De Nuevo Guerra... Cap. VI
#6 of De Nuevo Guerra
Aqui continuando con esto. Pido disculpas por la tardanza, no se tarda en crear, pero razones extraordionarias surgieron...
Pues bien, una vez que la nueva pareja de enamorados se separó, Umi iba interrogando a Ame para saber todo sobre su "nuevo novio".
-Para mí es una pérdida de tiempo que andes con esas cosas de amores. Busca un amor cuando ya no se creen guerras.
-Pero hermano... él me gusta. Además no había hablado con nadie en mucho tiempo.
-Y mejor que no le vuelvas a hablar.
-Hermano... te lo pido... déjame estar con él.
-¿Cómo sabes si el es seguro y no va a delatarnos?
-Él también practica un trabajo, es geomancer.
-Ha... ya veo. Así que intercambiaron secretos... si creías que con eso aceptaría ¡estas equivocado hermano! No confíes en nadie más que en tu propia familia.
-Entonces, déjame llevarlo a la casa y que todos juzguen si puede ser mi novio o no.
-Eres un tramposo... sabes que no puedes conmigo y buscas el refugio de los demás. Acepto, búscalo y que vaya. Tienes diez minutos.
Entonces de volada se fue ame corriendo a la casa de Max, que por suerte mientras intentaba convencerlo que no sólo lo quería por su cuerpo, Max le dijo su dirección. Una vez que la encontró, tocó la puerta y salió Max en persona.
-¡Ame!, pensé que te habías ido- dijo Max.
-No hay tiempo... corramos hacia mi casa... sígueme.
Y ambos se fueron tan rápido como sus piernas podían, en sí, las piernas de Amemizu, por lógica deduce que un caballo corre veloz. En unos minutos ya se encontraba los dos en la mansión de Amemizu. Digo mansión porque el lugar abarcaba toda una cuadra completa y un poco más. Era de un color café, algo vieja, con una gran barda de piedra y sus grandes árboles que indicaban ya estar ahí muchos años. Y cuando entraron al comedor, Max se quedó inmóvil, pues vio a siete osos, dos pandas, dos normales (color café), dos grizzlis y al hermano de Ame.
-¿Y ese caballo, primo?-preguntó un panda.
-Es mi novio, se llama Max MacQueen. Quiero que lo conozcan y le den su aprobación.
-Será después de la reunión, mientras que se quede afuera-contestó un oso café-. Rita lleva al invitado al cuarto de Ame y cuídalo hasta que te llamé.
-Sí amo Jean- dijo una osa de color café que traía un traje de sirvienta. Luego se acercó a Max y se lo llevó al cuarto de Ame.
Lo sacó del comedor y caminó un largo tramo para llegar al cuarto de su amante. Mientras recorría la casa, observó el gran patio que se encontraba. Un patio gigante, con árboles, plantas, mesas, silla, blancos (como los de los arcos, redondos con círculos rojos y blancos), muñecos de paja y un sembrío de alimentos.
-Estamos en la habitación del amo Amemizu, siéntase cómodo y descanse, si quiere señor, le preparó el baño. Sin molestarle, usted despide un olor extraño.- Dijo la sirvienta en un tono de modestia, bajando la cabeza sin ni siquiera ver a los ojos de Max. Esto, es pues, un símbolo de que respeta a sus amos, pero normalmente no se encuentran de ese tipo de sirvientas hoy en día.
-Pero, no tengo más ropa. No me puedo ir a dar un baño- contestó Max.
-No se preocupe, en esta casa hay ropa que los amos no usan y le pudiera encajar a usted señor.
-Está bien... creo...
-En unos momentos le avisaré cuando el baño esté listo.
Salió a sirvienta y Max se quedó en un cuarto enorme, pero aparentemente vacío. Solamente se encontraba una mesa de noche, pero no había cama. También se hallaba un reloj de sol, de esos que tiene una aguja en medio, y con la sombra te da la hora. Lo más extraño, es que todo el cuarto se encontraba luminado, pero con la luz del sol. En todo la parte superior, había ventanas transparentes y no había ningún enchufe de electricidad ni algún foco.
"Extraño, pensé que esta casa tendría montones de cosas lujosas, pero no hay luz eléctrica. No creo que sea un cuarto para invitados, porque hay ropa en ese armario corredizo. Al parecer... y por el olor, es de Ame. ¡Ho! Algo de ropa interior.... Jeje... tangas... que extraño se ha de ver con esto puesto... ya me lo imagino..." Y mientras divagaba con la imagen de ame en ropa interior, llegó Rita y se llevó a Max al baño.
Cuando entró, no creía lo que sus mortales ojos veían. Era un baño de agua manantial. Un agua cristalina, deliciosa y que provenía de un río cercano a la mansión. Además, el lugar era de diez metros cuadrados, imagínense. Una alberca sólo para él, con unos espejos, cubetas de madera y un lugar para poner ropa sucia. Una vez que la criada salió, se desnudó y se apresuró a entrar a la bañera, según él creía. Se sentó en una orilla y disfrutó el paisaje. Era un cielo azul, normal, sin ruido de la ciudad. Lo que separaba el río del baño, era una barda larga y alta. Echa totalmente de madera de cedro, conservando su color original, al igual que su olor.
Se quería quedar dormido, entre tanta belleza. Pero recordó la ropa interior de Amemizu y, bueno... se excitó y estando solo, sin nadie que lo vea, entonces de se decidió a masturbarse un poco. Empezó por dejar libre sus treinta centímetros de miembro y luego, casi al instante, lo empezó a masajear de arriba hacia abajo. Se daba tan buen masaje, que cerro los ojos y disfrutó de su trabajo.
Continuaba masajeando su miembro duro, y de repente, sintió un trozo de carne en su boca, claro que él la mantenía abierta mientras baboseaba con la idea de Ame en tanga. Abrió los ojos de ipso facto y se encontró viendo una vejiga blanca al igual que un par de testículos; se alejó un poco y subió la mirada pensando "¿Quién será?, ¿Por qué me hacen esto?, ¿Yo qué hice?" y viendo el rostro, encontró que era Amemizu que se encontraba caminado en el agua.
-¿Te asusté amor?- preguntó Amemizu.
-Si, Ame... pensé que era alguien más...
-Mira, yo también he hecho esto pero intenta no eyacular en el agua, nadie limpia este lugar, es cien por ciento natural.
-Está bien, ya se para la próxima.
-¿Te bañaste antes de entrar?
-¿Qué esto no es el baño?
-Nop, el baño es donde se encuentran los espejos. Ahí te puedes enjabonar y limpiar con el agua de este lugar, sin llenarla de contaminantes. Ven, vamos, yo te enjabono la espalda y si quieres... el frente.
-¿Nos podemos quedar un poco más aquí? Quiero... pues... seguir con tu verga... ya sabes... me despertaste intriga por lo que hiciste.
-Mmm, creo que puedes continuar chupándomela, pero no te voy a dar semen, no es propio eyacular aquí.
Pues bien, Ame se metió al agua, mojando su pelaje blanco (la técnica de caminar sobre el agua no te deja mojarte hasta que la dejes de usar) e introduciendo de nuevo su miembro en la boca de Max. Max, por su parte, disfrutaba aún más, lambiendo el pene de su novio en un lago, que más quería él. Pasó algo de tiempo y ame se levantó y llevó a su pareja al baño. Lo empezó a enjabonar y a enjuagar. Amemizu se quedó sorprendido por el tamaño de la verga de Max, y cuando la enjabonó, talló varias veces para excitar a su pareja.
Sintiendo, Max, la intención de su novio, se enjuagó el miembro y lo introdujo en la boca de Ame, al mesmo tiempo que él buscaba de nuevo el pene de Amemizu para mamárselo. Ambos se acostaron en el suelo de rocas y empezaron a mamar el miembro del otro, hasta que ambos eyacularon de la excitación. Con el semen en sus cara, empezaron a lamberlo hasta quedar limpios; al inicio no les agrado este nuevo sabor, pero después se acostumbraron y deseaban más. Luego, Amemizu se sentó en el estómago de Max y le dijo:
-¿Quieres tener relaciones conmigo?
-¿Quién a quien?
-Tu primero, y luego yo. ¿Te parece?
-Perfecto.
Ame se recorrió más abajo sobre el cuerpo del caballo hasta llegar a su pito. Luego se levantó un poco y se sentó sobre él, hasta meterlo todo en su ano. Intentaba no gritar, ya que la enorme verga de Max le lastimaba el ano, pero al mismo momento, le producía una gran excitación. Max comenzó a mover su cadera de arriba hacia a bajo, apara obligar al oso a saltar en su miembro. Esto duro cerca de cinco minutos hasta quel equino eyaculó. Ame se levantó, adolorido de lo sucedido, y se limpió su trasero lleno de semen. Max, se acostó bocabajo y alzando las sentaderas, pidió al oso que lo fornicara. Ame, movió la cola negra de Max y metiendo su pene de sólo quince cm. empezó a embestir a su pareja. Ambos se mecían de un lado a otro, pero llegado el momento de la eyaculación, se detuvieron. Max se limpió el semen y se enjabono otra vez al igual que Amemizu.
En eso iba entrando Umi y les pidió de tono grotesco que se dirigieran a la sala de estar juntos.
Ambos se terminaron de limpiar y se vistieron con una ropa que apareció de la nada. "Las sirvientas tienen un cuarto a lado para dejar ropa limpia para nosotros, pero no temas, nadie, ni mi hermano, nos ha visto. Cuando me desvestía coloque unos pergaminos que impiden la vista a mi hermano y a mí." Le dijo Ame a Max, mientras se colocaban una camisa gris pálido y unos pantaloncillos del mesmo color. Salieron del baño y caminaron hasta la sala de estar. Esta sala era extensa, amueblada con cómodos cojines, sofás, sillas y recuadros de gente militar, al parecer de su familia. Entraron y estaba solamente un panda y Umi, por lógica, ambos miraron a Max de una forma penetrante y algo aterradora. Luego, Umi empezó a decir:
-Max, te puedes quedar con mi hermano, siempre y cuando no nos traiciones ni reveles de nuestra existencia. Si llegases a hacer esto, dalo por seguro que yo te mato.
-En cambio- dijo el panda en un tono que producía un tipo de tranquilidad y relajación-, podrás entrenar con vosotros y hacer uso de las instalaciones della casa, si por algún motivo te quieres quedar a vivir aquí, que no creo, puedes traer algo de ropa para que las damas te traigan la ropa correcta al momento de que limpies tu cuerpo. Eso ni que hablar, si los descubro a ti y a Ame teniendo relaciones o cosas privadas, que espero que nunca pase, a ti te castrare; a Amemizu no, es el penúltimo descendiente de su familia y no puede perder herencia.
-Creo... que entiendo...- dijo Max, recapacitando de todo.
-Si más rodeos me retiro, hermano, primo. Gracias por aceptar.
-Además- dijo Umi-, mañana irá con nosotros con ese Kuma, pienso llevarlos a la Cueva Obscura.
-¿Tan pronto?- replicó Ame.
Si esto es la guerra, entonces no hay tiempo que perder, además- dijo el panda-, Fellecia y Mireya, están en esto.
Entiendo Noru-sama, iremos mañana.
Diciendo esto, la pareja salió al patio central de la casa. Empezaron a platicar de sus vidas y sobre la cueva obscura. De esto no haré explicación por ciertas razones, pero aclarare que en ese tiempo transcurrido pasó Rui; se quedó viendo a Max durante unos instantes y luego se dio la vuelta y se fue sin decir nada.
- ¿Qué le pasa a tu primo, le caré mal?
-No creo, a Ruisu no le gusta odiar a la gente, ero cuando se fue a entrenar a SnowPeak, regresó algo cambiado. Ahora mira a toda la gente igual, pero no dice nada a nadie. Creo que solamente Noru sabe algo.
He, ¿cómo se llaman los demás primos?
Ah, pues es algo difícil, mañana te digo. En fin, vamos a dormir que aún me duele el ano.
Perdón, pero no me voy a cortar un pedazo de verga para complacerte.
Me conformo con que no me la metas toda.
-Entendido, bien vayamos a tu cuarto.
Como el ocaso llegaba, ambos entraron al cuarto de Ame, antes descrito, y sacaron unas colchas y almohadas para dormir.
Cabe aclarar que en toda esa casa no hay luz eléctrica por el motivo de ser muy vieja, pero todos los cuartos tiene tragaluces que sirven para ver algo en la noche, y en casos extremos, se usan veladoras. También, es casa, es una de las pocas que sobrevivieron a la guerra, intacta, por estar lejos de la ciudad. En fin y a cuentas, esta casa se podría llamar fortaleza, por la cantidad de cuartos a lado de otros cuartos con puertas secretas y pasajes escondidos, ¿qué más se esperaba de una casa de asesinos?
Bien, ya una vez que los dos prepararon todo, después de pláticas sobre la casa y de cómo ir al baño, se acostaron muy juntamente. Empezó un silencio que duró mucho, hasta que Max besó los labios de Ame muy apasionadamente. Amemizu le siguió, pero se cuido de no llegar a nada sexual, pues estaba prohibido poner pergaminos selladores en los cuartos, y más durante la noche.
-Espera... alto- se levantó Ame medio desnudo-. No quiero llegar a nada más que besarnos, créeme, lo lamentaríamos mañana.
-¿Por qué?
Todos se darían cuanta de esto, por el sonido, viéndonos, escuchándonos o por el simple echo de tocar el suelo.
Te creo. Está bien. No te quites la demás ropa, no vaya a ocurrir un accidente. Regresa a mi lado, que tu pelaje huele a gloria y tus labios son como noria.
-No te pongas poético. Pero está correcto, a dormir.