Vidas entrelazadas 20 (Dean-I)
4/1/3844 (jueves)
-No. Lo siento. No puedo ir regalando juegos a cualquiera sólo porque sea navidad. No soy Santa Claus, ¿sabes? Aunque me llame Klaus... Es un poco irónico... Pero ese no es el caso. No te lo voy a dar así porque así.
-Por favor... No estoy pidiendo que me lo des gratis... He estado ahorrando, pero no tengo bastante dinero. Sólo te pido que me hagas una pequeña rebaja...
-Sí... Una pequeña rebaja del 10%... Muy pequeña la rebaja, sí... ¿Quieres también un masaje de espalda, o que te limpie los zapatos? Espera, no... Mejor aún... Toma todo mi dinero. Es navidad.
-Joder, Klaus... Es sólo un favor, ¿vale? Andrew tiene mucha ilusión por tener este juego... Lleva hablando de él dos meses... No me hagas esto, ¿vale? Sabes que siempre te pago lo que te debo... Llevo comprándote cosas varios años...
-Sí, pilas recargables y una consola para tu hermano hace unos dos años... No me parece tanto. Además, si hace dos años pudiste pagar una consola, no entiendo por qué ahora no puedes pagar un juego, si realmente has estado ahorrando...
-No es fácil, ¿vale? ¿De dónde quieres que saque el dinero?
-Limpia coches o pinta casas los fines de semana... Esas cosas... Antes lo hacías y te sacabas algo de dinero...
-Ya, y mi padre me lo quitaba para beber.
-Esconde el dinero...
-¡Ya lo intenté! Y sólo conseguí que se enfadara cuando lo encontró... Incluso me pegó...
-Lo dices como si fuera culpa mía...
-¡Yo no he dicho eso! Pero... No es justo... No quiero que dentro de dos días Andrew se despierte y no tenga un regalo que abrir...
-Mmm... Eso me suena a chantaje emocional... Pero aún así, como los moluscos también tenemos nuestro corazoncito, supongo que podríamos llegar a un trato...
-¿En serio?
-No. Te estaba tomando el pelo. Venga, largo.
Sin decir nada, el tigre se giró y se dispuso a marcharse de la tienda. Sólo le estaba pidiendo un favor... Aún así, esa estúpida babosa marina ni siquiera mostraba un poco de compasión ante la situación en la que se encontraba... Antes de que pudiese abrir la puerta para irse a su casa, sin embargo, la aparentemente indiferente voz de Klaus le habló de nuevo.
-Ey. Vuelve. Era una broma. ¿No sabes captar una ironía?
-...... ¿Entonces puedes ayudarme?
-Claro, hombre. Cuando puedas te pasas por mi piso, a ayudarme a pintar mi cuarto. Te daré dos juegos a cambio, ¿vale? Pero el segundo juego lo elijo yo. ¿Hay trato?
-... Está bien. Gracias...
-De nada, hombre. Perdona si te ha molestado lo de antes, ¿vale? Últimamente estoy hasta el cuello de trabajo, y ahora que tenía un descanso, vienes y... bueno, ya me entiendes... No tienes ni idea de cuánta gente ha venido a contarme la misma historia que tú o parecida y... Bah... Dejémoslo estar. Ya me conoces...
-Sí... Gracias... Toma.
De nuevo, se acercó y le dio el dinero. Klaus sacó entonces el videojuego que le había pedido y con asombrosa rapidez lo envolvió en papel para regalo. Entonces se lo dio y le devolvió parte del dinero. Dean le observó entonces, directamente a los ojos, en parte perplejo.
-No... Quier pagar todo lo que pueda...
-Lo sé. Pero no te voy a pedir que pintes mi cuarto sólo por un juego. Así será más justo. No te quejes encima... Te ibas a ir sin juego, y al final te vas a llevar dos... El otro te lo daré cuando hayas pintado mi habitación...
-... Gracias.
-De nada, majo. Oh... Un momento...
Al principio, pensó que iba a decirle algo más, o algo, pero cuando Klaus sacó el móvil de la bolsa que llevaba al hombro quedó claro que no era eso.
-¿Hola? ¿Arthur? Sí, sí, claro que puedes pasarte esta tarde a por ellas... A la hora de cerrar, como siempre, ¿bien?......... No, no, tranquilo..... Sí, igual que te las doy siempre. Sólo ten cuidado de que no se rompa ninguna... Nos vemos...
De nuevo, se giró hacia Dean para continuar hablando.
-Bueno, bien... La pintura blanca, ¿bien? Si te puedes pasar mañana por la tarde, a mi me viene mejor, porque mañana sólo abro por la mañana, y así tienes dos juegos que darle a tu hermano. ¿Puedes venir mañana a mi casa?
-... Eh... Sí, supongo que sí... ¿Quién era?
-Un conocido con el que suelo hablar. Nada importante... Venga, va, que hay más clientes esperando... Espero que a tu hermano le guste el juego. Mañana por la tarde, ¿eh?
-Sí, sí... Vendré aquí, no te preocupes...
-Aquí no, a mi casa. Hasta mañana. Que tengas un buen día.
-Je, je... Gracias e igualmente... ¡Hasta mañana!
De repente, el molusco se portaba mucho mejor que antes... A veces no sabía si Klaus era alguien encantador o un cabronazo interesado... Aunque a veces le llamaba "babosa marina", en realidad no le gustaba que se dirigieran a él de esa forma. Decía que era un "glaucus atlanticus". ¿Realmente esperaba que alguien reconociera a los de su especie? Seguramente era el único de su tipo en toda la ciudad... O, por lo menos, no debía de haber muchos... Y de todas formas, era una babosa marina...
Decía que se parecía poco a sus antecesores no-evolucionados, aunque le había enseñado una foto de esos "antecesores" suyos y... Bueno... Se parecía lo mismo que un león marino feral a su correspondiente antropomorfo... Había bastantes cambios, pero era fácil saber de qué especie provenía. Tenía piernas y brazos bien definidos, y ahora tenía un esqueleto rígido, a diferencia de sus predecesores. Lo que antes parecían dedos azules y largos en las "manos" ahora eran... Dedos azules y largos... Aunque eran especialmente puntiagudos, y muy numerosos... Según parecía, los podía usar para inyectar venenos que hubiese tomado antes... Era bastante siniestro, a decir verdad...
Tenía una cola larga, muy similar en cuanto aspecto al resto de su cuerpo, también puntiaguda en su extremo, así como dos especies de "abanicos", o algo parecido, a la altura de los muslos y tras los hombros, formados por algo similar a los pinchos de color azul oscuro que los glaucus atlanticus tenían para inyectar el veneno que producían o almacenaban de sus presas. Su función era la misma, y según le había dicho Klaus todos aquellos "abanicos" se desplegaban cuando se sentía amenazado.
Su boca era pequeña, pero estaba llena de dientes afilados, y junto a la boca tenía dos pequeños tentáculos (uno a cada lado) que usaba para oler las cosas y orientarse. Casi siempre estaban moviéndose de un lado para otro, aunque de vez en cuando se enrollaban sobre sí mismos y se quedaban quietos unos segundos. Sus ojos eran también pequeños, y sobresalían de los extremos de dos cortas "antenas", o lo que fueran. Su "piel" tenía un aspecto extraño. Además, era resbaladiza y, al menos por lo que le había oído decir a Klaus, se curaba bastante rápidamente de cualquier herida, y apenas quedaban marcas. Casi todo su cuerpo era de un color gris/plateado, con marcas de color azul oscuro en varias zonas, relativamente grandes, y de formas que hasta cierto punto se podrían considerar artísticas.
Debido a su extraña anatomía, la única prenda de vestir que llevaba era una especie de taparrabos, que tampoco es que tuviera nada que tapar... O sí... No estaba seguro... Klaus le había dicho que era hermafrodita. Algo normal para él, pero no para Dean, o para mucha otra gente... Así que no sabía si debía tratarle como si fuera "él" o "ella", pero como se llamaba Klaus... Pues le trataba como si fuera un chico... De vez en cuando se ponía una falda, en plan escocés, o cosas así, y siempre llevaba mucho cuidado con no clavarle a nadie ninguno de sus pinchos, por lo que solía evitar las multitudes. No es que no pudiera evitar inyectarle el veneno a la gente en caso de clavarle accidentalmente algún "espolón", pero... Por si acaso, mejor no clavarle nada a nadie...
Pero en general, con su taparrabos marrón claro y su bolsa para llevar trastos iba tan feliz... Tenía un aspecto siniestro, y su carácter no lo era menos en muchas ocasiones, pero... Como nadie le decía nada... ¿Para qué cambiarlo? Al menos, a Dean le parecía que le caía bien, y de vez en cuando tenía algunos "detalles", como el que había tenido aquel día... De todas maneras, aquel día no estaba pensando en aquello... De momento, tenía que volver a casa y encontrar algún sitio donde esconder el regalo para Andrew.
En cuanto llegó a casa de nuevo y vio la hora, casi se sobresaltó. ¿Realmente se había hecho tan tarde? Casi era la hora de comer... Su padre volvería de un momento a otro, y la comida no estaba preparada... Olvidándose por unos instantes del regalo de navidad que tenía entre sus manos, se dirigió a la cocina, cogió la carne que había dejado descongelándose junto a la pila y, preparando la sartén, se dispuso a cocinar lo más rápidamente posible la comida que su padre querría tener hecha en cuanto llegase. Justo cuando echaba el aceite sobre la sartén, ya calentada lo suficiente, e iba a coger la sal para después, Andrew entró en la cocina, y le obligó a esconder rápidamente, entre la pequeña pila de sartenes y ollas, el videojuego.
-¡Hola, tete! ¿Dónde estabas?
-Había salido a por unas cosas... Eeh... Sal, y algo de aceite, que no nos quedaba... ¿No te lo dije antes de irme?
-No... Has tardado mucho...
-Eh... Sí, bueno... Es que las tiendas están muy llenas en navidad... Ya sabes... ¿Qué tal has pasado la mañana?
-¡Bien! Un poco aburrido, pero como papá no estaba ha ido bien... Tranquilo, supongo... ¿En qué trabaja papá ahora?
-Ah... Creo que en algo de construcción, o algo así... O en un bar, no sé... Ni idea... Con que traiga algo de dinero para comer y no se lo gaste en beber, supongo que está bien...
-Ooh... ¿Me ayudas a poner el árbol de navidad?
-¡Ay, sí! Se me había olvidado por completo. Pero ahora estoy haciendo la comida... Después lo ponemos juntos, ¿vale? Ve haciendo algo de hueco para colocar luego el árbol...
-¡Vale!
Bueno... Parecía que no le había pillado escondiendo el regalo... Y allí no llegaría, así que no tenía que preocuparse por que lo pillara antes de que encontrara un sitio mejor para esconderlo. El ruido de la puerta de la casa abriéndose le alertó de la llegada de su padre, por lo que se apresuró a echar la carne sobre la sartén. El aceite aún no se había del todo caliente, pero al menos así su padre no se enfadaría tanto... Mejor así que si le veía con la carne aún fuera de la sartén...
-¡Hola! ¿Hola?
-¡Hola, papá!
-Hola, hijo... ¿Ya está hecha la comida?
-Aún no... Estará en diez minutos...
Su padre se dirigió rápidamente a la cocina y le miró como siempre lo hacía cuando algo no salía exactamente como él quería, con una mezcla de asco, reproche y enfado.
-¡¿Diez minutos?! ¿Qué coño has estado haciendo mientras yo trabajaba? ¡Sabes que me gusta llegar a casa con la comida caliente sobre la mesa!
-Ya lo sé, pero me he entretenido comprando, ¿vale? Las tiendas están muy llenas en estas fechas...
-¿Y si lo sabes por qué coño no has ido antes? Llevo toda la puta mañana trabajando, ¿sabes? ¡Tengo cosas mejores que hacer que esperar a que mi comida esté preparada! ¿Y dónde hostias está Andrew?
-No le metas en esto, ¿vale? Se ha ido a hacer un poco de hueco para el árbol de navidad...
-¿Me estás diciendo lo que tengo que hacer? ¡Andrew! ¡Ven aquí ahora mismo! ¡¡Andrew!! ¡A la cocina, ya! ¡Tú, sigue cocinando! ¡Más te vale acabar pronto, o te parto la cara por engreído y maleducado! A tu padre no le levantas la voz en tu puta vida, niñato... ¡Andrew!
El más pequeño de los tres no tardó en aparecer, asustado y, en apariencia, a punto de romper a llorar, con las orejas gachas y la cara triste, temiendo lo peor.
-Q... ¿Qué pasa, papá...?
Antes de hablarle (gritarle, más bien...) le cogió por una oreja y, retorciéndosela, casi estiró de él hacia arriba hasta hacerle ponerse de puntillas para que no le doliera tanto.
-¡¿Cuántos años tienes?! ¡¿Ocho?! ¡¿Nueve?! ¿No crees que ya tienes edad suficiente para...?
-¡Suéltale! ¡Tiene seis años! ¡Los cumplió hace un mes! ¡¿Es que no te sabes ni la edad de tus hijos?! Gilip...
Antes de que llegase a terminar la frase, su padre se giró rápidamente y se dio un fuerte golpe de revés, haciendo que se diese de narices contra la pared de la cocina. Por la fuerza del impacto, cayó al suelo, justo antes de que el mayor de los felinos le empezara a dar pisotones en el estómago.
-¿Te estaba hablando a ti? ¡¿Eh?! ¡¿Estaba hablando contigo?! ¡¡¿Es qué no te he enseñado a comportarte?!!
Por unos momentos dejó de golpearle, como esperando una respuesta... Y se la pensaba dar...
-Sí... Me has dejado bien claro que, si algún día tengo hijos, tengo que pegarles hasta que no aguanten más... Y si me caso, a mi pareja la trato como a una puta y la maltrato hasta que me deje tirado... Cough, cough... ¿Lo he aprendido bien?
La siguiente patada le fue directa a la cara, y esta vez le dolió bastante más. El sabor en su boca y el olor en su nariz eran el de la sangre... Hoy su padre estaba realmente enfadado... Normalmente no le golpeaba en la cara...
-¡Niñato engreído! ¡Sois los dos basura! ¡¿Quién os trae a casa el dinero que os da de comer?! ¡¡¿EH?!! ¡¿Quién?! ¡Aprende a respetarme, montón de mierda! ¡Si no fuera por mí, estaríais los dos muriéndoos de asco en la puta calle! ¡¿Sabes lo que te digo?! ¡Que os den a los dos! ¡Me voy a comer a otra parte! ¡No os necesito, ni a vosotros, ni a vuestra comida, ni vuestra actitud insolente!
Antes de marcharse tan rápido como había venido, le dio un pisotón más en la cara, justo al lado del ojo izquierdo, donde más tarde tendría un moratón importante con una clara inflamación. Al menos no había hecho nada a Andrew...
En cuanto su padre se marchó intentó reincorporarse, pero se encontraba bastante mareado, y después del enfado y los nervios, empezaban a dolerle todos los golpes que le había propinado su padre. Su hermano pequeño se acercó rápidamente a él para ayudarle a levantarse, o al menos a sentarse.
-¡Tete, tete! ¿Estás bien?
-Aaah... Bueno... Esta vez me ha dado un poco más fuerte de lo normal... Pero tranquilo, je, je... ¿Te ha hecho algo?
-No... Me ha soltado enseguida...
-Entonces bien... Sniff... Joder... ¿Me puedes traer un poco de papel higiénico, o una servilleta, o algo? Estoy manchándolo todo de sangre... Mierda... Me... Me estoy mareando...
Maldita sea... Quizás estaba perdiendo mucha sangre... Se le estaba nublando la vista y se sentía cansado. Asqueroso hijo de perra... Esta vez si que le había dado fuerte...
-¿Quieres un poco de agua?
-S... Sí... Creo que...
Abrió los ojos de nuevo. Todo parecía borroso... ¡Ah, no! Que aún no se le había ajustado la vista... Parecía que estaba encima de una cama... ¿Se había dormido? ¡La comida! ¡Como se quemase, su padre le mataba! Entonces empezó a recordar... La pelea con su padre, estaba mareado y luego... Bueno... Luego estaba en la cama... ¿A qué olía? Aquel no era el olor de su cama... ¡Ah, claro! La sangre... No... No olía a sangre... ¿Alguien la había limpiado? Pero aún así, aquella no era su cama... Trató de reincorporarse, pero en cuanto lo hizo se mareó de nuevo y se dejó caer, quedando otra vez tumbado como al principio.
-Ey, ey, ey... Tranqui... Descansa y no te muevas, que falta te hace...
Una parte de él se alegró. No hacía falta preguntar nada para saber dónde estaba... Sólo por aquella voz, era fácil saber que se trataba de su vecino, Dorian. Una jirafa, para ser más exactos... Aparte de alto (como todas las jirafas), era bastante extraño... Era muy delgado, lo que junto con la estatura le hacía parecer más una farola que una jirafa. Además, los tonos del color de la fina capa de pelo que cubría todo su cuerpo eran grises y negros, y hasta en ciertas zonas morados oscuro, en lugar de amarillos, naranjas y marrones. El pelo en su cabeza, algo largo y peinado con la raya en medio, era de color negro. Sus ojos, detrás de los cristales de unas gafas de mediano tamaño, eran morados, quizás como muestra del sentido del humor de Dios a la hora de darle un aspecto aún más extraño.
Por lo demás, dejando a un lado el hecho de que siempre llevaba encima varias barajas de cartas, ya fuesen de tarot o de distintos juegos (aficiones extrañas que tenía la gente... ¿qué le iba a hacer él?) no sabía mucho de su vecino, aparte de que no solía hablar mucho. Sólo sabía que ahora estaba en su cama, y que no tenía muy claro cómo había llegado allí. La alta, aunque no imponente, figura del herbívoro se alzaba sobre él, a un lado de la cama.
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí?
-Aah... Te trajo tu hermano aquí hace un rato... ¿Por qué?
-Porque me he despertado en una cama que no es la mía... Creía que era evidente...
-Claro, ja, ja... ¿Cómo te encuentras? A parte de mareado...
-Bien, supongo... ¿Cuánto tiempo llevo dormido?
-Unos veinte minutos... Tu hermano ya ha comido... Vino corriendo, diciendo que te habías desmayado... Así que le pedí que me dejara pasar, te traje a mi casa y traté de detener tus hemorragias aunque... Bueno...No hago milagros, je, je... Te he puesto una pequeña dosis anestésica en a boca y junto a la nariz para disminuir la sensación de dolor, aunque por contrapartida, como tienes media cara dormida, cada vez que hablas se te abren otra vez muchas de las heridas y no te das cuenta... Lo digo porque no deberías hablar mucho, o luego te va a doler bastante...
-Gracias... Creo...
-Je, je... De nada. Esto te lo ha hecho tu padre, ¿cierto?
-.........
-No hace falta que lo intentes esconder... He oído los gritos... Además, Andrew ha gravado la pelea con la cámara de su consola... Bueno... Sólo hay sonido de la discusión... Supongo que no podría sacar la cámara delante de vuestro padre, claro... pero también hay algunas imágenes de cómo te ha dejado tu padre después de pegarte...
-...
-Tu hermano ha sido muy listo... Ahora hay pruebas, y podéis denunciarle. Si queréis...
-...... Pero... Si lo hacemos...
-No te preocupes... Iría a la cárcel, y no os podría poner la mano encima ni una sola vez más...
-No es eso... Vivimos del dinero que trae a casa... No tendríamos nada y... ¿Dónde está Andrew, por cierto?
-Se está echando una siesta... Estaba nervioso y cansado después de ayudarme a traerte hasta aquí... La verdad es que tenías un aspecto horrible. Así que le di algo para que se tranquilizara, y al poco se durmió. ¿No te duele el pecho? Tienes bastantes golpes, y ahí ya no te puedo anestesiar...
-Estoy acostumbrado a esos golpes... ¿De dónde has sacado las anestesias?
-Soy dentista... Además, siempre tengo algunos anestésicos y cosas para el dolor... Por la pierna izquierda, más que nada. Una vieja lesión con una silla reclinable. Son más peligrosas de lo que parecen, supongo, je, je...
-Oh... No sabía que fueras dentista...
- Ya ves que lo soy... Trabajo dos pisos más arriba. No te puedo culpar por no saberlo... No hablamos mucho, ¿verdad? Lo entiendo... Yo no soy joven como vosotros. Eso es algo que hay que entender... No se me da demasiado bien tratar con niños fuera de la clínica...
-Oh... ¿No tienes hijos, ni nada?
-Eeh... No, no... Estaría bien, pero no puedo. No se puede tener todo, ¿no?
-Oh, lo siento...
-No importa. No es culpa tuya. Pero... Mmm... ¿Querríais quedaros en mi casa un tiempo? Quiero decir... No me malinterpretes... Si queréis podéis iros, pero... Si os decidís a denunciar a tu padre... Bueno... Podría intentar alguna locura antes de que le detuviesen, y... No me sentiría bien si me quedo de brazos cruzados... Y aquí estaréis más seguros que en vuestra casa...
-...... ¿Por qué?
-Pues porque podría atacaros, claro... Creía que era obvio...
-No. Quiero decir que... ¿Por qué me sugieres que nos quedemos en tu casa, si apenas nos conocemos? Podrías haberme dicho algo de ir a la policía, o preguntarme antes por algún miembro de mi familia...
-¡Eh...! Yo no... Yo... Es cierto, es cierto... Lo siento... No pretendía... No... No importa. Sólo... No sé qué me pasó... Pensé que... bueno... Da igual... Supongo que debes de tener algo pensado... No sé... Olvídalo... Voy a prepararte algo de sopa caliente. No tengo carne ni nada de eso... Espero que no te importe... De todas formas, tampoco es que puedas masticar mucho ahora... Perdona... Ahora vuelvo...
Frotándose las manos, como nervioso, Dorian se marchó de la habitación, y al cabo de un par de minutos llegó Andrew, corriendo y rascándose los ojos aún medio dormido, claramente contento de que su hermano mayor hubiera despertado.
-¡Tete, tete! ¿Estás bien?
-¡Claro que sí, enano! ¿Por quién me tomas?
-Pfff... ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Hablas muy raro!
-¡¿Eeeh?! ¡¿Cómo que hablo raro?!
-Ji, ji, ji, ji... Tienes la voz rara, ji, ji, ji... Como tienes la boca dormida...
-Pues yo no me lo noto...
-Pues hablas muy raro... ¡Oh! ¿A qué Dorian es simpático? ¡Y cocina muy bien! P... Pero tú también, ¿eh? Y... y... Se sabe muchos cuentos... Me ha contado uno antes muy chulo...
-...... Tienes las llaves de casa, ¿no? A ver si luego no podemos entrar...
-Ji, ji... ¡Claro que las tengo! Tú también... Las llevas encima, ji, ji, ji...
-Cierto... Perdona; es que estoy un poco mareado, y no he parado de hablar desde que me he despertado...
-Ay, sí... lo siento... Voy a ver cómo cocina Dorian, y te dejo descansar un poquito...
-No, si no... Joer...
Antes de que pudiera detener a Andrew, el pequeño felino ya se había marchado de la habitación, dejándole solo. Bueno... Al menos ahora podía descansar mejor... Ni siquiera se notaba el sabor a sangre en la boca... Aquella jirafa se había pasado con la anestesia... O eso, o se había acostumbrado a aquel sabor, o se habían cerrado pronto las heridas... ¿Realmente hablaba tan raro? (NOTA: sí... hablaba raro... creo que todos hemos oído hablar alguna vez a alguien con la boca anestesiada... pero no voy a fastidiar a los lectores simulando el habla rara por algo así... que ya sé lo que molesta...)
6/1/3844 (sábado)
Por fin logró que Andrew se fuera a jugar con Kevin, quedando él y Marcus a solas. Hacía dos días que habían decidido denunciar a su padre, que ya estaba detenido y en comisaría a espera de que se celebrara el juicio pertinente. Dorian les había dejado estar en su casa el tiempo que hiciera falta, y aunque habían accedido por no hacerle el feo, Dean no estaba seguro aún de si quería vivir con la jirafa... Apenas le conocían, después de todo... En cuanto al regalo de Andrew, cuando Klaus se enteró de lo ocurrido, no dudó en darle el segundo juego para el pequeño felino, aunque le había advertido que en cuanto Dean se recuperase tendría que ir a pintar su cuarto, o no volvería a hacerle ningún favor.
Marcus, por su parte, aunque parecía de mejor humor (sólo ligeramente mejor...), seguía bastante triste, aunque el felino no comprendía del todo por qué... Es decir... Entendía que el haber perdido a su padre le hubiese afectado, pero era como si le ocurriese algo más... Parecía incluso enfadado con algo. Estaban en el gimnasio particular de la casa (que era incluso más grande de lo que parecía desde fuera), donde el híbrido había estado dando puñetazos a un saco (no sabía que Marcus pudiese ser tan... "enérgico" a la hora de dar puñetazos...) durante un buen rato mientras hablaban, y ahora iban de camino hacia el vestuario. En cuanto entraron, Dean no pudo resistirse y abrazó por detrás a Marcus.
-Ey... ¿Te acuerdas de lo de las duchas durante la excursión? Podríamos revivir el momento otra vez...
-... ¿Qué dices? Esto no... ahora no, Dean... Nuestros hermanos están dando vueltas por la casa y... además... no estoy de humor...
-Vamos... Como regalo de Navidad... Te he echado de menos... Además, así te animarás un poco,... Y de todas maneras, es culpa tuya, por ir sudado, tenerla enorme y ponerme caliente...
Ignorando las palabras de Marcus, el felino se pegó aún más a él, frotándose contra su espalda, e intentó meter una de sus manos por debajo de los pantalones del híbrido, hacia su entrepierna. Sin embargo, el elefante/mamut le dio un empujón rápidamente, obligándole a apartarse, y se giró hacia él.
-¿Qué haces? Te acabo de decir que NO-ESTOY-DE-HUMOR. ¿Entiendes eso? Mira... Durante la comida has estado portándote genial, y después también... ¿Por qué no puedes estarte quieto y dejar las cosas así? Pareces imbécil haciendo esto ahora...
-¡¿Cómo que imbécil?! Mira... Hace dos días denuncié a mi padre y está en prisión... Yo tampoco estoy como para echar cohetes de felicidad, ¿ok? Y aún así he venido a hacerte compañía y a intentar animarte...
-¿A animarme o por sexo?
-¡Pero si estamos juntos! Se supone que el sexo es una muestra de amor, ¿no? Yo sólo quería animarte...
-¡Pues así no lo consigues! ¡El sexo no demuestra amor! ¡No demuestra nada! ¡El sexo es algo asqueroso y repugnante si lo usas así!
-¿Y en la excursión qué? No parecías pensar lo mismo...
-¡No! ¡Eso no vale! Prácticamente te me echaste encima como un animal en celo... No puedes culparme por eso... Y... No debería haber ocurrido...
-Pero...
-¿Pero qué? ¿Qué sólo intentabas animarme? Ya te dije que no quería hacer nada ahora, y seguiste... Así no se anima a una persona... Ni siquiera sabes por qué estoy triste, ¿verdad? O por qué estoy enfadado... Pues te lo voy a decir... Ayer, el hermano de Héctor mató a su padre, y Tony se quedó en coma, ingresado en el hospital, con la cara desfigurada, después de ser atacado por el padre de Héctor. Además, mi padre está muerto, y hasta ayer mi hermano me ha estado odiando por eso, culpándome a mí de lo ocurrido. Y por si fuera poco llevo sin hablar contigo una semana, como si no estuviéramos juntos, quitando el día que me acompañaste hasta aquí, y tampoco dijiste mucho, que digamos. Y ahora, vienes, y en cuanto estamos a solas un maldito segundo, te me tiras encima para follar...
-P... Pero yo no sabía nada de lo de Tony y Héctor...
-¡¿Pero cómo lo vas a saber?! ¡Si no me has hablado en una semana, ni me has preguntado nada de nada! ¡Seguro que has estado pensando en cómo ibas a conseguir que follásemos en cuanto nos volviésemos a ver!
-¡No! Ya... ya vale... ¡No me puedes culpar por ser como soy! ¡He estado muy ocupado, y no ha sido pensando en cómo follar contigo! ¡Me he gastado todos mis puñeteros ahorros en un juego de mierda para mi hermano y una estúpida camiseta para ti, capullo! ¡Y no tienes ni idea de lo que me ha costado encontrar una camiseta de tu talla que pudiera pagar! Sólo intentaba animarte... Yo paso... ya he estado solo bastante tiempo... por seguir estándolo no me voy a morir... ¡Además, si tan solo estabas, también podrías haberme llamado tú! Porque, que yo sepa, no has hecho más que pedirme que te dejara solo cada vez que he intentado hablar contigo desde lo de tu padre... ¡Pero ya me da igual! ¡Puedes quedarte tu estúpida camiseta e irte a tomar por culo con tu hermano y tu nuevo padre y tu estúpido dinero, que se debe de estar pudriendo de tanto que tienes! ¡Yo me voy ya! ¡Y gracias por la comida de hoy!
Con furia, casi rompiendo el envoltorio, sacó de debajo de su cazadora el delgado paquete que escondía, con la camiseta que había comprado tiempo atrás para Marcus. Sin pensarlo dos veces, le tiró el regalo a la cara y se marchó corriendo por donde había venido, atravesando el gimnasio y siguiendo a través de la zona donde estaba la piscina.
Estaba furioso, pero también se sentía culpable por no haber hablado más con Marcus. Tenía razón en que había hablado poco con él la última semana, pero... Estaba haciendo lo que podía... ¿Qué quería que hiciese? Cuando había intentado hablar con él, le había pedido que le dejase sólo, y ahora le criticaba por haberlo hecho... ¿Era así como funcionaban siempre las relaciones de pareja? Bueno... Ya no importaba mucho, después de lo que acababa de hacer... Aún así, no podía dejar de pensar en aquello... ¿Tenía razón o estaba equivocado? Quizás no debería haber intentado aquello con Marcus, pero no lo había hecho con mala intención...
Lo que, con toda seguridad, no debería haber hecho, era seguir caminando en la dirección y sentido en que lo hacía. Principalmente, porque a un paso de él estaba la piscina. Eso, por su puesto, antes de que diera el paso que le condujo a un indeseado chapuzón en el agua... No era una sensación agradable... No es que fuera algo horrible, pero, como suele pasar, no estaba acostumbrado a meterse en el agua completamente vestido, y tampoco estaba de humor para darse un baño.
En cuanto salió del agua, lo que afortunadamente no le costó demasiado pese al peso de su ropa empapada, empezó a maldecir en voz alta y, sin pensarlo dos veces, dio un puñetazo con todas sus fuerzas a lo primero que vio... Que lamentablemente, era un azulejo en la pared, y no estaba hecho de cartón, precisamente. Aunque el azulejo en cuestión se partió con el golpe, su mano también sufrió la fuerza del impacto, y durante algunos segundos más siguió maldiciendo, esta vez dolorido, sujetándose la mano como si se fuese a caer hecha trozos de un momento a otro.
Entonces llegó Marcus, que al parecer había decidido investigar sobre la razón de aquellos gritos e insultos, y se acercó a él, cogiéndole por los hombros para intentar tranquilizarle. Cuando al fin consiguieron que Dean se estuviera un poco quieto, un par de criados habían llegado, seguramente alertado por los gritos del tigre. Por lo visto, había gritado bastante... Entonces le llevaron por otra puerta distinta a la que conducía al gimnasio y los vestuarios, y le sentaron en una camilla. ¡¿También tenían su propio médico privado?!
Media hora después, cuando al fin quedó claro que sí tenían un médico privado a su servicio, entre otras cosas, y el tigre tenía la mano completamente inmovilizada (tres esguinces, uno en cada dedo... no era un daño terrible, pero... por un simple puñetazo... hay que ser idiota...), Marcus le llevó una taza de leche caliente con miel y se sentó a su lado. Dean iba vestido únicamente con la camiseta que había llevado de regalo para Marcus, y de cintura para abajo sólo una toalla le daba algo de intimidad. El híbrido le observó, riéndose al ver la camiseta, que era de manga corta y de color blanco ligeramente rosado, y le iba, desde luego, bastante grande. Sobre ella, en letras grandes bordadas de color azul, ponía la frase "Pon un elefante en tu vida", y debajo aparecía un elefante joven dibujado al estilo de los dibujos animados, con ojos enormes y brillantes.
-Está graciosa... pero sabes que soy un híbrido entre elefante y mamut, ¿no?
-¿Qué más te da? Tienes una camiseta gratis... Si no te gusta, puedes quemarla...
-...... Mira... Siento lo de antes, ¿vale? Estoy muy alterado últimamente, y sé que no tienes la culpa, pero... Es que... No puedes actuar de esa forma... A veces parece que pienses con la entrepierna en vez de con la cabeza...
-............
-A ver... lo que quiero decir es que... ¿de verdad no se te había ocurrido otra forma de animarme? Yo que sé... Un abrazo o algo... no sexo, así sin más... Es de sentido común...
-Bien. Ahora no tengo sentido común...
-¡¡¿Qué?!! ¡Eso no era lo que quería decir! ¡Estaba intentando pedirte perdón por lo que te dije antes!
-......
-Si vas a seguir así, quizás tengas razón, y no debamos estar juntos... No puedes ser tan orgulloso...
-¿Orgulloso? Me insultas, me das la reprimenda por intentar animarte y ahora, me llamas orgulloso, porque me parece mal... Pues lo siento, pero creo que estás siendo un hipócrita... Pero te agradezco que me des la razón por una vez... creo que no deberíamos seguir juntos. Tráeme mi ropa y me marcharé en cuanto me haya vestido.
-¡¿Hipócrita?! ¡¿A qué viene eso ahora?!
-¿Cómo que a qué viene? Es evidente, ¿no? En la excursión, no dudaste en follar conmigo en las duchas, pero ahora dices que fue un error. Después de que tu padre se suicidara, intento animarte y me pides que te deje solo, y ahora me gritas y me insultas por haberte hecho caso. Vengo a visitarte y te veo triste... Así que intento animarte, y me empiezas a gritar, y me culpas por no saber lo que ha pasado con tus amigos, pero que yo sepa nadie me ha dicho nada. Pues mira... Si estás jodido, es cosa tuya, y si no me cuentas nada, luego no me culpes por no saber. Y si simplemente estás de mal humor, no lo pagues conmigo, porque yo sólo intento ayudarte y hacerte sentir mejor... Que sepas que yo tampoco estoy pasando un buen momento, ¿vale? Por si no te has fijado, tengo la cara llena de moratones, el torso posiblemente peor, y varias heridas en la boca que se me han abierto, por la paliza que me dio mi padre hace dos días. Además, después de la paliza denuncié a mi padre y está en comisaría esperando a que le juzguen, y como acabe en la calle de nuevo, o le metan en a cárcel poco tiempo, en cuanto salga nos mata a mí y a mi hermano. Y por si fuera poco, ahora no tenemos a nadie que nos de de comer ni a mí ni a Andrew, salvo mi vecino, que es el único que se está portando bien conmigo a parte de mi hermano últimamente, y parte del poco dinero que tenía ahorrado lo he gastado en esta estúpida camiseta... Si vas a criticarme, a insultarme y a joderme un poco más la vida, para eso no te vuelvo a hablar. Ya tengo bastantes problemas encima como para ser novio de un gilipollas... Quizás el sexo no fuera la mejor forma de animarte, ¿vale? Pero al menos lo intento... Mi padre sólo traía putas a casa desde que se fue mi madre... Y cuando estaba ella, sólo le pegaba y se la llevaba a la cama... No sé cómo es una relación de pareja seria, y no puedes culparme por ello.
-......
-Tráeme mi ropa. Me marcho de aquí...
-... No.
-¡Viva! ¡Muy bien! ¡Pues me voy en pelotas a casa! Le pediré a Dorian que venga a recoger a Andrew si puede, y si no ya vendré yo esta noche... Él no tiene la culpa de que seas un imbécil y me pongas de mala hostia. ¡Ah! ¡Y feliz Navidad! ¡Toma tu camiseta!
Rápidamente (pero con cuidado de no hacerse demasiado daño en la mano herida) se quitó la camiseta y la tiró al suelo. La toalla se cayó sola cuando se levantó. Sin dudarlo, se marchó corriendo de allí, esta vez sin tener ningún accidente con la piscina ni con nada. Lo más discretamente posible, salió de la mansión, rumbo a su casa, pero Marcus, que le seguía por detrás y hacía su "huida" bastante menos discreta de lo que hubiera deseado, le cogió por la mano derecha antes de que llegara a salir de los jardines a la calle. Sin titubeos, Dean se resbaló de entre sus grandes manos y le dio un zarpazo en la cara, haciéndole cuatro cortes no muy profundos. Después, siguió su camino, y Marcus dejó de seguirle.
12/1/3844 (viernes)
-Mmm... Bueno, vamos mejor...
Eso no le decía nada... Lo más serenamente posible (dentro de lo que su mal humor le permitía, claro...), miró a Dorian, que estaba sentado sobre el borde de la cama en que él estaba tumbado.
-¿Cuánto?
-40º de fiebre... dos décimas menos que ayer...
-Genial...
-No deberías haber venido desde allí hasta aquí desnudo... Y estabas empapado... ¿En qué pensabas?
-No vine todo el camino desnudo... La mitad del camino vine en coche, tapado con una manta...
-Ya... En coche de policía... Da gracias a Dios por que la multa no ha sido muy alta y se portaron bien contigo... Podrían haberte tratado mucho peor...
-Psch... ¿Qué esperabas? ¿Que me violasen?
-... Cualquiera podría haberte cogido en la calle y haberlo hecho... Lo que estoy diciendo es que tienes suerte de que la policía te encontrase antes que algún... enfermo... de esos...
-Bien... Vale... Pues viva... No creo que hubiese pasado nada aunque no me hubiera parado la policía. Hablas como si estuviera todo lleno de violadores y pederastas... Hay gente normal por ahí también...
-......
-¿No tienes que trabajar?
-Tenía, sí, pero estoy aquí, cuidándote. Además, por un día que no vaya, no pasará nada... La clínica sigue estando dos pisos por encima de nuestras cabezas, así que si hace falta que vaya me avisarán enseguida.
-¿Y Andrew? Se supone que salía de clase hace cinco minutos, y está claro que tú no has ido a recogerle... ¿No te da miedo que le coja algún violador por la calle?
Dorian le miró con reproche. Aquello había sido un golpe bajo. La jirafa sólo le intentaba cuidar lo mejor que podía, y el felino no mostraba problema alguno en fastidiarle.
-... Hoy no voy yo a recogerle. Le trae tu amigo Marcus... Dijo que quería venir a verte, y de paso traía a tu hermano con él...
-¡¿Marcus?! ¡No, no, no, no! ¡Me niego! ¡Él y yo ya no somos amigos ni nada! ¡No tiene derecho a venir a mi casa a molestarme!
-Lo sé, pero esta no es tu casa, y me parece fantástico verte lleno de energía y con ganas de gritar, pero eso no te da derecho a insultarme a mí o a quien sea. Además, tengo entendido que Marcus y tú sois novios, y me parece una pena que cortéis por una discusión tonta en un mal día.
-¡No fue una discusión tonta! ¡¿Y quién te ha dicho que somos novios?! ¡Eso no es verdad! ¡Yo no soy novio de un imbécil comehierbas arrogante e hipócrita! ¡Métete en tu vida y déjame en paz!
Tan rápido como le permitió su cuerpo, se levantó, empujó a la jirafa a un lado y se dirigió hacia la puerta de entrada a la casa. A mitad de camino, no obstante, un fuerte mareo y nauseas le hicieron detenerse. Repentinamente desorientado, y tras varios intentos, logró apoyarse sobre una silla en el comedor, por donde estaba pasando cuando su cabeza empezó a dar vueltas.
Su estómago se revolvió y, muy a su pesar, vomitó lo poco que había comido ese día, pero las arcadas siguieron. Cayó al suelo de rodillas, apoyándose con las manos, temblando y sintiéndose muy débil. Su estómago no paró de intentar expulsar lo que ya no había, hasta que una pequeña cantidad de líquido espeso y amarillento escapó de su boca. No era la primera vez que vomitaba bilis, pero el sabor era horrible y fuerte, y no le resultaba nada agradable... Al intentar levantarse, se volvió a marear, y a punto estuvo de caerse de cabeza contra el suelo, pero Dorian le cogió por detrás y frenó la caída, dejándole tumbado boca arriba en el suelo (afortunadamente, no encima del vómito...).
-No te muevas... Estás débil... Te he dicho cientos de veces que no te levantes de la cama. Lo único que faltaba es que lo hicieras corriendo. ¿En qué demonios piensas? Como no tengas cuidado, podrías... podrías quedarte tieso en el sitio...
-Veahh... Baah... No digas tonterías... Sólo tengo fiebre...
-No. Estás enfermo, y no poco... Estás blanco como la cal, apenas comes... Y tienes la tensión por los suelos, así que estate quieto de una vez... Y lo digo en serio... Si te vuelve a dar una bajada de tensión como ésta, podrías morirte... Y creo que ninguno de nosotros quiere eso...
-......
-... Voy a prepararte un caldo caliente. Cuando te encuentres mejor, avísame, y te llevaré a la cama de nuevo... Pero no te muevas tú solo... Y no me digas que estás bien por hacerte el hombre. Dímelo cuando te encuentres mejor de verdad...
Estúpidos comehierbas... ¿Eran todos así? Nunca debía haber aceptado la oferta de Dorian de quedarse a vivir con él hasta que se arreglara lo de su padre. Quizás era simplemente que nunca había tenido un padre que se preocupara realmente por él, y Dorian lo hacía, pero... Le resultaba humillante... ¿Un depredador como él siendo cuidado y atendido por un herbívoro? Simplemente era ridículo... Ni siquiera se explicaba cómo se le había ocurrido liarse con Marcus... Qué idea tan estúpida.
Marcus sólo era grande (en aspectos bastante envidiables... eso tenía que reconocerlo), listo y absurdamente reservado... Y vale que al menos hasta hacía una semana le trataba mejor que mucha otra gente, tenía un buen cuerpo y esas cosas, pero... No tenía nada más... Y era un herbívoro... Atractivo, pero herbívoro al fin y al cabo... ¿Por qué de repente sus pantalones parecían apretarle más de lo normal?
Unas palmaditas en la mejilla le hicieron abrir los ojos... Muy poco a poco, por lo visto, porque quien quisiera que se las estaba dando ni se callaba ni dejaba de darle.
-Eh, eh... Dean... Dean... Despierta...
-Ah... Para, joder... Para...
Cuando al fin sus ojos se ajustaron a la iluminación del cuarto, vio la cara de de su hermano, aún ago borrosa para él, y al lado lo que parecía un elefante de ojos castaños...
-¡Marcus!
-¡Al fin!
-Tete, tete, estás bien... Qué bien...
Justo cuando Dean iba a empezar a gritarle, Marcus le tapó la boca con una mano (ganándose un buen mordisco, eso sí...).
-Andrew, por favor... ¿Podrías dejarme cinco minutos con tu hermano?
-¿Eeeh?
-Por favor... Sólo cinco minutos...
-Va... vale...
-Gracias.
En cuanto Andrew se marchó, el híbrido se acercó rápidamente a la puerta y la cerró, poniéndole también el pestillo, para asegurarse de que no entrara nadie mientras hablaba con el tigre, que aprovechó el instante que en que Marcus le quitó la mano de la boca para empezar a quejarse e intentar levantarse, aunque antes de que llegara a hacer esto último el paquidermo le forzó a tumbarse de nuevo en la cama, y le tapó otra vez la boca.
-Tranquilízate, ¿quieres? Te estás portando como un crío, y se supone que de nosotros dos tú eres el mayor... Mira... Siento lo de la semana pasada, ¿vale? Me porté como un gilipollas porque estaba de mal humor, y lo pagué contigo. Fue injusto, lo sé... Y te pido perdón... Pero como ya te dije, si quieres animarme, no me propongas sexo, ¿vale? No lo sabías, y soy tu primer novio y amigo, por lo que me dijiste... Y tú tampoco estás pasando un buen momento. Sinceramente, no sé si quiero ser tu novio, o si tú quieres ser el mío, y no sé si es lo correcto. En eso no te voy a mentir... Pero no creo que debamos pelearnos de esta forma. En la excursión pasó lo que pasó, y debe de significar algo, ¿no? Y supongo que si me enfadé tanto porque no me llamases, es porque me importas más de lo que creo... No lo sé... Y ya sé que no me llamaste porque te pedí que me dejaras en paz... He venido a pedirte perdón, pero quiero que si me perdonas lo hagas de verdad... Ahora voy a quitar la mano, y quiero que seas sincero... y digas lo que digas, por favor, no te pongas a gritar como un histérico...
Lentamente, Marcus apartó la mano para dejarle hablar, y por un instante tuvo que tragarse todos los gritos que había estado reservando para cuando le dejará abrir la boca de nuevo. Desconfiando en parte por aquella repentina confesión, pero extrañamente contento en cierto modo, decidió que, si iba a discutir con el híbrido, era mejor que no se enterase todo el edificio.
-... Márchate.
-P... pero... He venido a pedirte perdón...
-Que no te quiero ver... ¡Que te vayas!
-¿Pero por qué? Sólo he venido a pedirte perdón... Sólo quiero que me digas si me perdonas... Me basta con eso...
-¿Sólo eso? Bien... Pues no, no te perdono. Venga, ya tienes tu respuesta. ¡Largo! Ya te puedes ir. ¡Fuera!
Al principio pensaba que con eso habría bastado para que se fuera, pero en lugar de ello Marcus se quedó paralizado, completamente pálido de repente... Bueno, más pálido de lo que estaba últimamente, al menos... Incluso, pasado un minuto, parecía sudar un poco. Al cabo de dos incómodos minutos de silencio absoluto, el híbrido habló de nuevo.
-...... E... Está bien... Adiós... Ponte bien pronto... supongo... Y... Toma... pensé que como mínimo debía hacerte un pequeño regalo, por la camiseta...
Sin decir nada más, el híbrido sacó un pequeño paquete del bolsillo, algo arrugado y sin una forma regular, lo dejó en la mesilla junto a la cama y se dirigió a la puerta de la habitación. ¿De qué iba? ¿No iba a intentarlo más?
-¡Para! ¿Ya está? ¿Eso es todo lo que haces? No vas a... yo qué sé... hacer otra cosa... intentar convencerme... algo...
-Pero... si ya me has echado varias veces... ¿Para qué voy a discutir más...? Me voy y ya está... Si está claro que sobro...
-¡No! ¡Vuelve aquí ya!
Aparentemente algo extrañado, Marcus se acercó de nuevo a Dean, que se reincorporó ligeramente en la cama y le cogió, con asombrosa fuerza para alguien tan enfermo como él, por el cuello de la camiseta.
-Mira... Si estoy enfermo es por tu culpa, porque no me diste mi ropa la semana pasada cuando te la pedí. Así que tú no te vas a ninguna parte...Ya que has venido, te vas ahora mismo a prepararme algo calentito, que me estoy muriendo de hambre... y más te vale que esté bueno. Y te vas a pasar todo el fin de semana aquí a mi ladito, cuidándome y mimándome, hasta que me ponga bien. Y luego, si estoy de humor, pensaré en si te perdono o no... ¿Entendido?
-S... Sí...
Con cara de repentina placidez, Dean le soltó y se tumbó de nuevo en la cama, como si no hubiese pasado nada.
-Bien... Bueno, pues volvemos a ser novios, supongo...
-¿Ya está? N... no lo entiendo... Creía que estabas enfadado conmigo.
-Y lo estoy... Pero es que me has dado pena cuando te has rendido tan pronto... Venga, ve a preguntarle a Dorian qué puedes prepararme antes de que cambie de idea.
No tuvo que insistirle. Tan rápido como terminó la frase, Marcus se marchó de la habitación y le dejó de nuevo solo. Menos mal que no le había discutido lo último que le había dicho, porque haberse movido de aquella forma para coger al paquidermo por la camiseta le había dejado bastante cansado y mareado, y le estaba costando disimularlo... Bueno, ahora que estaba solo, ya no necesitaba disimular más... Todo había salido bien, al final, y se alegraba. El híbrido había aceptado servirle tan pronto que casi no se lo creía, aunque quizás se había pasado un poco... Con todo lo que estaba pasando Marcus, tal vez debería haber sido algo más comprensivo y no tan dominante. Pero bueno... Él era así, y si Marcus quería estar con él, tendría que acostumbrarse, para lo bueno y para lo malo.
De pronto se acordó del regalo que Marcus le había llevado. No sabía lo que era, obviamente, porque aún no lo había abierto, pero... Realmente, Marcus se estaba portando mucho mejor con él que la última vez que le había visto. Pensándolo bien, la última vez que le vio fue la única en que le había insultado o recriminado algo de un modo tan escandaloso, después de casi dos años recibiendo insultos y golpes por su parte, y en cierto modo el paquidermo había tenido algo de razón, pese al tono de voz que había usado. Quizás Dorian tuviese razón, y aquella había sido sólo una discusión estúpida en un mal día... Tampoco es que fuese a admitirlo, porque tenía su orgullo, y no iba a tirarlo a la basura si ya estaba todo arreglado, pero reconsiderar la situación no parecía una mala idea...
Con cuidado de no caerse de la cama, estiró el brazo derecho y cogió su nuevo regalo, que abrió con cuidado de no romper lo que hubiera dentro. Eran unos guantes... La parte que cubría las palmas de las manos era de tela delgada, pero que abrigaba bien, y en el dorso eran de cuero marrón oscuro. Unos hilos gruesos entrecruzados pasaban por el medio, que estaba abierto, de modo que una vez puesto el guante sobre la mano, y tirando de los hilos, éstos cerraban la parte abierta del guante y lo ajustaban perfectamente a su mano. Un detalle importante era el hecho de que los guantes tuvieran agujeros para los dedos, así que si hacía mucho frío, no eran los guantes más adecuados para ponerse... Pero de todas formas le gustaban, y él no era de los que se ponían guantes en invierno, ni nada de eso, porque además los rompería con las garras sin problemas... ¿Había pensado Marcus en eso a la hora de regalarle aquellos guantes?
14/1/3844 (domingo)
En cuanto se despertó, debido a leves empujoncitos propinados por Marcus, vio su cara cansada y con unas enormes ojeras.
-Ya, ya... ¿Qué hora es?
-Las 9:05... Te he preparado el desayuno. Tu hermano aún está dormido, así que no hagas mucho ruido...
En cuanto el híbrido terminó de dar un largo y sonoro bostezo, Dean no pudo más que preguntarle...
-Joder, qué cara de muerto que llevas... Tampoco es tan pronto...
-No es pronto para ti... Para mí es prontísimo, te lo aseguro... ¿Y tú? ¿Qué tal has dormido?
-Menudo quejica eres... Hablas como si fueras un viejo.
-... ¿Puedes levantarte solo?
-¡Claro que puedo! Ayer por la tarde ya podía.
-Bien. Te espero en la mesa entonces...
Casi con los ojos cerrados y tambaleándose ligeramente, Marcus salió del cuarto, y Dean aprovechó entonces para levantarse, con cuidado por si se mareaba, ponerse la bata de estar por casa y, tras pasar por el baño a arreglarse mínimamente, salir finalmente de "su" habitación para ir a la mesa donde, como comprobó enseguida, le esperaba su desayuno y, frente a éste, Marcus... completamente dormido y con un brazo colgando por el borde de la mesa. Realmente estaba cansado...
Con el mayor sigilo posible, se sentó y empezó a degustar lo que tenía preparado. Para ser un comehierbas, lo cierto es que a Marcus no se le daba nada mal cocinar. Es decir... no es que Dean fuese un pijotas en ese aspecto, pero normalmente los herbívoros no sabían como preparar un buen filete o, en ese caso, unas longanizas con bacon y un huevo frito decentes (bueno, lo del huevo frito no era algo sorprendente...). En cuanto terminó de beberse el zumo de naranja que acompañaba al resto del desayuno (un desayuno demasiado poco original en su opinión, pero... ¿para qué quejarse, si estaba bueno y se lo habían dado preparado?), se levantó y llevó las cosas a la cocina, que estaba muy limpia, aunque era evidente que había sido usada recientemente.
Después fue a despertar a Marcus, pero justo cuando iba a ponerle la mano en el hombro, vio cómo una lágrima salía de uno de sus ojos y caía sobre la mesa, donde había algunas más que Dean no había visto mientras desayunaba. Su cuerpo se tensó de pronto, al mismo tiempo que se mordía un labio. En parte sorprendido por el repentino movimiento del paquidermo, el tigre retrocedió ligeramente y le observó unos segundos, antes de volver a intentar despertarle.
En el mismo instante en que le tocó el hombro, Marcus dio un bote y se despertó sobresaltado. Durante un par de segundos se miraron fijamente el uno al otro. Tenía los ojos ligeramente hinchados y algo rojos, y parecía asustado, triste o confundido, o incluso quizás todo ello al mismo tiempo.
Rápidamente, en cuanto recobró algo la compostura, Marcus se levantó de la silla y, haciendo un amago de decir algo pero sin llegar a hacerlo, se marchó en dirección al baño, seguido poco después por el felino.
-Marcus...
El paquidermo pareció no oírle, o simplemente no le hizo caso. En cuanto estuvo junto al lavabo, abrió el grifo y se lavó la cara con un poco de agua, secándose con una de las mangas de la sudadera que llevaba puesta. Luego, cogió el termómetro de mercurio que había en uno de los cajones debajo de la pila y se giró hacia él de nuevo, acercándose sin mirarle a los ojos pero evidentemente triste.
-Siéntate... Hay que ver qué tal vas de fiebre...
Antes de que Marcus llegara hasta él, Dean le golpeó en la mano, tirando el termómetro al suelo y haciendo que éste se rompiera por el impacto.
-¡No! ¡¿Qué te pasa?! Estabas llorando... ¡Te he visto llorar!
-Voy a limpiar esto... Sería peligroso que alguien se cortara con los cristales...
Lentamente, aún ignorándole, el híbrido se giró y le dio la espalda para salir del baño, seguramente hacia la cocina, donde estaban la escoba y el recogedor (¿por qué Dorian los dejaba allí, si tenía un armario la mar de majo para esas cosas en el pasillo?). Dean le gritó y le maldijo, tratando de conseguir que le hiciera caso, pero Marcus seguía con la cabeza gacha y sin responderle, aunque era obvio que le estaba oyendo. Al final, harto, cuando ya estaban junto a la puerta de la cocina, el tigre le cogió por el hombro, con las garras sacadas y, haciéndole algunos cortes en la espalda al forzarle a girarse, le dio un zarpazo en la cara. Con cuatro cortes en la cara y otros tantos en la espalda, Marcus cayó al suelo, mirándole con las pupilas contraídas y aparentemente asustado.
-¡No me ignores, comehierbas! ¡Te estoy haciendo una jodida pregunta! ¡¿Tan difícil es contestarme de una puta vez?! ¿Eres subnormal o qué?
El paquidermo le miró, cada vez más tembloroso, y se acercó la mano a la cara, tocándola y mirando después sus dedos, mojados en sangre, y luego de nuevo Dean. El tigre tenía todo el pelo de la espalda erizado, enseñaba los dientes y respiraba rápidamente. No es que fuese el tipo más paciente del mundo, y el comportamiento de Marcus le había tocado bastante las narices. Sin embargo, ahora que le veía así, tirado en el suelo, con media cara, un trozo de la espalda y una mano manchados en su propia sangre, temblando y con los ojos rojos, llorosos, no pudo evitar estremecerse.
Por un instante, el rostro de su madre apareció en su cabeza. Su cara de angustia tras el primero de muchos golpes que más tarde recibiría por parte del padre de Dean. Quizás por miedo o por su incapacidad de aceptar lo que acababa de hacer, se giró y cerró los ojos. En cuanto los abrió de nuevo, Dorian le observaba desde el otro lado de la habitación. A su lado estaba Andrew, que le observaba con miedo. Detrás del tigre, el paquidermo se levantó y se marchó hacia la puerta, cogiendo su cazadora de la percha justo antes de salir del piso. Dean hizo un ademán de seguirle, pero entonces Dorian le siguió y le cogió por el brazo derecho antes de que llegara a la puerta.
Lleno de rabia, se giró para golpear a la jirafa y seguir a Marcus, pero el dentista consiguió de algún modo para el golpe con un brazo y mantenerle sujeto. Inmovilizando un segundo después el brazo con el que acababa de golpearle. No es que no pudiera deshacer el agarre, pero de alguna manera no quería que le soltase. Sentía que alguien debía sujetarle antes de que volviese a hacer algo de lo que arrepentirse...
-¿Eso es todo lo que sabes hacer? ¿Lo arreglas todo pegando a los demás? Pensaba que eras alguien con un mínimo de decencia, pero quizás te pareces demasiado a tu padre...
Aquellas palabras le dolieron. No tanto por que fueran un insulto, sino más bien porque quizás no lo fueran, y simplemente se trataba de la realidad. El no era como su padre... O no quería serlo, al menos. En parte avergonzado, y extrañamente intimidado por los ojos de Dorian, que mostraban una inusual seguridad y determinación, agachó la cabeza, con las orejas pegadas al cráneo.
-No quería pegarle... Me he puesto... nervioso... sólo eso...
-No. Sólo eso, no. Le has atacado sin razón. ¿O había alguna razón?
-Me estaba ignorando... Antes se durmió, y lloraba en sueños... Y no me quería decir por qué... Hacía como que no me oía...
-¿Y te parece eso una razón para pegar a alguien en su estado?
-¿Su estado? ¿Qué estado? Soy yo el que está enfermo...
-¿Te estás oyendo? Tú sólo tienes fiebre... Marcus ha perdido a su padre, tiene un amigo en coma y otro deprimido, y de sus otros dos "amigos" uno tiene novia y va por libre, así que caso le hace más bien poco, y no confía lo suficiente en el otro como para hablar con él sobre cómo se siente... Y encima, se entera de que tú, que le tratas como si fuese una mierda, estás enfermo, y decide pasar un fin de semana entero cuidándote, cuando no tiene ninguna obligación de hacerlo. Si te hubieses molestado en preguntarle aunque sólo fuera una vez qué tal estaba, sabrías de sobra por qué lloraba...
-...... ¿Cómo...?
-¿Cómo lo sé? Yo le he preguntado qué le pasaba, y le he escuchado.
Dorian le soltó, y Dean se echó hacia atrás. Todo lo que había dicho la jirafa era cierto. En otra ocasión, probablemente le había dado un buen puñetazo por hablarle así (aunque obviamente eso sólo le habría dado aún más la razón al herbívoro...), pero en ese momento se sentía como el mayor gilipollas del mundo. Con el ceño fruncido, y tragándose el orgullo, preguntó lo único que se le ocurrió preguntar en aquel momento, por mucho que le costase tener que hacerlo.
-Cómo... ¿Cómo lo puedo arreglar?
Bien... Llevaba dos horas buscando el puñetero parque, y ahora que lo encontraba, no había ningún Marcus en él, y menos el que él buscaba... Ya que había preguntado cómo arreglar la situación, podría haber preguntado dónde estaba el parque al que Marcus iba cuando necesitaba pensar (¿cuánto habían hablado Dorian y Marcus?), y entonces probablemente habría estado allí un buen rato antes... Se le estaban helando los dedos... Al menos, con los guantes que le había regalado Marcus las palmas de las manos no las tenía muy frías...
Mientras caminaba por el parque, vio a tres toros... Bueno, dos toros y una vaca... Uno de los toros era muy joven, y no debía de tener más de seis años. No tenía muchas ganas de contarle a otro por qué estaba allí, pero de todas formas, quizás llevasen allí un rato y hubiesen visto a Marcus... Tampoco era seguro que hubiese ido al parque, pero ya que estaba allí sería mejor preguntar... No quería haber hecho un viaje en balde... Cuando se acercó, el pequeño toro le miró y después se giró hacia el que supuso que era el padre, que estaba fumando. Por el aspecto que llevaban, debían de ser, si no ricos, bastante pijos...
-¡¿Ves, papá?! ¡Ese chico también viene a jugar aunque haga fresquito!
-No grites, Salazar... Ya tengo bastante con el dolor de cabeza y el frío como para aguantar encima tus chillidos...
-Ayer bebiste demasiado, cielo... Quizás deberías...
-No me digas lo que tengo que hacer, mujer... ¿Y tú qué quieres, niño?
La última pregunta iba dirigida a él... Sólo le había oído decir tres frases, y de momento el toro no le había caído demasiado bien... Aún así, había ido a preguntar, así que tendría que hacerlo, ¿no?
-Perdonad... ¿Habéis visto por aquí un elefante? Es más o menos así de alto, y lleva...
Sin dejarle continuar, el toro adulto le interrumpió.
-Aquí no hemos visto a nadie, niño... Venga, largo. ¿No ves que estoy jugando con mi hijo?
-¡Yo sí que he visto un elefante, papá! Estaba en aquel banco cuando vinimos, pero cuando le pregunté si quería jugar, se marchó... Fue hace un ratito... Parecía un poco triste... ¿Sois amigos?
-Eeh... Más o menos... Bueno, me voy a buscarle... Y... Gracias...
-¡De nada! ¡Hasta luego!
Mientras se marchaba hacia la casa de Marcus, aún podía oír detrás de él al padre, regañando a su hijo.
_ -Te he dicho un millón de veces que no hables con extraños, y ya van hoy dos veces... Nos vamos a casa._
_ -Pero papá..._
_ -¡Nada de peros! ¡A casa ya mismo!_
_ -Cariño, no deberías..._
_ -¡Que te calles! ¡Todos a casa YA!_
¿Por qué gritaba tanto? Ni siquiera le hacía falta prestar atención para oírle, y eso que ya estaba a varios metros de distancia... Afortunadamente, en cuanto giró la primera esquina dejó de oír los gritos de aquel estúpido y molesto bovino.
Quince minutos después, al fin, se encontraba ante la puerta de la casa de Marcus. Había corrido un poco, así que estaba algo sudado, pero al fin podría hablar con el paquidermo. Cuando iba a llamar al timbre, le vio acercarse por la acera, con la cabeza gacha y el andar pesado. ¿Había llegado antes que él? Bueno, si estaba deprimido, seguramente no habría andado muy deprisa, y de todas formas no sabía cuándo se había marchado del parque. Podría haber sido perfectamente hacía 20 minutos... Rápidamente, en cuanto el tigre le vio, fue hasta su lado. Tenía los ojos aún más rojos que aquella misma mañana, y algo hinchados. Lo que no tenía eran cortes en la cara. ¿Cómo demonios habían desaparecido tan pronto? Tampoco es que en ese momento se estuviese fijando en los cortes (o en su ausencia, más bien).
-¡Marcus! Oye, Marcus... Siento lo de antes...
El híbrido siguió su camino como si no le hubiese visto, o como si nadie le hubiese hablado, girando la cabeza hacia un lado para dejar ver que no quería ni hablar con él, ni que le viera así. Aunque algo irritado, Dean comprendía aquella reacción. Quizás por primera vez en mucho tiempo, comprendía aquella reacción. Pero no pensaba dar a Marcus el placer de su silencio, porque lo que le tenía que decir, muy seguramente, era lo que más necesitaba oír en aquel momento. Le cogió por el hombro otra vez e intentó hacer que se girase, pero no lo consiguió. ¿Desde cuándo era Marcus capaz de oponer tanta resistencia?
Ignorándole completamente, el paquidermo se limitó a sacar las llaves de su bolsillo para abrir el portón de rejas que daba al jardín y, más tarde, a la mansión en que vivía. Sin embargo, igual que había hecho antes con el termómetro, y a pesar de los intentos de Marcus por evadir el "ataque", Dean le arrebató de las manos el pequeño manojo de llaves.
-Marcus... Escúchame...
-Dame las llaves... Por favor...
-No. Primero quiero que me escuches...
-......... Las llaves, por favor...
-Mira... Siento lo de antes, ¿vale? Ha sido... No sé lo que ha sido... No me he podido controlar...
-Las... Llaves...
-Y siento todo lo que te he dicho, y haberte hecho quedarte en mi casa cuidándome...
-Dámelas.
-Y lo siento... Perdóname... He sido un gilipollas, ¿vale? Dorian me ha contado todo y... Bueno, parte ya la sabía, pero... No sé por qué me he portado así...
-Dame las llaves, Dean...
-¡Que no, joder! ¡No me toques los cojones! ¡Estoy aquí para pedirte perdón! ¡¿Sabes lo que me cuesta pedirte perdón?! ¡Sabes de sobra lo orgulloso que soy!
Marcus no dijo nada, pero sus ojos lo decían todo. Aquella mirada le estaba pidiendo a gritos que se tragara su orgullo de una vez. Y aunque por un momento se negó a hacerlo, después algunas ideas que jamás habían cruzado su cabeza antes lo hicieron. ¿De qué servía el orgullo, si al final estaba solo? ¿Por qué había llegado hasta aquel punto, si tanto valoraba su orgullo? Había ido a pedirle perdón al compañero de clase al que había estado pegando dos años, precisamente por haberle pegado. ¿Qué significaba el orgullo? ¿Qué valía, si lo había rechazado "sólo" para hacer aquello?
Quizás había encontrado algo que valía más que el honor, o que su orgullo personal, o que su propia salud. Algo que le había llevado a salir de su casa, con fiebre y haciendo un frío terrible, sólo para pedirle perdón al "comehierbas" al que tenía delante. Mirándole a los ojos aún, agacho las orejas, se arrodilló y bajó la cabeza. Sorprendiéndose a sí mismo y tragando saliva, cerrando los ojos por unos instantes y suspirando, pidió, por primera vez sintiéndolo realmente, perdón. Varios segundos, o quizás minutos, los dos se quedaron donde estaban, sin decir nada, hasta que Marcus decidió agacharse y cogió las llaves del suelo, donde Dean las había dejado.
Dean observó al híbrido buscar la llave de la puerta, lentamente, como dudando, mirando al felino ocasionalmente, y de pronto no pudo evitarlo. Como llevado por una fuerza que no podía controlar, y sin levantarse aún, cogió entre sus dos manos aquella en que Marcus tenía las llaves.
-Dame otra oportunidad. Por favor...
El paquidermo se quedó quieto por unos segundos, mirándole a los ojos y mordiéndose un labio, como pensando detenidamente aquello. Al final, suspiró pesadamente, apartó las manos y abrió el portón, ante la (en parte) atónita mirada del felino. Luego, se giró hacia él de nuevo.
-Pasa. Aquí fuera te estás helando...