Vidas entrelazadas 6 (Jacob-III)
30/8/3841 (lunes)
Finalmente, terminaron de descargar el contenido del camión. Hacía calor, para variar, y estaban terriblemente sudados. Se habían quitado las camisetas, algo que la dueña de la casa a la que llevaban los muebles no le molestó en absoluto. Se sentaron en el borde de la acera a descansar un poco, y después se metieron en el camión y volvieron a casa, dejando de paso a alguno de los compañeros de Tobías.
Llamaron a la puerta de la casa, y Bruno les abrió.
-¡Hola!
-Hola, Bruno... ¿Qué tal? ¿Todo bien?
-Sí. Bueno... un poco aburrido... ¡Pero bien!
-Vaya... Lo siento. Bueno, pero no pasa nada. ¿Ya has decidido qué peli ver esta tarde?
-Síííí. Quiero ver esta.
Mientras se quitaba la camiseta que se había puesto para no "escandalizar" a los vecinos, Jacob observó la hoja con la portada de la película que Bruno quería que viesen esa misma tarde. Tobías no iba a ir. Tenía una cita con su novia y... bueno... lo que va primero, va primero.
En la portada de la película salía, casi tapando el resto de elementos, un enorme rinoceronte con un cuerpo desproporcionado lo mirases por donde lo mirases (brazos que llegan hasta el suelo, piernas diminutas...) y un antifaz. En la vida real habría sido ridículo, pero para ser un dibujo animado para niños, no estaba tan mal. Y bueno, lo típico... Una chica "guapa" cerca, un niño al lado con cara de miedo... Y los malos (tan ridículos como siempre, pero adecuados para el tono de la película), con sus caras de malos, sus pintas de malos y sus risas de malos.
Bueno... Bruno se merecía ir a ver lo que quisiera, que para eso se portaba tan bien. Después de todo, ir desnudo por casa no es algo que se pueda considerar un delito, y Jacob se había acostumbrado a aquello, afortunadamente. A parte de eso, no hacía nada malo o indecente, y desde luego tenía muchos detalles agradables con todo el mundo.
De pronto, oyó la risa, medio disimulada, de Tobías, detrás de él, y se giró para ver de qué se reía. Como era de esperar, era por la película. Intentando que Bruno no le oyese, se le acercó y le habló al oído.
-Pásatelo, bien, tío... Lamento no poder ir. Pfff... Perdona, perdona. Ya paro.
-¡Tiene buena pinta, Bruno! (Dios... Menuda tarde...) ¿A qué hora es?
-A las cinco.
-¡Uy! Pues vamos a tener que comer deprisa o no llegamos. (Bien... Me he quedado sin siesta...)
-Sí, sí... Rápido. No querrás perdértela, ¿eh, tío?
Sin decir nada, le lanzó una mirada fulminante a su sobrino, que no volvió a hacer un solo comentario al respecto ni durante la ducha que se dieron para quitarse el sudor de encima ni durante la comida. Al final, cada uno se marchó por su lado. Uno a pasarlo bien con la novia, y los otros dos... Bueno... uno a pasar la tarde... y el otro a pasarla bien.
Al final, resultó que la película no era tan mala. Típica, sí, pero estaba bien llevada y... ¿Para qué engañarse? En realidad, si no hubiera sido por las risas de Bruno y lo emocionado que estaba, Jacob habría pasado una tarde muuuy aburrida. Pero estaba Bruno, y sus risas, y su emoción, y todo se hizo mucho más ameno para el hermano mayor. Después de la película, fueron a merendar unos helados, y más tarde marcharon de nuevo a casa.
Según llegaban, Jacob vio que en la habitación de Tobías la luz estaba encendida, y pensó que se habría llevado a la novia a casa (no era la primera vez que lo hacía), así que pidió a Bruno un poco de discreción y entraron muy cuidadosamente en la casa, sin hacer apenas ruido, a coger una pelota para poder ir al parque y entretener a Bruno un rato más hasta que la casa volviera a estar libre.
Sin embargo, cuando ya había salido Bruno de la casa y Jacob se disponía a cerrar la puerta, la voz de Tobías se oyó desde el piso de arriba.
-¿Tío?
Al principio, no notó nada extraño en la voz de su sobrino, aunque le pareció extraño que les hubiese oído desde su cuarto, y volvió a entrar en la casa. Entonces vio a Tobías en la parte de arriba de la escalera, mirando hacia donde él se encontraba, con el rostro entre triste y enfadado, y algo desaliñado.
-Tobi. No quería molestar... Creía que estabas con tu novia... ¿Estás bien?
-No... no lo sé...
-Un momento... ¡Bruno! ¡Bruno! Anda, ven para acá... Vete a ver la tele... Tengo que hablar un momento con Tobi.
Rápidamente subió las escaleras para encontrarse con Tobías, que al parecer se dirigía a su cuarto con paso lento. La segunda vez que le había hablado, Jacob se había dado cuenta de que parecía costarle hablar, como si tuviera un nudo en la garganta. Sabía que algo no iba bien, y estaba preocupado.
Cuando los dos se encontraron en la habitación de Tobías, éste cerró la puerta con el pestillo, y se sentó en la cama, mirando a Jacob.
-¿Qué ha pasado? ¿Va todo bien?
-Yo... bueno... es que no sé... no lo sé...
-Cuéntame qué ha pasado. Así quizás te pueda ayudar.
-Sí. Es que... esta tarde, con Susana... mi novia... Hemos discutido y... no sé que hacer.
-¿Habéis discutido? ¿Por qué?
-Pues... Prométeme que no se lo dirás a mi padre. No es nada malo... Bueno, no he sido yo, ¿vale? Pero... no quiero que se preocupe hasta que haya tomado una decisión.
-... Está bien... Dime.
-Susana y yo ya hemos... Bueno... ya sabes... Que nos hemos dado más que besitos... y... hace un par de semanas... parece que uno de los "globitos" falló...
-Está embarazada...
-Espera que acabe... El problema no es ese. Quiero decir... no sé si sería un buen padre, ¿vale? Sólo tengo 18 años, y eso desde hace apenas una semana, pero... En fin. Estaba muy ilusionado... Supongo que es algo duro, y que tendría que esforzarme mucho, dejar a un lado las fiestas con los amigos y eso... Pero... si papá pudo hacerlo, ¿por qué no yo? No sé... Eso es lo que pensé al principio...
-Claro... Ya verás como lo haces muy bien. No creo que tengas ningún problema por eso... Y además, no estás sólo. Podemos ayudarte.
-Espera, por favor... Yo estaba dispuesto a sacrificar todo lo que hiciera falta. No tenía ningún problema con eso, y se lo dije a Susana. Pero ella... Estaba asustada. No sabía si sería capaz. Lo hablamos muchas veces desde entonces. Le dije que estaba dispuesto a cuidar yo del niño si hiciera falta, para que ella tuviera una vida más tranquila... Me dijo que lo pensaría, que pensaba que yo tenía razón...
-¿Y cuál es el problema entonces? ¿Tienes miedo de que Samuel se entere? Sabes que es muy comprensivo, y le hará mucha ilusión ser abuelo. Sinceramente, creo que tienes suerte... Quiero decir... Aunque me gustaran las mujeres, yo nunca podría tener hijos y... Bueno... en parte te envidio por eso...
-¡Pero es que papá no va a ser abuelo, y yo no voy a ser padre! Susana... me ha llamado para quedar hoy y darme "la gran noticia". Estaba tan ilusionada... Pensé que habría pensado el nombre para nuestro hijo... ¿Y sabes lo que ha hecho? ¡Ha ido al médico, ha falsificado mi firma, y se ha deshecho del niño! ¡Ha abortado! ¡Y encima me dice que lo ha hecho por nosotros! Porque no quiere que nada se interponga en nuestra relación. ¿Qué clase de excusa es esa? Lo habíamos hablado... Me dijo que tenía razón, y ha hecho esto... ¿Cómo puede hacer algo así? Creía que la conocía y...
-Cálmate, por favor...
-¿Pero cómo quieres que me calme? Ha matado a nuestro hijo. Me da igual que sólo tuviera dos semanas. Era una parte de mí, y una parte de ella, y... iba a ser mi hijo... ¡nuestro hijo! ¡Se lo ha cargado como si fuera un obstáculo en nuestras vidas! Y le ha dado igual mi opinión. Incluso ha falsificado mi firma y mi letra para conseguirlo... Y ha venido a contármelo con una enorme sonrisa en la cara... Cuando me lo ha dicho... Me he puesto tan furioso... He estado a punto de partirle la cara allí mismo. No sé... no entiendo qué me ha pasado... Nunca había estado tan enfadado con alguien...
-Tobi... ¿No le habrás hecho nada, verdad?
-No, no... pero... he estado tan cerca... ha sido horrible... Verla con esa sonrisa... Me he puesto a gritarle todo tipo de insultos y... ni siquiera recuerdo todo lo que le he dicho... Cuando me he podido calmar un poco estaba asustadísima... No... no sé qué hacer... le he dicho que necesitaba pensar un poco las cosas con más tranquilidad, y reflexionar sobre lo que había pasado... se ha ido corriendo a su casa, llorando. No sé qué hacer...
-Tobi... Mira... Entiendo que sufras por lo que ha hecho... Creo que deberías haber mantenido la calma, aunque también comprendo que no hayas podido hacerlo... ¿Realmente quieres a Susana?
-Yo... ya no sé... no sé qué pensar... ¿Qué debo hacer?
-Mira... El sexo no lo es todo, ni tampoco tener hijos... Quiero decir que... el placer físico está bien, siempre que haya algo más y... bueno... tener hijos por tener, sin importar con quién... si realmente amas a tu pareja, puedes estar seguro de que tus hijos van a ser felices, pero... si el padre, o la madre, no quiere tener hijos... no creo que sea una persona con la que los hijos que puedas tener vayan a ser felices. Y creo que tú sí que quieres tener hijos. Y creo que, si Susana no ha entendido eso, y no ha respetado tu opinión, es que realmente no te ama. Y si no es capaz de darte el mismo trato que tú le das, no te merece. Pero esa es sólo mi opinión con lo que he podido observar hasta ahora. Sé que no puedes decidir de quién te vas a enamorar, y no soy quién para decirte lo que debes hacer. Eso lo debes pensar tú. Pero sinceramente, no creo que Susana te merezca en lo más mínimo si es capaz de hacer algo como lo que ha hecho, sin pararse a pensar en tus sentimientos.
-Tío...
De pronto, Tobías dejó de contenerse, y rompió a llorar, abrazándose a Jacob y hundiendo la cara en el estómago de su tío, avergonzado por no haberse dado cuenta hasta entonces de cómo era Susana, triste por haber perdido al que iba a ser su hijo y extrañamente reconfortado por la compañía de Jacob, y por saber que, en el piso de abajo, Bruno también le quería más de lo que aquella chica jamás entendería.
Pasados casi diez minutos, al fin Tobías dejó de llorar. Era la primera vez que Jacob veía así a su sobrino. Cuando los sollozos cesaron, le apartó un poco de él para mirarle a los ojos.
-¿Estás mejor?
-Sí... gracias...
-Me alegro. Si quieres estar solo...
-No... Prefiero estar con vosotros.
-Está bien. Pero lávate la cara y suénate, que si no Bruno se va a preocupar. Y... gracias por contármelo. Me alegra que confíes en mí. Voy a cambiarme de camiseta y te espero abajo con Bruno.
Sin decir nada, Tobías se apartó de él y le sonrió, algo que quedó bastante curioso porque tenía la cara empapada en sus propias lágrimas y, aunque fuese asqueroso, los mocos que habían salido con tanto sollozo. Luego se fue al baño a limpiarse la cara, mientras su tío se iba a cambiarse de ropa, y bajó con ellos. Lo que quedaba de tarde y una buena parte de la noche lo dedicaron a jugar a la videoconsola y ver alguna película de detectives, que no era muy inapropiada para el estado de ánimo de Tobías (una de dibujos animados era demasiado infantil, una de romances, obviamente no iban a poner, y una de acción no apetecía. Una de terror... simplemente no había ganas de asustar a Bruno)
Esa noche durmieron los tres juntos, sin saber exactamente quién estaba encima, debajo o al lado de quién, tirados en la alfombra delante del sofá del salón.
Pasaban los días, y Tobías ya había recuperado su carácter de siempre, tímido, tranquilo, atento... Pero no parecía encontrar una chica que cumpliese los requisitos para que Tobías, esta vez con más criterio que antes, la quisiera como novia. Tampoco es que se esforzase mucho, en realidad, sino que simplemente esperaba que apareciese, en algún momento. No quería parecer desesperado, y ponerse a buscar a una chica día sí y día también no ayudaría a no parecerlo.
Jacob empezó a trabajar en la misma empresa que Tobías, ayudando a llevar trastos de un sitio para otro, y de vez en cuando vigilando que todo estuviese en su sitio (tanto "trastos" como trabajadores o el dinero que debían pagar sus clientes. Con su currículum, no es que no pudiese hacerlo).
Bruno empezó a ir a clase de nuevo, y Jacob se encargaba de que se supiese bien la materia que debía aprender. No le agobiaba, ni mucho menos. Simplemente, atendía sus dudas y le explicaba lo que fuera necesario.
Cada día que pasaba, a Jacob se le hacía más difícil negarse a sí mismo sus sentimientos por su hermano pequeño, o los que había comenzado a tener, poco tiempo después de empezar a vivir con él, por su sobrino. Sin embargo, sabía que aquello no era correcto, y estaba convencido de que jamás llegaría a ninguna parte fingiendo que lo fuera.
29/11/3841 (lunes)
Subieron al camión, esta vez sólo ellos dos. Tobías conducía. Ya era hora de volver a casa, y no había nadie al que llevar a la suya, así que podrían ir directamente. Hacía frío, aunque afortunadamente iban bien abrigados. Fueron hablando un poco durante el camino, hasta que las montañas quedaron a la vista, y Jacob se dio cuenta.
-Tobi... Este no es el camino. ¿A dónde vamos?
-¿Mmmm? Papá no te ha dicho nada, para variar... ¿eh?
-No... ¿tenía que decirme algo?
-Sí, bueno... "Feliz cumpleaños"... "Espero que te lo pases muy bien"... Todas esas cosas... Bueno... Eso y alguna que otra cosa más, pero... así mejor. La sorpresa será mayor, je, je
-¿Qué?
-No pensarías que nos habíamos olvidado, ¿no? Sé perfectamente que hoy es tu cumpleaños, tío. Y... vamos a por tu regalo. ¡Sorpresa! Je, je, je... Pero no me abraces, ni nada de eso, que como lo hagas ahora nos matamos.
-Sí, tranquilo. Puedo esperar a que bajemos del camión...
Finalmente, el camión se detuvo. Lo hizo delante de unos balnearios de aguas termales. Jacob siempre había querido ir a uno de aquellos, y en su cara se veía claramente la emoción.
-¡Me has regalado una sesión en las aguas termales! ¡Diooos! Te adoro, te adoro.
-¿Qué? ¿Eso? ¡Nah! ¿Tú sabes lo que cuesta? Venga, vamos. Es en aquella posada.
De pronto toda la ilusión que tenía se desvaneció en el aire, y por un instante se quedó paralizado en el sitio, hasta que Tobías le cogió del brazo y le condujo hacia una posada al otro lado de la carretera. Tenía buen aspecto, sí, pero... Bueno, se había hecho ilusiones...
Atravesaron la puerta que conducía al interior, y se dirigieron a recepción. Tobías le pidió que esperara, fue a hablar un momento con el zorro que atendía a los visitantes, cogió unas llaves y volvió con Jacob.
-Vale. Nuestra habitación es la 311. La cena la sirven hasta las diez de la noche, pero como sospecho que vamos a venir más tarde, cenaremos en otra parte. Y ahora, si no te importa, nos vamos al balneario.
-¿Qué? Pero si me has dicho que...
-Que no te he regalado una sesión en las aguas termales. Sé lo que he dicho. ¿Vamos?
-Pero... pero...
-Ese local era propiedad del abuelo, que se lo cedió a papá, que me lo ha cedido a mí esta noche. Sólo faltaría que nos cobrasen...
-O sea, que te ha salido el regalo gratis por la cara...
-¿Te vas a quejar de todo? Además, no es lo único. Y deja de hacer preguntas o al final te vas a quedar sin sorpresas.
-¿Por qué has alquilado una habitación?
-Porque necesitaba algún sitio donde esconder tu cadáver. ¡Ja, ja, ja, ja!
-...
-Ya te he dicho que dejes de hacer preguntas...
-Está bien...
Entraron en la pequeña casita que daba la bienvenida a las aguas termales, y una joven yegua les recibió, con una gran sonrisa en la cara. No parecía haber nadie más, algo que extrañó a Jacob, aunque no preguntó nada al respecto.
-Disculpen, pero esta tarde no podemos atenderles. El local ha sido reservado...
Antes de que siguiera hablando, Tobías la miró directamente a los ojos, señalando los suyos, y la cara de la joven cambió de pronto.
-Creo que mi padre ya le ha informado...
-¡Oh! Disculpe... No me había dado cuenta. Pensé que su hermano...
-Sí, ya sé que no se parecen en nada. Al menos no en el color del pelo y de los ojos.
-¡Oye! ¡Que estoy aquí!
-Sí, sí... En fin... ¿Está todo listo?
-Por supuesto. Voy a avisar a todo el mundo de que ya están aquí. Vayan preparándose. Enseguida estoy de nuevo con ustedes.
-Muchas gracias.
En cuanto la yegua se marchó, Tobías se giró hacia él y le habló.
-Bueno... Vamos a los vestuarios. Lo primero va a ser una sesión de sauna bien agradable, y luego un masaje de cuerpo completo con chocolate. Espero que te guste. De todas formas, a menos que quieras que el masaje sea realmente de cuerpo completo, te aconsejaría ponerte algo de ropa interior. Si no lo haces... bueno... el masajista tiene algo de "pluma", ya me entiendes... y entenderá muy probablemente que quieres que te meta mano. A mí me pasó una vez y fue bastante molesto, porque no se corta en absoluto.
-Creía que esto era un balneario...
-Aquí también dan masajes, y hay saunas... Incluso hay un pequeño bar, aunque no entiendo exactamente por qué, con la de restaurantes que hay cerca... ES como si papá tuviese que meter uno en cada negocio que abre o hereda... Yo iba a trabajar aquí al principio, pero... en fin... me resultaría incómodo trabajar con clientes que llevan poca ropa. Por cierto... He traído unos boxers para ti. Son elásticos y delgados, bastante ajustados, me parece... Creo que te vendrán bien.
-¿Y tú qué vas a hacer mientras tanto?
-Yo... mmm... digamos que voy a evaluar la calidad de los servicios que se ofrecen a los clientes mediante un examen meticuloso y...
-Tú también te vienes, ¿no?
-Es otra forma de decirlo, sí...
En cuanto llegaron a los vestuarios, Tobías se quitó rápidamente la ropa y se puso debajo de la ducha por un momento, dejando que el agua le empapara y le limpiara ligeramente. Jacob hizo lo mismo, y en cuanto terminaron se pusieron una toalla en la cintura cada uno y marcharon a la sauna.
Tobías no decía nada. Simplemente, se sentó apoyado en una pared, con Jacob sentado contra la pared que estaba a su izquierda. Al cabo de diez minutos, volvían a estar sudados, aunque esta vez su sudor no tenía el mismo olor que antes. Finalmente, Tobías comenzó a hablarle.
-¿Sabes? Papá y mamá se conocieron aquí... Bueno... Mi padre. Ya me entiendes. No en esta sauna, claro. Desde entonces han cambiado bastante este local. SE conocieron en las aguas termales. Por aquel entonces, al parecer, eran mixtas. Ahora también hay mixtas, claro, pero casi nadie las usa. A papá siempre le ha gustado el agua... Supongo que eso me viene de él, je, je... ¿A ti también te gusta bañarte?
-Sí, je, je... En realidad, esta es la primera vez que vengo a bañarme en aguas termales... Si me hubieras avisado, me habría traído un bañador...
-¿Mmm?
-Para bañarme. Ahora tendré que bañarme en calzoncillos...
-¡Ja, ja, ja, ja! ¡No, hombre! Aquí uno se baña como Dios lo trajo al mundo.
-¿Qué? ¿En serio? Pero... ¿Y si viene gente sucia, o algo? No me parece muy higiénico...
-Aquí la gente sabe a lo que viene. Bueno, menos tú, por lo visto... Además, es obligatorio ducharse antes de entrar. Ya tenemos cuidado con eso... Y de todas maneras, el agua se limpia todos los días al menos dos veces.
-Vaya... ¿Tú has venido aquí muchas veces?
-No demasiadas, la verdad. Sólo cuando hay poca gente. Me da cosa estar rodeado de gente que va prácticamente en cueros.
-Sí... no será que te ve vergüenza que te vean desnudo, no.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso?
-Por nada, por nada... Que te pareces demasiado a tu padre. Sólo eso...
En cuanto Tobías se aseguró de que Jacob se estaba refiriendo a lo que pensaba que se estaba refiriendo, su cara se puso como un tomate, y rápidamente se aseguró de tener la toalla bien puesta. Después, apartó la mirada de su tío y se cruzó de brazos, haciéndose el ofendido.
-Pervertido...
Un cuarto de hora más tarde, decidieron que ya habían estado bastante tiempo en la sauna, por lo que salieron, se dieron un pequeño remojón bajo las duchas y fueron a recibir su correspondiente masaje. A Tobías se lo dio la yegua que antes les había recibido (algo que Jacob le hizo gracia. Al parecer, que Tobías no tuviese novia no le impedía tontear con quien quisiera).
Jacob recibió el masaje de un gorila que, como pudo comprobar, tenía una gran habilidad con las manos. Al terminar, se sentía tan relajada que apenas podía asegurar si podría moverse, o se caería al suelo al intentar levantarse. Tenía que ir allí más a menudo.
Finalmente, llegó la hora del baño en las aguas termales. Cuando al fin Jacob se animó a meterse, el agua estaba tan sumamente limpia, y se estaba tan a gusto, que a punto estuvo de mearse del placer, literalmente. Tobías volvía a estar, igual que en la sauna, a su derecha, aunque esta vez algo más cerca que antes.
Ya se había hecho de noche, para sorpresa de Jacob, y la luna se mostraba en un cielo estrellado que no dejaba de maravillarle. No era de extrañar que Samuel y su mujer, habiéndose conocido allí, hubieran acabado casándose. Si sólo pudiera decirle a Tobías lo que sentía por él... Pero no podía hacerlo, así que se resignó e intentó disfrutar del baño lo máximo posible.
-Me encanta este sitio... ¿A ti no, tío? Es muy relajante...
-Sí... No sé si podría venir cuando hubiese más gente, pero... Me gustaría volver algún día...
-Sí... Además, los masajes que dan son para morirse... ¿Te ha gustado el tuyo?
-Sí. Me gusta mucho este regalo. Gracias.
Tobías sonrió al escuchar aquello. Al parecer, había acertado con el regalo incluso más de lo que esperaba.
-Rod tiene muy buenas manos para los masajes. Si no fuera porque es un pervertido... Pero al menos sabe contenerse. Rod es el gorila que te ha dado el masaje.
-Sí. Lo suponía... Se ha pasado mucho tiempo con las piernas y la parte baja de la espalda... ¿Y tu masajista? Es bastante guapa.
-Sí... Bueno. No es tan buena como Rod para los masajes, pero es muy simpática, y no te mete mano.
-Y qué... bueno... ya me entiendes... ¿tienes algo con ella?
-Je, je... Supongo que tendría que haber visto venir esa pregunta. No. En realidad apenas la conozco. Ya has visto cuando hemos venido que le ha costado reconocerme. Pero papá me ha hablado de ella. En realidad habla un poco de todo el personal. Yo conozco más a Rod porque lleva aquí más tiempo y es el masajista personal de papá cada vez que se va a alguna de esas competiciones. ¿Y tú qué? ¿Ya has encontrado a alguien? Papá te dijo que buscaras a alguien con el que "tontear" y todavía no nos has dicho nada de eso.
-Yo... Lo cierto es que no... No creo que pueda encontrar a alguien "adecuado" para mi... Nunca se me ha dado bien abrirme en ese aspecto a la gente y... bueno... creo que es un poco pronto para algo así. No sé si estoy preparado. Tengo lo de Dani muy reciente aún...
-Ya... Perdona por hacerte recordar eso... No quería que te sintieras mal...
-No es nada. Estoy bien, de verdad. Además, he sido yo el que ha sacado el tema con lo de la masajista.
Bajó la cabeza. Todo lo de aquella tarde le había relajado mucho, y sin embargo, con aquella pregunta, que él mismo había provocado, volvía a sentirse solo. Su hermano pequeño y su sobrino estaban con él, su hermano mayor le ayudaba incluso cuando no lo podía ver él mismo, pero aún así se sentía en cierto modo desgraciado por no poder decirle ni a Bruno ni a Tobías lo que sentía por ellos, porque aquella era la forma en la que debía ser.
Tobías también bajó la cabeza. Había metido la pata. No debería haberle preguntado algo así, sabiendo que la muerte de Daniel no estaba aún tan lejos como para que Jacob se hubiera "recuperado". Queriendo dejar a su tío tranquilo, Tobías se levantó, y para su sorpresa también lo hizo Jacob.
-Tío... Quédate un poco más si quieres. Yo voy a prepararlo todo...
-No importa. Ya me he bañado bastante, gracias. Vamos a cenar. Tengo hambre.
-... Sí...
Sin decir nada más, los dos salieron de allí, se vistieron y se dirigieron a un restaurante cercano. Jacob estaba triste. No podía evitar sentirse angustiado por estar tan cerca de Tobías sin poder tocarle y abrazarle, pero tampoco quería estropear el regalo que tan cuidadosamente le había preparado su sobrino.
Sin embargo, Tobías no podía evitar preocuparse por su tío. Siempre se mostraba receloso con él, como intentando evitarle por alguna razón, y mostrándose sin embargo de una forma muy agradable con él cuando al fin comenzaban alguna conversación. Y esta vez, había sido en una conversación en la que había provocado que de nuevo la tristeza apareciera en los ojos de Jacob.
En cuanto llegaron al restaurante, el camarero que les atendía les llevó a una mesa relativamente apartada. La música, la luz tenue, el ambiente en general... Jacob se sentía tan vulnerable. Era como si aquel ambiente le empujara a abrirse a su sobrino. Y eso era algo que desde luego no podía hacer. Cada vez se encontraba peor, y no tenía nada de hambre.
-Tobi... Voy al baño un momento. Ahora vuelvo...
-Tío... ¿Estás bien?
-No... no es nada. Ahora vuelvo. No me pasa nada, de veras.
En cuanto llegó al baño, se apoyó sobre una de las pilas, abrió el grifo y se lavó la cara con agua fría. ¿Por qué tenía que ser así? Estaban los dos solos. Habían estado tan cerca uno del otro. Los dos desnudos. Pero no podía... Y ahora una cena en un restaurante con aquel ambiente... ¿Acaso estaba jugando el destino con él? ¿Acaso alguien, o algo, había planeado aquello para torturarle?
Se apartó de allí y se apoyó sobre una pared. Se sentía tan vacío, tan lleno angustia por tener que fingir que no sentía lo que realmente sentía. Cerró los ojos con fuerza, esperando que al abrirlos se encontrase en casa, y que aquello nunca hubiera ocurrido. Quizás no llegara a un año, pero desde que descubrió sus verdaderos sentimientos, la angustia de no poderlos expresar en determinados momentos se había acumulado y ahora le resultaba casi insoportable.
Abrió los ojos. Aún estaba allí, y nada de aquello había sido un sueño. Tomo aire. Tragó con fuerza, esperando que aquella horrible sensación se desvaneciera, y se dispuso a salir del baño, cuando de pronto la puerta se abrió y entró Tobías.
-Tío. ¿Estás bien? Llevas aquí más de diez minutos.
-Lo siento. No tengo hambre...
-¿Estás bien?
-No me siento bien. Lo siento. No quería estropear la noche. Es culpa mía.
-Si quieres, podemos volver a casa...
-Sí, por favor.
Salieron del baño y se fueron a casa, pasando antes para devolver la llave de la habitación, evidentemente. Cuando llegaron ya era bastante tarde. Entraron en la casa silenciosamente, y Jacob se dirigió directamente a su habitación. ¿Por qué había tenido que estropearlo todo de aquella manera? Cerró la puerta, se desnudó y se metió en la cama para dormir. Un par de minutos después, Tobías llamó a la puerta de la habitación.
-¿Tío?
-¿Qué quieres?
Sin responder, su sobrino abrió la puerta y entró en la habitación, se acercó a él y se sentó en el borde de la cama.
-Estoy preocupado, tío. ¿Seguro que no te pasa nada? ¿Ha sido por lo de si tenías novio? De repente te has quedado muy... raro...
-No es nada. Mañana seguro que estoy mejor. Sólo estoy un poco cansado. Vete a dormir, por favor.
-Pero a mí no me parece que estés cansado. Es otra cosa. ¿Por qué no me lo cuentas? Quiero ayudarte...
De pronto se empezó a llenar de furia, para sorpresa de ambos, y sin previo aviso le sentó sobre la cama, miro a Tobías a los ojos cogiéndole por los hombros y le gritó a la cara.
-¡¿Crees que puedes ayudarme?! ¡No puedes! ¡Te he dicho que estoy bien, y sea o no cierto, te callas y te vas por donde has venido! ¡Si quieres hacerme un favor, piérdete de una maldita vez y déjame en paz! ¡No tienes ni puta idea de lo que me pasa! ¡Fuera de mi habitación! ¡YA!
Tobías le miró, y de sus ojos empezaron a salir lágrimas. Nunca había visto así a su tío, y no comprendía aquella reacción. Jacob miró a su sobrino, asustado por su propia reacción ante la preocupación de Tobías. Le soltó, y tan pronto como lo hizo le vio salir corriendo de su habitación. ¿Qué había hecho? Sin preocuparse por nada más, también él se levantó y siguió a Tobías hasta su habitación, pero éste ya había cerrado la puerta tras de sí.
Golpeó la puerta un par de veces.
-¡Tobi! Tobi... Lo siento... No quería gritar. Perdóname. No... no sé que me ha pasado...
Tobías no le respondió. Algunas veces más, intentó hablar con su sobrino, pero ninguna de las veces obtuvo respuesta alguna. A través de la puerta, podía oír sus llantos. Finalmente, se dio por rendido y se marchó a su habitación.
30/11/3841 (martes)
Se levantó de la cama. Apenas había logrado dormir y el cansancio se plasmaba en su rostro. Rápidamente se puso unos calzoncillos y unos pantalones y se dirigió a la cocina, y preparó un par de desayunos. Si iba a pedir disculpas por su horrible comportamiento de la noche anterior, tendría que hacerlo bien.
Subió a la habitación de Tobías y llamó a la puerta, esperando que su sobrino le contestase, pero no lo hizo. Cuando volvió a golpear la puerta, ésta se abrió ligeramente. Extrañado, terminó de abrir la puerta y descubrió que ya no había nadie dentro de la habitación. Algunas cosas estaban esparcidas por la habitación, entre las cuales le llamaron la atención varios trozos de papel.
Al agacharse a comprobar qué eran, se dio cuenta de que eran fotos de él y Tobías, rotas y esparcidas por todas partes. No sabía que su sobrino tuviera un álbum de fotos, y menos en las que apareciera él, y se extrañó aún más. Su mochila no estaba, y a simple vista se veía que había cogido varias cosas. Se había escapado de casa...
Sin siquiera pararse a pensar, dejó el desayuno en el propio cuarto de Tobías y fue a vestirse. En cuanto tuvo el móvil a su alcance, lo cogió y llamó al móvil de Tobías, al de Samuel y a casa de su hermano, pero no lo cogieron.
Rápidamente fue a por el coche y se dirigió a casa de Samuel. En cuanto llegó, bajó y fue a llamar al intercomunicador.
-¿Sí?
-Samuel. Soy Jacob. Por favor, ábreme. Tengo que hablar con Tobi.
-...
-Por favor... Ayer fui un gilipollas, y lo siento... Tengo que hablar con él. Por favor...
-Pasa.
La puerta que daba al patio se abrió. Rápidamente subió por las escaleras hasta casa de su hermano. En cuanto llegó, vio que Samuel le esperaba en la puerta. Mientras se acercaba a él, empezó a hablarle.
-Gracias por dejarme pasar. Mira... Ayer me comporté como un...
Antes de que terminara, Samuel de dio un puñetazo en la cara y terminó la frase por él.
-Gilipollas. Ya me lo has dicho antes. A mi hijo no lo levanta la voz nadie. Me da igual que seas mi hermano. Y antes de darle explicaciones a él, será mejor que me las des a mí. Si no me convencen... tendré que pensar seriamente en lo que hacer contigo.
-Pero yo... tengo que hablar con él...
-Muy bien. Si no me vas a decir por qué coño has tratado así a mi hijo, puedes irte. No le he visto así en su vida, y como no me des una buena explicación, tú no le vas a volver ver en lo que te queda de vida. ¿Está claro?
-Lo siento... podemos... ¿podemos hablarlo en otro sitio?
-Entra. Vamos a mi cuarto.
Rápidamente entraron en la casa, y Samuel le llevó hasta su cuarto. De reojo pudo ver cómo la puerta del cuarto de Tobías (más bien ahora el cuarto de su hermana) se cerraba. Cuando al fin estuvieron en el cuarto de Samuel (y de su mujer), éste cerró la puerta y se sentó en una silla junto a una pequeña mesa, e indicó a Jacob que se sentara en el borde de la cama.
-Muy bien. Habla.
-Yo... Mira, no quiero que pienses que estoy mal de la cabeza. Y por favor, me gustaría que esto no se lo contaras a nadie...
-Eso ya lo veremos. Sin rodeos.
-Oye. Lo siento mucho, ¿vale? Fui un gilipollas, y me merezco que me trates así, pero... esto me resulta muy difícil... Yo... No le he dicho esto a nadie... Hace tiempo que me di cuenta, y he intentado contenerme... No pensé que podría llegar a algo así... Me avergüenzo de mí mismo pero... aún así... me he enamorado de Tobi. Sé que está mal, pero... Llevo mucho tiempo tragándome mis sentimientos y ayer... ayer no lo aguanté más... No quiero que me mire con desprecio y con asco...
-... En fin... Tú eres tonto... Ve a hablar con Tobías, a ver si aún quiere salir contigo...
-Lo siento... yo... ¡¿Qué?!
-Mira, Jacob. Si alguien te hace un regalo que involucra estar con ese alguien desnudo casi toda la tarde, te pregunta por tus sentimientos, te lleva a un restaurante con luz tenue, música suave, y todas esas cosas... Sinceramente... Me parece que la idea está bastante clara.
-Pero... creía que a Tobi le gustaban las chicas...
-A Tobi le gusta lo que le gusta. Me da igual si es una tía, un tío o una silla. Y ahora que ya sé que el sentimiento es mutuo... creo que deberías ir a pedirle perdón, llevarle a dar una vuelta y... el resto os lo dejo a vosotros. Y no vuelvas a hacer estupideces como esta, por el amor de Dios.
-Entonces... ¿No te importa?
-Me importa que mi hijo sea feliz. Así que procura que lo sea. Y... si vuelve a llorar por tu culpa y no es de felicidad... Ya sabes lo que te va a doler. Venga. Ve con él y ponle una sonrisa en la cara.
-Aquí el incesto es delito...
-Ya lo sé. Pero el amor no tiene leyes. Piensas demasiado con la cabeza. Deberías escuchar un poco más a tu corazón. Y ahora vete antes de que diga alguna ñoñería más...
Jacob se acercó a la puerta de la habitación de Tobías y llamó un par de veces.
-¿Quién es?
Maldita sea... Aquella voz sonaba destrozada. Jacob no esperaba que le hubiera dolido tanto.
-To... Tobi... Soy Jacob... Abre, por favor...
Desde fuera de la habitación, Jacob pudo oír el ruido de un cuerpo moviéndose, arrastrando los pies hasta la puerta. Una mano se colocó sobre el pomo desde el otro lado, haciendo que el pomo en su lado se girase ligeramente. Pero la puerta no se abrió. Acercándose más a la puerta, Jacob pudo escuchar los sollozos de Tobías al otro lado, que se había apoyado contra la puerta.
Nadie dijo nada durante varios minutos. Samuel observaba la escena desde cierta distancia, sin decir nada.
-Tobi, por favor... No sé lo que me pasó ayer... Te juro que no quería hacerlo... Lo siento... Por favor, perdóname...
De nuevo, no hubo respuesta. Jacob se sentía confuso. ¿Qué debía decir? ¿Qué debía hacer? Entendía el enfado de Tobías, y cómo se encontraba ahora. No podía forzarle a abrirle, y desde luego no iba a tirar la puerta abajo para entrar. Miro a Samuel. Su hermano mayor le hizo un gesto para que se acercara, y en cuanto lo hizo le susurró al oído.
-Díselo. Dile lo que sientes.
-Pero yo... Ya le estoy diciendo que lo siento, y que me perdone...
-No quiero que le digas que lo sientes. Dile lo que sientes por él.
Por un momento se quedó paralizado. No es que no fuese a decírselo, pero... En aquel preciso momento... Samuel le clavó la mirada en los ojos, dejándole bien claro que eso era exactamente lo que quería que hiciese.
Suspiró, tragó saliva y se acercó de nuevo a la puerta. Volvió a tragar saliva, se alejó un poco, suspiró y volvió a acercarse. Abrió la boca para hablar. Se echó hacia atrás, enmudecido, y volvió a tragar con fuerza. Miro a Samuel, que le estaba mirando fijamente, y se giró de nuevo hacia la puerta. Se acercó y, por fin, logró hablar.
-Tobi...
Bien. Algo era algo, y de momento parecía haber empezado bien.
-... Tobi...
Mierda. Se estaba empezando a repetir.
-Yo no... yo...
Ya estaba otra vez... Estaba sudando más de lo que le habría hecho sudar descargar un camión entero de muebles él solo.
-Tobi...
Bueno... si hubiese decidido volver a empezar, habría estado bien, pero no era así, así que definitivamente estaba atragantándose con sus propias palabras. ¿Qué iba a decirle? El mensaje estaba muy claro. Sólo tenía que conseguir que saliese de su garganta. Finalmente, se armó de valor, se pegó a la puerta, suspiró y lo dijo. Quizás demasiado bajo.
-Te amo...
Bien. Ya lo había dicho. Rápidamente se apartó de la puerta. Una enorme oleada de calor acababa de invadir su cuerpo, y le costaba respirar. Sin pensar en lo que hacía, trató de salir corriendo de allí en dirección a la puerta que le permitiría salir de aquella casa. Sin embargo, estaba tan nervioso que se equivocó de lado y acabó chocando de narices con Samuel, que le detuvo en su huída.
-¡Eh! Tranquilo. Tú de aquí no te vas así.
-No... no... déjame ir... ya lo he dicho... ya...
La puerta del cuarto de Tobías se abrió, y de allí salió él, con la cara cubierta de lágrimas y los ojos rojos como tomates. Jacob se quedó paralizado. Lo que antes era calor, de pronto se tornó en un intenso frío que le heló los huesos. Tobías se acercaba a él, aunque no podía verlo, y Samuel le mantenía sujeto sin que pudiera hacer nada.
-¿Qué has dicho?
Jacob se giró, en parte obligado por su hermano mayor, y le miró. Le había oído, ¿no? ¿Realmente tenía que repetirlo? No podía hacerle aquello. Ya lo había dicho una vez... No... Dos, contando la de Samuel... No se sentía capaz de decirlo una vez más. Le estaba mirando a los ojos. Así le ponía muy nervioso. Intentó repetirlo.
-Yo... yo... yo... yo...
Sin dejarle terminar la frase que, de todas maneras, seguramente no habría terminado, Tobías se acercó aún más y unió sus labios a los de su tío. ¡Samuel estaba mirando! ¿Cómo podía estar haciendo aquello delante de él? Sin esperar a ver qué opinaba su cuerpo al respecto, Jacob se desmayó. Realmente, no estaba preparado para aquello.
Unos minutos después, cuando recobró la conciencia, se encontró a sí mismo tumbado sobre una cama, cubierto de mantas. Tobías estaba a su lado, sentado sobre el borde, mirándole directamente a los ojos. Aún tenía los ojos rojos, pero parecía estar mejor que antes. En cuanto le vio abrir los ojos, acercó su cara a la de su tío.
-Papá ya me lo ha dicho.
-To... Tobi... yo...
Tobías le puso un dedo sobre los labios para que se callara, se acercó aún más a él y, otra vez, le besó en la boca. Todo se volvió negro de nuevo. Diez de minutos después, Jacob volvió a abrir los ojos. Esta vez, delante suyo, se encontraba Samuel, con una bandeja llena de galletas, una taza de leche caliente y una par de tostadas con mermelada (de fresa, sí).
-Hola...
-¿Qué ha pasado?
-Que eres tonto, o que te hace falta comer algo y descansar. También podrían ser las dos cosas.
-¿Y Tobi?
-Lavándose la cara para estar más presentable. El desayuno te lo ha preparado él, por si te interesa. Come, que parece que te hace falta...
Avergonzado por lo ocurrido, y sin decir nada más, Jacob se comenzó a tomar el desayuno. Cuando llevaba la mitad, Tobías entró en la habitación, con un aspecto considerablemente mejor al que tenía antes, y llevando puestos únicamente unos pantalones y una camiseta interior. Se acercó a la cama y se sentó igual que lo había hecho justo antes de que Jacob se desmayara por segunda vez.
-¿Te gusta el desayuno?
Jacob asintió, mientras se tomaba una galleta. Estaba hambriento. No se había dado cuenta hasta que le pusieron el desayuno delante, aunque pensándolo bien era algo completamente lógico, ya que llevaba sin comer nada desde el mediodía del día anterior.
-Me alegro. Papá...
-Si, perdonad... No hagáis nada aquí, que es mi cama...
Samuel salió de la habitación y cerró la puerta. Tobías le miró mientras desayunaba. Parecía intentar contener una sonrisa, seguramente por la cara de incredulidad con la que le miraba su tío, y lo perdido que parecía en aquel momento. Cuando finalmente Jacob terminó su desayuno, su sobrino apartó la bandeja a un lado y se le acercó aún más, con la cara a unos milímetros de la de su tío.
-Bueno... Espero que esta vez no te desmayes.
Antes de que Jacob pudiera hacer nada, Tobías volvió a besarle, y esta vez pudo disfrutar de aquel momento. Instintivamente, pasó los brazos por detrás de la cabeza de Tobías, que hizo lo mismo con su tío, asegurándose de que no se apartaba, y durante al menos dos minutos lucharon por conquistar con la lengua la boca del otro.
Cuando se separaron y abrieron de nuevo los ojos, Tobías le miró directamente, y una pequeña lágrima resbaló por una de sus mejillas. Luego, se abrazó con fuerza a su tío.
-No vuelvas a hacer algo así... Creí que realmente me odiabas...
-No puedo odiarte, Tobi... Lo siento... ¿Me perdonas?
-Claro que sí... Pero a cambio, tendrás que hacer algo por mí.
-Cualquier cosa por ti, Tobi.
-¿Cualquier cosa?
-Cualquiera.
Tan pronto como dijo esto último, Tobías sonrió tan ampliamente que a Jacob casi le dio miedo.
1/12/3841 (miércoles)
Abrió los ojos. No vio nada. En realidad, decir que no vio nada sería incorrecto. Lo cierto es que vio el profundo color negro de aquella extraña máscara que le había puesto su sobrino en la cabeza, que sólo le dejaba respirar por la nariz, aunque eso también era culpa de la mordaza que le había puesto bien apretada en la boca para silenciarle, entre otras cosas.
Intentó mover los brazos y las piernas, pero tampoco pudo. Aún seguía atrapado en aquel aparato, que le mantenía férreamente sujeto, con los brazos pegados uno al otro y sujetos por las muñecas, atrapados justo debajo de su cabeza, en posición horizontal y flexionados por los codos. Sus piernas estaban tan separadas por una barra de acero que casi le dolía.
También estaba completamente desnudo, con la cola levantada, sujeta por una cadena de hiero que la enlazaba con el collar en su cuello y que le impedía proteger en modo alguno su vulnerable "entrada trasera". Sus testículos se encontraban atrapados por una pieza de madera desmontable que los sujetaba fuertemente por la base, donde se unían al cuerpo, actuando de la forma en la que lo hacen unos grilletes, de manera que no podía arquear la espalda, ya que al hacerlo sus genitales chocaban con la madera y le impedían levantar la cadera.
Su pene estaba dentro de un tubo de plástico rígido, y recubierto por finos alambre metálicos, que enviaban continuamente impulsos eléctricos, impidiendo que su erección desapareciera y provocándole orgasmos cada cierto tiempo. En ese momento el tubo de plástico se encontraba conectado a su vez, mediante otro tubo más flexible y delgado, a una bomba de succión, que conducía cualquier líquido que pasara a través del tubo hasta la mordaza en la boca de Jacob.
Detrás de Jacob se encontraba Tobías, que después de un día entero aún seguía con suficiente energía como para tener así a su tío un buen rato más, dándole palmadas en el trasero, que ya le escocía, y llenándole los intestinos con su esperma. Dio dos fuertes embates y, como tantas otras veces había hecho en las últimas horas, descargó el contenido de sus testículos en el interior de su tío.
Ya agotado, se echó hacia atrás, introduciendo rápidamente un consolador en el ano de Jacob para evitar que todo el semen en su interior chorreara y manchara el suelo. Entonces lo aseguró con cadenas que lo unían al aparato en que se encontraba Jacob y que lo mantenían firmemente dentro del recto de su tío, apagó la bomba y se dejó caer en el suelo, al lado de Jacob, al que quitó aquella máscara y la mordaza.
Jacob no se podía creer cómo se había dejado hacer aquello, aunque también le costaba creer lo muchísimo que le excitaba sentirse dominado por su propio sobrino de aquella manera. Estaba tan agotado que no pudo decir nada, y su estómago estaba hinchado por gran la cantidad de esperma, tanto suyo como de Tobías, que había tragado.
Tobías se puso debajo suyo, de manera que se podían mirar a los ojos, y que podía jugar con los testículos de su tío, y le besó, probando el sabor que había quedado en la boca de Jacob tras las casi veinticuatro horas que habían estado allí (ayudados, eso sí, por más de un afrodisíaco, bastante agua para no acabar deshidratados y un oportuno bote de viagras). Les dolían los testículos, y seguramente pasarían un tiempo sin volver a hacer el amor, pero había valido la pena.
-Menos mal... que Bruno está... con Samuel... ¿eh, tío?
-Sí... ¿Puedes... sacarme... de aquí?
-Después de la siesta, tío...
Sin que pudiera hacer nada para evitarlo, Tobías se durmió, y él se quedó allí, atrapado sin poder hacer nada, hasta que un par de minutos después también él cayó dormido por el agotamiento. Sus últimos pensamientos antes de eso fueron lo mucho que le iba a gustar llevar aquella relación con su sobrino, y lo mal que lo había hecho Tobías dejando la persiana de la ventana levantada, cuando el cuarto sólo estaban en un segundo piso. Sólo esperaba tener la suerte de que nadie les viera.