Guerra de Clanes
Un pequeño y divertido proyecto que apenas despega con los integrantes de el grupo de Telegram de el programa Radio Oso.
Una epica historia se está gestando mientras dos amantes convertidos en enemigos están dispuestos a todo por sus ideales.https://bohor.sofurry.com/ Es el propietario de uno de los personajes principales y el administrador de el grupo de telegram. Contactenlo si les interesa entrar o son fans de su programa de radio.
Todos los personajes que aparecen en esta historia son propiedad de sus respectivos creadores y son usados con su permiso.
CLAN WARS
Por: Nahualmorph.
El aire se sentía pesado con la mezcla de olores. Alcohol, tabaco, sudor, y los olores distintivos de machos y hembras de distintas especies.
El tigre macho se esforzó por concentrarse solo en su bebida mientras los otros clientes de la taberna seguían enfrascados en sus propios asuntos.
Sus orejas se movieron cuando la puerta se abrió y otro cliente más entró. Era un cuervo bastante fornido.
El cuervo se movió con gracia hacia la barra y ordenó una bebida, para luego ir a una de las mesas y tomar asiento.
El tigre podía ver que era un guerrero como el. Los movimientos al abrirse paso entre la multitud sin tocar a nadie lo delataban, así como la espada astutamente escondida entre sus ropas.
El cuervo sintió la mirada de alguien mas y por unos instantes las miradas de ambos machos se encontraron. Ambos asintieron en señal de reconocimiento a pesar de encontrarse en lados opuestos de la taberna.
Ahí hubiera terminado el asunto, de no ser porque cuando el tigre levantó su vaso de sake, un tatuaje se hizo visible en el interior de su antebrazo. Era una cabeza de oso.
El cuervo se levantó y comenzó a avanzar hacia el tigre, deteniéndose frente a la mesa del felino. Una ves que tuvo la atención del tigre, lentamente dejó al descubierto un tatuaje que llevaba debajo de el cuello. Una cabeza de murciélago.
El tigre mirò a ambos lados, notando que nadie más les prestaba atención, y luego miró al cuervo a los ojos.
"Media noche. Árbol de cerezo junto al cementerio"
El cuervo asintió y regresó a su mesa a terminar su bebida.
El tigre llegó al lugar acordado, encontrando al cuervo sentado en pose de meditación debajo del árbol. Ambos se habían cambiado las ropas comunes por trajes entallados que dejaban ver sus cuerpos bien formados, dándoles libertad de movimiento y dejando ver que no llevaban otra arma mas que la espada.
El cuervo se puso de pie y ambos hicieron una reverencia antes de tomar una pose de batalla.
El cuervo fue el primero en atacar, lanzando un corte horizontal que fue desviado con facilidad por el tigre. El felino contra atacó dando media vuelta con un corte diagonal.
Ambos guerreros intercambiaron unos cuantos ataques mas, tratando de determinar el estilo y habilidad de su oponente mientras el leve viento nocturno movía pelaje y plumas respectivamente, secando las pocas gotas de sudor que se formaban en sus frentes.
Las espadas se encontraron de nuevo, y de nuevo. Llenando el cementerio con sonidos metálicos y rítmicos, casi como si fuera el tañer de campanas invitando a los muertos a ser los únicos testigos de la pelea.
Ambos guerreros tenían una habilidad similar. Al cabo de unos minutos, solo tenían pequeños cortes en sus cuerpos.
El tigre atacó de nuevo, intentando hacer una finta y moviéndose hacia un lado. Al final, el cuervo descubrió la estrategia y bajó su espada para dar un corte bajo a una de las musculosas piernas del felino. El tigre rugió de dolor e intentó dar un tajo con la espada detrás de el. La filosa espada solo pudo dejar un corte en la cara del cuervo mientras el ave se alejó por un momento para regresar con una estocada que penetró el costado del tigre. El cuervo se alejó de nuevo mientras el felino caía sobre sus rodillas, intentando ponerse de pie. La espada del cuervo tocó el cuello desprotegido de el tigre y ambos se detuvieron.
"Se sabrá que peleaste con honor" Dijo el cuervo Murcita con una voz firme y profunda, esforzándose por mantenerse estoico ante su oponente, a pesar del dolor de sus heridas.
El tigre lo miró, y asintió, envainando su espada y quitándosela con esfuerzo de el cinturón, colocándola a un lado suyo.
"Pido a mis ancestros que guíen esta espada hacia alguien con honor. Muero siendo Osoma"
Después, cerró los ojos mientras la espada del cuervo descendía por ultima ves.
Era el quinto año de el feudo entre los clanes Murcita y Osoma.
Nadie sabe exactamente como comenzó la rivalidad entre los dos clanes. Los rumores dicen que fue por una hembra...pero no como tradicionalmente comienzan estos feudos.
Mefy Yagami, la hija adoptada de Bohor Valdaskar y Raliko Hiriart, había sido considerada una bendición para el reino, que ahora tenía una princesa. El oso polar y Murciélago, habían sido los líderes de la región por un largo tiempo. Los dos amantes habían expandido el reino y lo habían llevado a una época de prosperidad. Ambos padres adoptivos enseñándole a la joven gata de pelaje negro con blanco y cabello rosa tanto entrenamiento en combate, como artes y política.
Cuentan las historias que una noche, los padres no pudieron ponerse de acuerdo en una ceremonia para su hija, y eso dio inicio a una serie de tensiones que terminaron con el rompimiento de la pareja. Poco a poco, la brecha se hizo haciendo mas grande. Hasta que un día, un asesino enviado por un reino vecino intento matar a la princesa Mefy. El lobo llevaba una carta falsa firmada por Bohor, lo que llevó a Raliko a creer que el oso polar estaba dispuesto a terminar con la vida de su hija adoptiva si ella no estaba de su lado.
Raliko llevó a Mefy a su castillo en el lado este del país, mientras que Bohor se quedó con el lado Oeste. Sin embardo, los seguidores de ambos clanes se movían libremente por todo el centro de la región, ocasionando pequeños duelos como el anterior de ves en cuando.
Las puertas de el castillo Osoma se abrieron y un caballo usando armadura de bambú teñido de rojo entrò apresuradamente. Avanzó hasta el salón de guerra e hizo una reverencia al entrar.
Bohor Valdaskar se encontraba rodeado de algunos generales y revisando unos mapas de la región que tenían algunas anotaciones. El fornido oso polar llevaba el pecho descubierto, vistiendo solo unos pantalones holgados y con su espada nodachi siempre a su lado. Sus ojos se movieron de el mapa hacia el caballo que acababa de entrar. La cicatriz sobre su ojo derecho haciendo que su semblante fuera mas severo de lo normal.
"Haruo fue asesinado hace dos noches mi señor. Tuvo un encuentro con un guerrero Murcita"
EL caballo levantó la espada del tigre y la colocó sobre la mesa, después sacó un pergamino de entre sus ropas y lo colocó junto a la espada. "Sin embargo, pudo cumplir con su misión, antes de su encuentro, me dejó este pergamino con la ubicación de una de las rutas de comercio Murcita. Es una ruta secreta que usan para transportar provisiones del país vecino."
El oso miró la espada por unos segundos, y luego tomó el pergamino.
"Has hecho bien Ibuki, toma un baño y descansa, yo me haré cargo del resto"
El caballo hizo otra reverencia y salió de la sala de guerra. Unos diez segundos después, uno de los generales de Bohor, un cocodrilo, se aclaró la garganta y dijo:
"Ahem...creo que iré a revisar el inventario de armas, si vamos a actuar, es mejor saber si necesitamos forjar o reparar algo"
Bohor sonrió...al menos el cocodrilo estaba poniendo un punto valido.
"Muy bien...y como se que antes de eso vas a ir a los baños a ordeñar a Ibuki, dile que después que terminen...si tiene suficiente energía, baje al pueblo y envié al herrero si notas que haga falta reparar algo. Y recuerda contar bien las flechas."
El general asintió y salió, tomando un frasco de aceite antes de dirigirse a los baños. Uno de los grandes...con un caballo necesitaba uno de los grandes.
De vuelta en el salón, Bohor resopló y se frotó la sien.
"Manden a alguien a revisar el sendero, necesitamos determinar los días que lo usan para llevar provisiones. Tenemos que planear el asalto a sus caravanas cuando mas les duela la perdida de recursos"
"Esta ruta indica que son provisiones del reino del norte. No es solo comida, sino tejidos esenciales para sus arcos. Es probable que también aceites. Será una caravana de gran valor...lo que me hace pensar que estará muy resguardada" Dijo un hibrido mientras miraba el mapa. "Mi señor, déjeme formar parte de esta misión"
Bohor clavó su mirada en el hibrido de toro y lobo. El corpulento macho siempre se ofrecía para las misiones mas peligrosas. Su nombre era Zeed y desde que se unió al clan había hecho todo lo posible para destacar y demostrar que su herencia hibrida no lo hacia mas débil ni impuro que los demás.
"Muy bien, se que podré contar contigo para asegurar nuestro éxito. Cuando tengamos la estrategia, serás el primero en saberlo."
El oso encerró en un círculo el sendero en el mapa y tomó el manuscrito que el tigre había conseguido.
"Ahora debo consultar esto, asegúrense de que la espada de Haruo sea entregada quien quiera tomar su lugar"
Del otro lado del reino. El cuervo veía su reflejo en el espejo. El vendaje blanco sobre su pecho contrastaba demasiado con sus plumas negras. Al menos las suturas sobre su mejilla no se notaban demasiado.
El cuervo le agradeció a la curandera y se puso su ropa de nuevo. Al salir, fue recibido por una ardilla que puso una mano sobre su hombro.
"Así que...tu segunda cicatriz de guerra y tu primera muerte Osoma confirmada?"
El cuervo miró a la ardilla con una sonrisa.
"Es mas grande que la de la pierna, pero duele menos. Esa flecha casi me deja invalido...y si no hubiera sido por ti, la segunda me hubiera matado."
"Solo tuvimos suerte de que haya avistado al tirador a tiempo, y de que aun llevara balines de plomo en lugar de piedras para mi resortera."
Un guardia se acercó a ambos. El guepardo jadeaba un poco, como si llevara tiempo corriendo y buscándolos.
"El señor Raliko te busca Victor, quiere asignarte una misión"
La ardilla asintió y dio un abrazo al cuervo.
"El deber llama mi amigo, espero que te mejores pronto"
Victor entró al palacio del clan Murcita, caminando sin prisa hasta el salón de guerra donde un Murciélago se encontraba sobre la mesa, revisando un mapa similar al que se encontraba en el castillo Osoma.
"Estoy seguro de que fue copiado, miren"
Los otros generales observaban como Raliko trazaba un dedo sobre una pequeña mancha de carbón sobre el mapa.
"Esto es grafito reciente, alguien colocó un papel sobre el pergamino y calcó la ruta de el sendero"
"Parece que debemos esperar una emboscada en la caravana entonces. Deberíamos detener los envíos hasta que encontremos otra ruta" Dijo uno de sus generales, un lobo al que le faltaba un dedo de la mano derecha.
"No, esta ves la caravana traerá aceites vitales para aceitar las armas, son provisiones que no pueden esperar. Tendremos que aumentar la seguridad"
El murciélago miró a la ardilla y cruzó los brazos.
"Victor, tendrás que acompañar a la caravana. Selecciona a otros cuatro vigías que sean tan buenos para navegar por los arboles, irán haciendo relevos por todo el camino"
"Si, mi señor. Necesitaré mas munición de plomo"
"Habla con el herrero entonces, pero no con el de el castillo...ve con...el"
Victor asintió y salió de la sala. Era un viaje de casi tres días de ida y vuelta, pero este otro herrero valía la pena por su trabajo. Ahora, a ver si encontraba a alguien con quien hacer el viaje.
Raliko miró el mapa de nuevo. Las siguientes semanas podrían ser cruciales.
El sonido de metal chocando contra metal se repetía rítmicamente. Podía escucharse a casi un kilometro de distancia de el edificio de piedra de donde provenía. Por supuesto, cuando es el único edificio en medio de un pequeño bosque, no hay mucho mas ruido que lo ahogue. No tener vecinos ciertamente era conveniente para un herrero...y mas para uno que no era exactamente un amante de las prendas de vestir.
Nahual diò unos cuantos golpes mas a la hoja de acero y tomó unas pinzas, forzando el metal al rojo vivo a doblarse a su voluntad sobre la longitud de la hoja antes de tomar el martillo nuevamente y volver a golpearlo. El lobo gris sonrió al recordar como un amigo en cierta ocasión había comparado la forja de acero japonés con ciertos tipos de pan que formaban hojas de masa crujiente.
Gruesas gotas de sudor bajaban por su pecho descubierto y se perdían dentro de el delantal de cuero, que era el único articulo de ropa que el lobo traía puesto. Nahual gruñía con el esfuerzo, después de un par de horas de trabajar el metal sin parar. Había extendido y doblado la hoja de acero unas diez veces, comprimiéndola cada vez mas y mas, dotando al acero de una flexibilidad pocas veces vista. Finalmente, sumergió la hoja en una tina de madera con agua y hielo, sacándola rápidamente y revisando el fruto de su trabajo.
Nahual respiró profundamente, sonriendo ante la mezcla del olor a madera, piedra, metal y su propio cuerpo. Estiró sus músculos y estaba a punto de comenzar a afilar unas puntas de flecha que había terminado ayer cuando sus orejas se sacudieron levemente en respuesta al sonido de pasos sobre el camino de grava que conducía a su forja. Una de sus manos se acercó a la espada que tenia siempre oculta debajo de su mesa de trabajo, pero su actitud se relajó y el lobo sonrió cuando vio la familiar cara de una ardilla que se aproximaba a la entrada.
"Victor! No esperaba que vinieran tan pronto. El próximo pedido aun no está listo. Lord Raliko me había dicho que aun tenia dos semanas mas"
Victor iba acompañado de un joven ciervo, que miraba con interés el interior de la forja mientras el lobo y la ardilla estrechaban la mano.
"No vengo por eso aun. Necesito munición especial para mi resortera, tengo una asignación especial que..."
El lobo levantó una mano para detener a Victor.
"Entre menos sepa es mejor. Ya lo sabes"
Era una especie de secreto a voces que el lobo forjador vendía armas a ambos clanes. De alguna manera, los había convencido de que una guerra no se ganaba con armas, sino con los hombres blandiéndolas, y que teniendo armas de el mismo fabricante, era la mejor manera de demostrar cual clan era el mejor, porque así solo importaba la habilidad de cada quien.
"Muy bien...munición para resortera...vamos a ver...creo que tengo algo perfecto para ti."
Nahual se quitó el mandil de cuero, quedando desnudo frente a los dos soldados. El ciervo se ruborizó un poco y miró hacia otro lado, haciendo que el lobo se riera un poco mientras tomaba una caja de madera de mediano tamaño.
"Debe ser nuevo si aun no se acostumbra a ver machos en pelotas"
Nahual llevó la caja fuera de la forja, colocándola en el suelo y abriéndola. En su interior había pequeñas piezas de plomo. Parecían óvalos, pero tenían los bordes afilados. El ciervo los miró con atención. Parecían lentejas gigantes.
"Préstame una de las tuyas" solicitó Nahual a Victor.
La ardilla le dio una de sus municiones regulares. Una esfera de plomo del tamaño de una piedra de rio.
"Estas funcionan bien si les quieres causar un pequeño chichón"
Nahual tomó la resortera de la ardilla y disparó una munición contra un árbol, arrancando un pedazo de corteza y dejando una clara impresión circular sobre el tronco.
"Pero si realmente quieres que no se vuelvan a levantar..."
A continuación cargó la resortera con una de sus municiones especiales. Tensó con fuerza los músculos de su brazo y disparó con un gruñido fuerte. El ovalo de plomo se incrustó casi por completo en el tronco del árbol
"Si quieres efecto adicional, raya los bordes con un cuchillo. Así, al entrar, se desprenderán fragmentos de plomo que entraran en la sangre, o puedes empaparlas con veneno."
Nahual cerró la caja y se la entregó a Victor junto con su arma. La ardilla le entregó una bolsa con dinero y sonrió.
"Les daré un buen uso, y le diré a mi Daimio que su entrega estará lista en dos semanas"
Cuando Victor y el ciervo se retiraban por el sendero, el lobo desnudo gritó.
"Y dile al general Dragoran que ya le toca que le afile la espada...y la de metal también!"
Victor le hizo una seña con la mano y ambos comenzaron a bajar al pequeño pueblo cercano.
"Siempre es tan...abierto?" preguntó el ciervo. "Y...el y el general...?"
"Es bueno en lo que hace, es lo único que le importa al Daimio, y es lo único que debería preocuparte. Aunque...si la forma en que lo veías significa lo que creo...ahórrate el rodeo y pregúntame si puedes alcanzarme en la posada en un par de horas"
El ciervo se sonrojó de nuevo y miró hacia atrás, luego a la ardilla, luego hacia atrás de nuevo. Estaba a punto de decir algo cuando Victor se adelantó.
"Te espero en la posada al atardecer, solo procura que no te deje tan adolorido que no puedas viajar"
Victor vio como el ciervo corría de regreso a la casa del herrero sin decir mas y suspiró.
"...novatos"
La caravana avanzaba casi sin hacer ruido. Los caballos y toros que tiraban las carretas llevaban botas especiales para no hacer ruido. El sol ya casi había desaparecido, pero no encendían ninguna antorcha, confiando solo en la visión nocturna de los soldados que la custodiaba. Eran cuatro carretas de tamaño considerable, y al menos un contingente de 20 soldados.
Zeed los observaba desde lejos bien escondido entre las rocas de un despeñadero.
"Va a ser difícil" Dijo el Torolobo "Ese rio que está mas adelante seria perfecto para una emboscada...y te apuesto a que ellos lo saben."
Junto a el, el único otro hibrido del clan Osoma también observaba la caravana. Era un hibrido de canguro y carnero.
"Los arboles ya están listos, los corte parcialmente, con los cortes ocultos para que no los vean antes de tiempo. Solo tenemos que darles un buen golpe. El resto de los hombres ya está en posición"
"Vamos entonces, no hay que hacer esperar al destino"
Los dos híbridos tomaron sus armas y comenzaron a avanzar a paso rápido y silencioso para interceptar la caravana del clan Murcita.
Victor subió a un árbol ágilmente cuando el soldado a cargo de la caravana dio la orden de detenerse. Era algo que hacían cada 30 minutos. La ardilla subió hasta la copa de un árbol mientras tres exploradores mas hacían lo mismo con otros arboles. Sus ojos se esforzaban en ver algo fuera de lo común entre los arboles cercanos. Atento a aves y otros animales que huyeran, delatando la presencia de algún peligro.
Odiaba las vigilancias nocturnas, era muy difícil ver si alguien se acercaba. Pero la orden era avanzar por otras dos horas antes de descansar.
"Al oeste" Dijo una voz un par de metros mas debajo de Victor. La ardilla bajó la mirada, viendo que un lobo ártico ubicado unas cuantas ramas mas abajo apuntaba con una flecha a un punto en el bosque.
"Estoy seguro que vì algo de color rojo. En esta época no hay flores"
Victor trató de forzar la vista de nuevo, concentrándose en ese punto. Con el sol ya prácticamente oculto, era casi imposible de ver.
Pero ahí estaba. Casi imperceptible, pero la luna que se alzaba daba la suficiente claridad para dejar ver un poco de movimiento de un objeto rojo. Parecía un pedazo de ropa que ondeaba con el viento.
"Es una trampa! Valian, da la alarma!"
Victor y los otros vigías saltaron lo mas rápido que pudieron de los arboles mientras el lobo también bajaba y caía en el techo de una de las caravanas, tomando una campana y haciéndola sonar.
Mas arqueros se movilizaron de inmediato, subiendo a los techos de las otras caravanas y metiéndose en las cajas de bambú que habían sido construidas sobre ellos. Los otros soldados de inmediato desenvainaron las armas mientras los vigías se unían a los arqueros.
"No veo nada" Dijo uno de los soldados al cabo de algunos minutos.
"El rio está mas adelante, quizá piensan emboscarnos ahí"
"Que es lo que vieron?"
"No viene nadie"
Victor estaba seguro de lo que había visto. Alguien había dejado esa prenda ahí precisamente con la intención de que los vigías la vieran. Con la intención de poner a la caravana en alerta. Pero...por que? ¿De que les servía ponerlos sobre aviso? La ardilla miró nerviosamente a los otros soldados. No podían quedarse ahí, ni podrían estar en guardia toda la noche, y estaba casi seguro que les aguardaba una trampa en el rio.
Rufus y Zeed sonreían mientras veían a una distancia segura. El plan estaba funcionando. Al poner en alerta a los soldados, los pondrían nerviosos, haciendo que se desgastaran por la presión.
Del otro lado del rio, los soldados de Osoma empujaban contra uno de los arboles previamente cortados, haciendo que cayera con un estrepito, sobresaltando a los soldados murcita.
"Ahora van a tener otra discusión sobre si deberían ir a ver que pasó. O si el camino está bloqueado. Esta noche no van a poder dormir"
Al poco tiempo, el resto de los soldados regresaron a donde estaban Zeed y Rufus, acurrucándose juntos mientras solo quedaban los vigías que observarían el campamento. Serian reemplazados cada dos horas para que todos pudieran dormir, a menos que la caravana continuara su rumbo.
Parecía que eso no iba a pasar. Los soldados murcita aun estaban esperando el ataque.
"Estas seguro que viste algo?" Preguntó uno de los guardias.
"Ambos lo vimos" dijo Valian "No cabe duda, era una prenda. Y definitivamente hay alguien mas adelante. Seria mucha coincidencia que el árbol cayera solo"
Casi como para probar sus palabras. Escucharon el crujir de madera y el estruendo de otro árbol cayendo cerca, también del otro lado del rio.
"Probablemente bloquearon el sendero. Están contando con que avancemos y crucemos el rio."
"No hay otro camino, deberíamos enviar un vigía"
"No! Probablemente están contando con eso" Victor interrumpió a los guardias "Manténganse en sus puestos. Valian, ven conmigo"
La ardilla y el lobo ártico treparon al árbol mas alto que encontraron cerca de el sendero, escalando con agilidad hasta que sintieron las ramas mas delgadas crujir bajo el peso de sus pies.
"Trata de ver si hay algún movimiento. ¿Alcanzas a ver el sendero y el rio?" Preguntó Victor.
El lobo se esforzó casi hasta el punto de perder el equilibrio, siguiendo el sendero y fijando su vista en donde sabía que estaba el rio.
"No puedo ver casi nada, pero la línea de árboles se ve ininterrumpida. No parece que hayan bloqueado el camino"
"Creo que es una estrategia para ponernos nerviosos y cansarnos...escucha, tu y yo vamos a tener que tomar turnos vigilando en este árbol, somos los únicos que podemos escalar tan alto, y los otros tienen que intentar dormir"
"Victor, va a ser una noche muy larga. Si lo que dices es cierto, de seguro atacarán mañana, y tu y yo vamos a estar muy cansados para defendernos"
La ardilla apretó los dientes, colocando una mano sobre el hombro del lobo.
"Lo se. Baja y descansa, avísales a todos de nuestro plan. Iré a despertarte en un par de horas"
Valian suspiró y bajó del árbol, dejando a Victor meciéndose con el viento sobre la copa del árbol. La ardilla tomó su resortera y alistó una de las municiones especiales de Nahual.
"Tan larga como será la noche, tengo la sensación de que el día será peor"
Tan pronto como comenzó a salir el sol, la caravana comenzó a moverse de nuevo. Todos los soldados se veían cansados y nerviosos. Victor y Valian se encontraban sobre sus caballos, apenas conscientes después de una noche de luchar contra el viento para mantener el equilibrio en la copa de un árbol.
El grupo llegó al rio, donde algunos soldados maldijeron al ver que el sendero estaba despejado.
Estaban a punto de llegar al otro lado, cuando se escuchó un grito y guerreros osoma comenzaron a salir de entre los arboles delante de ellos. El grupo de Osoma rápidamente cruzó el rio protegiéndose de los arqueros para tratar de rodear la caravana.
Victor y Valian de inmediato despertaron y echaron mano a sus armas mientras los guerreros Osoma atacaban la caravana.
Rufus y Zeed encabezaban el ataque. La katana de Zeed ya se había hundido en uno de los soldados antes de que tuvieran tiempo de reaccionar. A pesar de que estaban esperando el ataque, estaban demasiado cansados para reaccionar a tiempo. Para cuando los soldados Murcita formaron un circulo alrededor de los cuatro carruajes, ya habían perdido a cinco hombres.
Victor y Valian subieron a los techos de los carruajes. Las municiones especiales que nahual les había dado hacían bien su trabajo, perforando incluso las armaduras de bambú de algunos de los soldados.
"No dañen los carruajes! ¡Solo maten a los soldados! ¡Tomen prisioneros si pueden!" Rufus gritaba ordenes mientras su hacha se hundía en el pecho de un soldado Murcita. El hibrido de carnero y canguro apenas tuvo tiempo de bloquear un proyectil de metal con su hacha que de otra forma le hubiera destrozado la cara. Valian maldijo y preparó otro tiro, pero antes de que pudiera lanzarlo, una flecha de un soldado Osoma lo alcanzó en una pierna.
"Los carruajes! Suban!" Gritó Victor.
La ardilla había escuchado a Rufus mencionar que querían los carruajes intactos. Eso los haría dudar en atacarlos directamente y protegería un poco a los soldados mientras los arqueros se hacían cargo de los Osoma.
Victor y Valian siguieron atacando con tiros certeros mientras los Murcitas poco a poco se fueron encaramando en los techos de los carruajes. Los guerreros Osoma intentaban alcanzarlos con espadas y lanzas, pero sus ataques eran desviados con facilidad. Rufus y Zeed vieron que la mayoría de los Murcitas ya se encontraba sobre los carruajes. Rufus le hizo a una señal a un oso que combatía junto a el también con un hacha y ambos comenzaron a moverse fuera de el circulo que se había formado. Rufus avanzó hacia el carruaje que estaba hasta atrás de la caravana y el otro oso hacia el de adelante.
Habían gritado intencionalmente que no dañaran los carruajes, porque estaban contando precisamente con que los Murcitas los usaran como escudo. A ambos lados del sendero había arboles que tenían el tronco cortado parcialmente en un ángulo que ocultaba los cortes a la vista de quien pasara por el sendero. Solo necesitaban unos cuantos hachazos mas y caerían sobre la caravana, aplastando carruajes y soldados por igual.
Victor y Valian se encontraban sobre el mismo carruaje, el arquero asignado a el estaba tirado entre ellos, víctima de una lanza que lo había alcanzado. La ardilla y el lob seguían disparando con sus resorteras, pero ya casi no les quedaba munición. Valian le arrojó la bolsa con municiones a Victor y tomó el arco del soldado muerto. Victor seguía disparando contra los soldados Osoma cuando algo atrajo su atención. Vio que un hibrido de canguro y carnero se separaba del grupo principal y corría hacia atrás de la caravana. Parecía como si se fuera a ocultar detrás de un árbol.
Cuando Victor vio a Rufus blandir el hacha, comprendió cuales eran sus intenciones. Rufus estaba fuera de su campo de visión, pero Victor supo que debía haber alguien mas dirigiéndose a uno de los arboles de enfrente.
"Valian! Busca a alguien con un hacha cerca del carruaje de en frente!"
El lobo saltó al siguiente carruaje, gritando de dolor al sentir que la herida en su pierna se abría aun mas. Casi de inmediato vio a un oso que rugía mientras decapitaba a un soldado Murcita antes de seguir avanzando hacia su objetivo.
Esos preciosos segundos que el soldado Murcita compró con su vida, le dieron a Valian el tiempo suficiente para disparas una flecha que se hundió el hombro derecho del oso. Justo entonces, se escuchó un estruendo cuando Rufus dio el ultimo hachazo al árbol y este comenzó a caer. Los soldados Murcita que pudieron reaccionar a tiempo, saltaron del techo del carruaje, pero casi la mitad quedaron bajo el árbol.
La estrategia de subir a los techos estaba funcionando. El ejercito Murcita comenzaba a ganar terreno, pero todo seria inútil si el otro árbol caía sobre el carruaje guía. El oso que debía cortar el árbol intentó levantar el hacha de nuevo, pero Valian volvió a disparar esta ves acertando sobre el cuello. Zeed vio como su camarada caía y corrió para levantar el hacha y terminar el trabajo. Pero para entonces, el clan Murcita ya había entendido su estrategia y se habían bajado de los carruajes para continuar peleando, además de que los encargados de las bestias de carga se encontraban fustigando los toros y caballos para que avanzaran, fuera del peligro de los arboles cortados.
El Torolobo rugió de frustración. Ahora lo único que podían hacer era matarlos a todos.
Valian tuvo que quedarse en el techo del carruaje. Su herida no le permitió moverse mas, pero desde ahí continuó disparando flechas. Victor bajó al suelo cuando se le terminó la munición, tomando una espada de uno de los muertos y uniéndose a la batalla. Zeed y Rufus peleaban lado a lado, protegiéndose las espaldas. Aparte de ellos, solo quedaban unos cuantos soldados Osoma. El clan Murcita había conseguido voltear la situación por completo. Los dos híbridos se encontraban cansados y heridos, pero aun así seguían peleando. La mayoría de los soldados Murcita ahora se concentraban en ellos, pero los dos híbridos probaban ser adversarios de cuidado, así que ninguno se acercaba demasiado.
"Basta!. El resto de sus hombres han muerto o sido capturados" Dijo el soldado con mayor rango en el ejercito Murcita.
Zeed y Rufus por fin se dieron cuenta de que ellos eran los únicos que continuaban peleando. La mayoría de sus soldados ya se encontraban muertos sobre el suelo, y unos cuantos sobrevivientes estaban siendo amarrados.
"Mi honor no me permite rendirme" dijo Zeed "Lo lamento, pero voy a tener que matar algunos mas de tus hombres antes de que ellos me..aaack!"
Un ovalo de metal voló por los aires, golpeando uno de los ojos del toro/lobo y entrando directamente hasta su cerebro. Zeed se desplomó sin vida, dejando solo a Rufus. El canguro/carnero tiró su hacha y tomó una espada corta mientras Victor se aproximaba al grupo de guerreros que lo rodeaban.
"Puedes quitarte la vida ahora, salvar tu honor, y condenar a tu clan...O puedes seguir viviendo lo suficiente para informar a Bohor de tu fracaso, darle la oportunidad de planear algo, y ayudar a tu clan a cambio de tu honor...tu decides"
Rufus apretó los dientes, mirando a los soldados Murcita mientras su mano sujetaba con fuerza el mango de la espada corta. Finalmente, el hibrido enfundó su espada, hizo una reverencia y dio la media vuelta, alejándose de el grupo.
"Por que lo dejaste ir?" preguntó un soldado a Victor. La ardilla suspiró mientras lo veía alejarse con la cabeza baja.
"Porque es lo que el señor Raliko haría. Vamos, tenemos muchos amigos que enterrar"
Victor volteó hacia los carruajes, viendo a valían aun sobre el techo de una. El lobo estaba débil por la pérdida de sangre, pero aun así sonrió y le mostró el pulgar hacia arriba a Victor mientras un soldado le aplicaba un torniquete en la pierna.
Enterrarían tanto a amigos como enemigos en tumbas separadas, tomando las armas y pertenencias de sus soldados para entregárselas a sus familiares.
Los sobrevivientes continuarían...legarían a su destino, y serian vistos como héroes...para pelear y morir otro día.
Una semana después...
Fortaleza del clan Murcita.
Raliko se encontraba revisando el inventario de provisiones en su cuarto. El ataque a la caravana pudo ser desastroso, afortunadamente, habían salvado la mayoría de las provisiones. Ahora bastaba esperar como respondería el clan Osoma. Y conociendo a Bohor, no había duda de que el oso polar ya tenía algo en mente. Necesitaban ponerse a la ofensiva antes de eso.
El murciélago solo tenia puestos un par de shorts holgados y un chaleco que dejaba su pecho al descubierto. Raliko se frotó los ojos y tomó una jarra con agua casi vacía. Estaba considerando salir a llenarla de nuevo cuando escuchó que alguien tocaba a la puerta.
"Adelante"
La puerta se abrió y una hermosa gata de color negro y blanco con cabello rosa. Llevaba en sus manos una bandeja con una jarra de té y un plato de mango cortado en cuadritos.
"Otra ves no saliste a cenar, así que te traje algo"
El murciélago sonrió, apartando los planos y documentos de la mesa para dejar espacio para la bandeja.
"Gracias Mefy, Es solo que aun hay mucho que planear. Bohor va a moverse rápido."
Mefi sonrió, sentándose a un lado de Raliko, tomando un cubo de mango y ofreciéndoselo a Raliko.
"Si, papá Bohor siempre ha sido más impulsivo que tú, y a ti te gusta planear más las cosas"
Raliko tomó la fruta con su boca, cerrando los ojos y dejando que el dulce sabor del mango, así como el calor de la cercanía de su hija adoptada y su olor lo tranquilizaran.
"Extraño los viejos tiempos, pero algún día esto terminará. Ya sea con una tregua, o contigo terminando solo con un padre"
"No me gusta pensar en eso" Dijo Mefy, inclinando su cabeza en el hombro del murciélago. "Pero sabes que no daré mi opinión sobre si esto está bien o mal, solo espero que termine pronto."
Raliko acarició la cara de Mefy y le dio un abrazo y un beso en la mejilla.
"Lo se preciosa, yo también. Ahora vete a dormir, te prometo que yo lo haré pronto también"
"Mefy acarició la espalda de Raliko mientras se ponía de pie, volteando a verlo una ves mas antes de abrir la puerta de la habitación.
Un corpulento dragón de escamas gris oscuro con blanco se encontraba afuera, a punto de llamar.
El dragón le hizo una pequeña reverencia a Mefy y entró a la habitación mientras la hembra salía.
"Señor, me mandó llamar?"
"Ran, quiero que mañana convoques a los otros generales. Vas a planear una estrategia de ataque. Vamos a lanzar una ofensiva contra el clan Osoma."
El dragón hizo una reverencia y se colocó una mano sobre el pecho.
"Así se hará, mi señor. Tendré todo listo para la reunión de mañana."
Fortaleza del clan Osoma.
Bohor se encontraba en su habitación viendo por la ventana. El enorme oso polar se encontraba desnudo y bebiendo de una copa con el sake más fuerte que tenían en las reservas. El fracaso al asalto de la caravana había sido un inconveniente, pero el oso sabía que no se podía perder el tiempo en lamentaciones. Era hora de seguir presionando.
Una leve brisa recorrió su cuerpo y Bohor tomó otro sorbo de su copa.
"Te mataría llamar a la puerta de ves en cuándo?"
De entre las sombras salieron dos figuras. Un mandril de mala cara con un Jabali detrás. EL jabalí se quedó de pie, sin moverse mientras el mandril caminaba despacio para ponerse frente a Bohor, sin inmutarse de la desnudez del oso.
"No es mi naturaleza, señor. Un ninja que anuncia su presencia no tiene cabida en este mundo"
"Supongo que tienes razón. Sabes por que te llamé?"
Bohor comenzó a caminar por su habitación, no queriendo mantenerse quieto ni cerca del mandril, manteniendo su guardia en todo momento.
El mandril solo lo siguió con su miraba, sonriendo al ver que ni siquiera su Daimio confiaba por completo en el.
"Estoy seguro que planea lanzar una ofensiva contra el clan Murcita...así que presiento que me llamó porque necesita que haga algo mientras Raliko se encuentra en el frente de batalla"
"Era de esperarse de ti. Así es. Quiero que salgas de inmediato al territorio del clan Murcita y me informes de sus movimientos. Y quiero que cuando su castillo quede desprotegido, captures a Mefy y me la traigas. Asegúrate que nadie te vea."
El mandril y el jabalí que continuaba en una esquina intercambiaron miradas, antes de que el mandril inclinara la cabeza.
"Así se hará, mi Daimio."
"Váyanse ahora. Mi general estará aquí en un momento."
Bohor abrió un closet de madera y sacó unos rollos de papel. Para cuando se dio la vuelta, el mandril y el jabalí ya habían desaparecido. Unos cuantos segundos después alguien tocó a la puerta.
"Adelante"
Entró en la habitación un oso pardo joven, que se aclaró la garganta y bajó la mirada al ver a su Daimio desnudo.
"Pasa Bernardo...No es como si no lo hubieras visto antes...y más."
Bohor soltó una risa mientras el otro oso cerraba la puerta detrás de el.
"En unos cuantos días vamos a lanzar una ofensiva contra el clan Murcita. Quiero que comiences a planear una estrategia. Tu y Dukk se van a encargar de dirigir mi ejército.
"No te fallaremos Daimio" Dijo Bernardo
"Lo se. Quiero que se concentren en uno de los generales del ejército Murcita. Su nombre es Ran, se que sin el, los Murcitas no tendrán dirección en una batalla."
Bohor hizo a un lado las sabanas de su cama y se sentó en ella.
"Me harías compañía esta noche? Aun me siento tenso después de que Rufus se quitara la vida cuando me trajo el mensaje de el plan fallido"
Bernardo sonrió y comenzó a quitarse la ropa mientras Bohor apagaba la vela junto a su cama.
"Esto no podría ser mejor" Dijo el señor mandril mientras el y su seguidor caminaban por los pasillos de el castillo. El jabalí miraba a ambos lados para asegurarse de que nadie mas los escuchaba.
"Mefy es la clave que podría decidir el resultado de esta guerra. No importa quien gane la siguiente batalla. Si yo tengo a Mefy, podré hacer que cualquiera se doblegue a mi voluntad. Bowji...se aproximan tiempos muy interesantes"