Vidas entrelazadas 11 (Leonard-II)
21/12/3843 (jueves)
En cuanto Alex terminó de limpiar todo su cuerpo (casi todo en realidad... confianzas no había tantas), le ayudó a salir de la bañera, con cierta dificultad, y le sentó sobre la silla sobre la que había estado apoyando la pierna antes. Entonces, le dio una toalla grande para que pudiera secarse.
-No creo que ese fuera el mejor método para limpiarme, y menos estando enfermo...
-A mí me ha gustado.
-...
-Sí, sí, lo sé... ¿No tenéis algún secador por aquí o algo?
-Sí, pero va un poco mal... Tira poco aire.
-Bah... Tonterías. ¿Dónde está?
-En uno de los cajones debajo de la pila.
Casi sin esperar a oír la respuesta, Alex abrió varios cajones hasta que encontró el secador, lo enchufó y lo puso en marcha, apuntando a Leonard con él. Tal como el koala le había advertido, el aparato tiraba muy poco aire, aunque eso no era problema. Rápidamente, le dio un par de golpes maldiciéndolo y, "curiosamente", de pronto el secador empezó a funcionar mejor que nunca.
-¡Ves! Sólo había que darle un par de golpecitos. Y ahora...
Cuando salieron del baño, Leonard tenía todo el pelo de punta y, aunque era corto, hacía que pareciese una especie de enorme peluche recién sacado de la secadora. Alex no podía evitar reírse por el aspecto que tenía, aunque eso no impidió prestarle la máxima ayuda posible para volver al dormitorio, donde le ayudó a vestirse (más momentos incómodos para el pobre koala...) y le tumbó en la cama, arropándole con cuidado.
-Bueno, pues ya hemos vuelto del lejano y peligroso cuarto de baño... Ha sido un duro viaje, lo sé, así que ahora duérmete y descansa.
-Me paso el día durmiendo... Debería estar fuera, haciendo excursiones y enseñando a mis alumnos a sobrevivir en la montaña...
-Oh, oh... si es eso lo que quieres enseñarles, será mejor que no te muevas de aquí, porque está visto que tú, de supervivencia en las montañas, poco sabes, poco...
-¡Oye! Cough... cough...
-¡Menos mal! Me estaba preocupando de que no estornudaras, ni tosieras ni te quejaras de nada... Túmbate de nuevo y descansa, que te hace falta. Dentro de un rato te traeremos la cena.
-¿La cena? ¿Qué hora es?
-Las 20:33, la última vez que miré el reloj. Y eso fue antes de venir a bañarte. Así que supongo que deben de ser cerca de las nueve de la noche. ¿No pensarías que iba a venir antes, no? Tengo que enseñar a tu grupo de alumnos a "sobrevivir" en la montaña, y sigo el horario que estaba previsto fielmente.
-Ya... Bueno... Si he dormido tanto, supongo que lo necesito... Gracias por salvarme.
-No es nada. En cierto modo, me sentiría culpable si hubieras muerto allí.
-De todas formas, sigo estando en deuda contigo. Por cierto, ¿cómo encontraste este sitio con toda esa niebla?
-Bueno... Digamos que... algo me decía que había gente por aquí. Me tengo que ir a cenar, o la gente se preocupará... Si no vengo yo luego, vendrá otra persona, pero tranquilo que vas a cenar tú también.
Alex salió de la habitación, y de nuevo se quedó solo. No dejaba de llamarle la atención que la cebra hubiera logrado llegar hasta allí... Además, había estado cargando con él, y le había sacado de debajo de al menos un árbol. ¿Cómo le había encontrado? Una casa es más fácil de encontrar, pero que le hubiera encontrado a él, en mitad de una tormenta en la montaña, con la niebla que había y debajo de un árbol, medio cubierto por la nieve... Aquello era casi un milagro, si no lo era por completo.
Se tumbó de nuevo. Seguía teniendo calor, y la pierna le seguía doliendo, pero no era de los que se quejaban por "cualquier tontería". De hecho, Frank se quejaba a veces porque apenas exteriorizaba lo que sentía. Seguramente tenía razón, pero ese era el carácter que había tenido desde pequeño. En ese momento se sentía extraño.
Había algo en Alex que no dejaba de llamarle la atención. Parecía ser capaz de influir sobre él de algún modo. Normalmente, no habría dejado de ninguna de las maneras que un desconocido estuviera con él en la misma habitación mientras estaba desnudo, aún menos mirándole, y no digamos ya frotándole el cuerpo y lavándole como lo había hecho. Sin embargo, Alex había hecho todo aquello, y Leonard se había resistido poco.
Había algo en la cebra... Era como si al estar con Alex se produjera una especie de conexión. Como si no fuera un completo desconocido. Pero eso era algo completamente imposible. Era la primera cebra que se había cruzado en su vida, y Leonard no era de los que olvidaban fácilmente a la gente, y mucho menos a un espécimen como Alex.
Sin darse cuenta, cerró los ojos y se durmió.
Un golpecito en el estómago. Se revolvió un poco e intentó apartar aquello con una mano. Otro golpecito, y esta vez una mano se puso en su costado y empezó a moverle suavemente pero de modo insistente, hasta que abrió los ojos.
-¿Qué pasa?
No hubo respuesta. Al girar la cabeza para ver quién era, se encontró de frente a Orión, que le enseñó una pequeña libreta con algo escrito en ella.
"La cena. (Perdón por los golpecitos)"
-Oh... perdona... Gracias.
Orión tenía una bandeja sobre sus piernas, con un bol lleno de lo que debía ser sopa. Sin decir nada (principalmente porque era mudo) cogió una cuchara, la llenó de sopa y la acercó a los labios del koala. Cuando Leonard abrió la boca para hablar, la cuchara entró en ella, y no tuvo más remedio que tomar su contenido. Antes de que la segunda cucharada llegase, puso la mano para detener al león marino y habló.
-No hace falta. Ya puedo tomármela yo, gracias.
Orión le miró, frunció ligeramente el ceño, arqueó los labios y giró los ojos primero hacia arriba y recorriendo después un arco hacia la derecha. Luego, dio lo que debía de ser un suspiro y dejó la bandeja sobre las piernas de Leonard. Entonces volvió a coger la libreta y escribió sobre ella.
"Ya sé que puedes. Trataba de ser amable."
-No quería ofender... Es sólo que no quiero ser una molestia.
"Quiero hablar contigo."
-Claro... ¿Pasa algo?
"Duncan está enfadado. No quiere que hable contigo, así que no le digas nada."
-¿Por qué no...?
Orión subrayó varias veces "no le digas nada", y le lanzó una mirada que dejaba claro el mensaje incluso más que el haberlo subrayado varias veces.
-Vale, vale...
"¿Por qué has venido?"
-Pues... soy uno de los profesores... Tenía que venir...
"No. Es el primer año que vienes. ¿Por qué no antes?"
-Yo no... no podía...
"¿Por qué?"
-¿Se lo has preguntado a Duncan o a Astra?
"Astra dice que eres un imbécil y un estúpido y que les abandonaste. No tengo razones para pensar que quisieras venir a verles."
-¿Y Duncan?
"Te odia por ello."
-No me lo puedo creer... ¿Y todas las cartas que le he escrito?
Orión abrió los ojos, como sorprendido, pensó un momento y luego volvió a escribir.
"No hay cartas."
-¿Cómo que...? Pero... Eso no puede ser... Le he estado escribiendo todos estos años... No es posible...
"No me ha dicho nada de cartas. Pero Frank también las mencionó."
-¿Has hablado con Frank? ¿Por qué tienes tanto interés?
El león marino le miró, cerró los ojos y suspiró de nuevo. Luego, pareció examinarle por unos momentos, pensó y escribió de nuevo en la libreta.
"¿Tú y Frank estáis juntos?"
-¿Qué? ¿A qué viene eso? Vivimos juntos, sí... ¿Por qué?
"No me refiero a eso. ¿Sois pareja? ¿Sois novios?"
Leonard le miró un tanto perplejo, y luego le contestó.
-Sí... Pero no se lo digas Duncan... No quiero que me odie más.
Orión le volvió a lanzar una mirada confusa, y rápidamente volvió a escribir en la libreta.
"¿Por qué te odiaría más?"
-Porque... Soy gay y... Duncan odia a los gays...
El león marino dejó un momento la libreta y se frotó la cara con las manos. De pronto, parecía muy preocupado, y empezó a ponerse rojo. Volvió a escribir en la libreta y se la mostró a Leonard. La letra aparecía medio torcida y con peor aspecto, como si la hubieran escrito con una mano temblorosa, que de hecho era lo que había ocurrido.
"Eso no es cierto."
-¿Cómo que no? Astra me dijo nada más llegar...
Antes de que Leonard continuara hablando, Orión ya había sacado su cartera de uno de los bolsillos de su pantalón, y de ella una foto, donde aparecían Duncan y el león marino juntos, en una posición algo más comprometida que la de simplemente amigos, besándose debajo de uno de los árboles en el exterior de aquella misma casa. Leonard la observó durante un rato, hasta que Orión la volvió a guardar.
-Tú... tú y Duncan...
"Llevamos juntos tres años. ¿Cuánto llevas con Frank?"
-Doce años. Por eso Astra y yo nos separamos. No entiendo por qué...
"Astra dijo que TÚ odiabas a los gays."
-Pero eso no tiene sentido... ¿Por qué dice algo así? No lo entiendo...
Orión se quedó pensando un rato, y finalmente volvió a escribir en la libreta.
"¿Por qué no podías venir antes?"
-Astra me denunció por malos tratos. Como no había ninguna prueba, no me metieron en la cárcel, pero se me impuso una orden de alejamiento. Este año Duncan y Astra la retiraron temporalmente. Por eso he podido venir.
"Duncan no ha retirado nada. No sabe que había una orden de alejamiento."
-Pero Astra...
Por un instante, el koala palideció, y fue consciente de su situación.
-No puedo estar aquí... Si Duncan no ha retirado la orden, y aún así he venido... Si Astra hiciera una sola llamada...
"Me temo que Astra no quiere que te acerques a Duncan."
-Pero... hay que avisar a Duncan. Si no retira esa orden, podría terminar entre rejas.
"No creo que quiera ayudarte. Intentaré hablar con él y con Astra. Lo siento."
Leonard no dijo nada. Sólo se quedó allí, mirando al león marino, incapaz de comprender por qué su exmujer le hacía algo así. Finalmente, Orión se marchó, aparentemente enfadado dejándole allí con la cena ya fría. No tenía hambre. Un par de minutos después, Frank entró en la habitación.
-Leo... ¿Qué ha pasado? Orión me dijo que viniera aquí, que estabas despierto y que necesitabas mi compañía. ¿Estás bien? ¿Necesitas que te cambie las vendas?
-No. Es sobre Astra y Duncan... Al parecer, Duncan no ha retirado la orden de alejamiento, y dudo que Astra lo haya hecho realmente. No sabía nada de eso. Astra nos ha estado mintiendo a todos... Duncan y Orión son novios. Duncan no ha recibido nunca mis cartas, y sospecho que también ha sido cosa de Astra.
-... Tranquilo... Ya verás cómo todo se arreglará.
-No se va a arreglar. Astra sólo tiene que hacer una llamada y me meterán entre rejas. Ni siquiera sé si ya la ha hecho. Y Duncan no me va a ayudar.
-Me tienes a mí como testigo. Yo escuché la llamada en la que Astra de decía que se había retirado la orden.
-Sí, pero tú y yo estamos juntos. Tu declaración no tendría ningún valor en un juicio.
Frank le miró a los ojos. No podía decirle nada. Sabía que Leonard tenía razón, y que no había nada que ninguno de los dos pudiera hacer. El cerdo se sentó a su lado, se inclinó sobre su cuerpo y le abrazó.
-Pase lo que pase, voy a estar contigo, Leo. No me importa lo que Astra diga de ti. Te voy a defender lo que haga falta. No sé cómo, pero te prometo que voy a sacarte de esta. Esta noche voy a dormir contigo, por si necesitas algo. Estaré en la cama de al lado.
-Gracias.
22/12/3843 (viernes)
Una fuerte sacudida y un intenso dolor en la cara le despertó, haciendo que se sobresaltara. En cuanto abrió los ojos, otro golpe le dio de pleno en la cara, y tuvo que protegerse para no recibir un tercer puñetazo, que lamentablemente impactó en su ojo izquierdo. Duncan estaba allí, lleno de furia.
-¡¡¡¿Quién coño te crees que eres?!!! ¡Ojala no te hubieran encontrado y te hubieras muerto, hijo de puta! ¡¿Eh?! ¡¿Cómo te atreves a llamar mentirosa a mi madre?! ¡Eres un hijo de puta! ¡Ve y díselo a la cara si tienes cojones!
Justo cuando Duncan iba a golpearle de nuevo Orión, que había seguido al enfurecido koala, apareció por detrás y le cogió del brazo derecho. Entonces Duncan giró bruscamente sobre sí mismo y golpeó al león marino con un brazo en la cabeza, tirándole al suelo.
-¡Tú no te metas! ¿Cómo te atreves a sugerir que este imbécil dice la verdad? Creía que podía confiar en ti... Y ahora me haces esto... Y tú... tú... ¡Aaaagh! ¡Te odio! ¡Sólo tenía seis años! ¡¿Por qué nos dejaste?! ¡¿Por qué has venido?! ¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta! ¡¡¡Aaaagh!!!
Mientras gritaba, Duncan le golpeaba con la lámpara que había en la mesilla. Leonard sólo podía recibir un golpe tras otro, incapaz de moverse con la pierna en aquellas condiciones, aún medio dormido y habiendo recibido ya tres golpes en la cabeza. Pero eso no le impedía ver lo que tenía ante él.
Además de Duncan y Orión, podía observar claramente lo que parecía ser una especie de aura o de sombra con volumen que salía del cuerpo de su hijo. De alguna manera, aunque sólo era una sombra, parecía poder verla con gran precisión, como si estuviera más definida de lo que realmente estaba.
De nuevo, Orión trató de detenerle, justo después de levantarse, pero el aura oscura alrededor de Duncan se hizo más intensa, y el león marino salió despedido contra una pared. Todo empezó a oscurecerse. El rostro de Duncan parecía desfigurado por una furia excesiva y antinatural, y sus ojos se habían vuelto negros por completo. La oscuridad que salía de su hijo empezó a envolverle y a helarle la sangre. Estaba aterrorizado.
De pronto, cuando ya pensaba que iba a morir por segunda vez aquella semana, todo volvió a la "normalidad", y detrás de Duncan, tocándole la nuca, apareció un mamut, que apenas parecía caber en la habitación de una forma mínimamente cómoda. Debía de medir unos 4m de alto, y tener más de 30 años. Lo que estaba claro es que no era Goert, y mucho menos Kevin o Marcus. A su lado estaba Alex, con la que debía de ser Astra sobre un hombro (Duncan y Leonard medían más o menos lo mismo, pero Astra tenía la misma estatura que la mayoría de los koalas, y eso era más bien... ser bajito).
-Ufff... Casi. Te dije que tuvieras cuidado, Alex. Ya sabes que la oscuridad es inestable incluso en manos de quienes la pueden controlar.
-Lo siento, Saúl. No pensé que fuera tan fuerte.
-Ya... Pues no pienses tanto y vigílale mejor. Es el "guerrero oscuro". Su propio nombre lo dice, por el amor de Dios... No queremos que se vaya por el camino equivocado, y tengo otros asuntos que atender. No puedo estar siempre en todas partes. Y tú empieza la puñetera prueba de una vez.
-Sí. Lo siento.
Antes de que el cuerpo inconsciente de Duncan cayera al suelo, el mamut había desaparecido sin dejar el más mínimo rastro de su presencia. Leonard miró a Alex, completamente perplejo, sin comprender lo que acababa de ocurrir. Alex le vio y se paso una mano por la cara.
-Joder... Lo has visto todo, ¿no?
Sin poder decir nada, Leonard simplemente asintió, aún con la boca medio abierta.
-Ya te podrías haber quedado inconsciente como el resto... Veamos... cómo decir esto... Bah... A la mierda... ¿Para qué me iba a molestar en explicarlo? Hasta luego.
Antes de que el koala pudiera hacer nada (tampoco habría hecho nada de todas maneras, con toda la confusión que le invadía en ese momento), Alex le dio un golpe seco en el cuello, y cayó inconsciente de nuevo sobre la cama. Cuando abrió los ojos, lo único de lo que estaba seguro era de que no estaba seguro de nada.
Sobre todo porque no estaba en la cama y no le dolía la pierna, que desde luego no parecía rota. Además, a su alrededor todo lo que había era tierra seca de color púrpura, un cielo oscuro de color azul con "manchas" moradas y... y ya está. No podía decir que hiciera frío, ni calor. Le costaba ser consciente de todo lo que le rodeaba. No es que se encontrara mal (sólo confuso, entre otras cosas porque no se encontraba mal, al menos físicamente), sino que el lugar en el que se encontraba parecía... poco definido... ambiguo... como un sueño. Parecía un lugar más etéreo que real.
Entonces se dio cuenta de que estaba desnudo. Completa, e irremediablemente desnudo (dudaba que hubiera ropa por allí, y desde luego no llevaba dinero encima). Una voz sonó cerca suyo.
-Hola, Leo.
En cuanto se giró a ver quién era, se encontró a Orión, también desnudo, con cara de preocupación. Aunque lógicamente, lo que más le preocupo fue haberle oído hablar. Junto a él estaba Astra, con cara de pocos amigos, que giró la cara en cuanto Leonard la vio.
-Cómo... ¿cómo has hablado? ¿Qué sitio es este?
-Pueees... Ni idea... Pensé que sabrías algo...
-¿Qué va a saber él? Pareces tonto...
-Oye, oye... que yo no tengo la culpa de que estemos aquí. Creo... bueno... no lo sé, pero creo que no es por mi culpa. No recuerdo haber venido aquí... Un momento... Quizás sea sólo un sueño. Claro. Después del golpe que me dio Duncan. No... ¡¿y si estamos muertos?! ¡Oh, Dios mío! ¡Quizás estemos muertos y no lo sepamos! ¡Pero yo soy joven! ¡Quería vivir más tiempo!
De pronto, una nueva voz se pudo escuchar a su alrededor, aunque no parecía venir de ningún sitio en concreto, sino más bien desde todas las direcciones.
-¡Cállate, por el amor de Dios...! Ufff... Gracias... Menos mal que eres mudo, porque si llegas a hablar... A ver... Estáis más o menos dentro de Duncan.
-¡¿Qué...?!
-Ejem... No estáis literalmente dentro, ¿vale? Es decir... No os ha comido ni nada de eso...
-¿Entonces cómo...?
-¡Quiero decir que estáis en su cabeza, o su corazón o su alma, o lo que sea! Como queráis llamarlo...
-¡¿Pero cómo...?!
-¡Que te calles, joder! No tenéis mucho tiempo... la idea es que tenéis que llegar hasta donde está él y...
-¿Pero no has dicho que estamos dentro?
-¡Que sí, joder, que te calles! Esto viene a ser como una especie de... metáfora, o algo así, para que me entiendas... ¿No has visto nunca una de esas series que hablan sobre lo bonita que es la amistad y el amor? Una de esas donde alguien se duerme y tiene un sueño en el que busca a esa persona con la que tiene un problema, y al final se encuentran y son todos felices y acaban follando cuando aparece un cartelito de "FIN" para que los niños no lo vean. ¿Sabes lo que digo?
-... Más o menos sí...
-Bueno, pues hazte a la idea de que estas en una de esas películas cursis, y ve a buscar a Duncan.
-¿Pero entonces esto es un sueño?
-No exactamente... Procurad no acabar muertos, porque no os despertaréis si eso pasa.
Leonard estaba escandalizado. De pronto, había aparecido allí, sin saber qué hacer, y ahora resultaba que ni era un sueño, ni era mínimamente tranquilizador. Además, lo de "procurad no acabar muertos" sólo le ponía más nervioso. ¿Quién era el que les hablaba? ¿Cómo sabía tanto de aquello? Tenía que ser cosa suya... Intentó hablar con quien fuera el que les había hablado hacía un momento, pero no obtuvo respuesta, y finalmente desistió.
Durante lo que le parecieron horas caminaron sin saber hacia dónde se dirigían. Su entorno no pareció cambiar en lo más mínimo, como si allí no existiesen la noche ni el día, sino únicamente aquel extraño cielo oscuro y la tierra yerma que había bajo sus pies. Orión no dejaba de hablar. Era como si quisiera compensar todos los años que no lo había podido hacer en un solo día.
A Leonard no le gustaba nada que el tema de conversación se centrara en el tamaño de su pene, en lo ridículo que era y en lo mal que le sentaba, teniendo en cuenta el tamaño del resto de su cuerpo. Y además, Astra no dejaba de hacer comentarios ofensivos en su contra. ¿Es que todo el mundo estaba en su contra? Sólo quería salir de allí. Pero para eso tenía que encontrar a su hijo. ¿Es que le había pasado algo? Tenía que averiguarlo. Esa era su prioridad, incluso antes de salir de allí.
Mientras caminaban, de pronto el suelo comenzó a temblar bajo sus pies, cada vez más. Leonard pudo sentir algo pasando por debajo de él, en a dirección en la que se encontraba Orión. Bajo los pies del león marino se empezó a formar una especie de saliente, como una pequeña montaña de arena. Instintivamente, Leonard corrió hacia él y le dio un empujón.
¿Por qué demonios Orión no se movía? Estaba claro que algo se dirigía hacia el león marino, y sin embargo éste no mostraba ninguna intención de apartarse. No es hubiera muchas cosas que se desplazasen bajo tierra a esa velocidad, y Leonard no conocía ninguna, pero estaba claro que había algo, y por la advertencia que le había dado aquella voz podía ser peligroso.
Apenas un instante después de que empujase a Orión, la tierra terminó de desquebrajarse, y de ella salió una enorme criatura, más grande que cualquiera de ellos tres, o incluso más grande que los tres juntos. Pero fuera lo que fuera, se llevó su brazo por delante, le golpeó y le mandó por los aires, lanzándole a varios metros de distancia. Sólo cuando tocó de nuevo el suelo fue consciente de lo ocurrido. Acababa de perder el brazo derecho y se había roto al menos un par de costillas y algún hueso más con la caída.
Lentamente y con gran dificultad logró levantarse, soportando a duras penas el dolor, y vio a Astra gritando a aquel ser, fuera lo que fuera. No sabía qué es lo que estaba diciendo. Le pitaban los oídos, respiraba con dificultad y estaba sangrando demasiado por la gran herida que había donde antes su brazo se unía al resto del cuerpo. La criatura comenzó a acercarse a Astra. Orión seguía en el suelo, y parecía que aquella cosa le había dejado tranquilo para ir a por su exmujer.
Sin pensarlo, Leonard corrió como pudo hacia la madre de su hijo y se lanzó sobre ella cuando justo cuando aquel monstruo la iba a aplastar con una de sus manos. ¿Es que allí nadie pensaba esquivar a aquella cosa? No parecían ellos. Donde debía estar Astra, la criatura encontró a Leonard, que de nuevo salió despedido varios metros en otra dirección, rompiéndose una cantidad alarmante de huesos tanto por el golpe del ser como por la caída.
Esta vez no podía hacer nada. Tenía todo el cuerpo destrozado. Probablemente varias costillas habían perforado sus pulmones en varios puntos diferentes, no dejaba de tirar sangre por la boca y el dolor era insoportable. Su vista empezó a nublarse. Podía ver a aquel monstruoso ser acercarse a él, pero no podía moverse. Cuando llevó a su lado, Leonard pudo verle.
Aquella oscura criatura parecía estar formada por la misma oscuridad que antes de llegar allí había tratado de engullirle. Y dentro, durante apenas un instante, vio a su hijo. Le vio como había sido años atrás, la última vez que le vio antes de aquel viaje, con una sonrisa sincera y amplia. Con un rostro lleno de felicidad. Parecía dormido, ajeno a lo que ocurría a escasos metros, si es que llegaban a ser metros, de él.
El monstruoso ser le cogió por el cuello y le levantó en el aire, alineando sus ojos con los del koala, y le examinó con lo que debía ser una enorme y terrorífica sonrisa, aunque su forma cambiaba constantemente, y habría sido imposible definir a aquella cosa como algo diferente a una gran sombra deforme y extrañamente material. Su forma volvió a cambiar, pero esta vez pareció tomar un aspecto más definido.
En pocos segundos, Leonard estaba entre las garras de lo que sólo podía ser, en su cabeza, un demonio. Tenía dos grandes cuernos, pinchos cubriendo todo su cuerpo y cuchillas bajo los brazos, como saliendo de las propias extremidades. Entonces abrió la boca, y una enorme lengua, tan negra como el resto de aquella criatura, salió de ella y lamió su cuerpo, saboreando su sangre y, en cierto modo, su dolor.
El demonio comenzó a temblar de lo que debía ser pura excitación, y con una de sus garras empezó a hacerle cortes por todo el cuerpo, descendiendo poco a poco hasta llegar a su entrepierna. En ese momento empezó a reírse. Aquella risa era tan siniestra como quien la emitía, y taladraba los oídos de Leonard, que por alguna razón seguía aún consciente.
-Patético, patético... ja, ja, ja, ja...
La criatura le cogió por la cabeza esta vez, sujetándola con firmeza y haciéndole cortes en la cara con las garras. Entonces alineó sus ojos con los del koala.
-Enséñame tu miedo. Quiero verte sufrir. Sufre para mí.
Leonard empezó a marearse más de lo que ya estaba. Tenía ganas de vomitar. ¿Dónde estaban Astra y Orión? ¿Por qué estaba allí? Sólo quería volver. Ni siquiera se había podido despedir de Frank. En cuanto aquella bestia le miró a los ojos (o eso parecía, aunque no podía ver nada demasiado bien en su estado), sintió como el mundo daba vueltas en torno suyo.
Aquella "realidad" y sus recuerdos empezaron a mezclarse.
_ -¡Ja, ja, ja, ja! ¡Leo es una chica, Leo es una chica!_
_ -¡No es verdad! ¡Dejadme en paz!_
_ Tenía sólo 10 años. Se encontraba en el vestuario, después de la clase de gimnasia. Uno de sus compañeros decidió que sería divertido quitarle la ropa, y ahora todos sus compañeros de clase le rodeaban y se reían de él por razones obvias. Su "mejor amigo" estaba entre ellos y también se estaba riendo de él._
_ De pronto el profesor de gimnasia entró en el vestuario, al oír el jaleo que se había armado, y ordenó a todos que se apartaran, dejando a Leonard expuesto. Antes de dar a todos sus compañeros una reprimenda, y asignarles un "justo" castigo, el koala pudo ver cómo su propio profesor se reía de él y se apartaba a un lado para que no le viera._
-Ji, ji, ji, ji... Leo es una chica, Leo es una chica... ji, ji, ji, ji...
Esta vez encontró ante él el rostro de su padre, que estaba justo encima suyo, tirando algo de sangre por la boca, y con un gran dolor plasmado en su cara. Su padre le miró fijamente y le dio la sonrisa más amplia que pudo.
_ - No llores, Leo..._
_ -Papá..._
_ -No importa, hijo... Todo se arreglará... todo... se arreglará..._
_ -Papá... lo siento..._
_ -Te quiero._
_ Leonard se abrazó a su padre, que le devolvió el abrazo con las pocas fuerzas que le quedaban, minutos antes de morir._
Leonard estaba en el patio de su colegio. Tenía ya 14 años. Mientras estudiaba "ciencias de la tierra", un compañero se acercó a él y empezó a mirar por encima de su hombro, para ver que hacía. Era un jabalí que iba a su clase, y al que le encantaba molestarle. Paradójicamente, hacía un par de años había sido su mejor (y único) "amigo".
_ No podía querer nada bueno. Nadie quería nada bueno con él. Estaba solo, y tenía que reconocerlo. Los libros eran los únicos que estaban siempre que les necesitaba. Le enseñaban cosas interesantes, no se burlaban de él y le ayudaban a sentirse más lejos de sus compañeros._
_ -¿Qué haces aquí, Leo?_
_ El koala se giró un poco, dándole la espalda. No quería que le hiciera nada._
_ -Nada. Déjame en paz..._
_ -¿No? Creía que estabas estudiando otra vez..._
_ -Déjame en paz..._
_ -¿Y si no me da la gana? Me apetece zurrarte, ¿sabes? ¡Venga, pelea!_
_ -Quiero estar solo, por favor..._
_ -Pues a mí no me da la gana. Venga._
_ Le dio un golpe flojo en el hombro, esperando a que reaccionase, pero Leo trató de ignorarle y se giró un poco más, acercando más el libro a su cara, mientras el jabalí le seguía dando golpes flojos en la espalda._
_ -No me ignores, koala._
_ Leonard intentó no hacerle caso, y entonces el jabalí se puso delante de él y le dio un fuerte puñetazo en la cara, que le hizo caer al suelo, aunque mantuvo el libro entre sus manos._
_ -¡Mírame a la cara, nenaza! ¡Te estoy hablando!_
_ -Déjame en paz, por favor..._
_ -¡Cállate! "Papá" y "mamá" no están aquí par ayudarte. ¡Niño sin padres! ¿No sabes defenderte tú solita, nenaza, eh? Defiéndete. ¡Venga, defiéndete!_
_ El jabalí empezó a darle patadas en el estómago, sin dejar que se levantara, y al final le dio una patada en la boca. Luego le escupió y se fue por donde había venido, dejándole allí tirado, sangrando por la boca y llorando, mientras algunos compañeros suyos pasaban a su lado y se reían de él._
_ -Nenaza..._
La criatura tembló por un instante. Duncan, dentro de ella, se agitó un poco, y su sonrisa desapareció unos momentos. Parecía turbado. ¿Podía ver lo que estaba recordando en ese momento?
-Astra... por favor... entiéndelo... no quiero que Duncan viva una mentira... Yo no... a mi me ha sorprendido tanto como a ti... No creo que pueda vivir una mentira así... Por favor... No me malinterpretes. Te quiero. Y quiero a Duncan... Precisamente por eso no quiero engañaros... por eso te lo he contado...
_ -¿Sí? ¿De verdad me quieres? ¿Eh? ¿Y entonces cómo ha pasado? ¡¿Cómo?! Acaso me vas a decir que ese cerdo estaba sentado en tu silla, desnudo y con la polla mirando hacia lo alto, y entonces te has sentado sin ver que estaba allí y... ¡Oh! Te ha gustado... ¿Me vas a decir eso, eh? ¡Te has acostado con otra persona! Que fuera un hombre o una mujer me da igual, pero me has engañado... No... no me lo puedo creer... Tú..._
_ -Astra... Lo siento, ¿vale? No era mi intención... Quiero decir... aaah... es difícil de explicar..._
_ -¿Lo es? A mi me parece muy fácil. Te has acostado con un cerdo y te ha gustado. Fin. No es tan difícil. Fuera de mi casa ahora mismo._
_ -Astra..._
_ -¡Fuera! Necesito pensar esto fríamente._
_ -Lo siento..._
_ -¡Que te vayas!_
Duncan volvió a revolverse, esta vez más, y aunque Leonard no podía verle bien, abrió los ojos. La criatura habló.
-No quiero seguir viendo.
De pronto, Leonard pudo escuchar la voz de Duncan.
-Tú ya no mandas. Continúa...
Abrió la puerta de su casa (la de Astra, más correctamente), y en cuanto entró Duncan fue corriendo hacia él, llorando.
_ -Papá, papá... Duele..._
_ -¿Qué te ha pasado, cariño? ¿Qué son todos estos golpes?_
_ Antes de que Duncan contestara, Astra salió de una de las habitaciones y fue hacia él, con un papel en una de las manos. También ella tenía marcas de golpes en el cuerpo, y Leonard se preocupó._
_ -Aléjate de mi hijo._
_ -¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien?_
_ -Estaremos bien cuando te vayas. Te he puesto una denuncia por malos tratos. La policía ha ido a buscarte a tu trabajo, aunque ya veo que no te han encontrado. Voy a llamarles de nuevo y decirles que estás aquí._
_ -¿Pero qué...?_
_ -¿No querías sinceridad? Bueno, pues yo me he cansado de ti, y necesitaba una buena razón para alejarte de mí y de mi hijo. Después de todo, no soy sólo yo quien hace locuras, como tú con ese cerdo. Pero no pasa nada, porque soy sincera y te lo cuento. ¿Te parece bien así? Aquí tienes los papeles del divorcio._
_ -Astra... Ya hemos hablado esto y no..._
_ -Fírmalos y vete de MI casa. Ya. No quiero volver a verte._
Duncan parecía perplejo por lo que veía. Leonard estaba muy débil, y ni siquiera tenía fuerzas para tratar de forcejear lo más mínimo. Cuando la criatura le dejó en el suelo, cayó sin poder moverse. De pronto, la criatura comenzó a retorcerse sobre sí misma y fue desapareciendo, y sólo Duncan quedó de pie frente a su padre, con las manos en la cabeza, medio llorando y apretando los dientes.
-¿Qué es esto? ¿Por qué...? ¿Por qué no me acordaba de esto? ¿Quién dice la verdad? No... no puede ser... tú no puedes esconder tus recuerdos de mí... pero entonces... mamá... ¡Papá! Papá... ¿qué te he hecho? No te mueras, papá... p___... ¡re_p__de__! Re__o_d... ¡Pa__! ¡P__ __vor n_ _e ___ras!
Todo a su alrededor fue desapareciendo, y en su lugar la oscuridad fue envolviéndole. Se sentía tan débil. Tan cansado. Tenía mucho frío. Ya ni siquiera podía escuchar lo que le decía Duncan, y sus ojos se cerraron sin que se diera cuenta. Lo último que sintió fue la mano de su hijo bajo la suya. Después, nada.
??/??/????
Abrió los ojos, respiró hondo, como si acabara de salir del agua después de aguantar varios minutos la respiración, y miró a su alrededor. Niebla. Sólo niebla. ¿Qué demonios pasaba? Hacía sólo unos instantes estaba en aquel lugar... Y ahora... Aquello parecía la montaña, en medio de una tormenta, pero... Trató de levantarse, pero se sentía muy débil. No podía oír casi nada, y apenas tenía sensibilidad en los brazos ni las piernas.
-¡Bien hecho! Ya te dábamos por muerto...
¿Volvía a oír bien? Levantó la cabeza un poco, con gran esfuerzo, y vio frente a él a un enorme gorila, casi tres veces tan alto como él, y bastante más musculoso, de color azul sumamente oscuro, casi negro.
-¿Quién eres...? ¿Qué ha...? ¿Qué ha pasado?
-Nos llamamos... Emmm... ¿cómo dijimos que nos llamaríamos? Yo creo que era Tom... ¿No era Luis? Qué raro... creía que nos íbamos a quedar con Ben... Deberíamos aclararnos de una vez, o vamos a confundir mucho a la gente... Estoy de acuerdo. Sí, yo también. ¿Entonces cómo nos llamamos? Cállate y déjanos pensar... ¿Qué tal Lemuel? Me parece raro... A mí me gusta. Dos contra uno. No quedamos con Lemuel. ¡Oh! ¡Perdona! Nos llamamos... digo... Me llamo Lemuel. Espero que no te haya asustado nuestra discusión... Cállate. Eso sólo le va a asustar más... Y deja de hablar en plural o me encargo yo de hablar. Callaros los dos, joder, que tiene una cara de acojono que lo flipáis. A partir de ahora hablo yo. ¿Cómo? ¿Y por qué tú y no yo, o Tom? Porque yo controlo las manos, y como no os comportéis os machaco lo huevos. Mmmmm... Está bien. ¡Menos mal! A ver... Me llamo Lemuel. Sé que soy sexy, y que no puedes evitar mirarme y desearme. Te entiendo. A veces me duele la cara de ser tan sexy. Pero pasando a temas más importantes. Estamos... Digo, estoy... ¡Ja! ¡Hablaste en plural!
En ese mismo instante, una de las manos del gorila cogió sus propios testículos y apretó con fuerza, haciendo que el enorme primate gritara de dolor.
-Ya me callo, ya... ¡Gracias! Como iba diciendo... Estoy aquí porque teníamos que arreglar algunas cosillas dentro de tu hijo. Bueno, ya lo has visto. Estaba un poco raro por dentro y... Mmm... Qué bueno estoy cuando estoy así... perdón... El caso es que tu hijo tiene el poder de controlar la oscuridad. A menos, claro, que ella le controle a él. Y bueno, estaba hecho un lío por dentro, y además los que tienen ese poder son ridículamente inestables, emocionalmente hablando, hasta que empiezan a controlarlo...
-Perdón... ¿Todo lo que me ha pasado ha sido real?
-Mmmm... Depende de cómo lo mires... Digamos que ha sido una especie de... simulación... con efectos drásticos e irreversibles en la vida real... Básicamente estabas dentro de una especie de ilusión más real de lo que una ilusión pueda llegar a ser jamás... Aunque realmente todo ha ocurrido, no puedes decir que realmente lo haya hecho sin ver sus consecuencias... ¡Ah, sí! Estás en mitad de la tormenta. Tranquilo. No te va a caer ningún árbol ni nada...
-Y Alex, mi mujer, mi hijo... Todos los demás... ¿También eran ellos una ilusión?
-Bueno... Todos ellos existen... De hecho, Alex es el responsable de que todo esto haya sido tan creíble, y tu hijo era imprescindible, así que él también estaba realmente... Lo demás eran reconstrucciones a partir de tus recuerdos. Bueno, menos Orión, que es quien te ha traído aquí, y Saúl, que os ha salvado el culo a todos. Pero vamos, que tu mujer y Frank eran sólo imágenes, y Orión también en una parte del proceso.
-Pero... no puede ser... era tan real... creía que iba a morir...
-Sí, ja, ja... Mis ilusiones son buenas, ¿eh? Aunque realmente has estado a un pelo de palmar... No le digas eso, que se preocupará. Cállate, que soy yo el que habla. Bueno, pues eso. Yo me tengo que ir, pero ten en cuenta que realmente sólo han pasado veinte minutos desde que te metiste en la tormenta. Duncan ya ha regresado con los demás, y aún es martes. Aún tardarás un poco en poder moverte con normalidad, y no deberías hacer mucho esfuerzo en unos días, pero Orión debe de estar al caer, así que no te preocupes por eso... ¡Nos vemos!
-Espera. Mierda...
Antes de lo que Leonard lo hubiera preferido, volvía a encontrarse solo. Cinco minutos después, cuando fue capaz de levantarse, con el cuerpo algo dolorido, no llegó a dar dos pasos cuando Alex apareció ante él.
-¡Buenas noches! ¿Qué tal? ¿Bien?
-¿Quién eres?
-Soy Alex... Ya nos hemos visto antes...
-Sé cómo te llamas. ¿Quiénes sois, y qué interés tenéis en mi hijo?
-Mmmm... Eso es difícil de explicar... Dejémoslo en que nos preocupamos por que aquellos "mortales" con poderes inusuales elijan el camino correcto. Si tu poder fuese, por ejemplo, hacer crecer margaritas, la cosa no sería tan grave, pero si controlas la oscuridad, el viento o, por ejemplo, el momento en que alguien debe morir a tu antojo, la cosa cambia...
-Entonces, mi hijo puede...
-Puede controlar la oscuridad, sí... Así que teníamos que eliminar las dudas que tenía, así que le hemos "incitado" a meterse en tu cabeza. Seguramente no se haya dado cuenta de que hemos sido nosotros los que le han "obligado" en cierto modo a hacerlo, pero si no lo hubiéramos hecho ahora mismo estarías muerto y habría un enorme demonio negro masacrando gente todas las noches... Supongo que sabrás entenderlo...
-¿Mi hijo es un demonio?
-No... bueno... a mí no me preguntes... Esas son cosas que os inventáis los mortales... Llámalo como quieras...
-Espera... ¿tú no eres mortal?
-A ver... poder, me puedo "morir", pero no como vosotros... Es decir... Digamos que "desaparezco", o algo así... Tampoco es exactamente eso, pero... Después de todo, vosotros ni siquiera sabéis lo que es la muerte realmente...
-Pero has dicho que hay gente que puede controlar cuándo alguien muere... Entonces deberías saber lo que es...
-No, no... Yo te he puesto un ejemplo...
-Entonces nadie puede controlar eso, ¿no?
-Tampoco dije eso. Lo cierto es que nació uno de esos hace... veamos... 17 de vuestros años. Pero tampoco me preocupa demasiado... No parece que sus poderes vayan a "despertar", y de todas formas le están puteando en un sótano, así que de momento no tienes de qué preocuparte.
-¿Y si de repente empieza a matar gente sin ton ni son?
-No lo hará. Es un buen chico.
-¿Cómo sabes que no va a pasar?
-Tengo mis fuentes de información. Deja de hacer preguntas. Voy a ir contigo a esa casa, con los alumnos. Necesitarás unos días de reposo, así que yo me encargo de tu grupo. Ya lo sabes: yo soy un viajero que pasaba por aquí, y todo eso... Al menos ahora no tienes una pierna mal, ¿no? ¡Orión! Venga, sal, que volvemos.
De uno de los árboles, de pronto, cayó el león marino, que se acercó a ellos.
-Deberías dejar de acechar a la gente. Me pone nervioso que hagas eso, y parece que vayas a matar a alguien.
Orión le miró con cara medio de inocente, medio de ofendido, y Alex le devolvió una mirada severa.
-No me mires así. Sabes perfectamente de lo que hablo. Venga, vamos, que la gente ya estará preocupada.
-Perdón, pero... Si ahora Duncan sabe la verdad... ¿Qué pasará con Astra? Tampoco quiero que la odie por mi culpa...
-Ya, bueno... Lo primero, que no es tu culpa. Lo segundo... No pasará nada. Duncan sabe que sólo es una celosa y una amargada, así que no le va a reprochar nada... no demasiado al menos...