El Legado del león (3ra Temporada)

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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#22 of El Lobo guardian


|Capitulo 22: El legado del león

La maravillosa luz blanca, y no precisamente la que dicen que se ve al morir. No, en este caso me refiero al maravilloso resplandor en nuestras mentes, una blanca luz que simboliza un punto en la memoria que no podemos recordar, un salto de un punto de nuestros recuerdos a otro, un espacio en blanco. Hay muchos, y son maravillosos, son un recuerdo de que existió un vestigio de nuestra vida que no podemos revivir, una razón más para vivir: el deseo de saber lo que eso significa. Todos los tenemos, y se presentan en especial cuando somos bebes: nuestra primera palabra, los primeros pasos, y esa clase de cosas que los padres disfrutan con tanta emoción, como si fuera una especie de Oscar a la mejor primera palabra. Afortunadamente, gracias a la tecnología de hoy en día, esos momentos perduran para siempre en formato DVD, y pronto en Blu-Ray, aunque también en fotos y otras cosas. Esto ha perjudicado a muchos, como cuando tienes visitas y mamá saca el álbum familiar o las películas caseras y te humilla al mostrarte de bebe en situaciones vergonzosas. Niéguenlo.

Pero no podemos llevar una videograbadora o una cámara todo el tiempo, por lo que no siempre podemos inmortalizar esos resplandores, como la primera vez que te pusiste ebrio o la maravillosa despedida de soltero con strippers que tus amigos te hicieron. Siempre habrá trozos de nuestra memoria que, conciente o inconcientemente, reemplazaremos por resplandores, y que siempre nos preguntaremos que es lo que reemplazaron. Este es el caso de Alfred Sherford.

Sentado en el suelo, apoyado en la pared de su habitación, Alfred trata de controlarse. Las posibilidades de que algo así haya pasado son prácticamente nulas. Nunca ha estado con ninguna hembra. De hecho, nunca ha estado con nadie más. Su vida sexual ha sido la masturbación y hacer el amor con James. Sin embargo, las pruebas están ahí, y es también imposible que esa marca sea una casualidad.

Se levanta y trata de tranquilizarse. Debe pensar con la mente fría. Por la edad de Alex eso paso hace 6 años aproximadamente. Esa clase de cosas, esos actos que tienen consecuencias y conllevan responsabilidades no pueden olvidarse así nada más. Necesita concentrarse. El nunca engañaría a James con alguien más. Para que eso pase tendría que enfadarse a tal punto de perder los estribos, y su paciencia es bastante grande, y definitivamente no sería una hembra. Entonces debió haber sido algo fuera de su comprensión, algo en lo que no estuvo en sus cinco sentidos, algo que lo haya puesto tan triste y desconcertado que hubiera hecho cosas que no pensaría que fuera capaz de hacer.

Entonces una imagen viene a su mente. Ottelo. El ser que más repudia. Tratando de olvidar que creyó verlo, bebió de más. Solo una vez bebió más que el día anterior, y fue el día en que James entró en coma. La imagen de su dulce lobo acostado sin sentido en la cama de un hospital le causa un dolor en el pecho. Aun puede recordar los momentos de angustia que vivió mientras esperaba a que se recuperara. Pero no fue por eso que bebió tanto, sino por haberlo visto besándose con Harry. Lo recuerda. Sentado en el bar, bebiendo sin parar. De repente una figura apareció frente a el, seguido de una luz blanca que lo lleva a su cama, con un dolor de cabeza fatal.

Tiene que sujetarse a la pared para no caer ante la impresión. Eso fue. No puede ver su rostro pero sin duda es una hembra, una leona. Trata de recordar lo que paso, pero no puede ver a través del resplandor que acaba de cubrir sus recuerdos. Ellos siguen ahí, pero la luz es más brillante que el sol y le quema la vista tan solo tratar de mirarla de reojo. No puede recordar lo que paso, pero si sabe que paso. Se acostó con esa leona, la embarazo, y por alguna razón quiso deshacerse de su hijo. Lo más curioso es que, habiendo tanta gente, haya parado justo frente a su padre.

Sin embargo, a pesar de que las pruebas lo demuestran, quiere comprobarlo. La razón es simple: esta en un conflicto de intereses. Por un lado, si Alex es su hijo tendrá que decírselo, lo que podría molestar a James, y no sabe hasta que punto. Por otro lado, podría quedarse callado. Ya adopto a Alex, biológico o no, ya es su padre, y ya lo quiere como tal. Seguirían todos sus vidas tranquilamente. Pero Alfred no es así. A pesar de que ha cometido infinidad de delitos, todos han sido por un bien. Este no. No puede ocultarle a Alex que es su padre. El grillito en su hombro no lo dejaría dormir. Es hora de actuar.

Sale de su habitación y va directo a la habitación de Alex. El sigue bañándose. Se queda quieto por un momento, pensando. "Un hijo. Un Sherford. Más inteligente que papá y yo". Se concentra en lo que debe hacer. Toma el cepillo del mueble y sale de la habitación.

--Amor, tengo un asunto pendiente, enseguida vuelvo--le avisa a James.

-- ¿Te vas a tardar? Voy a empezar a hacer la comida.

--Volveré tan pronto como pueda.

Debe guardar apariencias. Lo abraza y le da un beso, aunque en estos momentos es lo menos que desea. "Hipócrita, engañaste a James y llevas semanas con el resultado de esa estupidez", piensa mientras sale de la casa. Sube a su auto y sale apresurado. Toma su celular y marca a alguien que puede ayudarlo.

--Bernardo Torres--le contesta un leopardo, forense.

--Berni, soy Alfred.

--Ah, ¿Qué pasa viejo?

--Tengo un problema. ¿Qué tan pronto puedes darme los resultados de una prueba de ADN?

-- ¿Por?

--No es algo que pueda explicar por el teléfono. ¿En cuanto tiempo?

--Para ti, hoy mismo, en la noche.

--Vale, por para allá.

Alfred cuelga justo cuando se para frente a un semáforo. Le entra un fuerte ataque de rabia y comienza a golpear desesperado el volante mientras llora de rabia. Cinco años. Tuvo un hijo y nunca lo supo. Alex fue producto de una irresponsabilidad, y pago errores que el no había cometido. No tuvo la oportunidad de estar con su padre, de disfrutar momentos de felicidad como su primera palabra o sus primeros pasos. Jamás disfruto de la apariencia tierna de un pequeño cachorro que tenía ante sus ojos un mundo maravilloso a su apariencia, con más oportunidades a su alcance que el feto de su madre. Se siente culpable, le dio vida a un niño para alejarse de él de forma irresponsable. Ahora, por primera vez en su vida, no sabe que hacer.

No tarda mucho en llegar al departamento de policía. Ese es un lugar que visita bastante seguido, así que prácticamente ya no le niegan la entrada. Entra y saluda a las encargadas de recepción. Usualmente les trae donuts a los que le agradan, pero esta vez no tiene tiempo y su visita no es agradable. Al llegar a las oficinas saluda a todos y va directo al laboratorio de Bernardo. El joven leopardo, con una bata blanca, queda sorprendido por la preocupación en el rostro del león.

--Viejo, ¿Qué te pasa? Pocas veces te he visto así de nervioso.

--Es urgente que compares esto--saca de su bolsa el cepillo de Alex--, con una muestra de sangre mía.

-- ¿Por?

--Es difícil de explicar.

--Pues necesito saberlo. No es que sea chismoso, sabes que puedes confiar en mí, solo que tampoco voy a andar haciendo pruebas sin tener una explicación.

-- ¿En serio no le dirás a nadie?

--Se muchos de los delitos que has cometido, claro que no le diré a nadie.

Con algo de miedo, comienza a explicarle todo lo que ha pasado, desde el encuentro con Alex hasta que descubrió que podría ser su hijo, sin olvidar ningún detalle. Trata de contener sus lágrimas. Bernardo, que ha sido buen amigo suyo, entiende por que se siente así. Al terminar, lo único que hace es darle un hombro a Alfred donde llorar.

--Esto es grave. Es decir, falsificaste documentos para adoptar al que podría ser tú hijo.

-- ¿Crees que pueda serlo?

--Bueno, no estaré seguro hasta que tenga el resultado de las pruebas. Sin embargo, una marca de nacimiento similar y en el mismo punto no es una coincidencia. Nunca he escuchado de casos similares donde no haya parentesco sanguíneo.

--Me siento tan mal por haberlo dejado.

--Escucha, no eres el único culpable. Esa mujer también tiene culpa. Tú tenías todo el derecho de conocer a tú hijo. Ella te arrebato ese derecho. Debió buscarte desde que supo que estaba embarazada. Pero se calló. Además no puedes pensar que Alex dice la verdad.

-- ¿Crees que me esta mintiendo?

--No, sino que le dijeron algo que no es. Mira, si el tío lo mando a vivir con otra persona es por que no lo quería. Y si su tío no lo quiere, menos su madre. Quizá fue a abortarlo a una clínica clandestina, pero al ver que la madre estaba en riesgo decidieron hacerle una cesárea.

--Eso no me ayuda en nada viejo. Si tienes razón, entonces lo estuvieron tratando muy mal. Yo debí estar ahí para protegerlo.

--Te hubieran chantajeado.

--Hubiera pagado lo que fuera con tal de que lo dejarán. El los odia. Encontré entre sus cosas un dibujo donde aparecía el y un par de tigres enterrados. Los quería muertos. Yo debí estar ahí.

--Primero, estabas borracho, no ibas a recordar nada. Segundo, si no te dijeron fue por algo. Puede que también haya sido una de esas mujeres que deciden encargarse de sus vidas y de sus hijos solas, sin la ayuda de un hombre, pero un error en el parto le quito esa oportunidad. No lo sabremos nunca. Lo único que puedo decirte con seguridad es que no puedes culparte por cosas que no recuerdas haber hecho. Esa chica quizá también estaba borracha. Viejo--le da una palmada en la mejilla--, todos te conocemos. ¿Cuántas veces hemos ido al bar juntos? ¿Cuántas personas te saludan en la calle? Si esa hembra no supo quien eras, es por que también estaba borracha, por eso no te busco, por que no recordaba nada--buen punto a su favor, Alfred debió pensar en eso antes en lugar de culparse una y otra vez aun sabiendo que eso no arreglaría nada.

--Quizá tengas razón, pero eso no me hace dejar de sentirme culpable. No debí tomar tanto.

--Tenías una muy importante razón.

-- ¡No tengo ninguna excusa!

--Si la tienes. Si yo hubiera visto a mi mujer besándose con alguien más hubiera hecho lo mismo. Lo aceptemos o no, el alcohol es el mejor modo de borrar esas imágenes de nuestra mente que el simple deseo de querer borrarlas. No es el correcto, pero es el más rápido. Yo se que para ti es difícil, sin embargo, así no vas a arreglar nada. Tienes que ser fuerte, pensar ahora en que tienes un hijo que necesita de ti.

--...tienes razón. Alex me necesita ahora, no puedo dejarme llevar por mi remordimiento. Supongo que si decide odiarme, estará en todo su derecho, pero aun así, debo ver por el.

--Así se habla viejo.

--Lo que ahora me preocupa es James. Supongo que se molestará.

--No existe pareja que no se moleste cuando descubre que lo están engañando. Pero te ama, eso lo he visto. Quizá se moleste y decida no estar cerca de ti por unos días, pero al final te perdonará, y te ayudará con Alex, igual que tus amigos. Solo se paciente.

--Vale. Por mientras, quiero pensar las cosas bien. ¿Tendrás los resultados está noche?

--Si, es probable. Te llamaré apenas los tenga.

--Gracias.

--Tómatelo con calma viejo, puede arreglarse.

--Lo se.

Sale del laboratorio, un poco mejor tras haber hablado con alguien sobre esto. Sin embargo, aun está algo preocupado por la reacción que Alex y James presentarán cuando les diga. Alex probablemente termine con un trauma, pagará caras sesiones con un psicólogo para tratar de hacerlo superar el hecho de que vivió con su padre sin saberlo. ¿Pero James? El siempre le dijo que lo perdonaría sin importar que pasara. Sin embargo, ahora ya no esta hablando de un simple engaño, sino de un hijo con el que todos han convivido.

Se sube a su auto, sin parar de pensar como le dirá. Ni siquiera puede darle una explicación lógica. Diablos, ni siquiera sabía si esa leona tenía alguna enfermedad. Ni siquiera puede recordar lo que hicieron. Probablemente no solo la leona abuso de el, sino otros animales. Quizá lo estuvieron prostituyendo. No, mejor calla a su cerebro. A veces nunca es buen aliado. Vuelve a pensar en un modo de decirle a James lo que paso, sin imaginarse las reacciones que podría tener.

Sentado frente a la mesa, James le pone un plato de carne asada. El se sienta a su lado. James corta un trozo de carne y la come, mientras le sonríe a Alfred.

--James, tengo un hijo y es Alex.

James lo mira asombrado. De repente se lleva las manos a la garganta. ¡Se le atoro el trozo de carne de la impresión! Alfred se apresura a ponerse detrás de el y presionar su estomago para hacerlo escupir el trozo de carne. Tras tres intentos lo logra. No, no es el mejor modo de decirle. Retrocede.

--James, tengo un hijo y es Alex.

--Desgraciado--James se levanta y comienza a golpearlo lleno de rabia--. ¿Cómo pudiste hacerme esto? Confíe en ti toda mi vida. Renuncie a muchas cosas por ti, y tu te acuestas con la primera golfa que se te pone en frente.

Tampoco, de vuelta al principio.

--James, Alex... es mi hijo.

-- ¿Qué?--comienza a llorar--Es una broma, ¿verdad? Dime que es una maldita broma--sin parar de llorar.

Menos, vuelve a intentar.

--James... tengo un hijo...

Pero antes de terminar la frase ve a James tomar con agilidad el cuchillo para lanzárselo directo a la frente, dejando el cuerpo inerte del león en el suelo.

Esto no va a ser fácil. Aun en su auto, Alfred entiende que no puede adivinar la reacción de James. No es tan fácil aceptar eso, no es como decir que se te enterró una astilla en la pata o que tienes hambre. No sabe si James pueda soportar vivir con el resultado de la estupidez de Alfred, que cada vez que vea a Alex recuerde que su novio se acostó con alguien más. Por primera vez en muchos años se siente solo, y muere por un abrazo de consuelo de su madre.

No hay modo de poder ver directo al sol, a menos que vayas a el. Alfred lo sabe. Le tomo 15 minutos decidirlo, pero esta de nuevo en el bar donde se puso la peor borrachera de su vida. Se arrepiente, sin embargo no es pretexto para que deje de tomar, pues sabe que no lo va a cumplir. Entra. Apenas están acomodando las sillas, pero ya hay un toro y un leopardo tomando. Al menos su memoria antes de tomar sigue intacta. El lugar esta exactamente igual que antes. Hay una mesa de billar en el centro, cuadros de actores viejos en las paredes, propaganda de diversas cervezas. Se sienta en el mismo taburete de hace cinco años. El mismo tabernero, un viejo bulldog. Un par de recuerdos surgen de la nada. Sentado, comenzando a marearse, le platica al bulldog sobre el por que esta ahí.

--Se ve triste--le dio una cerveza de barril--. La casa invita.

--Gracias.

--Los leones no son muy propensos a expresar su tristeza y debilidad públicamente. Debió ser algo grave para que este asi.

--Vi a mi pareja... besándose con alguien más.

--Vaya, eso es serió.

--Bastante. Nunca creí que pudiera haberme engañado. Me decía siempre que me era fiel, pero ahora no se si creerle.

--Nunca es fácil esta clase de cosas. Mi mujer me decía lo mismo todo el tiempo, pero la muy perra me engañaba con mi vecino. Me alegra haberla corrido de la casa. Al menos así uno ya es libre para volver a disfrutar de la soltería.

--No se si yo quiera disfrutarla. Es mi verdadero amor.

--Si lo engaña usted tiene derecho a hacer lo mismo. Aquí hay muchas hembras que le harían pasar un buen rato. La leona de aquella mesa--señala hacía la mesa del rincón. Alfred voltea y ve a una leona sonriendo--lo ha estado viendo desde que llego. Viene muy seguido y a veces se queda hasta que cierro. Ahora entiendo por que dicen que solo entre leones se pueden satisfacer. Ella es insaciable. Debería intentarlo.

--Creo que lo pensare.

-- ¿Qué le sirvo?--le pregunta el tabernero, regresándolo a la realidad.

--Ah... cerveza de barril.

--Enseguida--le sirve en un tarro bastante grande y se lo da--. Aquí tiene.

--Gracias--Alfred da un largo sorbo--. No hay mucha gente.

--Aun es temprano. Mas tarde comenzará a llenarse.

Alfred da otro vistazo al lugar. A simple vista parece tranquilo, cuando en realidad hay cometió uno de los peores errores de su vida. Debe analizar la conducta que tomó ese día. En la mayoría de los casos, la euforia que genera el alcohol genera conductas y reacciones inesperadas. Seguirán los consejos de otras personas por que su cerebro cree que se trata de alguien de confianza. Si ese tabernero le aconsejo insinuarse a esa leona, Alfred lo hizo. Del mismo modo se va en contra de las normas de conducta que hemos establecido, hacemos cosas que usualmente no haríamos. Bueno, acostarse con una mujer es algo que no haría estando en sus cinco sentidos. Además el alcohol solo aumento su depresión. Alfred es una persona pacifica y paciente, sin embargo, cuando se altera su lado oscuro suele ser vengativo. De haber decidido seguir el consejo del tabernero, hubiera actuado más por despecho que por placer. No sería algo que deseara disfrutar, sino acabar lo más pronto posible para sentir que ambos ya están iguales. De ser así, olvidando su conducta la hubiera llevado al sitio privado más cercano que tuviera a la mano. Mira hacía la derecha y ve en la pared el letrero de sanitarios.

Si por fuera la taberna se ve bastante sucia, los baños no daban mucho que desear. El olor a vomito y orina inunda el aire. Alfred se tapa la nariz, asqueado. Se imagina la cantidad de cosas que han pasado en ese baño. No, mejor no. Mira todo el baño mientras una sensación de deja vu lo envuelve. Es aquí. Siente como si el tiempo a su alrededor estuviera retorciendo hasta hace cinco años. Se mira frente a los lavabos, abrazando por detrás a una leona. No logra verle el rostro, por más que lo intenta.

--Anda... será rápido--dice Alfred mientras la acaricia. Ya logra recordar eso. En realidad no le causaba ninguna excitación acariciar sus muslos, pero quería aparentar otra cosa.

--No lo creo--contesta la leona entre gemidos, creyendo las caricias de Alfred--. Yo tengo una dignidad, y la perderé si lo hago aquí.

--Pero eres una puta, ¿Qué clase de dignidad puedes tener?

--No tiene nada de malo ser puta. Pero ignorare tu insulto por que estas tomado. Escucha... por lo que me contaste sobre tú pareja, estoy de acuerdo en que lo hagamos, se lo merece. Pero para que sufra más es mejor que lo disfrutemos de verdad, y que el lo vea.

-- ¿Qué lo vea?

--Si, vamos a tú casa y lo hacemos ahí, para que nos vea cuando llegue.

--No creo querer hacer eso.

--Anda, el te engaño frente a tus narices. Tienes todo el derecho de hacer lo mismo.

-- ¿Y si no me engaño?

--Lo viste besando a ese tipo. Lo hizo. Anda, vamos a tu casa, que estoy ardiendo.

--No... ya no creo que sea buena idea. Dis... disculpame--se da la vuelta, pero antes de poder salir siente algo encajarse en su cuello. Levanta la garra y siente la aguja siendo sujetada por la suave garra de la leona. Siente como todos sus músculos dejan de funcionar. Gira la cabeza, pero no logra ver su rostro. Rápidamente pierde la visión y la conciencia.

Impresionante. No logra ver a través de la luz en su memoria, pero aun así puede deducir que fue violado. Debió usar un paralizante bastante fuerte para que lo durmiera tan rápido. Frente a su computadora, comienza a buscar una lista de tranquilizantes que pudo haber usado. Sin embargo, todos son demasiado lentos, en comparación con la velocidad con la que el se durmió.

Comienza a bajar más, y más, y más. La lista parece interminable. La simple morfina no basta. Para cada especie se ha hecho diversos tranquilizantes. Los tranquilizantes para leones actúan en 10 segundos. El se durmió en 2 segundos. Sin duda debió ser un tranquilizante para elefantes.

Bingo. M-99, hidrocluroro de endorfina. El tranquilizante más rápido que puede encontrar. Solo agentes de la DEA tienen acceso a el, y los que tengan un buen comerciante en el mercado negro. Sin duda fue ese el tranquilizante usado. Encontrar a quien lo compro sería como encontrar una aguja en un pajar. Tendrá que recurrir a otros medios. Pero en este momento ya no sabe a donde ir. Sus recuerdos se han bloqueado. Su mente permanece iluminada por el resplandor del olvido, por el cual no puede mirar, por más que lo intenta. Sus deseos de conocer la verdad se quedan en eso, deseos, sueños sin poder cumplir. Se siente como un ciego cuyo lazarillo lo lleva a algún sitio pero sin decirle a donde. Se siente perdido.

Ya las horas han pasado y el sigue sin una respuesta clara. A pesar de que tiene la certeza de que Alex es su hijo, aun no puede confirmarlo sin el examen. Cree que aun tiene una posibilidad de cambiar las cosas. Es como cuando sabes que reprobaste un examen por que no sabías nada, pero ruegas por que los resultados cambien al último momento y apruebes. Así se siente. Rogando por que la prueba definitiva sea contraria a lo que el ya sabe.

El sol se oculta, dejando en la oscuridad la habitación. Afortunadamente, todos hicieron caso a la petición de Alfred de que no lo molestaran, pues necesitaba trabajar. En realidad necesita esconderse, huir a los brazos de la oscuridad y la soledad, donde uno se conoce a si mismo, a sus miedos, sus frustraciones, sus más oscuros deseos. Alfred ya los ha conocido, y les ha dado una forma física. Un león negro. La representación de todo lo que el no desea ser. Por mucho tiempo mantuvo una especie de lazo con ese león, una unión. Tenia un horario para que el tomará su lugar y manejara su forma física. Es cuando actuaba con frialdad, con odio, con premeditación. Pocas son esas veces, pero todas han sido decisivas para mantener con vida al león.

Sin embargo, mirando hacía la puerta, ve a ese león negro. Se ríe de él, de su desgracia, de su dolor. No, no se ríe de eso. Mira la melena del león negro, y ve un trozo que comienza a pasar de negro a un amarillo oscuro. Se mira su melena y ve que un poco a tomado un color oscuro. Vuelve a reírse. "Cada día te pareces más a mi", le dice una voz en su cabeza. Y tiene razón. Infidelidad. Es una de las cosas que nunca deseaba hacer, y sin embargo, lo hizo. Ha cometido un error, y ese error llevo a otro error, el nacimiento de Alex; esto llevo a otro error, ocultar este secreto. Cometer un error significa cometer otro, y otro, y otro. Un efecto domino. Cuando la última pieza caiga, Alfred habrá tomado el lugar de su león negro en el rincón más oscuro de su mente. Solo adelantándose y quitando una pieza podrá detener el efecto domino que generó. Eso significa decirle la verdad a James, ahora.

Suena su celular. Se apresura a contestar, sabiendo de quien se trata.

-- ¿Tienes los resultados?--le pregunta a Bernardo.

--Si.

--Dime cuales son.

--Los análisis de ADN dieron positivo en un cien por ciento. Alex es tú hijo--Alfred siente como si algo dentro de el haya explotado. Los últimos cinco años pasan frente a el. Se mira disfrutando de la vida junto a James, mientras su hijo sufre la ausencia de su padre--. Quisiera volver a hacerlos para ver si pase por alto algo.

--No es necesario viejo.

-- ¿Estas bien?

--No, pero merezco estar así. Gracias.

Cuelga, dejando a Bernardo preocupado por lo que pueda ocurrir ahora. Ahora que sabe la verdad, sabe que tiene que hacer, sin embargo, siente como si le hubieran atado una loza a las piernas y lo hubieran lanzado al océano. Trata de salir a la superficie, pero le es imposible. El peso de la roca lo arrastra. Su pasado lo arrastra al abismo del infinito océano.

Sale de su habitación. Alex esta en la sala, viendo la televisión con James y los demás. Ninguno sabe lo que esta por ocurrir. Por más que desea ir con ellos y aparentar que nada malo esta pasando, Alfred no puede hacerlo. Es un experto usando mascaras. Algunas veces, para no preocupar a James, ha ocultado cosas que ocurren en el trabajo. Se le da bastante bien eso de aparentar. Ser un fuerte león, valiente, responsable, pero también alegre y divertido, ser alguien perfecto. Sin embargo, en este momento se siente igual que cuando se sintió durante toda su vida antes de encontrar a James, un pequeño león, débil, asustado, cobarde, incapaz de aceptar sus responsabilidades, esperando a que mamá y papá vengan a resolver todo por el. No sabe si es una mascara o es la verdadera apariencia que tiene. Sin embargo, en la situación en que se encuentra, es la adecuada. Solo un cachorro indefenso. Su rostro es muy pequeño para usar las enormes mascaras que había usado antes para fingir su dolor o su miedo. Ahora esta solo.

Sabe que James lo ama. Pero perdonar una traición es algo bastante difícil, que cuesta mucho tiempo, y aun así nunca se logra cerrar del todo esa herida. Siempre habrá algo que la haga visible, que la mantenga abierta, sangrando, matando lentamente. Decirle abrirá una herida que jamás cerrará. Se quedará abierta por el resto de su vida, y Alfred tiene miedo de que algún día esa herida mate el amor que James siente por el. Pero debe serle honesto, aunque eso signifique perderlo para siempre.

--Amor--le llama. James voltea, esperando recibir un sorpresivo beso. Pero en su lugar ve a Alfred, entre las sombras, con un rostro de tristeza-- ¿Podemos hablar?

--Si--James se levanta y lo abraza apenas lo tiene a su alcance-- ¿Por qué esa cara? ¿Pasa algo?

--Ven--lo lleva a la habitación y entre cierra la puerta.

--Amor, me estas asustando. Nunca te había visto tan triste.

--No es cualquier tristeza. Escucha, tú... sabes que te amo, y que eres lo más importante que tengo en mi vida. Tú me salvaste una vez, me has cuidado por cinco años, has seguido a mi lado a pesar de que soy mentalmente inestable. Y pues, yo...

--Alfred, lo que tengas que decirme, dilo ya--lo mira a los ojos. Su mirada de amor pronto se convertirá en una de tristeza cuando escuche la verdad

--El día que tuviste ese accidente, en el que quedaste en coma. Yo, me sentí muy mal por haberte visto besándote con Harry. Tome demasiado para tratar de olvidarlo, y yo... me acosté con alguien.

James traga saliva. Mira a Alfred, esperando que diga que es una broma. Aunque fuera de mal gusto, lo aceptaría. Sin embargo, en su mirada perdida en el suelo de madera ve la tristeza que la verdad suele causar.

-- ¿Con... alguien?

--No estaba pensando lo que hacía. No sabes como me arrepiento.

--Vale... bueno... yo, no se... supongo que era lógico que eso pasará, estabas confundido. Pero, ¿Por qué me lo dices hasta ahora?

--Por que apenas lo recordé. Fue por Alex con quien lo recordé. No fue un macho con quien me acosté, fue una leona--James ya sabe lo que seguía, pero aun así se queda para escuchar, creyendo que esta alucinando--. Alex es mi hijo.

--No...

--Tiene una marca de nacimiento como la mía, y los análisis de ADN dieron positivo.

--No...--se aleja lentamente. Alfred trata de acercarse pero James le grita-- ¡Aléjate! No quiero estar cerca de ti.

--James, por favor, no sabía lo que hacía.

--Eso no cambia las cosas. Tú siempre has sido alguien con cordura.

--Tú acabas de decir que era lógico que pasará.

--No sabía toda la verdad. Lo que cometiste fue algo atroz. Lo abandonaste por cinco años.

Ellos no lo saben, pero un oído indiscreto presta atención a toda la conversación. Alex se preocupo también al ver a su padre tan triste, y sin que los demás se dieran cuenta, comenzó a escuchar la conversación, aprovechando que la puerta no estaba del todo cerrada. Al menos no llego a escuchar la parte donde dicen que es hijo de Alfred.

--James, no sabía de esto. Créeme que si hubiera estado consciente de lo que hice, me hubiera hecho cargo de todo, pero no lo sabía. Además ella ni siquiera me dijo nada. Nunca me llamo.

--Tú tampoco te preocupaste mucho por lo que habías hecho. Pudiste haber investigado.

--Estaba preocupado por ti, tenía miedo de que algo malo te pasará.

--Pues quizá hubiera preferido eso. Estaba en coma y no hubiera sufrido tanto como ahora.

Ahora es Alfred quien se siente herido. Pero quizá tenga razón. Mira la herida en el corazón de James, y ve como se desangra rápidamente.

--Alfred, no quise decir eso.

--Que más da ahora. Parece que tienes razón.

--Es que... ¿un hijo? Paso toda su vida deseando un padre.

--Hubiera deseado estar ahí.

-- ¿Le dirás?

--No lo se.

-- ¿Qué? ¿Cómo que no lo sabes? Debes decirle.

--Es que no es tan fácil. ¿Qué quieres que haga? ¿Qué debo decir? Sabes Alex, hace unas horas recordé que yo soy tú padre.

-- ¿Qué?--pregunta una joven voz. Preocupado por escucharlos gritar, Alex entró a la habitación solo para enterarse de la verdad del peor modo posible.

--Alex... yo--Alfred se acerca preocupado a el.

-- ¡No te me acerques!--se aleja llorando y sale corriendo de la habitación. Alfred sale tras el, pero parece que el cachorro es bastante rápido. Escucha la puerta de la entrada cerrarse de golpe, mientras sus amigos miran confundidos a un león salir corriendo desesperado.

En la habitación. James Summers se sienta en el rincón, en la oscuridad, y comienza a llorar. Siente como si su corazón haya muerto.

La lluvia golpea con fuerza la ciudad. Ni los instintos felinos de Alfred pueden ver a través de la oscuridad que ha envuelto a la ciudad. No tiene idea de donde pueda estar Alex. Se preocupa. Siente como si algo le estuviera perforando el corazón una y otra vez. Siente como se desangra. Como muere lentamente. James no se merecía esto. Una estupidez cometida por no usar el cerebro.

Sin embargo, ahora le preocupa Alex. No por que se este mojando. Le preocupa su mal. Si es su hijo, debe tener el mismo mal que el. Alfred nació con un mal cardiaco hereditario. Alex debe tener el mismo mal, y eso le preocupa. Una crisis a su edad puede matarlo.

Corre por las calles tratando de buscarlo, pero por más que lo intenta no logra encontrarlo. No sabe que hacer. Se siente solo, indefenso. Es una victima más de la cruel y despiadada vida.

Las calles parecen tener un aspecto infinito, perdiéndose en la oscuridad, sin ningún punto como fin. Escucha las risas de su león oscuro. Le da rabia. A pesar de que evito que se terminará convirtiendo en el, su vida ha dado un giro doloroso. No importa que pase ahora, las cosas de aquí en adelante no volverán a ser las mismas.

Entonces lo ve, sentado en una parada de autobús. El pequeño león blanco encontró este un buen refugio. Sabe que ya lo vio, pero aun así se acerca como sin nada.

-- ¿No es un poco tarde para que un cachorro ande por las calles solo?

--No es nadie para decirme lo que tengo que hacer.

--Claro que lo soy. Quizá estés molesto conmigo, pero sigo siendo tú padre.

--No, no lo eres. Un papel lo dice, pero...

--No digas que no lo soy, por que desde que llegaste a casa te he tratado como mi hijo.

--Eso no compensa los cinco años que no estuviste.

--Mira... escucha, se que estas molesto conmigo. Tienes todo el derecho a estarlo, lo merezco. Pero al menos déjame explicarte las cosas.

--Eso no va a cambiar lo que paso.

--Claro que lo hará. Alex, sabes que te quiero. Hace cinco años... cometí una estupidez. Me emborrache por que vi a James besándose con alguien más. Eso me lleno de coraje, quería olvidar lo que vi. Por eso tome tanto. Sin saberlo, tuve relaciones con tu madre, y ella al parecer se embarazo.

--Pudiste buscarla.

--Lo hubiera hecho. Pero al día siguiente me llamaron del hospital diciéndome que James había tenido un accidente, que estaba en coma--Alex ablanda su rostro, comienza a comprender la situación en la que se encontraba su padre--. Yo sabía que algo había pasado esa noche, pero estaba más preocupado por James. Tenía miedo de perderlo. No pensé en otra cosa que no fuera el. Después olvide lo que paso aquel día, hasta que vi la marca de nacimiento en tu espalda.

--Yo... no sabía eso... mi tío me dijo siempre que te habías olvidado de mi. En parte tiene razón. Pero ahora que te escucho... se que tuviste una razón, y que no te olvidaste de mi por que no sabías nada.

--Si hubiera sabido algo...

--Lo se papá--le interrumpe su hijo--. Estoy molesto por que hayas actuado tan irresponsablemente, pero se que tuviste tus razones. Y las entiendo.

Sorpresivamente Alex abraza a Alfred. Ambos lloran. Padre e hijo, que tanto tiempo, inconcientemente, se habían buscado, ahora estaban juntos. El llamado de la sangre siempre los reunirá, sin importar lo que pase.

Padre e hijo entraron a la casa. Todos le lanzan miradas fulminantes. Sin duda cuestionaron tanto a James que el no tuvo más remedio que decirles. Entre ellos, puede ver al joven lobo, con sus ojos rojos de tanto llorar. Alex se aferra al brazo de su padre. Alfred solo suspira, y camina con Alex a la habitación del cachorro.

Una vez dentro, ambos se sientan en la cama y se abrazan.

--Alex, hay algo que debo saber. ¿Estas tomando medicamentos?

-- ¿Cómo lo...?

--Nací con una enfermedad cardiaca muy rara. Tuvieron que operarme para evitar que muriera, y aunque al principio desapareció...

--No se pudo controlar--le interrumpe Alex.

--En mi caso solo tomo una pastilla al día. Pero no se cuantas debas tomar tú.

Alex se levanta y saca las pastillas del aire acondicionado, y la receta de su mochila. Alfred toma la receta y la lee.

--Yo nunca te he visto tomarlas--dice Alex.

--La tomó después de cenar, sin que nadie me vea.

-- ¿James no lo sabe?

--No me gustaría que se preocupara. Además, creo que ahora no tiene deseos de escucharme.

--Lamento haber causado todo esto.

--Tú no tienes la culpa--se hinca frente a el--. Esto fue culpa mía, una irresponsabilidad. Ahora tengo que afrontar las cosas. Si debo terminar con James por esto, lo haré, pero no te voy a dejar solo.

--Pero lo amas.

--Lo se. Pero eres mi hijo, y te amo también.

Alex no dice nada, solo abraza a su papá. Alfred lo mira. Su hijo. Su legado. Un Sherford. Heredó el pelo blanco de su padre. Una mente brillante. El día que Alfred muera, será Alex quien tome la estafeta y siga su camino. Alfred pasa sus garras por la espalda de su hijo. De repente se dispara un recuerdo en su mente... una leona.

Lentamente, Alfred abrió sus ojos. El efecto del sedante parece haber pasado. No logra reconocer donde esta, por lo que usa una técnica que nunca le ha fallado cuando se siente desubicado, hablar consigo mismo. "Mierda, siento como si me taladraran la cabeza. Anda Alfred, concentrate, ¿Dónde estas? Parece mi habitación. Diablos, esa maldita leona me trajo hasta aquí. Si me saco del bar, alguien más debió ayudarla. Mierda, no volveré a tomar tanto. Parece que alguien esta en el baño. Quizá sea James. No esta en su lado de la cama. Espera... estoy desnudo. ¿Cómo coños termine desnudo? James no me habría desnudado. Debe estar furioso por como llegue. Vale Alfred, levántate de la cama y ve a disculparte. Después le pedirás que te explique por que se besaba con ese tipo. Con calma. Espera, esta saliendo del baño... pero..."

-- ¿Quién coños eres tú?--pregunta en voz alta a la imagen borrosa que esta viendo.

-- ¿Qué no te acuerdas cariño?--contesta la leona que, desnuda, avanza hacía el--Para estar sedado estuviste magnifico.

-- ¿Qué me has hecho?

--Nada. Solo lo hicimos, como habíamos planeado.

-- ¡Te dije que no quería hacerlo!

--Pues ya es tarde para arrepentirse. Al parecer, el daño ya esta hecho.

Entonces la figura borrosa comienza a tomar forma. No necesita todo el cuerpo. Con el rostro le basta.

--Eva--es lo único que puede pronunciar antes de sentir de nuevo el pinchazo en el cuello.

--Lo malo de todo esto, es que al despertar no lo vas a recordar.

Acto seguido vuelve a caer inconciente.

--Alex, nunca me dijiste como se llamaba tu mamá.

--... Eva... tiene lindo nombre.

--Si... si lo tiene.

No puede ver a través del resplandor de sus recuerdos, pero ya no cabe duda de que Eva fue la leona que abuso de el. Ahora entiende por que los tres desaparecieron. Un hijo era el plan perfecto para separarlo de James. Sin embargo, Ottelo deseaba arruinarle la vida, y aunque ha perdido a James, ahora tiene a su hijo. No entiende por que Ottelo planearía esto. Sin embargo, no le importa en lo más mínimo. Mientras se mantenga alejado...

Nota del autor

Yay! Tercera y última temporada. Al menos será larga, o eso espero. En fin, en este capítulo me enfoco hacía el olvido, hacía aquellos recuerdos que por más que intentamos no podemos recordar, que permanecen ocultos en los rincones más oscuros de nuestras mentes. Los fantasmas del pasado han alcanzado a Alfred, y tienen un rostro. Pero por más que lo intenta no puede verlos, pues su mente se niega a recordarlos. A todos nos pasa, hay cosas de nuestra vida que fueron importantes, que nos explicarían el porque de nuestra personalidad; sin embargo, que no podemos recordar. Solo vemos una luz blanca. Ahora Alfred tendrá que vivir sabiendo la verdad, pero sin poder recordarla del todo.

Agradezco a mis fieles lectores por seguir pendientes de mis historias, por haberme seguido desde que la inicie. No seria nada sin ustedes, que han sido una importante base para mí como escritor. Y sin duda muchos me han dado ideas que han mejorado esta historia. También le agradezco a mis amigos, que siempre me han apoyado cuando me siento solo, con los que me he divertido bastante, y han significado algo muy importante en mi vida.

Pero sobretodo, gracias a ti, a mi tigueshito lindo James n.n eres la razón de mí existir, y gracias a esta historia te conocí n.n hace ya más de un año. Has sido tan importante en mi vida, y lo seguirás siendo por siempre. Gracias por todo el apoyo que me has dado, no se que sería de mi sin ti bebe. Muchas gracias por amarme, y por estar conmigo. Por eso, como siempre, te dedico este capitulo n.n Te amo mi lindo tigueshito James