El otro trozo de mi corazón

Story by Alfred Sherford on SoFurry

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El amor es un sentimiento bastante curioso, y mucho más el modo en que se presenta. Cada persona tiene la oportunidad de darle la definición que desea, la forma en que quiere expresar su amor, pero en especial a quien se lo quiere expresar. Hay quienes viven para amar a la naturaleza, otros que viven para amar a Dios, la mayoría siguen lo que se considera amor normal: entre un hombre y una mujer. Sin embargo, yo soy uno de los que lo tomo de un modo curioso: entre un hombre y otro hombre.

Mirando por la ventana del autobús, rumbo al DF, pienso en lo duro que será vivir lejos de casa. Aunque no era de mi agrado estar con mi familia, pues considero anticuada su forma de pensar, y mucho más su comportamiento. Liberarme de ellos y entrar en un nuevo ambiente me hacían sentir capaz de liberar todo mi potencial.

Lo malo es que sería un cambio radical en la vida que llevaba antes. Muchas cosas tendre que hacerlas por mi cuenta, cosas que antes no pensaba que fuera a hacer. Sin embargo me mantengo tranquilo. No me rindo fácil, y esa no sería la excepción. Quien diría que ese espiritu de lucha me daría lo más preciado que ahora tengo en mi vida.

Al llegar a la central de autobuses, espero que toda la gente se baje. No es agradable para mi caminar entre la multitud. Cuando ya todos se había ido, me eche mi mochila al hombro y baje. Una brisa paso frente a mi cuando baje. Yo, un león de 18 años, 1.60m, de lindos ojos entre cafes y negros, larga melena que llega hasta debajo de mis hombros, garras grandes y listas para atacar. Mi pelaje amarillo brilla con la luz del sol. Mi melena se agita suavemente con el viento. Sonrío. Me siento libre.

Me apresuro a tomar mi equipaje y entrar a la central. Había quedado de verme ahí con un amigo que ya tenía bastante tiempo de conocer. Avance entre la gente, atento. Checo el reloj, ya son las 3:50pm. Bajo mis orejas algo triste.

--Dijo que estaría aquí diez minutos antes. Supongo que tendré que tomar un taxi.

--Víctor--escuchó a alguien gritar tras de mi. Al voltear veo entre la gente a un alto tigre siberiano, de casi 1.80m. Su pelaje blanco brilla con tal intensidad, que resalta entre el montón de gente. Sus ojos verde "aguapuerca", como el suele decirles, me dirigen una mirada dulce y relajante. Algo gordito, cosa que a él no le importa mucho. Un tigre bastante dulce.

Corro hacía el, para darle un fuerte abrazo una vez que lo tengo a mi alcance. Siento sus fuertes brazos recorrer mi espalda en un reconfortante abrazo. Su calor me invade. Su fuerza me atrapa entre sus brazos. Pero en ese momento, no se llega a nada más. Nos separamos y lo miro a los ojos.

--Nacho, que gusto verte por fin.

--Lo se, igual yo.

--Creí que te habías olvidado de mi.

--Ah jeje, discúlpame. Si llegue diez minutos antes, pero me dio hambre y fui a comprar algo.

--Ah vale, no hay problema--miro en todas direcciones-- ¿Y Alberto?

--No pudo venir, tiene mucho trabajo en la escuela.

--Ya veo. Bueno, lo veré en la casa.

--Si. ¿Y como estuvo el viaje?

--Tranquilo, casi nos volcamos en una curva, pero llegamos bien.

-- ¿Qué clase de chofer contratan aquí?--se oye bastante indignado.

--Tranquilo Nacho, no paso nada. Aun así, no pienso tomar de nuevo ese autobús.

--Vale, pero deberías quejarte de el.

Me rio ante el comentario. Después seguimos platicando mientras caminamos hacía la salida.

Conozco a Nacho desde hace mucho. No es el único amigo que tengo en el DF. De hecho le pude pedir a oro amigo que me hospedará, pues Nacho también le pidió a alguien que le dejará vivir con el. Sin embargo, cuando le dije que me iba al DF, me pidio que aceptará quedarse donde el se estaba quedando. Insistio tanto que acepte. Lo malo es que viviría en la casa de mi futuro enemigo: Alberto, el "novio" de Nacho.

Su casa es grande para los tres. Apenas entrar esta la sala, con un televisor de plasma en la pared. A los lados hay dos libreros con libros sobre dibujo y otros temas. En uno esta un estereo de estilo bastante futurista, delgado de color azul. Es bastante caro la verdad. Paso al comedor, donde hay una mesa pequeña de caoba. Después esta un pasillo que lleva a las habitaciones. Nacho me guió a la mia, una habitación con una cama individual y un baño. Dejo mis cosas en la cama.

--Espero que te guste--me dijo.

--Ya me están dando hogar, quejarme sería hipócrita.

--Vale, pero si necesitas algo solo dilo. Ven, te presentare a Alberto.

Camino con Nacho hacía su habitación. No niego el hecho de que apenas escuchar su nombre siento algo en mi pecho, algo que aun no entiendo.

Al entrar en su habitación veo la cama matrimonial, donde supongo que han hecho bastantes cosas. Después veo a Alberto, un panda gigante de ojos negros. Se encuentra frente a su computadora, haciendo lo que parece un anuncio. Si no me equivoco, creo que estudia dibujo digital.

--Amor--le llamo Nacho. De nuevo, escuchar eso, me provoco algo raro. El panda levanto la mirada y me vio--, el es Víctor, el amigo que te platique.

--Vaya--se levanto y me saludo con fuerza--, mucho gusto. Nacho se la pasa hablando e ti, dice que eres bastante bueno con el.

--Si, lo he ayudado mucho, es lo que cualquier amigo haría.

--Vaya que si. También me dijo que vas a ser periodista.

--Pues no es un trabajo bien pagado, pero me gusta.

--Eso si, mientras te guste no hay problema.

--Prepararé algo de comer--dijo Nacho.

--Es lo bueno de tener a alguien que va a estudiar gastronomía--señala Alberto. Se acerca a Nacho y le da un calido beso--. Espero que te haya gustado tu habitación.

--No me quejo. Ya están haciendo bastante con darme donde quedarme. No quiero ser una molestia.

--No lo serás. No tengo problema con que viva aquí alguien más.

--Vale, ire a ordenar mis cosas.

Voy directo a mi habitación y cierro la puerta mientras me llevo la garra al pecho. No logro entender por que siento eso. Desde que llegue, escuchar el nombre de Alberto me causaba algo extraño. Cierro los ojos y me relajo. No se por que siento eso, pero debo mantenerme tranquilo.

El primer día paso tranquilo. Ya me había instalado en la habitación. Por primera vez probe la comida de Nacho, que es bastante buena. Pasamos un rato viendo la televisión los tres. Después cheque algunas cosas de mi escuela.

Sin embargo, aun tenía en mi cabeza ese sentimiento. Era como ira, ira hacía Alberto. Veía una falsedad en sus ojos cada vez que se refería al amor que sentía por Nacho. Me pase toda la primera noche tratando de analizar por que comencé a sentir eso. No podía estar tranquilo en esa casa mientras no descifrara ese sentimiento. No tendría más opción que irme de la casa.

Pero un par de días después entre a la escuela, y mi mente se olvido de todo que no fuera la tarea. Necesitaba tomar algunos cursos antes del inicio de clases, para no tener problemas. Apenas llegaba a casa tenía que ponerme a leer decenas de libros y hacer ensayos de ellos.

Sin embargo, las cosas empeoraron pronto. En las noches me invadía una paranoia, de que cualquier ruido que escuchará provenía de algo que Nacho y Alberto estuvieran haciendo. Son pareja, no tendría por que molestarme de que hicieran el amor. Pero me molestaba, y no lograba entender por que. Sentía lo mismo cuando los veía darse arrumacos, cuando se besaba, cuando hacían cualquier acción respectiva a los novios.

Un día que Alberto salió a comprar algunas cosas, me quede con Nacho solo. Sentados los dos viendo la televisión, le dije:

--Debe ser genial estar con alguien, ¿no?

-- ¿A que te refieres?

--Digo, hacer el amor.

--Pues--se sonroja--, si. Es algo lindo.

--Jeje, supongo que en eso debo decir que te... tengo celos.

-- ¿Celos?

--Si. Tú tienes a alguien a quien expresarle el amor que sientes, tú tienes a alguien.

--Pues puedes encontrar a alguien.

--No es tan fácil. Me gustaría encontrar a alguien con quien pueda estar toda la vida. He soñado con la pareja perfecta, y me gustaría que el fuera el primero y único amor.

-- ¿Crees poder encontrarlo?--me pregunta, algo incrédulo. Miro a Nacho a los ojos, más allá de su dulce mirada. Entonces comprendo por que me he sentido así. Es verdad, tengo celos. Y si tengo celos, es por que, con el tiempo, me he enamorado de Nacho.

--Creo que si.

Ya en la noche, mirando hacía el techo, tratando de no escuchar los ruidos provenientes de la habitación de Alberto. Controlo mis deseos de entrar y matar a golpes a Alberto. Me tapo el rostro con la almohada.

--Esto no puede estar pasando. Es el novio de Alberto. Sería incorrecto hacer algo para que terminaran. Lo amo demasiado, perro no puedo decirle--destapo mi rostro y miro hacía la ventana--. ¿Qué puedo hacer? No quiero dejarlo, pero tampoco puedo seguir viviendo aquí, siendo testigo de la relación que tiene.

Necesito pensar bien las cosas, fríamente..Debía tomar una decisión que no lastimara a ninguno de los dos. Sin embargo, solo había una: irme de la casa, y no volver a verlo.

Un par de días después, escuche algunos gritos viniendo de su habitación. Supuse que estaban discutiendo, y si, el ver a Alberto salir hecho una furia me lo confirmo. No me metí pues lo creí capaz de matarme si me atravesaba. Apenas salió, me apresure a entrar a su habitación, donde la escena me destrozo el corazón: Nacho, sentado en el suelo, llorando. Rápidamente me sente a su lado y lo abrace. Sus lágrimas no paraban de caer, y verlas me causaba un dolor horrendo en mi corazón.

-- ¿Qué paso? ¿Por qué discutieron?

--Es que...--me abraza como su fuera lo único que tuviera en el mundo. Ese abrazo me hizo sentir tan feliz--... no lo se... le pregunte por que ha estado llegando tarde estos últimos días y... no se por que se puso así, me pregunto si no confiaba en el, y que no podía estar con alguien que no le tuviera confianza.

--Pero, tienes derecho a saber.

--Lo se, y por eso no entiendo por que se puso así. Víctor, nunca me había hablado así. Algunas veces se enojaba, pero nunca me grito así.

--Tranquilo, tranquilo. Se que es raro, pero quizá esta pasando por algo malo en la escuela.

--Es que otra veces ha estad más presionado y nunca me ha gritado así.

--Bueno, habla con el.

--No creo que quiera escucharme. Es que... estos días ha estado muy cambiado. Casi no hablamos, es más rudo. Le pedí una explicación y me contesta así. Estuvo a punto de golpearme.

-- ¿Qué? ¿Cómo pudo atreverse a eso?

--A mi también me sorprendió.

Lo miro a los ojos, a esos lindos ojos que, aun estando llenos de lágrimas, me parecían tan lindos y relajantes.

--Tienes que hablar con el. Le guste o no te tiene que dar una explicación.

Nacho se ve más calmado. Baja la mirada y se recuesta en mi pecho. Sentir su rostro en mi pecho me hizo latir con fuerza el corazón. Lo tenía entre mis brazos, tenía al tigre que tanto amaba a mi lado. Moría por levantarle el rostro y plantarle un calido beso en esos labios dulces. Abrazarlo con dulzura y acariciar su cuerpo lentamente, recorriéndolo por completo. Llevarlo a la cama y hacerle el amor con dulzura.

--Victor--su melodiosa voz me saca de mis pensamientos.

-- ¿Si?

Levanta la mirada y me ve a los ojos.

-- ¿Por qué te preocupas tanto por mi? Después de Alberto, nadie lo había hecho.

--Bueno... eres mi amigo, tú harías lo mismo por mi.

--Eso si. Pero, se que es por algo más.

--No, es solo... solo por eso.

--Víctor, me dices que Alberto debe tener confianza en mi, pero tú no la tienes.

--Es que...

--Vic, ¿Por qué? Desde que llegaste te has comportado algo extraño.

Comence a acercar mi rostro al suyo. Al parecer lo noto, pero no le importó. Dejo que mis garras bajaran por su espalda, acariciándola con dulzura.

--Me haces cosquillas--me dijo.

Subí mis garras lentamente hacía su rostro.

--Nacho, yo... si después de esto quieres odiarme... estas en todo tú derecho.

--No tendría por que hacerlo.

--Bueno--acaricie su mejilla. El ya sabía que iba a hacer después, pues no hizo nada por evitarlo--, yo... yo te amo--dicho esto, le plante un beso en esos bellos y carnosos labios. Lo miraba con mis ojos entrecerrados, mientras mis garras comenzaron a bajar de nuevo. Un calor invadió mi cuerpo en su totalidad. Sentí las garras de Nacho desabotonar mi camisa para luego comenzar a acariciar mi pecho desnudo. El calor que me había invadido comenzó a aumentar cada vez más. Pude sentir ambos corazones latir al mismo tiempo con una fuerza y velocidad que parecían deseosos de salir de nuestros cuerpos. Creyendo que podía pasar, lo abrace con más fuerza. Mis garras acariciaron su cintura con dulzura, mientras las suyas no se alejaron ni un momento de mi pecho. Leves gemidos ahogados surgieron de su boca. Nos acostamos en el suelo, sin parar de besarnos. Sentí toda una gama de sentimientos hermosos, y no me equivoco al decir que Nacho sintio lo mismo. Deseaba seguir con ese beso por siempre, seguir probando el dulce nectar de sus labios. Me puse sobre el y desabotone su camisa, para luego acariciar su pecho, y bajar a su barriga. En ningún momento me había sentido tan feliz que como en ese primer beso.

Entonces, con lentitud, nos separamos. Lo mire a los ojos. Pude ver felicidad en sus ojos, esa felicidad que solo uno puede sentir al tener frente a él al verdadero amor. Pero también vi algo malo: arrepentimiento.

Me quite de encima y me levante con el.

--Lo siento, no debí hacerlo--dije

--No, no te preocupes. Yo tuve la culpa. ¿Puedo... puedo estar solo?

--Vale.

Entonces me senti fatal. Lo hice sentir mucho peor que antes. Ahora no solo se preocupa de lo que esta pasando con Alberto, sino conmigo también. Sali de la habitación y cerre la puerta. Golpee furiosos la pared, mientras sentia lágrimas recorrer mis mejillas. Sin embargo, tampoco podía negar el amor que sentía por el, y que había disfrutado ese momento.

Ya llegada la noche, Alberto aun no llegaba. Al salir de mi habitación vi a Nacho en la sala. Me sente a su lado.

-- ¿Cómo te sientes?--le pregunte.

--Mejor. Ya decidi hablar con Alberto sobre lo que esta pasando. Y sobre lo que hace rato...

--Será mejor que lo olvidemos.

-- ¿Olvidar que me amas?

--Ah... supongo que es lo mejor. Tú estas con Alberto, y no tengo derecho a meterme entre ustedes.

--Vic, supongo que tienes razón, pero es que... me cuesta creer que me ames.

-- ¿Por qué lo dices?

--Bueno, yo... no soy una persona muy guapa, y mi carácter es algo complicado. Tú eres muy lindo, y no creo que merezcas a alguien como yo.

--Pero--lo tome de las garras y lo mire a los ojos--, esas cosas son las que me gustaron de ti.

--Es que no entiendo por que dices que me amas si no soy una persona que te merezca.

--Es algo complicado. Al principio no te di mucha importancia, casi no hablábamos... pero con el tiempo, comencé a sentirme más a gusto hablando contigo que con cualquier otra persona. Me molestaba cuando no podíamos hablar, quería pasar todo el tiempo contigo. Después me mude aquí y ese sentimiento creció. No fue algo que yo hubiera deseado, simplemente me enamore de ti, por que eres esa personita que por años había esperado encontrar--bese sus garras--. Pero... siento que lo mejor es que me vaya. No quiero causar problemas entre tú y Alberto.

Me levantó, pero antes de poder ir hacía mi habitación, Nacho me tomo por la cintura y me dio la vuelta para volverme a besar con tanta dulzura, que aun puedo sentir sus labios sobre los míos cada vez que lo recuerdo. Todo mi cuerpo fue invadido de nuevo por ese calor, mientras las garras de Nacho recorrían mi cuerpo con pasión.

Al separarnos, lo mire a sus ojos, a esos ojos de cachorro que podían sacarle un si a cualquiera. Acaricie su mejilla lentamente.

--No quiero que te vayas. Escucha, se que sonará raro, pero... yo también me he enamorado de ti. Creí que era algo que pasaría con el tiempo, pero me termine dando cuenta de que no puedo sacarte de mi mente. Me siento feliz a tu lado.

--Entonces, entre nosotros puede...

--...no. Es que, también amo a Alberto. Tienes sus defectos, pero llevo mucho tiempo con el, me he convertido en parte de su vida ya. Tarde mucho para que me abriera su corazón, y no quiero rompérselo así nada más. Lo siento mucho.

--Es que... ¿Cómo puedes sentir eso por los dos?

--Vic, yo tampoco lo entiendo--tomó mis garras--. Lo que siento por ti es más fuerte, pero ahora Alberto esta pasando por muchos problemas, y debo apoyarlo. Sin embargo, si no hubiera pasado tanto con el, no dudaría en quedarme contigo.

Beso mis garras con mucha dulzura. Trague saliva y acaricie su mejilla.

--Dame un año--me pidió.

-- ¿Un año?

--Si. En un año pueden pasar muchas cosas, puedo terminar con Alberto, o puedo hacer algo estupido que te haga odiarme, y puedes conocer a alguien; quien sabe, el punto es que necesito tiempo para pensar las cosas. Si en un año sigo con el, tú buscaras a alguien más. Pero si termino con el antes de un año, no dudare en correr a tus brazos. ¿Prometes aceptar lo que llegue a pasar?

Me acerque a el y lo mire a los ojos.

--Esperaría toda la vida por ti amor--al escuchar eso se sonroja y rió algo nervioso--. No hay problema en que te llame así, ¿o si?

--No. Tampoco tengo problema en que me... me trates con cariño. Claro, sin que Alberto lo sepa. Es lo menos que puedo hacer por pedirte esperar.

Sonreí y le plante un tercer beso, abrazándolo con pasión, acariciando su espalda. Se que no era el modo, pero ahora podía mostrarle el amor que sentía por el.

En la noche, Alberto se quedo a dormir en la sala, y se fue bastante temprano. Nacho se puso triste al ver lo enojado que estaba con el. Sin embargo, para mi fue una ventaja, pues en todo el día no estuvo, así que pude estar con Nacho, conociéndonos más de lo que ya nos conocíamos. Teníamos nuestras diferencias: él no paraba de decir que no me merecía, tampoco se consideraba guapo, que solo traía problemas. Sin embargo, lo amaba demasiado y no pare de decirle una y otra vez que estaba equivocado. Y así seguí por varios días. El también me ayudo a hacerme sentir mejor, a hacerme sentir amado. Me escuchaba y confiaba en mí como nadie nunca lo había hecho.

Sin embargo, las cosas no iban para bien. Unos días después, Alberto lo llamo para que hablaran sobre aquella discusión. No soy chismoso, así que me abstuve de pegarme a la pared de su habitación y escuchar. Una hora después los vi salir, abrazados. Se dieron un beso y Alberto se fue.

-- ¿Qué paso?--le pregunte a Nacho una vez que Alberto ya no estaba.

--Me pidió perdón por lo que había pasado ese día. Dijo que estaba muy presionado por algunos trabajos de la escuela. Y que así va a estar por unos días más.

-- ¿Y lo perdonaste?

--Es mi novio, claro que si.

-- ¿Y piensas hacerlo de nuevo?

-- ¿A que te refieres?

--A que si te vuelve a gritar así, ¿lo perdonaras?

--Vic, ya te dije por que.

--Si, pero no puede seguir usando esa excusa para siempre. En algún momento te volverá a tratar así, y al parecer tú le vas a perdonar todo lo que haga.

-- ¿Me estas reclamando por que perdone a mi novio?--me preguntó casi furioso.

Tenía razón, le estaba reclamando. No era correcto, estaba casi a gritos diciéndole que no quería seguir viéndolo con el. No habían pasado ni 4 días de la promesa que le hice de esperar un año, y ya no soportaba.

--Lo siento--dicho esto me encerré en mi habitación.

Me pase toda la tarde y parte de la noche pensando en lo mal que había actuado. No era correcto que le reclamará así a Nacho, después de todo, Alberto, aunque me doliera hasta el alma, era su novio. Pero ya no podía seguir así, sabiendo que mientras ellos se aman yo quedo a un lado.

--Vic--me llamó Nacho desde el otro lado de la puerta--, ¿podemos hablar?

--Pasa--le conteste unos segundos después. El entro, con una mirada arrepentida, sus garras juntas y su cola quieta. Su pelaje se veía apagado a comparación de aquel tigre que brillaba de felicidad-- ¿No se enojará tú novio si te ve entrar?

--Esta con unos amigos haciendo un trabajo. No vendrá en toda la noche--miro hacía el suelo--. Yo... lamento haberte gritado hace rato.

--No me gritaste.

--Claro que lo hice. No fue el tono correcto.

--Aun así me lo merecía.

--No, tú no te mereces eso. ¿Lo ves? Solo te lastimo. Tú mereces a alguien mejor.

Me levante de la cama y lo tome de la garra para sentarlo a mi lado.

-- ¿Quién dijo que no es doloroso el amor? Nacho, yo te amo, y no importa lo que tenga que sufrir ni quien me haga sufrir, mientras tenga tú amor puedo soportar lo que sea.

--Vic, es que... no es correcto lo que te estoy haciendo. Tú eres muy lindo, y mereces ser feliz a lado de alguien.

--Y ese alguien eres tú. No importa que tenga que esperar.

-- ¿Y si sigo con el? ¿Buscaras a alguien más?

--Quizá, pero no habría nadie que me cause la felicidad que tú me causas. Eres el amor de mi vida.

-- ¿En... en serio?

--No te lo diría si fuera mentira.

En ese momento lo volví a besar. Sin embargo, esa vez fue diferente. Mi corazón latía con más fuerza, el calor volvió a invadir mi cuerpo, pero esa vez realmente quemaba. Una de mis garras acarició su pierna, mientras la otra comenzó a desabotonar su camisa. El se dejo llevar, sintiendo la misma pasión que yo. Lo acuesto y me acuesto sobre el, sin parar de besarlo, y ya acariciando su pecho desnudo. Rompí el beso para bajar a su cuello y besarlo, mientras bajaba mis garras para desabrochar su pantalón. Sin embargo, al sentir esto, se detuvo.

--Víctor, basta--me quito de encima.

-- ¿Qué pasa?

--No está bien, no debo hacerle esto.

--Pero... sabes que te gustaría.

--Si, no lo niego. Pero tampoco quiero engañar a Alberto. Lo siento--se dispuso a salir, pero lo detuve, abrazándolo por la espalda, acariciando su barriga con mis garras. Pegue mi miembro semi erecto a su trasero, lo que le saco un leve gemido.

--Solo una vez--le dije al oído--, solo se mío una vez, y jamás te lo volveré a pedir--comencé a desabrochar su pantalón--. Solo quiero saber lo que se siente, lo que es expresar el amor del modo más puro posible. Por favor.

Nacho tomó mis garras y trato de quitarlas de encima. Sin embargo, se detuvo cuando rápidamente metí mi garra a su pantalón y tome su miembro. Comenzó a gemir.

--Por favor--le volví a pedir. Lamí detrás de su oreja. Sentía su miembro comenzar a endurecerse y segregar un poco de pre. Saque mi garra y la lleve a mi boca para probarlo. Su simple sabor me excito más.

--Me quedaré a dormir sobre tú pecho, ¿verdad?

No conteste, pues antes de poder decir una palabra dio media vuelta y me beso apasionadamente. Ambos caímos a la cama, quitándonos el resto de la ropa que nos quedaba. Al terminar, gire para quedar boca arriba y me levante para contemplar su cuerpo desnudo. Me mordí el labio, emocionado, ante lo que estaba viendo. Ese blanco pelaje, brillando de nuevo, empapado de sudor. Acaricie su barriga y masturbe levemente su miembro. El también se veía bastante emocionado con mi cuerpo leonesco.

Me volví a acostar sobre el y seguí besándolo y acariciando su cuerpo. No podía parar, solo tenía en mi mente hacerle el amor. Comencé a bajar, lamiendo su pecho, jugando con sus pezones, después a su barriga y finalmente a su miembro. Lo tome entre mis garras y comencé a lamerlo, provocándole fuertes gemidos. Seguí así, dando largas y lentas lamidas. Nacho se aferro a las sabanas, presa de una sensación placentera. Después lo metí a mi boca, lo que lo hizo gemir con más fuerza. Lo envolví con mi lengua, mientras sentía como Nacho ponía sus garras sobre mi cabeza. Lentamente comencé a mamar su miembro por completo, mientras jugaba con sus bolas. Saboreaba el pre que segregaba su miembro, lo que, junto con sus gemidos, me excitaba más y más. Masturbaba todo su miembro con mi lengua, lubricándolo. Pero de repente me detuvo.

-- ¿Qué pasa?--le pregunte.

--Quiero... intentar algo--me dijo casi sin aliento. Se estiro un poco y me tomo de la cintura. Entendí lo que quería: me levante y gire para acostarme de nuevo sobre el, teniendo su miembro frente a mi y el mío frente a el. Entonces metí de nuevo su miembro a mi boca, y el hizo lo mismo con el mío. Al sentir su calido aliento y su saliva en mi miembro no pude evitar lanzar un fuerte gemido. Esa era una sensación totalmente nueva para mí. Fui presa del placer, sintiendo un cosquilleo por todo mi cuerpo. Trate de concentrarme y seguir mamando el miembro de Nacho, con algo de dificultad. Sus garras acariciaron mi trasero, presionándolo levemente. Mame su miembro con más fuerza, saboreando su pre. Sin embargo, sentí de repente como Nacho sacaba mi miembro de su boca, dándole unas últimas lamidas. Creí que quería parar, pero me di cuenta que no era así al sentir algo calido en la entrada de mi ano. Solo pude lanzar un gemido ahogado, mientras la lengua de Nacho pasaba por mi entrada una y otra vez. Me costaba concentrarme en lo que estaba haciendo. Poco a poco fue introduciendo su lengua en mi ano, haciéndome gemir más y más fuerte. Jamás había pensado que se fuera a sentir así. Fue metiendo y sacando su lengua una y otra vez, mientras me masturbaba lentamente. Volví a su miembro, pero esta vez lo saque, solo dejando en mi boca la cabeza de su miembro. Comencé a chuparlo con fuerza, mientras masturbaba el resto de su miembro. Nacho siguió gimiendo, más y más fuerte. Quería devolverle ese placer que me estaba causando. Pero, por más que trate de controlarme, mi miembro ya estaba repleto de semen. Nacho saco su lengua y metió mi miembro a su boca, segundos antes de que comenzara a eyacular. Nacho se apresuro a beber todo mi semen, mientras pasaba su lengua por mi miembro. Cerré los ojos tratando de soportar ese placer, lanzando fuertes gemidos ahogados. Masturbe su miembro lo más fuerte posible, y la punta la chupaba con más y más fuerza. Sabía que el también estaba por venirse. En tan solo segundos llego a mi boca un liquido salado, acompañado de los fuertes gemidos de Nacho. Bebi todo su semen, dejando que un poco saliera de mi boca. Al terminar, limpie los restos de semen que quedaban en su miembro.

Di media vuelta para ponerme frente a él de nuevo, después lo gire y lo puse sobre mi. Sus ojos me miraban fijamente, repletos de pasión. Nos besamos durante un largo rato, acariciando nuestros cuerpos desnudos, presas del placer que causa hacer el amor con el ser amado. Su cuerpo me fascinaba, cada centímetro que mis garras tocaban. El olor a sudor de su cuerpo invadió mi nariz, y me hizo sentirme más atraído a el. Tras un largo rato, subió su cintura para poner su entrada en la punta de mi miembro. Lentamente fue bajando, introduciendo mi miembro en su ano. Era la primera vez que hacía eso, y la sensación me recorrió todo el cuerpo. Me aferre a las sabanas mientras el acariciaba mi pecho, introduciendo centímetro a centímetro. Al terminar, di un leve suspiro de alivio. Comenzó a subir y bajar lentamente, para luego ir aumentando la velocidad. Lance un fuerte gemido de placer, igual que el. Comenzó a masturbarse lentamente. La calidez de su ano cubriendo mi miembro era una sensación indescriptible. Lo tome de la cintura y lo ayude a acelerar sus embestidas. Más y más rápido, buscaba causarle el mayor placer posible. Se recostó en mi pecho y lo lamió, mientras yo acariciaba su trasero. Presiono sus nalgas para causarme más placer. Fui entrelazando mi cola con la suya lentamente, mientras lo volvía a besar con dulzura. Sentía como una parte de mi alma se perdía para darle paso a un trozo de la suya, para hacernos uno solo, para que a donde quiera que estuviera, siempre el fuera conmigo. Comencé a embestirlo con más fuerza, quería que esa primera vez jamás la olvidará, que fuera la mejor. Mi miembro se fue hinchando de semen, segregando pre dentro de su ano. Ya no podía soportar más. Con una última embestida, introduje mi miembro y comencé a eyacular de nuevo, esta vez dentro de su ano. Al sentir mi semen dentro de el, comenzó a eyacular sobre mi pecho. La presión de su ano aumento el placer que sentía hasta un punto en el que creí que no podría soportarlo. Ambos gemimos con fuerza, mientras nos aferrabamos en un fuerte abrazo con la intención de nunca más volver a separarnos.

El se acostó sobre mi pecho, ambos jadeando. Acaricie su espalda y bese su frente. El hizo lo mismo con mi pecho. En ese momento era capaz de hacer lo que fuera por el. Había sido mio, había hecho el amor con la persona que más amaba en el mundo. Le había demostrado el amor que sentía del modo más puro posible. Me sentía diferente, más vivo, como si hubiera renacido. Recordé todos los años de soledad, todas las noches que dormí solo pensando en aquella persona que me hiciera feliz. Recordé mi soledad, mi tristeza, el mundo gris en que vivía antes. Y ahora, tras haber encontrado al amor verdadero, todo eso se me hacía lejano, inexistente. Ahora tenía una vida, una vida de verdad.

No supe cuando me quede dormido, pero al despertar, sentí algo sobre mi. Baje la mirada y vi a Nacho, acostado sobre mi pecho, mirándome con esos ojos verde.

--Buenos días--le dije.

--Buenos días. Te ves muy lindo dormido.

-- ¿En serio?

--Si, tan apacible.

--Jeje, gracias. Lo de ayer...

--Fue genial, ¿verdad?

--Era la primera vez que lo hacía, y fue con la persona que verdaderamente amo. Espero haberlo hecho bien.

--Claro que si--beso mi pecho un par de veces--. Fue diferente esta vez. Con Alberto, lo sentía vacio, indiferente, como si tuviera otras cosas en mente. Pero contigo...--me beso dulcemente--...fue algo maravilloso.

--Jamás creí que fuera a sentirse tan bien. Aunque será mejor que tomes un baño o el lo notara.

--No llegará en un largo rato. Además--se acomodo en mi pecho--, me quiero quedar aquí. Tu pecho es suave y calido, y me gusta escuchar tu corazón.

--Sabes que late solo por ti.

Nacho sonrío y cerró los ojos. Jugué con su cabello y acaricie su rostro. Por el haría lo que fuera, incluso morir. Era el amor de mi vida, y lo seguiría siendo mucho después de la muerte.

Una hora después Nacho se fue a bañar. Por más que insistí, entre risas me dijo que nos bañaríamos juntos en otra ocasión. Comprensible. Además, 20 minutos después llego Alberto, y ver en la ducha a su novio con alguien más no es una linda imagen. Aunque la imagen de que el entrara con Nacho tampoco me gusto. Sin embargo, no podía quejarme. Después de todo, en mi mente recordaba una y otra vez ese mágico momento en que le hice el amor por primera vez. Y así estuve todo el día, sonriendo como idiota. Más de una vez Alberto me pregunto por que, y le dije que pensaba en alguien que me gustaba.

Ya entrada la noche el salió. Aproveche ese momento para hablar a solas con Nacho, pues Alberto no iba a tardar mucho en regresar.

--Oye Nacho.

-- ¿Si?

--Ah, sobre lo de anoche--me rasque la nuca--. Se que sonará mal pero... me gustaría repetirlo. No es que te lo este pidiendo ni te este obligando a nada. Si no quieres no.

--Vic... es que... no voy a negar que me gusto. Sin embargo, tampoco puedo estar engañando a Alberto como sin nada.

--Vale, no hay problema. Digo, no me molesta. Tú y yo no... no somos nada aun. Quizá en el futuro si, pero no ahora.

--Somos amigos, y eres muy importante para mi--me acaricia el pecho--. Solo dame algo de tiempo para pensar las cosas.

--Oki, si eso es lo que pides, así será.

Le di un beso en la mejilla y volví a mi habitación, feliz de lo que me acaba de decir, que tenía una oportunidad de estar con el. Me acosté, cerrando los ojos y llevando las garras a mi pecho, tratando de contener la emoción.

Con el paso de los días, mi trato con Nacho fue mejorando. Ya le daba regalos, podía acariciarlo de un modo más apasionado, nos acostábamos juntos (pero sin tener sexo); se fue haciendo más como un novio Pero pasadas un par de noches, algo lindo ocurrió. Nacho entró a mi habitación con nada puesto más que una toalla. Su pelaje humedo me indico que acababa de bañarse. Me quede mirando, aturdido ante la imagen.

--Nacho, ¿Qué... que haces aquí?

--Lo pensé mejor--se quito la toalla--. Me gustaría ser tuyo una vez más.

Sonreí, para luego lanzarme en un fuerte abrazo y llevarlo a la cama, donde lo hice mío como aquella primera vez, sintiendo como mi amor por el crecía más y más.

Técnicamente, por el trato que teníamos, ya eramos novios. Cuando Alberto no estaba yo tomaba su lugar, y hacia el amor con Nacho con tal dulzura, que ninguno de los dos quería que acabará. Todo el tiempo lo sorprendía con detalles lindos: flores, canciones, cartas. Hacia todo lo que fuera por hacerlo sonreír.

Pero también seguían esos celos que me carcomían el alma cada vez que los imaginaba juntos. Si de por si la simple imagen mental de Alberto desnudo se me hacía repulsiva, me mataba pensar que ese cuerpo tocará el dulce cuerpo de mi tigre, que mis garras ya habían conocido a la perfección, cada poro de su cuerpo.

Ese día lo recuerdo bien, el 19 de mayo, cuando mis celos ya no soportaron más. Algo entrada la noche, Alberto se quedo dormido en su cuarto, y sorprendí a Nacho en la sala.

--Hola Vic, ¿Quieres cenar algo?

--No tengo hambre.

--Te oyes serio, ¿Qué pasa?--se acerco a mi pero con un ademan lo detuve.

--Tenemos que hablar.

-- ¿Pasa algo?

--Nacho, se que prometí esperar un año, pero ya no puedo seguir así. Disfruto estar contigo, besarte, abrazarte, hacerte el amor, pero me duele hasta el alma cuando se que estas con el. Nacho, me duele decirte esto, desconfiar de ti, pero a veces pienso que lo que me dices a mi es una mentira, que solo amas a Alberto.

--Claro que no.

-- ¿Entonces? ¿Por qué todo eso que le dices a Alberto también me lo dices a mi como sin nada?

--No es fácil de explicar. Los amo a los dos.

-- ¿Y como puedes amar a dos personas así nada más?

--No lo se. Te dije que necesitaba pensar las cosas.

--Pues por lo que escucho en las noches que te quedas con el no parece que lo estés pensando. Dijiste que te costo mucho trabajo entrar a su corazón; si llegas a quedarte conmigo, ¿Qué haras? ¿Simplemente decirle que ya no lo amas? ¿Le romperías así nada más el corazón de nuevo?

--Lo se, no quiero hacerle eso. Pero no es fácil decidir. Lo que siento por ti es bastante fuerte, tenemos muchas cosas en común, se que vivir contigo me haría tan feliz. Pero llevo más tiempo con Alberto, y me he convertido en parte de su vida. No quiero terminar las cosas así nada más. Si no llevará tanto tiempo con el, me iría contigo. Vic, dame tiempo--tomó mis garras--. De verdad estoy pensando las cosas. De hecho, ya le dije a Alberto que alguien más me dijo que me ama. Desde que se lo dije comenzó a tratarme un poco mejor.

-- ¿Y solo por que le dijiste?

--Se que eso parece, pero ya te dije que tiene muchas presiones de la escuela. Mira, si de verdad me amas, me esperarás.

--Me cuesta hacerlo, y más cuando me siento como un plato de segunda mesa.

--No eres plato de segunda mesa. Eres bastante importante para mi. Para mi tampoco es linda la idea de tenerte como un amante, pero no quiero que Alberto lo sepa aun.

--Vale.

-- ¿Por qué esperar?--preguntó alguien un par de segundos después. Al voltear, Alberto nos miro como sin nada--. Vaya, cuando Nacho me dijo que alguien más lo pretendía, pensé en ti. Creó que no me equivoque.

--Alberto, esto no...--trato de decirle Nacho, pero lo hizo callar.

--Nacho, no puedes cubrir lo obvio. Escuche todo lo que dijeron, y supongo que tienen razón.

--Dejame explicarte las cosas--le pedi.

--Adelante, me gustaría saber como tú te enamoraste de mi novio.

--Ya tiene mucho tiempo que lo conocí--comencé--. Al principio no le daba mucha importancia, casi no hablaba con el, no le daba importancia a lo que decía. Sin embargo, poco a poco me gustaba más hablar con el. Llegaba a mi casa y me alegraba ver que estaba conectado, y me molestaba si no estaba o se iba. Al principio lo tome como un gran amigo, como alguien bastante noble, que hizo algo que pocos habían hecho: confiar en mi. Por mucho tiempo fue un amigo, pero al conocerlo en persona y vivir tan cerca de el, me di cuenta de que no era amistad lo que sentía por el, sino amor. Me había enamorado de su carácter, de su dulzura, de su nobleza, de esa forma graciosa en la que veía las cosas. Se había convertido en algo bastante importante para ti. Pero estabas tú, así que decidí callar lo que sentía por el. Sin embargo, un día que discutieron, cometí un error y me acerque demasiado, le mostre mis verdaderos sentimientos, y se dio cuenta de que estaba enamorado de el. Entonces, me pidio que lo esperará, que esperara a ver lo que pasaba en un año. Se que estuvo mal lo que hicimos, pero no podía seguir esperando. Si te vas a molestar con alguien, que sea conmigo.

--Pues... Victor, se que me ves como un enemigo, por que eso soy. La única razón que te impide estar con Nacho. Sin embargo, debo decir que con muchas razones tú mereces a Nacho. Estos días me he distanciado mucho de el. El hecho de que tenga mucha presión por la escuela no es excusa para que solo este unas horas en casa. Muchas veces mis amigos me lo han dicho, "habla con Nacho", ¿Por qué? Por que a pesar de estar con el, no le doy la atención ni la felicidad que el necesita. A pesar de estar con el me sigo sintiendo solo. Contigo, se que el tendrá toda la felicidad que necesita. Yo solo estorbo aquí.

--No, yo desde un principio no debí meterme en su relación. Si me hubiera quedado callado esto no hubiera pasado.

--Pero a final de cuentas iba a pasar, por que yo no merezco el amor de Nacho. ¿O si?

Voltea a ver a Nacho, pero él no esta. En la mesa hay una nota: "Victor, Alberto, no se en que pensaba cuando creí merecer el amor de alguno de los dos. Sigan su vida sin mi. Nacho."

En ningún momento me di cuenta de cuando se fue. No se en que pensó Alberto, pero yo sali corriendo de la casa. Había comenzado a llover, y eso nublaba mucho mi vista. Corrí entre la lluvia, buscando a cualquier tigre blanco. Pero no encontraba a nadie. Las calles estaban desiertas, ni siquiera un auto pasaba. Ya estaba totalmente empapado, pero no iba a dejar de buscar hasta encontrar a Nacho.

Después de haber recorrido 5 calles, en una parada de autobús, vi su pelaje blanco brillar. Me acerque corriendo a el, pero al llegar, en lugar de abrazarlo, me sente a su lado.

-- ¿No crees que te puede hacer daño esta lluvia?--le pregunte.

--Ya nada me puede hacer daño. Es mejor que tú te cubras.

--Pues si tú no vuelves a casa, yo tampoco--lo abrace--. Me quedare aquí, contigo.

--Pero... te puedo hacer daño.

--Claro que no. Tú amor me da fuerzas, y jamás me lastimarías.

--Vic, por favor, solo te he hecho daño. Tienes razón, no te di importancia, no merecías que te tratara como un amante. Mereces a alguien que te valore, no a mi.

--Pero te amo, y eso es lo único que me importa. Por favor Nacho, no me dejes.

--No te dejare, te ayudare a buscar a alguien más, a alguien que te merezca

--Pero quiero que esa persona seas tú. Solo tú has logrado cautivar mi corazón; eres esa otra mitad que por años había buscado--lo tome de las garras--. Quiero pasar el resto de mi vida a tú lado, compartir contigo todo. Quiero ser más que un amigo, ser aquella persona que te ame por siempre.

Acarició mis garras, para un par de segundos después hincarse frente a mi.

-- ¿Quieres... quieres ser mi novio?

--Me ganaste la pregunta--lo levantó--. Si, si quiero ser tú novio--lo abrazo con fuerza mientras le planto en esos dulces labios. Deseaba en ese momento fundirme con el en un fuerte abrazo, hacerlo mió en ese momento, incluso partir mi corazón y darle un trozo para que fuera suyo por siempre. Por mi mente circularon todos y cada uno de los momentos que había pasado desde el momento en que lo conocí, vi como mi amor por el fue creciendo más y más. No quería que ese momento se acabará, deseaba seguir, abrazarlo, besarlo, hacerle el amor. Pero lentamente, sin dejar de abrazarlos, nuestros labios se separaron. Lo mire a los ojos y pensé en todo lo que estaba por pasar con el, ahora como novios.

--Te amo.

--Yo también te amo--le conteste--. Ahora tengo todo lo que necesito en la vida--le acaricio la mejilla.

--Será mejor que volvamos a casa o nos vamos a resfriar.

--Bueno, puede ser una buena opción para quedarme todo el día en cama contigo.

Se sonrojo ante la propuesta. Lo abrace y comenzamos a caminar entre la lluvia. No nos importaba mojarnos, pues ya estábamos juntos, para nunca volver a separarnos. Recargue mi cabeza en su hombro y entrelace mi cola con la suya, mientras miraba el largo camino que ahora teníamos por delante.

Al volver a casa, vimos a Alberto en la cocina tomando café. Se asusto un poco al vernos empapados. Corrió al baño y volvió con dos toallas, que nos dio para que nos secáramos.

--Solo a un par de idiotas se les ocurre salir con esta lluvia--nos dijo. Nacho y yo nos reímos.

--Lo que uno hace por amor--le conteste.

--Eso si. Mírame a mí, creí que podía amar a alguien más, pero veo que no se pudo.

--Alberto, tenemos que hablar sobre eso--le pidió Nacho.

--Es lo mejor, y tiene que ser en privado.

--No, yo no tengo nada que ocultarte. Quédate.

--No está bien. Esto lo deben arreglar en privado. Te espero en la habitación.

Y tenía razón, lo que Alberto y Nacho tenían que hablar era algo privado, y no era correcto que me entrometiera. Entre en la habitación y me quite toda la ropa mojada para cambiarme. Me acosté en la cama boca arriba, pensando en lo que tenía que hacer. No era correcto que siguiéramos viviendo en casa de Alberto, y supuse que Nacho estaba de acuerdo conmigo.

¿Por qué sentía que ya llevaban horas hablando cuando solo habían pasado 15 minutos? La ausencia de Nacho me estaba matando. Y mis dudas volvieron junto a una paranoia asquerosa: pensé que habían vuelto y que se estaban poniendo de acuerdo para tener una relación secreta como yo lo hice. No, Nacho no me haría algo así. Pero la duda de no saber lo que pasaba me mataba: no había gritos ni nada. No podía soportar más. Me levante, pero justo en ese momento entro Nacho.

-- ¿Por qué te levantaste tan apurado?--me pregunta con una sonrisa en el rostro.

--Ah, por nada, no es que quisiera escuchar de lo que estaban hablando.

--Yo te dije que te quedaras--cierra la puerta y me abraza--. Leoncito chismoso.

--No soy chismoso, soy periodista.

--Da lo mismo--paso su garra por mi melena.

--Pero dime, ¿de que hablaron?

--Chismoso--me avienta a la cama y sienta sobre mi pecho.

--Escuche mi nombre varias veces.

--Muchas veces amor. Más que nada le pedí disculpas por haberlo ilusionado así. Es decir, le dije que pasaría el resto de mi vida con el, y ahora la pasare contigo. Me explico que el también tuvo algo de culpa, y que a pesar de estar conmigo se seguía sintiendo triste.

-- ¿No se molesto contigo?

--No, que va. Al contrario, le alegro ver que estábamos juntos. Dice que eres muy lindo, muy atento, y un buen novio, que me dará la atención y el amor que necesito.

-- ¿Y que hará él?

--Pues... no me dijo. Le dije que podía echarle la garra para buscarle una pareja, pero no acepto, quiere acabar su carrera antes de encontrar a alguien más. Supongo que tiene razón. Aunque me siento mal por haberle hecho esto.

--El estará bien amor.

--Lo bueno de todo es que ya voy a poder estar con la persona que amo--se acuesta y me besa--. Ya podré decirte abiertamente y sin pena lo mucho que me encantas.

--Igual que tu a mi. Solo que tenemos un problema.

-- ¿Cuál?

--No creo que sea buena idea seguir viviendo aquí.

--Lo se. Pareceríamos un par de gorrones, aunque paguemos la renta.

--Aparte de que sería incomodo besarte frente a el. Mira, tengo bastante ahorrado, lo suficiente como para pagar un depa chico, por un tiempo, mientras consigo trabajo.

-- ¿No podemos quedarnos mejor con un amigo?

--También es buena idea. Esta mi hermanote Serra, supongo que no le molestaría que nos quedáramos por un tiempo en su casa. Le llamaré mañana.

--Vale. Por mientras, quiero disfrutar tranquilamente esta noche--me beso el cuello.

--No estarás pensando en eso, ¿verdad?

--No lo se. Tú dime. Después de todo, ya somos novios, no tiene nada de malo.

--Pues si es lo que estoy pensando--lo giro para quedar sobre el--, me va a gustar mucho.

Y sin decir mas, le plante un calido beso mientras desabrochaba su camisa, listo para hacerlo mio una vez más.

Al día siguiente puse las maletas en la entrada. Ya habíamos platicado con Alberto sobre eso, y aunque no estaba muy de acuerdo, acepto.

--En serio, no tengo problemas con que se queden aquí--nos dijo.

--No es correcto, ya te hemos causado muchas molestias--le contesto Nacho--. Es lo mejor para todos.

--Vale. Pues entonces, nos vemos después--le da un abrazo a Nacho.

--Cuídate mucho.

--Igual tú. Vic, cuidalo, puedes decir que si, pero en realidad no tienes idea de lo valioso que es este niño. No cometas el mismo error que yo

--Tranquilo, no lo dejare ni un momento solo.

Dicho esto, nos despedimos con un abrazo, para luego tomar las maletas y salir de la casa. Ya había hablado con Serra y no tenía problema con darnos hospedaje por unas semanas, mientras encontraba otro departamento que pudiera pagar. Abrace a Nacho, pensando en que apenas hace unas horas habíamos unido nuestras vidas para nunca jamas volver a separarnos.

Miro hacía el techo. Ya hace un año de eso. Tantas cosas han pasado desde el día en que acepte ser novio de Nacho. La verdad, puedo decir que desde ese día he estado viviendo realmente. Antes de conocerlo nunca había sentido tanta felicidad estando con alguna persona, pero ese sentimiento me invadio y me lleno de vida en el momento en que lo vi por primera vez, y ahora me he hecho adicto a esa sensación de felicidad, a esa alegría que me transmite con cada día que pasa.

Lo miro, acostado sobre mi pecho, durmiendo tranquilamente. Disfruto de verlo dormir así, sobre mí. Se ve tan tierno, tan apacible. Acaricio su frente. Lentamente el se va despertando. Se talla los ojos y me mira.

--Buenos días dormilón--le digo.

--Buenos días amor. ¿Qué haces despierto?

--Pensaba.

-- ¿En que?

--Tontito, hoy es veinte de mayo. Hoy cumplimos nuestro primer año juntos.

--Lo se bebe. Feliz aniversario. Hoy hace un año que empecé a vivir realmente. Tengo al leoncito más lindo del universo.

--Y yo al tigueshito más dulce que puede existir--le doy un calido beso mientras lo giro para quedar sobre el. Acaricio su pecho y su cuello, mientras mi lengua juega con la suya. Este día, puedo sentir como todo el amor que siento por el resplandece de un modo difícil de explicar. Siento que puedo hacer cualquier cosa, la que fuera, sin tener algún impedimento. Al romper el beso lo miro a sus dulces ojos verdes--. Te amo tanto, y no paro de agradecer todos los días que me hayas dado la oportunidad de entrar en tú corazón.

--No era necesario amor. En mi corazón siempre hubo un espacio con tú forma, que esperaba ser llenado. Ahora te tengo a ti, y me siento completo. Moriría el día que me dejaras.

--Ese día jamás llegará. Yo también comencé a sentir la verdadera felicidad desde que te conocí, y renací el día que aceptaste ser mi novio. Hoy ya tengo un año de verdadera vida, y no quiero que esa vida cambie nunca. Quiero tenerte a mi lado por siempre.

--Por siempre estaré aquí amor. Solo espero poder seguir tratándote como te mereces, porque no quiero que algún día llegues a sentirte mal por algo que haga. Tampoco quiero perder la vida que tengo a tú lado.

--No la perderás. Mi lugar esta aquí, entre tus brazos, donde tengo una fuente de felicidad infinita, donde me siento realmente seguro. Nunca dejaré de amarte.

Y con otro dulce beso nos volvimos a unir. Este día he cumplido un año a lado de la persona que realmente me hace feliz, y se que habrá muchos más por delante, una vida entera a lado de la persona que más amo en este mundo.

Amor, con este cuento te expreso lo que siento. No es exactamente lo que paso, pero suena más lindo jeje. Espero que te guste, pues aunque no es exactamente lo que paso, si es un acercamiento a los hechos que hace ya un año nos unieron para siempre. Te agradezco tanto que hayas seguido conmigo durante todo un año amor, pues aunque nos han hecho daño tratando de separarnos, e incluso yo más de una vez te he herido, el amor que sientes por mi es mucho más fuerte, y por eso has perdonado a este torpe león que a cada rato metía la pata. Pero el amor que siento por ti me ha hecho cambiar, y por eso me he hecho alguien diferente. Te amo, te amo con toda mi alma bebe. Durante todo este año me has hecho crecer con el amor que me das. Cosas que antes odiaba de mi las he hecho a un lado, deje atrás al joven frio y antipatico que antes era, para ser alguien nuevo, alguien mejor, y todo gracias al amor que me has brindado desde hace un año. amor, jamas te dejare de agradecer