Vidas entrelazadas 12 (Marcus-II)

Story by nadie on SoFurry

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18/12/3843 (lunes)

-Vamos, vamos. Cada grupo a su habitación. Dejad las cosas y venid de nuevo a la sala común. Cuando volváis, id con vuestro monitor y él os explicará las actividades que llevaréis a cabo durante la semana.

Marcus y Kevin se dirigieron a su habitación. Dean se había adelantado con su hermano, así que para Marcus fue un viaje más tranquilo. En cuanto llegaron, dejaron sus cosas sobre las camas. Marcus y Kevin dormirían juntos en una de las camas de abajo, algo más grande que el resto y más resistente que las literas superiores (para evitar problemas con su peso...). Dean dormiría en la litera que estaba justo encima de la cama de Marcus, y Andrew en la litera que había pegada a la pared frente a la de Dean.

Kevin y Andrew, más rápidos que sus hermanos mayores, se marcharon rápidamente abajo, y Marcus no pudo evitar sonreír al ver a su hermano tan contento con su amigo. El tigre le vio sonreír, le miró con desprecio y siguió con lo suyo. Cuando Marcus se iba a marchar, Dean le puso la zancadilla y le hizo caer. Un par de compañeros que quedaban en la habitación se rieron entre dientes y salieron de allí.

-Cuidado donde pisas, comehierba. Casi me chafas un pie.

-Lo siento...

-No importa. Ten más cuidado la próxima vez.

-...

Dean se adelanto, dejando a Marcus atrás, y el híbrido tuvo que darse prisa para ir con sus compañeros de nuevo a la sala común. Allí, Frank le estaba esperando junto con el resto de sus compañeros de grupo. Lo más rápidamente posible, Marcus se sentó junto a su hermano, que estaba justo al lado de Andrew, que a su vez se había sentado junto a su hermano mayor.

-Bueno... Ya estamos todos. Vamos a ver... Hay previstas varias cosas para esta semana, y espero que las hagamos entre todos bien. Entre esas cosas nos hemos propuesto que os llevéis mejor unos con otros. ¿Bien, Dean y Marcus? Va por todos. Bueno, menos por vosotros dos, que ya veo que os lleváis muy bien. A ver si vuestros hermanos mayores aprenden un poquito. Como iba diciendo, vamos a hacer varias cosas. Hemos hecho esto a sorteo, y me temo que esta noche os tocará lavar a vosotros los platos. No pasa nada, no pasa nada... Otros días les tocará a otros hacerlo. Además, yo y seguramente alguien más os ayudaremos. Menos Kevin y Andrew, claro. Vosotros os lleváis sólo la parte divertida de la excursión, qué le vamos a hacer... Mañana vamos a aprender a orientarnos en la montaña, usando brújulas, pero también observando lo que nos rodea, porque no siempre vamos a llevar una brújula encima. Yo sí, porque soy algo maniático para eso, pero por lo general no va a ser así para la mayoría de la gente. Y... hay que levantarse a las 7:00. Sé que para los más jóvenes es algo nuevo, pero me temo que hay que levantarse a esa hora. Confío en que sus hermanos mayores se hagan cargo de que no se queden dormidos. Y ahora... lo que os queda de tarde/noche es para vosotros... Eso sí: a la hora de la cena os quiero aquí. Detrás de la casa tenéis un campo de fútbol y un par de campos de baloncesto. No son gran cosa, pero es lo que hay... Y si queréis leer algo y no os habéis traído ningún libro, hay una pequeña biblioteca siguiendo ese pasillo. La segundo puerta a la derecha. Los baños están arriba para los chicos, y... no os voy a decir dónde están los baños para las chicas, porque creo que aquí no hay ninguna. Ahora bien. Si me entero de que hacéis algo, voy a tener que poneros un castigo, y creo que aquí somos todos mayorcitos para saber comportarnos. Kevin y Andrew... Eso va también por vosotros. ¿Alguna duda?

Nadie dio muestras de tener duda alguna, y visto lo visto Frank dio por terminada la "reunión".

-Bien. Pues ya podéis iros.

En cuanto hicieron señas de marcharse, Kevin se pegó a la pierna de Marcus.

-Tete, tete... ¿vamos a ver cómo juegan a fútbol?

-Sí... Cojo un libro y vamos a verlo.

Cinco minutos después, las dos parejas de hermanos se encontraban en la zona de los campos de fútbol y de baloncesto. Kevin y Andrew habían sido bien acogidos entre los alumnos más mayores, que jugaban con ellos un pequeño partido de fútbol, más en broma que en serio para que los pequeños pudieran disfrutarlo. Dean sólo miraba, alegando que o se jugaba en serio o no se jugaba, aunque estaba claro que le gustaba ver a su hermano disfrutar de aquel momento. Marcus había dejado el libro que había cogido para leer, ya que el cielo se había vuelto oscuro en poco tiempo y no tenía luz suficiente. También él disfrutaba viendo a su hermano feliz.

Más tarde, les llamaron a cenar, aunque apenas pudo hablar con sus amigos, ya que las mesas estaban preparadas para que estuviera cada uno en su grupo correspondiente. Finalmente, la hora de irse a dormir llegó, y cada uno tuvo que irse a su habitación. O al menos, los demás grupos se fueron a sus respectivas habitaciones, ya que a su grupo le tocaba limpiar los platos y se tuvo que marchar a la cocina. Kevin, aunque no tenía obligación, decidió ayudarles, y Andrew le siguió para no quedarse solo.

Sorprendentemente para Marcus, Dean no le molestó en toda la noche, aunque quizás eso sólo fuera porque estuvo más atento de Andrew que de fastidiarle. Por fin se marcharon a su habitación. Kevin estaba bastante cansado, y lo mismo parecía ocurrirle a Andrew. Tras un embarazoso cambio de ropa para irse a dormir, con comentarios obscenos relacionados con trompas, partes bajas ya partes altas, Marcus se tumbó en la cama con Kevin, alegrándose de que aún fuera demasiado joven para entender lo que sus compañeros habían querido decir.

Al menos, después de ver (intuir más bien) que el propio Kevin podría dejarles en ridículo con sólo seis años, parecía que algunos de sus compañeros no estaban muy animados a continuar con los comentarios. Aquella noche, incluso con la compañía de Kevin, a Marcus le resultó difícil dormirse. Siempre le costaba algo dormirse, y estar en una habitación que no era la suya hacía que le costase un poco más.

19/12/3843 (martes)

Aún de madrugada, hacia las 3:00, Kevin le despertó y le pidió que le acompañara al baño. Como todo buen hermano mayor, Marcus le acompañó, y al volver tuvo que esperar un rato hasta dormirse de nuevo. Unas cuatro horas más tarde, todos se levantaron, se vistieron y se dirigieron, soñolientos algunos, a tomar el desayuno que precedería a un día de aprendizaje diferente a la mayoría, y probablemente más entretenido.

A lo largo de la mañana, el grupo se fue familiarizando con el entorno, aprendiendo algunas cosas bastante interesantes sobre cómo orientarse en la montaña y qué zonas debían evitar en condiciones de mal tiempo, o cuando anocheciera. Marcus pensó que, seguramente, Tony supiera bastante de aquello, o que si no lo sabía estaría disfrutando de la excursión, aunque no estaba seguro de que su hermano lo estuviera disfrutando menos, viendo su interés.

Después de comer, tras un rato de descanso, Frank les contó una breve historia sobre las gentes que antes habitaban aquella misma montaña y, aunque no estaba seguro de que fueran ciertas, la historia fue bastante interesante, y tenía su moraleja y todo.

Después de contarles aquella historia, dividió al grupo en dos grupos más pequeños, que debían seguir unas pistas hasta llegar a algún lugar donde, supuestamente, había escondido un tesoro (obviamente sólo era un cuento... Probablemente el "tesoro" sólo era algún papel con algo escrito, o una pequeña bolsa con caramelos, aunque desde luego Frank había logrado captar toda la atención de Kevin y Andrew).

En un grupo estaban Dean, Marcus y sus hermanos pequeños, mientras en el otro estaban el resto de compañeros. Ahora sí que era evidente que aquel grupo no lo habían hecho al azar, y Dean no parecía demasiado contento por ello. La "búsqueda del tesoro" se llevaba a cabo en la zona que habían estado viendo por la mañana, y se habían puesto algunas marcas en el suelo y los árboles, de todas maneras, para asegurarse de que ninguno de ellos se perdiera.

La primera pista, con la que empezaron, les condujo a un pequeño claro, aunque allí no parecía haber nada más que un árbol en el centro, sin nada en particular. La tierra no estaba removida, y no había nada en especial que les llamase al atención.

-¿Qué dice la nota, Andrew?

-Dice: "Donde la luz cae, el viajero mira a lo alto y camina hacia arriba pasando tres rocas". Qué raro...

-¿Seguro que es aquí? La luz del sol da en todas partes ahora...

-Sí, pero este es el único claro que hemos visto esta mañana... Di algo, comehierba.

-... No estoy seguro...

-No puede ser tan difícil. Sólo es la primera pista, y además el juego está pensado para críos... ¡Di algo!

-Yo... creo que quiere que nos movamos al norte... El norte está arriba en los mapas. Supongo que podría haber tres rocas que llamen la atención, o algo... Y si quiere que miremos hacia arriba, quizás esté sobre alguna rama... No lo sé...

-Mmmm... Vaya tontería...

-Podemos mirar a ver. A lo mejor el tete tiene razón. Hace muchos puzzles.

-Psss... Probemos...

Siguieron las indicaciones, y pasaron tres rocas. Tras pasarlas, encontraron un árbol medio muerto, con apenas un par de hojas. Además, curiosamente (y más en opinión de Andrew y Dean que de sus hermanos mayores), ese árbol tenía cierto parecido con una persona señalando hacia arriba (¡imaginación al poder!), y en una de las ramas tenía un sobre. Si aquella no era la siguiente pista...

-Bueno... Parece que para algo sí que sirves... Veamos... "Bajo la alfombra verde, en un ángulo recto después de que los más pequeños vean a su profesor, donde la luna encuentra a su gemela". Vale... Aquí alguien se drogó mientras escribía pistas...

-A lo mejor tenemos que ir a hablar con el profe...

-¿Qué es un ángulo recto?

-No creo que valga ir a preguntarle a Frank por esto... Se supone que tenemos que encontrar todo sin su ayuda... Comehierba, ¿tú qué dices?

-La alfombra verde podría ser césped... Pero no recuerdo haber visto césped por aquí...

-Entonces será que no hay, porque tú el césped lo miras mucho. ¿Eh, comehierba? Venga... Sigue.

-¡No le digas eso a mi tete!

-Vale, vale... Hasta tu hermano tiene que defenderte y sólo tiene 6 años... Pfff... Venga, di.

-Si las pistas están hechas para cada grupo, entonces éstas deberían referirse en algún momento a nosotros... Así que los pequeños podrían ser Kevin y Andrew, y ven al profesor a cierta hora de la mañana cuando van al colegio. A las 9:00, ¿no?

-¡Sí!

-Bravo... ¿Qué tiene que ver eso con buscar en una cierta dirección?

-A veces se dice una hora cuando quieres que alguien se gire hacia cierto lado. Sale en muchas películas... Pero no creo que sea eso exactamente, porque podríamos estar mirando en cualquier dirección. Seguramente esté ajustado a las direcciones que marca un mapa. Las 12:00 en el norte, las 3:00 en el este, las 6:00 en el sur y las 9:00 en el oeste.

-Vale... Si eso es cierto, entonces... ¿dónde tendríamos que ir?

-Tendríamos que ir al norte o al sur, porque forman un ángulo recto con el oeste, que son las 9:00.

-¿Y no sabes hacia dónde?

-No lo sé... Seguramente lo que queda en la pista es algo más, pero... no sé a qué se puede referir...

-Con la luna tendrá que ver...

-No lo sé... puede ser una metáfora...

-¿Qué es una metáfora?

-Qué listo es Marcus...

-¡Eh! ¿Se te ocurre algo o no?

-Espérate... Estoy pensando...

-A lo mejor tenemos que coger un espejo.

Marcus miró a Andrew. Un espejo era una idea bastante infantil, y no parecía tener demasiado sentido... Pero... Dean le miró con cara de sorpresa y de burla.

-¿Qué clase de idea tonta es esa?

-¡No es tonta! ¡Así podemos reflejar la luna! Los gemelos son iguales, ¿no? A lo mejor se refiere a eso... Si vemos dos lunas iguales, entonces estamos donde toca.

-No seas tonto. Si valiese coger un espejo, podría referirse a cualquier sitio...

-No. Tu hermano tiene razón. Bueno... No un espejo, que podría estar en cualquier parte, pero... El lago donde hemos almorzado esta mañana reflejaba la luz el sol, y aunque está casi totalmente tapado por árboles, podría ser que también reflejase la luna.

-¿Y ese lago está al norte o al sur?

-Sí. Está más o menos hacia el norte.

-¿Más al norte? ¿Cuánto vamos a tener que caminar?

-¡Qué divertido! ¡La siguiente me toca adivinarla a mí!

-¡Sí! Y luego a mi hermano mayor.

-Todavía no sabemos si está allí...

-¡Vamos!

Andrew y Kevin salieron corriendo en la dirección en la que se encontraba el pequeño lago. Marcus se quedó un poco atrás, aunque Dean no tuvo problemas en alcanzar a los dos más pequeños del grupo. Por alguna razón, Marcus se sentía un poco más cómodo aquella tarde, aunque seguramente era porque el juego requería pensar, y le gustaban las adivinanzas.

Cuando llegó al lago con los demás, ya estaban sentados sobre una roca, con la siguiente pista en las manos, y Kevin parecía bastante confiado en saber dónde estaba la siguiente pista. Dean, por su parte, parecía algo molesto por no haber adivinado ninguno de los lugares. Marcus se acercó a Kevin, y le preguntó por la pista

-¿Qué decía?

-"Más al gusto de trompeteros que de felinos, la siguiente pista esta en un húmedo camino. Da tres pasos al este y dos al sur del nacimiento y hallarás la nueva orden".

-¿Un río? Aquí no hay ningún río...

-Ya, pero hay una fuga de agua cerca del pozo, y hace un camino de barro bastante ancho.

-No me gusta ese pozo...

-¿A qué ha venido lo de los felinos?

-A nosotros nos ha llamado trompeteros. Al menos lo del "húmedo camino" tiene sentido... Yo también creo que es allí. ¿Cómo te has dado cuenta de la fuga?

-¡Es enorme! Esta mañana sin querer metí un pie en el barro, y el profe dijo que tuviera cuidado porque la tierra allí estaba húmeda.

-¡Ah, sí! Qué listo que eres...

Después de llegar al pozo, siguieron las instrucciones, considerando que cuando decía "nacimiento" se refería al propio pozo, y finalmente encontraron un nuevo sobre, algo húmedo y arrugado.

-Venga, hermanito. Este te toca a ti.

-No me llames así. Soy mayor que tú. A ver...

En cuanto Dean abrió el sobre y leyó lo que había dentro, su cara mostró confusión. Los demás le miraron expectantes, pero el tigre no dijo nada, y sólo siguió mirando el papel, frunció el entrecejo y se apartó un poco de ellos.

-¿Qué dice?

-Espera... Quiero averiguarlo yo.

-Venga, hermanito... queremos ayudar...

-¡He dicho que os esperéis!

Durante varios minutos estuvieron esperando. Cualquier mirada dirigida hacia Dean sólo parecía irritarle más, aunque nadie le dijo nada, conociendo el carácter que tenía. Al final, su hermano se le acercó por detrás y le quitó el papel de las manos.

-¡Lo tengo, lo tengo! ¡Vamos a ver qué pone!

-¡Eh! ¡Dame eso!

Dean se abalanzó sobre su propio hermano para intentar quitarle el papel, y a punto estuvo de tirarle al suelo. Andrew se escondió detrás de Marcus, y Dean se acercó a ellos.

-Dadme ese papel. Me toca a mí.

-Dean, por favor... Tu hermano sólo quiere ayudar...

-¡Que me lo deis de una puta vez!

-¡Dean...!

Antes de que Marcus pudiera decir nada más, Dean sacó las garras, le apartó de un zarpazo en la cara y cogió a su hermano por los brazos. Entonces, le quitó la hoja y le tiró al suelo. Luego, se apartó y se puso cerca de un árbol, desde donde les miró. Marcus le devolvió la mirada. Andrew estaba tirado en el suelo, llorando, seguramente más por el susto que por la caída, y Marcus tenía tres cortes que sangraban bastante debajo de un ojo.

-Sólo es un juego... Se supone que tenemos que trabajar en equipo y pasárnoslo bien juntos. Sé que yo no te caigo bien, pero Andrew es tu hermano...

Dean le observó por unos segundos más, aparentemente enfadado, como intentando decir algo, pero callándose en el último segundo y chasqueando varias veces la lengua. Luego vio a su hermano, y el enfado se mezcló con un sentimiento que Marcus sólo pudo atribuir a cierta culpabilidad. Entonces giró la cabeza y se acercó hacia su hermano.

-Andrew, lo siento... no quería...

-¡Déjame en paz! ¡Tonto!

-No... no...

-¡Tonto! ¡Tonto!

De pronto, la culpabilidad que había aparecido en el rostro de Dean desapareció, y sólo quedó en ella la furia.

-¡Muy bien! ¡Iros a la mierda! ¡Aquí tenéis vuestra mierda de papel! ¡Estoy harto de este juego asqueroso!

El tigre les tiró el papel, no sin antes asegurarse de que quedara bien arrugado, para que les fuera más difícil leerlo, y se marchó corriendo. Marcus se acercó a Andrew y le ayudó a levantarse.

-¿Estás bien?

-Lo siento... ¿Te duele?

-¿Qué? ¿Esto? Tranquilo. No es nada. Tenemos que ir a buscar a tu hermano. No tiene brújula, ni mapa, y no creo que ahora le importe mucho por dónde va...

-Déjale... es un tonto...

-No. No le podemos dejar así. Es parte de nuestro grupo, y además es peligroso perderse en mitad de la montaña.

-El tete tiene razón... vamos.

-Pero... está sangrando...

-No es nada... mira... no le digas esto a nadie, ¿vale?

Marcus levantó la mano, y la puso sobre su cara, justo debajo del corte. De pronto, la piel pareció endurecerse y se volvió lisa. Los cortes se cerraron, y cuando apartó la mano la piel volvió a su estado anterior, esta vez sin los cortes ni la sangre. Andrew le miró sorprendido, con la boca más abierta de lo que parecía saludable para los músculos de su cara.

-¿Cómo has hecho eso?

-No lo sé. Pero no se lo cuentes a nadie. ¿Vale?

El joven tigre asintió, y luego giró la cara hacia Kevin.

-¿Tú también puedes?

-No... ¿A que es guay?

-Sí...

-Venga, vámonos antes de que tu hermano se pierda...

-¡Sí, vamos!

Marcus empezó a caminar, cuando de pronto sintió algo extraño. Al girarse, vio a Andrew y a Kevin completamente quietos. No es que se hubieran parado, al menos no como se suele entender. Observó todo lo que le rodeaba, y también lo vio. Los árboles, las hojas que habían empezado a caer de ellos, un pájaro a pocos metros del suelo. Todo estaba absolutamente quieto, como si alguien hubiera convertido aquello en una escena de una película y lo hubiera detenido con un botón del mando a distancia.

Extrañado, y en parte atemorizado, dejó de caminar. ¿Qué ocurría? Desde luego, aquello no era nada normal, y no hacía falta ser un genio para darse cuenta. Se acercó a Andrew y a Kevin, y pasó una de sus manos ante sus caras, pero no se movieron lo más mínimo. Entonces, alargó una mano para tocar al pequeño tigre, pero justo cuando iba a hacerlo una mano que, sin lugar a dudas, no era la de ningún conocido, le detuvo.

-Ah, ah. Yo de ti no les tocaría. ¿Sabes cuál es la velocidad de algo que se desplaza un metro en cero segundos? Eso les mataría, y además sería poco estético.

Marcus levantó la vista y giró la cabeza, y vio a quien le acababa de coger de la mano. Ante él, o más bien a su lado, se encontraba lo que sólo habría podido asociar con un demonio. Debía de medir unos 4 m de alto, tenía la piel roja como la sangre y dos pequeños cuernos sobresaliendo de su frente. De cintura para arriba, tenía un aspecto muy similar al de un humano, algo bastante extraño teniendo en cuenta que los humanos se habían extinguido hacía "muchos" años. Claro que, teniendo la piel de ese color, los dos pequeños cuernos y dos enormes alas en la espalda, similares a las de un murciélago, quedaba claro que de humano tenía poco. La parte interior de las alas era negra.

Su cuerpo era musculoso, aunque no en exceso. De cintura para abajo, se podía observar una delgada y asombrosamente larga cola recubierta por una fina capa de pelo marrón oscuro. Una capa del mismo color y algo más gruesa de pelo cubría sus piernas, que terminaban en pezuñas. Sólo llevaba una pequeña bolsa colgada a la cintura y un largo taparrabos de colores verdes y azules, extrañamente similares a los de brillantes esmeraldas y zafiros, que por pocos centímetros no tocaba el suelo. Tenía en la cabeza el pelo castaño muy oscuro, casi negro y largo, recogido en una coleta que llegaba hasta la mitad de su espalda, y algo de pelo bajo las axilas y, como pudo ver, justo sobre la zona genital, sobresaliendo por encima del taparrabos. Sus ojos eran verdes como esmeraldas. En sus manos, las uñas parecían en realidad una mezcla entre verdaderas uñas y garras, y se alargaban más de lo normal, aunque su "dueño" tampoco parecía nada normal, después de todo.

Cuando sonreía, y en ese momento lo hacía, podía ver sus colmillos, algo más largos de lo normal, si bien no demasiado. Sus dientes eran blancos como perlas. En conjunto, Marcus no sabía si debía sentir pánico o admiración por aquella criatura, aunque dadas las circunstancias no es que se fuese a fiar de él tan fácilmente. ¿No?

-Qué... ¿Quién eres?

-Oh... Disculpa mi falta de modales... Mi nombre es Ismael. No tengas miedo. No pretendo hacerte ningún daño... a menos que eso sea lo que desees...

Sin que le diera tiempo a reaccionar, Ismael se inclinó y le lamió la mejilla donde antes tenía la herida, y con una mano le cogió por la cintura, mientras con la cola le acariciaba una pierna.

-¿Qué quieres? No... no me hagas nada, por favor...

-He visto el amor que sientes por tu hermano. Tan hermoso... Pero no es a hablarte de eso a lo que he venido. Has usado el poder de la tierra. Deberías ser más cauto. No es un poder que puedas usar a la ligera. No busco arrebatártelo, pero otros lo querrán, y no conviene que lo uses demasiado. Aunque tú no puedas aún, nosotros podemos sentirlo. Es un poder hermoso... pero debes ser cauto. Vengo a entregarte esto...

Ismael sacó rápidamente una especie de joya, brillante y de un brillo pardusco, y se la puso en la mano, forzando a su puño a cerrarse sobre la gema.

-Con esto tu poder será mucho mayor. Ahora cerrar heridas como esa te resultará tan sumamente fácil que con apenas una insignificante parte de tu poder podrás hacerlo, y no seremos capaces de detectar tu "magia". Podrás hacer cosas mucho más complicadas que eso, pero aún eres joven, y no debes dejar que otros como yo, cegados por la avaricia, puedan detectarte. Si eso ocurre, estarás en un grave peligro, y también lo estará tu hermano. Usa esta gema con cuidado. Es más valiosa de lo que puedas imaginar.

Mientras le decía esto, Ismael se pegó a él más de lo que le hubiera resultado cómodo, restregando su enorme pecho contra el de Marcus. Y sin embargo, por alguna razón, no le molestó. Aquellas caricias, aquel contacto, aquel olor... Todo en aquel ser le intoxicaba. Nunca se había sentido así, salvo cuando su madre le cogía por las noches, cuando era pequeño, y le dejaba dormir sobre su pecho. Pero había algo más. Una sensación de absoluta seguridad le llenaba. Quería estar así para siempre. Quería que aquellos brazos le tuvieran siempre allí. Sentir a aquel ser cerca de él.

-Eres tan hermoso y tan joven. Estás lleno de vida, pero no la disfrutas. Yo te daré la felicidad que tanto deseas. Te llenaré más de lo que creas capaz. Ya lo creo que lo haré...

Su vista empezó a nublarse, pero no le importó. Estaba tan bien allí, que nada más le importaba. Ismael metió aquellas dos enormes manos/garras bajo su ropa, bajo sus pantalones, y le cogió por detrás, acariciándole y tocándole de un modo que Marcus nunca hubiera creído posible. Pero aquello no importaba. Siempre que estuviera con Ismael estaría bien.

-¡Ismael, para! No es a esto a lo que se te ha enviado.

-Vamos... Es divertido. Sólo quiero divertirme un rato con él. Hace tiempo que no tengo en mis brazos a alguien tan joven...

-Tienes tres segundos para soltarle antes de que te saque de la burbuja y te despedace.

-No puedes tocarme, hermanito, y lo sabes. Antes de que me pusieses un dedo encima tu sangre cubriría todas estas plantas.

-Si hicieras eso, Marcus acabaría igual que yo, y creo que no estás dispuesto a hacer algo así, ¿cierto?

-Tsch... Qué aburrido eres... Juegas con ventaja. Me piro...

De pronto, aquella sensación de seguridad, de calidez y, aunque le avergonzara reconocerlo, de deseo, desapareció. Ismael le dejó y casi cayó al suelo al apartarse. El enorme demonio se alejó. Un instante más tarde, Ismael había desaparecido.

-Pervertido... Disculpa la escena... Vístete. ¿Ya te has vestido? Jo, qué lento...

-¿Quién eres? ¿Dónde estás?

-Lo siento. No me gustan las presentaciones. Vístete. Aquí no ha pasado nada.

-¿Qué queréis de mí?

-Ismael, sexo. El resto... que crezcas, simplemente, sin atraer la atención de demasiada gente. Por cierto, Dean estará dentro de diez minutos y cuarenta y dos segundos en dirección sur desde aquí. Curiosamente, allí debéis recoger la siguiente y última pista.

-¿Al sur? ¿Dónde?

-No te preocupes. Os encontraréis allí.

-¿Cómo lo sabes? ¿Eres adivino o algo así?

-Algo parecido. Los efectos del contacto con Ismael cesarán cuando rompa la burbuja temporal, así que tranquilo, que no vas a perder tu timidez irracional en un tiempo. Y... sobre lo del sábado que viene... mi más sincero pésame...

-¿Qué quieres decir?

De pronto, fue la voz de Andrew la que le contestó.

-Digo que vamos... ¿Estás bien? Te has parado de golpe...

-Sí... No es nada... Lo siento.

Observó todo lo que le rodeaba. Todo parecía normal. ¿Realmente había ocurrido algo allí, y sólo él lo había visto y vivido? Miró su mano izquierda, donde Ismael le había puesto la gema, pero allí no estaba. ¿Qué había pasado? Había sido tan real...

-¡Tete, venga! ¿A dónde vamos?

-Al sur...

-¿Dónde está el sur?

-Por allí.

-Mi hermano se fue por el otro lado...

-No... Vamos al sur...

Marcus miró su reloj, y empezó a caminar. Diez minutos después, mientras caminaban, Dean chocó contra él, apareciendo de pronto de entre los arbustos de uno de los lados.

-¡Ah! ¡Cuidado, joder! ¡Mirad por dónde...! Comehierba...

Marcus le miró. Luego miró su reloj. Habían pasado algo más de diez minutos desde que comenzaron a andar. No podía ser casualidad... Volvió a mirar a Dean. Tenía los ojos un poco hinchados y rojos.

-Dean... ¿Estás bien?

-Dejadme en paz. Estoy muy bien.

-Sabías que la última pista estaba aquí, ¿verdad?

-¿De qué hablas?

-Querías que te siguiéramos, porque la pista que buscamos está justo aquí.

Marcus le lanzó una mirada de complicidad, casi guiñándole el ojo. Sabía que el tigre no tenía ni idea de aquello, pero también sabía que si se había enfadado era precisamente porque no había podido averiguarlo, y porque su hermano le había llamado "tonto".

-Oh... claro... Sí... Estaba aquí... Pensaba que ya no me pillabais... Pero... os voy a dejar el resto a vosotros... Podéis coger vosotros el sobre, si queréis. No me gustaría hacerlo a mí todo, al fin y al cabo.

-¡Oooooh! ¡Sabías que era aquí y has hecho que te sigamos! ¡No me había dado cuenta! ¡Qué listo eres, hermanito!

-Bueno... Marcus también ha ayudado... si no se hubiera dado cuenta él, no habría servido de nada...

Marcus sonrió. Al menos Dean sabía "meterse en el papel" rápidamente... El tigre le devolvió por un segundo la sonrisa, pero al darse cuenta de que lo estaba haciendo apartó la mirada y frunció el ceño de nuevo.

-Bueno, pues en cuanto tengamos el sobre, que sea Marcus el que nos guíe otra vez a donde está Frank, que yo ya me he cansado de este juego.

-Oye... pero si sólo estaba actuando... ¿por qué te ha hecho cortes en la cara, tete?

-Se emociona demasiado al actuar... ya has visto cómo le he seguido el juego. No ha estado mal, ¿eh?

-Que guay...

En cuanto encontraron el último sobre, en el que sólo ponía "Volved a casa y recoged vuestro premio", marcharon de nuevo al punto de encuentro, donde Frank debía de estar esperándoles. Cuando llegaron, tuvieron que entrar dentro de la casa, ya que parecía que se avecinaba una tormenta, y estaba empezando a anochecer. Frank estaba dentro, junto con el resto de miembros del grupo. La mayoría de grupos ya estaban completos, y ya se habían ido a sus habitaciones, a leer o a hacer otras cosas por su cuenta.

-Buenas noches. Veo que ya tenéis todas las pistas.

-Sí, pero parece que somos los últimos... Nos ha costado un poco...

-¡Sí, pero Dean ha estado genial!

-Vaya... Me alegro de oír eso. Y no os preocupéis. La mayoría de grupos tenía rutas más cortas y pistas más fáciles, y aún así a la mitad le faltan una o dos pistas... Me alegra que hayáis encontrado todas. Creo que eran las más difíciles, y sólo erais dos "mayores". La mayoría de vuestros compañeros han ido a ducharse hace un rato, y vosotros deberíais hacer lo mismo. Las duchas están en la zona baja de la casa, bajo el primer piso. Sé que es un poco raro, pero bueno... no voy a decir que estén en el sótano, porque no me parece un sótano. Las de las chicas no están ahí, así que no busquéis. Andrew y Kevin... Vosotros si no queréis no os duchéis, que no sudáis tanto.

-¡Yo me quiero duchar con Marcus!

-Yo no... no me gusta el agua...

-Vaaale... Pues me quedo contigo.

-Je, je... Sabía que a ti y a tu hermano no os gustaba el agua.

-A mí me gusta.

-Profe, profe... ¿Y nuestro premio?

-¡Ah, sí! Para vosotros... una bolsita de caramelos para cada uno. Lavaos los dientes después de coméroslas, y no toméis antes de cenar, que si no luego os dejáis comida. Y vosotros ya tenéis la satisfacción de un trabajo bien hecho, que sois mayorcitos para caramelos (aparte de que se me han acabado por no comprar suficientes...)

Después de tan poco gratificante respuesta, Marcus y Dean fueron a su habitación, cogieron ropa para cambiarse, champú y demás y fueron a ducharse. Cuando llegaron a las duchas, vieron que estaban prácticamente vacías. Apenas quedaban dos personas, y ya se iban a marchar. Cuando por fin quedó todo vacío, el tigre y el híbrido entraron. Marcus sabía que iba a tener que hacerlo. No podía esperarse a que Dean se duchara, o se le haría demasiado tarde.

Rápidamente, el tigre se desnudó y entró. Marcus le imitó, y para su desgracia vio que todas las duchas eran compartidas, y no cabinas separadas, como le habría gustado que fuera, de modo que simplemente se metió bajo la ducha, mirando al suelo, la encendió y empezó a enjabonarse.

-Oye...

-... ¿Qué...?

-¿Por qué hiciste eso antes?

-... ¿El qué?

-Lo de hacer como que yo sabía que el último sobre estaba allí.

-... No lo sé... Pensé que te sentirías mejor si Andrew y Kevin pensaban que lo sabías y que nos habías hecho seguirte.

-... Gracias...

-¿Qué?

-Nada. ¿Me dejas un poco de tu jabón? El mío está vacío...

-Toma.

En cuanto le pasó el jabón, pudo ver por un instante el cuerpo desnudo del tigre. Tenía una complexión envidiable, una buena musculatura y no parecía ir "mal equipado", pero eso no fue lo que le llamó la atención. En el costado derecho tenía varias cicatrices, y algunas marcas de golpes recientes. Dean pareció darse cuenta de lo que miraba, y se giró rápidamente de modo que no pudiera verlo.

-¿Cómo te has hecho esas marcas?

-No es nada.

-......

-Nada que te importe. Déjalo.

Sin decir nada más, los dos terminaron de ducharse, y salieron de allí. Marcus fue a buscar a su grupo de amigos, algo de lo que ya tenía bastantes ganas, pero cuando iba a empezar a buscarles se encontró con su padre, que le pidió que fuera con él. ¿Por qué tenía que hacerle aquello en mitad de la excursión? Había mucha gente... Mientras se dirigía con su padre a donde quiera que le estuviera llevando, metió las manos en los bolsillos. En el bolsillo derecho del pantalón estaba aquella gema, y casi se asustó cuando se dio cuenta de que la había sacado a la vista de todos, aunque afortunadamente nadie pareció verle.

Finalmente, llegaron al cuarto de Goert, y el mamut cerró la puerta tras entrar ambos en la habitación, y encendió la luz del techo. Luego, se giró hacia Marcus.

-Marcus, por favor... siéntate. Quiero hablar contigo.

Con miedo a lo que su padre pudiera hacer si le desobedecía, Marcus se sentó en el borde de la cama, y Goert se puso justo a su lado.

-Mira, Marcus... Sé que no lo has pasado bien últimamente... Sé que no me estoy portando bien contigo... Y te quería pedir perdón...

-¿Perdón por qué? No ha pasado nada...

-Marcus... Por favor... Los dos sabemos que lo que te he hecho no está bien...

-No sé de qué me hablas... a mí me gusta... y a ti... adoro que me hagas todo lo que me haces... yo no...

-¡Marcus! Por el amor de Dios, no me mientas... sé perfectamente lo mucho que me odias... Sé que no tengo ningún derecho a pedirte que me perdones... Pero no he podido evitarlo... Yo... Aquí siento que puedo controlarme... Aquí puedo tratarte como te mereces... No quiero que vuelvas a sufrir todo lo que te he hecho sufrir este tiempo... Quiero que seas feliz, y no sé si es esta montaña, o qué es, pero aquí puedo pensar con mayor claridad.

Marcus miró a su padre a los ojos. Quería creer que iba a cambiar. Quería creer que nunca más volvería a tocarle de aquella manera, pero... La cara de su padre no parecía decir lo mismo. Sus palabras hablaban sobre lo mucho que lo sentía, sobre todo el mal que le había hecho, pero su voz, su cara... todo lo demás... sólo había frialdad... ¿Dónde estaban los sentimientos?

-Marcus... Sé que te resulta difícil creerme, pero... Voy a cambiar, ¿vale? No sé por qué he estado haciendo todo esto tanto tiempo... Pero ahora puedo ver claramente que no he hecho bien. Es como si todo empezara a poder verlo como lo veía antes de... aquel día... Hijo...

Goert se acercó a Marcus y le puso una mano en la mejilla, y le miró a los ojos.

-¿Podrás perdonarme?

Marcus le miró a los ojos. ¿Cómo podía preguntarle algo así? ¿Cómo, con aquella cara? ¿Cómo, sin mostrarle ningún sentimiento al hacerlo? ¿Le estaba hablando con sinceridad, o era otro de sus trucos para humillarle? ¿Cómo podía creer en él después de todo lo que le había hecho? Sin ni siquiera darse cuenta, apartó la mano de su mejilla, bajo la mirada y se dirigió a la puerta de la habitación.

-No lo sé...

El resto de la noche transcurrió con relativa normalidad, salvo porque Leonard, el profesor de ciencias, salió de la casa para buscar a su hijo, y volvió algo tarde, aunque sin problemas. Después cada grupo se fue a dormir a su habitación. Marcus y Kevin fueron los primeros en acostarse. Andrew, que les vio juntos, miró a su hermano.

-Hermanito... ¿Puedo dormir contigo?

-¿Y eso por qué?

-Kevin duerme con Marcus... Yo quiero dormir contigo...

Otros compañeros en la habitación vieron la escena, y algunos sonrieron.

-Mmmm... No sé yo...

-Poooorfiiiii...

-Unf... venga... Pero sólo esta noche...

-¡Bieeen!

Marcus y Kevin le oyeron, y también ellos sonrieron.

-Te quiero, tete.

-Yo a ti también, Kevin...

Marcus acarició un rato la cabeza a Kevin, que estaba pegado a su pecho, hasta que se durmió. Finalmente, también él cayó dormido. De madrugada, y seguramente porque había bebido demasiado durante la cena, Marcus se despertó y tuvo que ir al baño. En cuanto entró, pudo oír algunos sollozos.

-Tonto... tonto... eres estúpido...

Marcus se acercó a uno de los váteres, aunque no abrió la puerta. Podía reconocer aquella voz incluso entre sollozos.

-¿Dean?

De pronto, los sollozos cesaron.

-Dean... ¿Estás bien?

No hubo respuesta.

-Dean...

-Déjame en paz.

-Oye...

-¡Déjame en paz!

-...Lo siento... Sólo venía a mear...

-¡Pues mea y vete!

Marcus no quería molestar al tigre, así que simplemente se encargó de descargar el contenido de su vejiga y volvió a su habitación a dormir, aunque esta vez le costó un poco más que antes.

20/12/3843 (miércoles)

Después de levantarse y desayunar, Frank les llamó de nuevo para comenzar las actividades de ese día. Por la mañana, les daría una hoja con fotografías (en blanco y negro) de diversas plantas y sus nombres, y ellos tenían que localizarlas y coger una muestra por grupo. Los grupos eran los mismos que los del día anterior, y aunque Dean parecía menos molesto que el martes, aún parecía no querer entablar demasiada amistad con Marcus.

-A buscar plantitas... Vaya asco...

-Si no te gusta esto, ¿para qué has venido a la excursión?

-No tenía más remedio. Además, ¿a ti qué te importa?

-...Vamos a buscar las muestras...

Para sorpresa de Marcus, que tenía ciertas dificultades para encontrar las plantas requeridas, para Dean aquello parecía ser tan fácil como aburrido, y en apenas una hora tenían todas las muestras.

Después de volver con Frank, esperar a que el otro grupo fuera y escuchar una explicación sobre la utilidad de cada planta, o qué debían evitar hacer con ellas, les dejaron algo de tiempo libre, que el tigre aprovechó para jugar un poco al fútbol con los dos hermanos pequeños y los demás compañeros de grupo, mientras Marcus leía un rato. Al final del "partido", justo antes de la comida, Dean tiró "accidentalmente" algo de tierra a Marcus al golpear el balón así que, si había habido alguna posibilidad de evitarlo, ahora seguro que la había perdido y tendría que ducharse de nuevo con el resto de compañeros. De todas maneras, con la lluvia que había caído el día anterior el suelo estaba lleno de barro, así que la ducha era prácticamente obligatoria, si no necesaria.

Por la tarde estuvieron plantando las muestras recogidas esa mañana en macetas con distintos tipos de tierra, para ver cómo crecían el tiempo que iban a estar allí, y que cada uno diera entonces su opinión al respecto. Esta vez, fue Marcus el que "mejor" lo hizo, al ser el más paciente (junto con su hermano), ya que Dean se puso histérico ante la idea de tener que pasarse una tarde plantando muestras sin destrozarlas.

Después, tras un tiempo más de descanso, fueron a ducharse. Menos Marcus, que sólo tenía algo de tierra encima, los otros tres estaban manchados por todas partes de la tierra y abono que habían empleado para las actividades de la tarde, sobretodo porque Dean había estado haciendo el animal (sin querer... eso al menos se notaba) y más de una maceta se les había caído encima (sin lamentar heridos, afortunadamente).

Marcus no pudo evitar notar que, hiciera lo que hiciera, aquella gema siempre aparecía en uno de sus bolsillos, así que desistió en su intento de dejarla escondida en su bolsa. Sin embargo, cuando se desnudó para meterse en la ducha notó que no la llevaba encima (afortunadamente, parecía que la gema no era tan "pesada" como para meterse donde no debía, algo que explicaría que el día anterior no la llevase "encima" mientras se duchaba).

Esta vez, al menos, también Kevin y Andrew se ducharon con él, y su hermano pequeño le mantuvo distraído de las miradas que les echaban (aunque seguía resultando molesto que murmuraran a sus espaldas y, en algunos casos, miraran tan descaradamente). Cuando todos se fueron y sólo quedaron Marcus, Kevin y Andrew, el mayor de los tres les pidió que salieran ya, se vistieran y se marcharan. Marcus no había tenido tiempo de ducharse tranquilamente, al tener que vigilar a los dos pequeños mientras se lavaban. Dean, al parecer, pensaba ducharse más tarde, ya que no le había visto desde que se metieron en las duchas.

Tras varios minutos, pensando en lo que le había pasado el día anterior con su padre, se dispuso a salir de la ducha, pero justo cuando iba a hacerlo llegó Dean, que le empujó de nuevo hacia las duchas, haciéndole resbalar y caer de culo sobre el frío y mojado suelo.

-¡Ah...! Dean... ¿Dónde estabas? ¡¿Qué te ha pasado?!

Marcus no se había dado cuenta, pero ahora podía verlo claramente. Donde el día anterior había visto marcas de golpes y cicatrices, ahora había cortes abiertos y sangrando.

-No te importa.

-Sí que me...

-¡No! A ti te da igual...

-Yo...

-¡Cállate! Estoy harto... Tú eres inteligente... eres fuerte... ¿Sabes lo que me ha costado hacer estos músculos? Yo... no tienes ni idea... Y tienes amigos... ¡Yo debería tener amigos! ¿Por qué no lo entiendes? Nunca dices nada... no les apoyas en los partidos... no haces ningún deporte en el colegio... ¡Pero lo tienes todo! Tienes amigos, cerebro y músculos y... y... ¡joder! ¡Esa cosa es enorme! ¿Qué tengo que hacer yo para conseguir todo eso, eh?

-Dean...

-No, no... no he terminado... esta tarde... esta tarde he hecho el ridículo... la gente se reía de mí porque soy estúpido y no hago bien las cosas... ¡Y has venido a decirme cómo hacerlas! Ahora pensarán aún más que soy un estúpido... ¿Por qué me has ayudado? Tú sabías hacer todo eso bien... ¿Por qué no lo has hecho tú?

-Oye...

-¡¿Por qué?! Se reían de mí... se reían de mí...

-¡Cállate!

Marcus se asustó a sí mismo. ¿Había gritado él de aquella manera? Sin apenas darse cuenta se levantó y cogió a Dean por el cuello. Entonces le pegó contra la pared. El tigre parecía tan asustado como lo estaba él por lo que hacía.

-No eres estúpido, y la gente no se reía de ti. Nadie se ha reído de ti. Se reían de cualquiera al que se le cayeran las macetas. No era nada personal. No eres el centro de atención, y yo tampoco. Y no lo tengo todo...

Dean le cogió por los brazos y sacó las garras, que empezaron a clavarse en su gruesa piel.

-No tienes ningún derecho a venir a por mí, tirarme al suelo y gritarme como si yo tuviera la culpa de todo lo que te pasa. Yo también tengo problemas, ¿sabes? No eres el único que tiene. Además, tú eres mucho más rápido y más ágil que yo, tienes mejor vista y...

Dean fue aflojando un poco el agarre, y Marcus se dio cuenta de que le estaba ahogando. Tenía cortes en los brazos. En cuanto soltó a Dean, el tigre cayó al suelo y se quedó sentado.

-Lo... lo siento... no quería...

Dean le observó mientras recuperaba el aliento. Ya no parecía tener miedo. Sólo parecía sorprendido. Marcus se sentó en el suelo, apoyado en la pared de enfrente, y se quedaron mirando un par de minutos. Entonces el tigre le habló.

-Perdón... Creo que eres el único que me ha tratado bien, incluso con todo lo que te he hecho... No sé por qué te he gritado así... Pero no sabía a quién más decirle lo que pensaba... No tendría que haber gritado de esa manera...

-No pasa nada... Entiendo que a veces no puedas soportar todo y explotes. Hace un momento yo también...

-Pero... Aún así...

-Déjalo... Tendrías que ducharte.

Dean se levantó y empezó a ducharse. Marcus se quedó allí sentado, observándole. El tigre, que parecía tener ganas de hablar, hizo justamente eso.

-¿Por qué me tratas así?

-¿Cómo?

-Pues... no lo sé... no te quejas a los profesores, me escuchas y te preocupas a veces por lo que pienso...

-No es por ti. Bueno... no del todo...

-No te entiendo.

-Tu hermano es el único amigo de veras que tiene el mío, y creo que pasa lo mismo al revés. Si hubiese dicho todo lo que me has hecho estos dos años, te habrían expulsado, y Andrew se habría tenido que cambiar de colegio. No quiero que mi hermano, o el tuyo, se queden sin su mejor amigo...

Dean le observó medio minuto, con los ojos abiertos, como no pudiendo creer lo que acababa de oír.

-No... quiero decir... ¿no has dicho nada por nuestros hermanos?

-... Sé que soy estúpido por hacer algo así, pero... no puedo evitarlo...

Dean le observó de nuevo, dejó de ducharse y se acercó a él.

-¿Y tú cómo te has hecho esos cortes? Estropean tu cuerpo...

-... Me los he hecho yo mismo... Lo hago a menudo. Cuando me siento mal...

-¿Por qué?

-... Papá viene a veces a casa borracho e intenta pegarnos, así que me toca ponerme entre él y Andrew. No puedo decir nada, porque si no se enfada y es peor. Algunas marcas son de golpes que me da, pero no todas... Hacerme heridas me ayuda a relajarme. Eso sí que es estúpido...

-Siento oír eso...

-¿Por qué nunca sonríes?

-... Sí que sonrío.

-No. Tus ojos están siempre tristes.

-...

Sin decir nada, Dean se terminó de duchar, y Marcus fue a vestirse, aprvechando que nadie miraba para comprobar que la gema funcionaba y curar sus heridas (esta vez, hacerlo le resultó tan fácil que apenas se dio cuenta). Al cabo de un par de minutos, Marcus vio al tigre salir de la ducha, con la cabeza gacha, y algo sonrojado.

-Marcus...

Marcus se sorprendió al oír su nombre de labios de Dean, y tardó un poco en contestar.

-¿Qué?

-Sé que... no he empezado bien, pero... ¿podemos ser amigos?

-......... Claro...

Después de salir de la ducha, se dirigieron a cenar, y el padre de Marcus hizo ademán de querer hablar con su hijo, pero todos estaban ya reunidos, y el gesto se limitó a una mirada avergonzada con más sentimiento del que Goert le había mostrado la noche anterior.

21/12/3843 (jueves)

El jueves, probablemente, fue el día más tranquilo de aquella semana para el grupo 2. Por la mañana, visitaron la pequeña granja, y por la tarde hablaron de lo que habían visto allí, momento que Frank aprovechó para destacar la gran evolución que se había producido para que un cerdo no-evolucionado como el de la granja llegara a convertirse en un cerdo como él, mucho más atractivo, musculoso y limpio (no lo dijo exactamente con esas palabras, pero la idea vino a ser esa...).

Después de la "reunión" para hablar sobre lo visto en la granja, y a falta de otras actividades previstas para esa tarde, Frank les dio lo que quedaba de tiempo hasta la cena libre, por lo que Marcus cogió un libro para leer, mientras Dean, Kevin y Andrew iban a jugar a fútbol. Sin embargo, al final también él fue a jugar con los otros tres, a fuerza de insistirle. Tras terminar el pequeño partido que habían organizado, cuando fue la hora, se dirigieron a las duchas.

Kevin y Andrew terminaron antes (más que nada porque sus respectivos hermanos mayores les ayudaron) y se marcharon, y Marcus y Dean se quedaron solos a falta del resto de sus compañeros, que ya cansados habían optado por ducharse antes e irse a dormir un rato a sus habitaciones (no todos, pero de todos modos tampoco todo el mundo se duchaba a aquella hora...).

-No juegas tan mal...

-Se me han escapado la mitad de las pelotas por lo menos...

-Para ser la primera vez no has estado mal...

-Gracias...

-Pero has sudado muchísimo.

-No estoy acostumbrado... suelo hacer pesas en casa, pero correr no...

-Ya veo. Y... además, tu olor es muy fuerte cuando sudas.

-Sí... por eso me estoy duchando...

-Me gusta ese olor. Es muy masculino.

Marcus le miró extrañado, porque aquello no es lo que se suele decir a otro chico cuando te duchas, ni siquiera si es un amigo tuyo y, además, apenas hacía un día que habían empezado a ser "amigos". El tigre le devolvió la mirada, moviendo hacia arriba y abajo sus bigotes y cogiendo con una mano su cola, mientras adoptaba una pose algo más que provocativa, mostrándole cada uno de sus músculos y una erección razonablemente inamovible.

Al elefante/mamut se le quedó la boca tan abierta que por un instante temió que su mandíbula inferior se rompiera al chocar contra alguna de las baldosas que cubrían el suelo.

-Dean, no sé a qué viene esto, pero...

Sin dejar que siguiera hablando, Dean se pegó a su cuerpo, restregándose contra él y ronroneando un instante, justo antes de poner un dedo sobre sus labios.

-Marcus... Yo... te necesito... Desde que te vi desnudo... Eres... eres perfecto... Eres grande, eres fuerte... Y listo... Y además... Oooooh... Eres enorme lo mires por donde lo mires... Quiero que seamos más que amigos... Te quiero... Y quiero que me quieras, y...

En ese momento, una de las manos del tigre se deslizó por su cuerpo y cogió uno de sus dos testículos, con cierta dificultad, mientras el felino ronroneaba un poco más fuerte que antes.

-Quiero sentir tu aliento en mi nuca...

Los ojos de Marcus se abrieron como platos al escuchar al tigre, y sentirle tan cerca. Aquello no estaba bien. Él sólo tenía 14 años. El tigre apenas tenía dos más que él. No tenían edad para hacer algo así... Y sin embargo, su cuerpo no parecía opinar lo mismo. Su respiración se hizo más rápida mientras sus manos descendían por la espalda de Dean hasta encontrar sus nalgas. Sus ojos estaban fijos en los del tigre, que no dejaba de sonreír y de mirarle.

Las manos de Dean imitaron a las de Marcus, pero por su pecho, ya que no era capaz de rodear al gran paquidermo con sus brazos, hasta que llegaron a su entrepierna. Mientras tanto, se fueron acercando incluso más, hasta que sus labios se unieron en un beso que duró al menos dos minutos, en los que cada uno descubrió la diferente textura de la lengua del otro. La de Marcus, mucho más grande, parecía más suave en cierto aspecto, más resbaladiza, mientras que la de Dean era más seca y áspera de lo que Marcus había imaginado en un principio.

Como para impedir que escapara, Marcus había atrapado con su trompa la cabeza de Dean, que se encontraba a su vez entre sus dos relativamente pequeños, pero aún así grandes, colmillos. Al mismo tiempo, Dean apretó entre ellos ambos miembros, y empezó a dar prolongados pero fuertes movimientos de vaivén, mientras de su boca escapaban ronroneos que inundaban junto con su lengua la boca de Marcus. El híbrido, por su parte, apretó con más fuerza las nalgas de Dean y empezó a frotarlas y a ayudarle en sus movimientos de vaivén, aumentando así el placer de ambos.

Marcus nunca se había sentido así. Cuando estaba con su padre, sabía que no podía hacer nada más que obedecer, pero con Dean era diferente. Ahora, aunque era el tigre el que llevaba la iniciativa, también él actuaba con libertad. Dean le gustaba, y tenía que reconocerlo. Su cuerpo siempre le había gustado, y en cierto modo su carácter impulsivo y dominante le atraía de un modo que no sabría explicar.

La diferencia de tamaños era tal que el miembro de Marcus no sólo se restregaba contra el del tigre, sino también contra su pecho, hasta bastante por encima de su ombligo. En cuanto se separaron, Dean tenía el estómago empapado en el líquido preseminal que el miembro de Marcus arrojaba contra él.

-Eres una jodida fuente...

Sin decir nada más, Dean saltó sobre él, y enganchó sus piernas en la cintura de Marcus, pasando los brazos sobre su cabeza y sujetándose a su cuello, para asaltar de nuevo su boca con un beso, si cabía, más apasionado que el anterior. Marcus le siguió sujetando por el trasero. En aquella posición, la movilidad era poca y apenas recibía tanto placer como antes, salvo por los movimientos de Dean, que había que sus miembros se frotasen entre sí, aunque mucho menos que antes.

Por un instante, Dean separó sus labios de los de Marcus, y los acercó a su oído.

-Te quiero dentro...

En otro estado de mayor claridad, y quizás con los apuntes de física o de anatomía delante, Marcus se habría negado a aquello, pero aquel momento no era otro momento, y no tenía delante los apuntes de física no los de anatomía. Rápidamente, le metió dos dedos en la boca al tigre, que los empapó con entusiasmo en su saliva. Luego, devolvió la mano a su sitio, acercándola esta vez más al pequeño agujero bajo la cola del tigre, y metió dentro uno de los dedos. Dean apretó los dientes. Nunca había tenido un solo dedo dentro de su culo, y "estrenarse" con un híbrido de elefante y mamut es una de las peores ideas que se puede tener, aunque aún quedaba un poco para la hora de la verdad.

Sin esperar ningún tipo de confirmación, Marcus empezó a mover el dedo dentro del tigre, presionando su próstata y haciéndole sentir algo que jamás antes había sentido. Dean no podía creer lo que estaba pasando, y en el mismo estado se encontraba Marcus, pero aquello era lo que ambos deseaban, y no pensaban detenerse. Cuando el felino se acostumbró a aquella presencia en su interior, un segundo dedo se le unió, forzando a su entrada trasera a abrirse aún más, y sólo de imaginar lo que iba a venir hizo que se estremeciera.

Después de un tercer dedo, y con ambos con el pecho cubierto en una capa de líquido preseminal, Marcus cogió a Dean con más fuerza todavía, metiendo el índice de cada una de sus manos en el ano del tigre y levantándole un poco más para colocarle en posición. Entonces dejaron de besarse y se miraron a los ojos. Marcus sonrió, respirando aún agitadamente, acalorado y agradeciendo que parte del fuerte olor que desprendían se lo llevase el agua de las duchas.

-¿Listo?

-Nací preparado...

Marcus se río de aquel comentario, y Dean no pudo evitar sonrojarse incluso más de lo que ya estaba. Si hay algo que Marcus tenía claro, es que nadie nacía preparado para algo así. El híbrido le situó justo sobre el glande de su miembro, casi tocando su ano con él, y le hizo descender un poco hasta que se tocaron. Dean le miró, casi sorprendido de descubrir al tacto el tamaño de aquella monstruosidad, y su rostro palideció ligeramente, y enseguida volvió a ponerse rojo.

-Si te hago daño, dímelo y pararé.

-Ni en sueños.

-Je... Bien entonces... Sujétate fuerte. Esto te va doler.

Sin más que decir, Marcus cogió a Dean por los muslos, hizo fuerza con su pene hacia arriba (oh, grandiosos penes musculados... el sueño y al mismo tiempo la pesadilla de tantos...) y empujó con las manos hacia abajo, al mismo tiempo que Dean se cogía aún con más fuerza del cuello de Marcus, y pegaba su cabeza al pecho del híbrido.

Como resultado, el monstruoso glande entró dentro del tigre con la misma delicadeza con la que una morsa con problemas de obesidad mórbida cae desde 1500 metros de altura sobre una frágil figura de cristal... sólo que provocando un dolor mucho menos metafórico y más cercano al tigre de lo que le habría gustado. El grito de Dean se ahogó en el pecho de Marcus, y sus garras se clavaron en su cuello, haciéndole sangrar más de lo que el elefante/mamut hubiera deseado.

Dean tenía los ojos tan abiertos que los globos oculares parecían estar a punto de escapar de su cráneo, y su cuerpo estaba tan tenso que se hubiera podido pensar que acababa de sufrir un infarto y se quedaría muerto allí mismo, y en aquella posición, aunque afortunadamente nada de eso ocurrió.

Al cabo de dos minutos, cuando parecía que volvía a respirar con una frecuencia "saludable", es decir, cuando recobró el aliento, relajó los músculos de su cuerpo y la gravedad, conocida por atraer los objetos había cuerpos de grandes masas, como el planeta sobre el que se encontraban, decidió darle un pequeño "empujoncito" al asunto, y algunos centímetros más de gruesa carne de paquidermo continuaron su camino hacia las profundidades de aquel maravilloso mundo en el que se encontraba la próstata del tigre, que sufrió un fuerte impacto y envió un mensaje urgente a su gran amigo, el miembro viril, que salto de la emoción ante tan fascinante acontecimiento.

Marcus y Dean, en su paraíso personal, decidieron esperar un poco hasta continuar, y el híbrido tuvo que apoyarse sobre la pared y hacer uso de su fuerza de voluntad para no destrozarle los intestinos al tigre, que de momento estaba debatiendo entre arrepentirse por haber sugerido aquella idea o empalarse más, observando una indudable mayoría de síntomas que apuntaban más a la segunda propuesta que a la primera.

Finalmente, Dean se sintió capaz de continuar y dejó de clavarle las garras a Marcus en el cuello, que entendió la señal y se arrodilló, colocando al tigre tumbado boca arriba, y empezó a dar pequeños embates, que al fin y al cabo tampoco debían ser demasiado fuertes si quería que Dean conservara la vida hasta el final del día, por lo menos. Dean no paraba de gemir y de dar pequeños... ¿rugidos? Marcus no estaba seguro, pero aquellos ruidos sólo le excitaban más.

En aquella posición, para poder penetrar más fácilmente y en mayor profundidad a Dean, Marcus cogió las piernas del tigre, las levantó y las apoyó contra sus hombros, de manera que tenía completamente "a tiro" a su objetivo y, aunque para Dean debía de ser más incómoda aquella postura, no pareció tener ninguna queja al respecto.

Antes de lo que Marcus había previsto, Dean abrió la boca y dio lo que, de no haber visto de quién provenía, Marcus habría asegurado que era un maullido agudo, que seguramente se había oído a bastante distancia. Tan pronto como aquel sonido llegó a sus oídos, el esperma del tigre empezó a manchar sus estómagos y sus rostros, y el recto del felino se contrajo. Marcus, que tampoco pudo aguantar más, dio un empujón razonablemente más fuerte que cualquiera de los anteriores, empalando un poco más a Dean en su imponente miembro, y estalló dentro de él.

El pene de Marcus se encontraba taponando completamente la entrada trasera del felino, y las colosales (teniendo en cuenta que sólo tenía 14 años) cantidades de esperma que empezaron a llenar al tigre ejercieron tal presión que Dean comenzó a retorcerse por el dolor, y su abdomen se hinchó, y se hinchó... Y finalmente, Marcus se echó hacia atrás y logró que su miembro saliera del cuerpo del tigre y su semen, que aún salía a chorros como si su miembro fuera una fuente, empezó a cubrir al felino.

Casi un minuto después, el orgasmo del híbrido terminó, y Marcus se dejó caer sobre el felino y dejó que el agua cayera sobre ellos y les limpiara lo máximo posible. Dean tenía la cara cubierta por el semen de Marcus, que empezó a lamerlo para poder reconocer al tigre, y después se besaron un poco más. El abdomen del felino se fue deshinchando mientras el semen que había quedado dentro salía por su ano como una cascada, hasta que no quedó dentro de él lo suficiente como para que aquello siguiera ocurriendo.

Un pequeño hilo de sangre caía desde el ano del tigre, como consecuencia de la penetración, pero no era nada realmente serio, y tampoco le importaba. Un par de minutos después, Marcus se levantó y le ayudó a levantarse. Dean tenía las piernas tan débiles que apenas se sostenía en pie. Después de quitarse los restos de esperma que cubrían su cuerpo, Marcus ayudó a Dean a lavarse.

-Marcus...

-¿Qué?

-Te quiero...

-............ Y yo a ti, Dean...

-Gracias por ayudarme a lavarme...

-De nada. Abre las piernas.

-¿Qué?

-Abre las piernas.

El tigre separó las piernas, y Marcus se preparó para terminar de limpiarle. Sin explicarle lo que pretendía, pegó el extremo de su trompa a la cabeza de una de las duchas y cogió agua, hasta que tenía las trompa tan hinchada que parecía a punto de explotar. Entonces acercó la trompa al trasero del tigre, apartando la cola con una mano, metió el extremo por su ano y descargó todo el contenido dentro. En cuanto sacó la trompa, toda el agua cayó, con el semen que había quedado dentro del tigre y algunos restos de excrementos. A Dean aquello pareció gustarle más que bastante, pero lo bueno siempre se acaba, y después de hacer aquello una vez más Marcus le acompañó fuera, se vistieron y, en cuanto Dean pudo andar con un mínimo de disimulo, se marcharon a cenar.

Quizás no hubiera sido el modo en que Marcus había esperado "conocer a fondo" a la persona con la que pasaría el resto de su vida, y desde luego tampoco esperaba que esa persona fuese precisamente Dean, o que ocurriera en unas duchas donde cualquiera les habría podido ver, pero sin duda había sido una magnífica "primera cita", si es que la podía haber llamado "cita".

Aquella noche, Marcus durmió más profundamente de lo que lo había hecho en mucho tiempo. Antes de la cena, por supuesto, curó las heridas para que nadie las viera, aunque Dean, para variar, no pareció percatarse de ello.

El viernes transcurrió de un modo relativamente tranquilo para Marcus, salvo por el empeño, de nuevo frustrado, de su padre por hablar con él por la noche, y que Dean demostró ser capaz de resultar tan empalagoso en ciertos momentos como desagradable con quien no se lleva bien o impulsivo cuando se encontraba excitado, como había ocurrido la noche anterior en las duchas.

El sábado, sin embargo, sería un día difícil de olvidar.