nunca pensé que vería con mis ojos a un lobo blanco- admitió el leopardo macho.
-¡Joel, no te olvides de tus amigos, cabrón!- exclamó el gato hembra.
-Bueno, toca presentaciones- Joel empezó a presentar a la gente que no conocía-. A mi padre ya le conoces y a mi hermano Julio ya le has conocido. Mi madre Sofía está ahí, aunque era obvio siendo la única loba. La gata se llama Lucía y el leopardo se llama Raúl. Por último y no menos importante, el dragón ángel "Dutch" se llama Elliot.
-¡Encantados!- exclamaron los amigos de Joel.
-Oh, así que tu especie es dragón ángel- fue lo primero que dije.
-¡Ah, claro, que tú no has salido nunca!- exclamó Lucía.
-Antes tampoco éramos tan comunes, ¿sabes?- le recordó Elliot.
-Sí, joder, ya lo sé- suspiró la joven felina.
-Ethan, ven aquí- me indicó la madre de Joel mientras Elliot y Raúl seguían molestando a Lucía-. Vaya, quien diría que tendría la oportunidad de ver a un lobo blanco en persona. Solo tenemos fotos de vosotros de hace mucho tiempo.
-Es un placer conocerla- sonreí, sentándome junto a ella mientras Joel y Julio iba a ayudar con su padre con la comida.
-El placer es todo mío- sonrió la mujer-. Mi hijo me ha hablado buenas cosas sobre ti. La verdad, estoy sorprendida. Ha cambiado mucho en apenas unas semanas.
-¿Cambiado?- pregunté curioso.
-Bueno, antes mi hijo parecía estar en una carrera contrarreloj- suspiró la madre, mirando a sus dos hijos reír-. No quería tener que ser forzado a acostarse con alguien a quien no quería por una política de natalidad, así que mientras estudiaba su carrera de genética él investigaba por cuenta propia acerca de los lobos blancos. Quería liberar a muchos de una gran carga. Me preocupaba por él.
-Él me lo contó, sí- recordé nuestra charla en la comisaría.
-Sin embargo, te conoció a ti- sonrió la hembra, meciendo con suavidad y lentitud su cola-. Un lobo blanco en persona. Al principio, pensé que habría tratado de convencerte para que te embarazases. Me sorprendió verle llegar a casa pensativo y meciendo su cola. Hace unos días, me dijo que su objetivo había cambiado. "Voy a liberar tanto a los lobos blancos como a la LGBT" me dijo tras regresar de la universidad. Creo... que verte ha hecho que abra los ojos. Ha entendido que sois personas, no objetos de reproducción para el interés global. Y me alegro de que se haya dado cuenta de eso.
-Joel no es malo- Elliot se metió en la conversación-. De hecho, si ve que estaba equivocado, admite la derrota.
-Lo malo es que a veces se estresa demasiado y se sobrepasa con lo de trabajar- suspiró Raúl-. Debe aprender a estar relajado, coño, que la vida son dos días.
-¿Puedo contar con los cuatro para que mi hijo disfrute más?- pidió la madre de Joel.
-No lo dude- sonrió Lucía, mirándome a mí-. Pero en serio, Ethan, ¿de verdad también tienes vagina?
-E-Esto...- aquella pregunta me pillo desprevenido, haciendo que me sonrojase.
-Vamos, vamos, no es momento de molestarle con eso- rio suavemente la mujer.
-Exacto, Lucía- rio Raúl-. ¡Deja de ser una pervertida!
-Le dijo la sartén al cazo- respondió la hembra felina.
-¿Insinúas que yo también soy un salido?- preguntó Raúl, arqueando una ceja con ligera molestia.
-Los dos sois unos salidos- suspiró Elliot.
-Doy fé de ello- Joel llegó con la bandeja llena de carne y verduras-. Espero que no te estén molestando mucho, Ethan.
-Para nada, son muy divertidos- sonreí, meneando mi cola.
-Y unos salidos también- respondió Joel, riendo.
-¡Eh, eh, eh!- llamó la atención el macho de dragón ángel-. No me incluyas.
-Te incluyo porque es la verdad- sonrío con picardía el lobo macho-. ¿O quieres qué cuente a todos acerca de "eso"?
-U-Ugh- Elliot arrugó su rostro y apartó su mirada con su rostro algo rojo-. Fue solo un beso con Edu, ya para.
-Eso no fue lo que nos contó él- comentó con picardía Lucía.
-¿Edu?- pregunté curioso.
-¡No preguntes!- exclamó Elliot, avergonzado.
-¿De acuerdo?- pregunté confuso, viendo como Joel y sus amigos reían.
La comida estuvo puesta al poco rato. Debo admitir que no podía parar de babear, todo se veía delicioso. Nunca había comido barbacoa, y el olor solo me hacía tener más ganas de hincarle el diente a un pedazo de carne. Cuando el padre de Joel me preguntó qué cosas quería que me pusiera en el plato, mi respuesta fue que quería un poco de todo. Y cuando probé un pedazo del llamado chorizo, solo pude hacer un sonido de placer y satisfacción mientras empezaba a probar el resto de los alimentos.
La mesa se llenó de charlas al poco rato de comenzar. No sabía sobre que podía hablar, así que primero me quedé algo callado mientras Joel preguntaba a sus amigos que planes tenían para el siguiente escolar. Gracias a esto, descubrí que Lucía estaba haciendo una carrera de artes, que Raúl estaba en una de creación de videojuegos y que Elliot se estaba dedicando a ser estilista y diseñador mediante un grado doble. La verdad era que los admiraba, todos parecían tener en claro que hacer con su vida.
-¿Y tú, Ethan?- me sacó de mi trance Joel.
-¿Huh, qué sucede?- pregunté confuso.
-¿Qué planes tienes para el futuro próximo?- preguntó curioso el lobo macho.
-Pues... No lo tengo claro- dije, pensativo-. Quizá mi prioridad sean los embarazos, por el momento. Y... hay tantas cosas que aún no he visto.
-Tiene sentido- asintió Elliot-. Es algo pronto para todo eso.
-¿Y ya tienes pensado algún chico con el que tener una camada?- preguntó Lucía, haciendo que me atragantara con el pedazo de pimiento que estaba metiendo en mi boca.
-¡Joder, Lucía!- rio Raúl-. Buen momento para preguntarle. Casi le matas.
-Ostias, perdón- se disculpó el gato hembra, riendo con nerviosismo.
-¿A quién esperas que el lobo tenga en el punto de mira?- rio el padre de Joel-. No ha sido hasta hace poco que ha salido de su casa, apenas ha hecho contacto con la gente. Déjale que disfrute, que aún tiene tiempo.
-Sí, por favor- reí yo, tras recuperarme de aquel perverso trozo de pimiento que me quiso quitar la vida.
-Ah, por cierto- Joel recordó algo-. Estaba pensando que podríamos pensar en ideas para ayudar a Ethan a conseguir chicos decentes.
-Mmm... ¿Deben de ser chicos que te gusten?- preguntó Julio-. O sea, que digas de poder tener una relación con ellos.
-Pues... sería una idea fantástica- sonreí yo, pensando en que sería bonito poder despertar con personas que de verdad quisiera-. Pero estoy siendo poco realista, ¿no? No creo que vaya a encontrar chicos tan buenos como para eso. Y creo que tener una relación con más de una persona sería muy raro, ¿no creéis?
-¿Quieres que sea sincero?- preguntó Joel, a lo que yo asentí-. Creo que no es imposible, pero será una tarea difícil. Y no es raro: eso se le llama poliamor. Es mucho más común que antes, créeme.
-Poliamor, ¿eh?- dije, sonriendo ligeramente-. Joder, me gusta como suena.
-¡Vaya, parece que ya has descubierto algo nuevo!- rio Lucía.
-En fin, ¿cómo podemos conseguirle a Ethan unos chicos decentes?- preguntó Raúl.
-Hablar siempre es una solución eficaz- sugirió la madre de Joel, mirando a su pareja-. Imaginaos si antes yo y mi marido no nos podíamos ni mirar... ¡Y solo bastó una pequeña charla para que estemos ahora casados y con dos hijos!
-El problema es que estamos hablando de un lobo blanco- añadió Elliot-. La comunicación no es mala idea, pero la otra persona puede estar mintiendo al ver que está tratando con una fuente de ingresos permanente.
-Es... un poco macabro describirlo de esa forma- comentó Julio.
-Pero acertado- suspiró Joel.
-¿Y si no supieran que es un lobo blanco?- sugirió Lucía-. Podría ocultarse con algo.
-Uh, no es mala idea- pensé-. Engañé a la mayoría de gente que no se fijó demasiado en mí cuando me teñí el pelaje. Pero necesitaría alguien que supiera hacerlo mejor.
-¡Oh, yo podría ayudar!- comentó el macho de dragón ángel, emocionado-. Soy un estilista y diseñador, puedo ayudarte a ser otro lobo completamente diferente.
-Doy fe- asintió Joel-. Elliot hace magia con maquillaje, tinte, accesorios y ropa. Serás un lobo diferente después de pasar por sus manos.
-¡Genial, te lo agradezco mucho!- sonreí satisfecho, meneando mi cola.
-Si necesitas de chicos donde elegir, podríamos buscar unos cuantos locales cercanos- comentó Elliot-. Seguro que de vez en cuando encontrarás buenos candidatos. Y como no sabrán quién eres y eres tú el que elije al final del todo, estarás seguro la mayor parte del tiempo.
-¡Genial!
Tras dejar zanjado un asunto que me tenía ligeramente preocupado, el resto de la tarde me la pasé charlando con todos, disfrutando además de la deliciosa comida y después de unas partidas a unos juegos que tenía Joel. Nunca había jugado ningún juego de peleas y, aunque perdí casi todas las partidas, me lo pasé como nunca. Había conocido gente fantástica esa tarde, y todo debía agradecérselo a Joel. El macho había sido una caja de sorpresas desde el minuto uno. Había sido comprensivo y me había dado esperanzas. Me sorprendió saber lo que me contó su madre, pero que cambiara de actitud al conocerme, siguiendo con su misma decisión que en su objetivo anterior, me hizo apreciarle aún más.
Antes de meterme al coche de mis padres cuando vinieron a recogerme en la tarde para cenar en casa, no pude evitar abrazarle y decirle "Gracias por todo" antes de subirme al coche. Me gustó hacerlo. Y quería abrazarle más. Pero por ese día fue suficiente.