De nuevo Guerra... Cap. XVI

Story by Koori on SoFurry

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#16 of De Nuevo Guerra


Aquí esta la siguiente parte. Espero que les agrade. Una aclaración, en este capítulo uso palabras que tienen que ver con una religión, pero no trato nada religioso con este capítulo. No malentiendan.

Capítulo XVI

Era de tarde, el sol iluminaba una casa amarrilla con sus últimos rayos dorados. Ya se volvía de noche, el cielo en el horizonte se comenzaba a tornar rojo-naranja. Fue un día agitado para nuestros amigos. Alex apenas se había despertado de su muerte y ya tenía problemas en su cara. Se quedó solo esa tarde, pero compartía esa soledad con un individuo que ni conoce. Les hablo de Leo.

El inocente león se quedó solo por varios días. No tenía a nadie a su lado; ni a su hermano, porque había muerto días atrás, ni a sus padres, que se perdieron un día de niebla, y mucho menos al lobo con quien folló días atrás. Se encontraba solo, completamente solo.

Ahora su casa le parecía enorme. Eran simplemente dos cuartos y un baño en un solo piso, pero eso ya era una mansión para él. Tenía que vivir de sus provisiones, de comida enlatada, botellas de agua purificada y de la pensión que dejaron sus padres. No era demasiado dinero, pero le servía para comprar comida, aunque no la mejor, pero algo es lo suficientemente bueno cuando tienes nada. Si con la comida no se llenaba, tenía que recurrir al trabajo. Jamás pensó en trabajar, dejaba que su hermano trajera comida y dinero a casa pues Leon, como lo recuerdo, era demasiado orgulloso y mujeriego. De eso último no sabían. Pero que más daba, el pobre gordo león tenía que encontrar trabajo para pagar la renta de la casa. Su duda era si debía rentar la casa y buscar un lugar más pequeño y barato o, continuar ahí y encontrar un trabajo. Del trabajo no se escapaba, pero realmente no se sabría decir sus habilidades laborales.

Jamás trabajó. Su vida era estar en casa, cuidándola y preparando la comida para su hermano. Se levantaba a las cinco de la mañana para preparar el desayuno a su hermano, luego se volvía a dormir. Más tarde, por eso de las diez de la mañana, se levantaba a recoger su cuarto, la habitación de su hermano y a lavar las cobijas de éste. Pues su hermano cada vez llegaba con una hembra diferente. Leo no supo si su hermano se prostituía o si se encontraba tan bellas hembras en la calle y luego terminaban en su cama... No le importaba del todo, su hermano era feliz al igual quél. Una vez que lavaba todo, comenzaba a preparar la comida, pues su hermano llegaba a las tres de la tarde, comía con él, platicaban unas horas y por eso de las seis, Leon se iba a la calle. Leo se ponía a leer o a arreglar los aparatos de ejercicio de su hermano, pero no era la gran cosa; simplemente le daba el mantenimiento que decía las instrucciones. Ya más noche, Leon llegaba o con una hembra, o con un macho (esto era rara vez) y por esa noche, Leo se retiraba a su cuarto a intentar dormir, pues a veces, los rugidos de excitación de su hermano lo despertaban y otras tantas, los gemidos de sus parejas.

Ahora que se encontraba solo, su vida cambió. Se levantaba tarde, desayunaba siempre cereal en caja. No encontraba que hacer en el trascurso de la mañana. En la tarde, luego de haber comido comida enlatada, salía a la calle a buscar un empleo. Pero su pésimo currículum no le ayudaba en nada. Regresaba triste y desconsolado a su casa y se iba a dormir, pensando en que haría la mañana siguiente.

Nadie se compadecía de esta triste alma. Se encontraba tan solo y miserable, que ni siquiera los vecinos le ayudaban. Nadie sabía que Leo existía. ¿Sus amigos? Jamás los tuvo. Se pasó tanto tiempo encerrado que no salía a la calle mas que para ir a la tienda a comprar víveres, pero de ahí nada. Un pecador como él, le ayudó varias veces. Me refiero al señor de la tienda de por su casa. Al saber que su hermano falleció y su actual situación, rara vez le regalaba algún pedazo de carne jugosa y cara. Pero solamente fue un par de veces, el señor jabalí, no podía darse el gusto de regalar mercancía, pues su tienda estaba en problemas económicos. La única esperanza que Leo veía, era encontrar a aquel lobo gris que un día lo folló y se fue. Que será de él...

Esa tarde... para Leo fue como cualquiera. Se decidió a bañarse, pues después de ir a la calle en busca de empleo, no encontrado, regresó sudado, maloliente y desconsolado. Se desnudó camino a su cuarto, tiró la ropa en el suelo y se metió a la regadera. Abrió el agua fría (me refiero a la llave del agua fría), se puso dentro del agua cayente y se relajó un poco. Comenzó a enjabonar todo su pelaje de su gordo cuerpo. Se lavó muy bien por todas partes, su cabeza, orejas, axilas, melena, cola, pene, testículos, patas, entre sus garras... Y no tardó mucho en notar que su melena de nuevo comenzaba a brotar en su barbilla. Eso le molestaba demasiado. Por lo general la melena de un león funciona como nuestro pelo, barba y bigote, per a Leo no le gustaba tener barba ni bigote, así que con una pequeña navaja comenzó a cortar aquél pelaje naranja oscuro. Otrosí notó que en sus partes privadas apreció más bello púbico. Se sintió extrañado, pero de inmediato comenzó a enjabonar mejor esa área. Logró su objetivo, obtuvo su erección y comenzó a masturbarse en pleno baño. Cerró la llave de agua y continuó con su juego de garras. Así estuvo por unos minutos hasta que su semen salió disparado, notó que era más que cuando eyaculó con Rick, pero desde ese entonces no se había masturbado. Limpió su garra del semen y el demás que se cayó dejó quel agua de lo llevará por la coladera. Cogió su toalla y se secó de pies a cabeza, se amarró dicha toalla en la cintura y salió descalzo a su habitación para buscar vestimenta.

Al salir del baño, notó una sombra parecida a la de un lobo desde la ventana de su cuarto. Se acercó a espiar y vio lo que no esperaba: Rick estaba sentado viendo la puesta del sol en la barda de su casa. Como le daba la espalda a Leo, se aproximó hacia él. Dentro de su ser, Leo sentía tanta emoción, una emoción gigante... Sentía nervios, alegría, excitación, ganas de llorar... mas se contuvo y lentamente fue a donde el lobo. Una vez ahí jaló de su cola e hizo que Rick cayera encima dél.

Rick sonrió al ver la cara enrojecida del león. Se enrojeció el también y sin decir nada, se acercó y respiró lentamente en su cuello. Leo sentía ese cálido aire y, se sentía demasiado reconfortado; sentía que nada ocupaba en ese momento, se despreocupó de todo por unos momentos... hasta que Rick se alejó y preguntó:

-¿Por qué jalaste de mi cola?

-¿Por qué te fuiste sin decir a donde ibas? -Preguntó Leo algo melancólico.

-Yo pregunté primero -contestó Rick en tono severo-. Responde y te responderé.

-Quería ver tu rostro de nuevo -dijo Leo con gran alegría-. Quería estar contigo, jugar contigo... hacerte una pequeña broma... Pero, ¿por qué me dejaste?

Rick quedó un momento en silencio. Se levantó y se volvió a acomodar en la barda. Ayudó a Leo a sentarse a su lado, lo recargó sobre su barriga, lo comenzó a acariciar y tomo aire de valor. En esto Leo comenzó a sentirse algo melancólico.

-Verás... Ese día me fui a despejar mi mente. Después de haber tenido sexo, me puse a recapacitar sobre que quería en mi vida. Mis padres ahora yacen en la tierra, las asesinas los mataron... Una vez en mi casa, me sentí solo. Siempre me creía solo, pero al ver la soledad de frente, pienso que jamás estuve solo. Por mi casa, mis vecinos jugaban conmigo con pequeñas pistolas de plástico, que no matan, pero dejan pequeños moretones. Es muy conocidas las armas en mi ciudad. Es lo que prefieren usar. En cambio, aquí usan armas de combate cerrado... No los critico, pero prefiero las armas. Pensé que, como tú estabas igual de solitario que yo, sería bueno vivir juntos. Así que vendí mi casa, saqué todas mis armas, me encontré ropa nueva y ropa para ti. Me dio gusto esa decisión, creo que es lo mejor que he hecho. Pero queda una última duda... ¿De verdad te amo? -en esto Leo entró en suspenso al no saber la respuesta de su pregunta, el aire se le acababa, no respiraba más, Rick detuvo su garra acariciadora y dejo un momento de silencio-.

La respuesta es... que sí. Cuando te vi, pensé que eras un prostituto, pero una vez en tu cama, sentí que eras alguien diferente. Me siento a gusto a tu lado. No me importa ser homosexual, creo que al animal que amas no debe ser contrario a tu sexo, puede ser de tu mismo sexo, tu misma carne... Pero no se podré tener hijos contigo, eso es lo que me preocupa... Mi familia desaparece y yo aquí contigo: un león amarrillo, inseguro, cariñoso, tierno, gordito, vigoroso, apasionado y sobre todo, hermoso, de patas a cabeza. Me cautiva tu melena, a forma en que te rasuras, tu aroma, tu color de pelaje, tus gorditas garras, tu pequeño ano, tu vívida cola, tu hocico... en fin, todo. Pero te advierto: no le digas a nadie esto. A nadie le digo sus cualidades. Te habrás dado cuenta que soy reservado, hablo cuando se necesita y, voy directo al grano. Pero por alguna razón, eso cambia a tu lado. Pues aquí me tienes leoncito, hablando, dando un discurso, diciéndote lo que siento, lo que quiero, lo que deseo. Espero, sinceramente, desde muy dentro de mí, que no me mal correspondas. Si fuese así, ya no tendría a nadie de nuevo.

Con este gran sermón, Leo se puso a llorar... Abrazó tan fuerte como pudo a Rick, restregó su cara humedecida por las lágrimas en su barriga y, viéndolo al rostro, con su mirada humedecida, tierna y cautivadora, le dijo entre llantos:

-Rick... Yo igualmente te quiero. Antes de estar solo, te deseaba. Me hiciste sentir grandioso ese día. Cuando te vi, me cautivo tu forma física, y fue por eso que me asusté y te invité a mi casa. Pero luego, al dormir a tu lado... Sentí que eras para mí. Me sentía seguro, saciado, lleno, feliz, nervioso y, tantas cosas que sólo encontré una razón a eso: estaba enamorado. No me costó trabajo aceptarlo, pues soy de gran opinión. Pero me dolió estos días que te fuiste. Sentía... de alguna manera, que tú me habías usado, pero mi corazón decía que volverías. Cada día te esperaba e la mañanas, pero no llegabas.

Ahora que te veo aquí, en mi casa, conmigo... siento tan feliz, tan confortable, tan... tan... emocionado. Quiero estar contigo todo lo que me resta de vida. Quiero ayudarte, servirte, ser tu media naranja. No importa... no sé... Ya no sé que decir...

Ambos lloraban. Tan tiernas palabras que se decía, bajo ese sol rojizo, era algo realmente hermoso. Quisiera que usted lector, pudiese ver esta gran escena, tan hermosa, bella, tierna, romántica. Ese amor verdadero, ese amor duradero. Es simplemente hermoso.

Luego de una cautivadora serie de besos, abrazos, lágrimas, amor, caricias y romance, llegó la noche. Rick cargó en sus fuertes brazos a Leo. Lo bajó de la barda, lo cargó hasta su cama y ahí lo acostó. Se quitó su playera y colocó su cuerpo sobre el de Leo y comenzó a lamber su rostro, sus orejas y a soltar su cálido aliento sobre su ser. Leo mostró signos de excitación, y una vez que Rick lo sintió, le quitó de completo su toalla blanca y dejó al aire libre su miembro excitado. Leo comenzó a respirar más rápidamente y su cara se tornó rojiza. El lobo deslizó su cálida y húmeda lengua por el pecho de Leo. Se detuvo en sus tetillas y, al ver que causaba gran excitación, las lambió por más tiempo. Continuó descendiendo por su gorda y gran barriga, hasta llegar a su ombligo. Lo lambió cautelosamente, pero no causó gran excitación, así que recorrió su cara más abajo. Leo estaba paralizado, el hocico de Rick estaba a pocos centímetros de la punta de su pene. Sentía su respiración, y ya deseaba sentir lo que Rick le iba a hacer.

Como era de esperarse, Rick lambió la cabeza del pene de Leo. Éste rugió de excitación y cogió la cabeza de Rick. El lobo continuó lambiendo el miembro, hasta que metió en su hocico ese miembro. Leo rugió más fuerte y comenzó a estremecerse. Era mejor que cualquier masturbación que había tenido, sentía tanta excitación, que no quería que ese momento terminara.

Para el lobo fue sencillo. Simplemente movía su hocico de arriba abajo y sentía que su pareja lo disfrutaba en grande. Pocos minutos después, el león rugió igual de fuerte y soltó una descarga de semen en el hocico de Rick, éste, sacó su hocico y vio el semen salir. Luego comenzó a limpiar ese semen con su lengua, guardó un poco en so boca, y fue a besar a Leo. El leoncito, sin saber, probó su semen, le agradó un poco, pero no demasiado. Después de más besos, juegos de lengua y caricias, Leo se levantó, fue en busca de un lubricante del cuarto de su hermano. Le quitó el pantalón y el bóxer a Rick, lambió su pene varias veces, abrió el bote de lubricante: se colocó algo en su garra, luego esa garra de desplazó por el miembro de Rick, lubricándolo todo, y al final puso otro poco en su ano. Rick se sentía emocionado; ya había jodido a ese león, pero ahora estaba haciendo el amor con él. Sentía un gran placer de sólo ver la enorme barriga de Leo, de sentir su garra en su miembro y ya se imaginaba el placer de sentir su ano caliente, suave... Se masturbó un poco hasta quel león se colocó en posición, se sentó sobre su pene y después de un rugido de excitación por ambos animales, comenzó el acto sexual.

Leo se sentía tan cómodo sobre el pene de Rick. Se sentía feliz y sabía que Rick sentía lo mesmo. Ahora no le dolía como aquella vez. Pudo haber sido el lubricante o que ahora estaba más concentrado y excitado. La verdad, es que Leo saltaba demasiado, sentía gran emoción que su pene de nuevo se excitó y su rostro se enrojeció. Por su parte, Rick sentía el gran peso de Leo, pero no le importaba. Se sentía uno solo con él, sentía gran felicidad y excitación, no podía contener más esa eyaculación. Resistió lo que pudo, pero al cabo de unos minutos, soltó una gran cantidad de semen dentro del ano de Leo... Ese semen cálido, pegajoso y salado... Leo se levantó, se acomodó a un lado de Rick y se quitó el semen que quedó fuera de su ano, llevándoselo a la boca. Luego, le siguieron más besos, sonrisas, abrazos y caricias.

Cuando terminaron, era ya las nueve de la noche. Debían de dormir, pero no querían separarse, querían estar juntos y despiertos. Ya no había más sexo, simplemente caricias, mordidas amables, lambidas, besos, abrazos, respiraciones agitadas... Pero luego de unos momentos alguien llamó a la puerta. Leo se levantó de inmediato, se colocó la toalla de nuevo y salió a asomarse.

A la puerta llamaba un lobo gris claro. Era de figura fornida, fuerte de brazos, bien formado, con ojos café oscuro. Llevaba un uniforme militar verde y una pequeña boina. Solicitaba hablar con Rick. Leo le dijo que no había llegado y que si lo disculpaba. El lobo se fue agradecido.

-¿Quién era amor? -Preguntó Rick.

-Un lobo gris, en traje militar. Te buscaba pero te oculte. Esta noche quiero que seas mío -comenzó a abrazarlo tiernamente.

-Bien hecho -respondió Rick y lo abrazó más fuerte-. Ese lobo se llama Zapata. Es un capitán de un ejército. El desgraciado me busca por que quiere tener sexo conmigo.

-¿Por qué?

-Le cause excitación. Me vio en mi casa sin camisa y en pantalones ajustados. Se acercó y me invitó a cogerlo, pero me rehúso hasta el momento. Sólo tú puedes gozar de mi verga. Es mía y tuya. Has lo que quieras con ella.

Leo sonrió y comenzó a besarlo. Pasó una media hora y la pareja estaba profundamente dormida, en un sueño tan profundo...

Ah! ¡Qué noche aquella! Leo se sentía tan feliz, que no podía imaginar más felicidad. La mañana siguiente, Leo se despertó por eso de las seis de la mañana. Aún el sol no salia. Se fue a ver el refrigerador, y después de hacer un conteo general, decidió esperar a Rick para el desayuno. Dieron las siete de la mañana, y Rick se levantó al baño. Fue detenido por su amado a fuera de éste, pero Rick tenía una cara tremenda. Sus ojos estaban enrojecidos, tenía ojeras muy notables y su mirada perdida. Leo no se asustó, pero al charlar con su novio, notó que éste seguia dormido, así que le pidió dinero y dejo que se fuera a dormir.

Con algo de dinero, Leo se fue a la tienda cercana a su casa, para comprar comida saludable y no esa enlatada. Al llegar, se encontró con "Don Miguel", el jabalí. Lo saludó y le comento de su nueva situación estable para él.

-¿Así que ya tiene novia leoncito? -Preguntó Don Miguel.

-Pues... más o menos...

-¿Qué sucede? No te avergüences de ella.

-El problema es que es él.

-Madre santísima. Niño, ¿qué te ocurre al estar con un macho como tú? Si fue por lo del dinero, déjalo. Te pongo a trabajar, pero deja a ese macho. No es bueno que alguien como usted se baje a esos niveles de majaderías.

-Don Miguel, Rick no me ofreció dinero. Decidimos estar juntos... por amor. Él, como yo, esta en este mundo sin nadie físico.

-Pero... Esta bien, leoncito. No te molestaré, pues ambos, como dices, están en la misma situación. Pero no quiera Dios que te este engañando. Esas cosas no se olvidan, y menos si se juega con los sentimientos. Y ni se te ocurra estar metiéndote a la cama con él. Es muy pronto.

Leo se puso completamente rojo.

-¡Dios Mío! Mi leoncito ya no es virgen. Madre mía, cuidada de este león calenturiento y descarriado.

-Espere Don Miguel, deje tanto sermoneo y letanías, creo saber lo que hago... Además, Rick sólo piensa hacerlo conmigo...

-Niñato... Cuando se es joven se dicen muchas cosas... Ya eres medio maduro, pero aún te falta camino que recorrer. Por tu rojizo rostro, entiendo que sabes las consecuencias, pero lo que me queda por hacer es rezar, por ti y por ese Rick. Alguno de estos días preséntamelo para darles una bendición, pero no estoy seguro que sirva. Nuestro Padre no admite gente del mismo sexo para el sacramento del matrimonio, pero si cuida de ustedes, seré feliz.

-Pare ya Don, quiere hacerme llorar. Mire, estoy bien con él. Él trabajará y yo lo esperaré en casa. Todo será igual que cuando estaba mi hermano.

-No creo eso del todo niño, tu hermano no se acostaba contigo.

-¡Don Miguel!

En eso entró más gente y la conversación se cortó. Leo compró víveres y leche. Se encaminó a casa y ahí se quedó hasta que Rick se levantó. Como eso es en otro tiempo, lo describiré después.

Por eso de las diez de la mañana, en frente de la gran mansión de los asesinos, un grupo de diez animales estaba en las afueras. El grupo estaba formado por: Kuma, Glacie, Pyro, Zapata, dos gatos, uno de color negro y otro gris, un jabalí, una linda zorrita, Krauser y Kruger. A su lado se encontraba una carrera algo viejas, y al parecer antigua. Esa carreta era jalada por dos animales, ¿Cuáles? Los que quisieran. Era una carreta de mano. Emprendió camino ese pequeño grupo hacia el Desierto de Cristal.

-Glacie, ¿conoces a Pyro? -Preguntó Kuma inocentemente.

-Yo soy -respondió Pyro o "Fer", para Kuma.

-Pero tú eres "Fer". Así te presentaste ese día.

-No pequeño panda obeso. Mira, ese día, como no te diste cuenta, estaba matando a un ratón amorfo, cuando te dije que era seguro dije: suffer (palabra de otro idioma que significa sufre). Así que has de haber confundido.

-No es justo... ya decía que alguien venía de más...

-Mejor cierra tu boca Kuma -le dijo Glacie-. Va a ser un largo camino, así que conserva energías.

Kuma se calló. Se puso a observar los alrededores. La parte de su ciudad que no había contemplado por miedo. Esos lugares mostraban ser desolados y de gente de bajos recursos. Se sentía el miedo en el aire. Mientras caminaban, se escuchaba el sonido de la carreta. Esas viejas ruedas que iban rodando monótonamente, pero con estilo. La carreta estaba vacía y era tirada por Krauser y Kruger.

Esos osos, ahora bien diferenciado, ya que Krauser tiene el monóculo en el ojo izquierdo y Kruger, en el ojo derecho. Al parecer esos hermanos se venían secreteando cosas, pero una vez que descubrieron que todos querían escuchar, se callaron. Siguieron golpeando el suelo, al parecer algo se decían.

Ahora el sol estaba sobre de ellos. Era medio día y el paisaje había cambiado demasiado. Hora por doquier, se veía un amarrillo opaco, bajo los rayos del intenso sol. Kuma, siendo el más obeso de todos, comenzó a sudar demasiado. Ese día fue vestido de una camisa azul claro y unos bermudas azul marino. Se notaba en su camisa una gran marca de sudor. Por su frente escurría demasiadas gotas de sudor que llenaban su cara. Se sentía algo mareado.

Glacie lo observó, y le regalo un cubo de hielo de tamaño considerable que creó del ambiente. Kuma lo usó con tanto gusto, que se excitaba al pasarlo por su frente, su pecho y secretamente, por su trasero.

Se comenzó a ver en el horizonte un destello luminoso. Kuma se preguntaba que era eso, pero no se atrevió a hablar. Más cerca, vio una gran cantidad de área totalmente de cristal.

Era algo asombroso. Hasta donde la vista alcanzaba, se veía cristal transparente, con formas de dunas de arena. El cielo se reflejaba en aquella superficie, y como no puede faltar, algunas partes mostraban arena del desierto y excremento de aves. Quitando eso último, la vista era hermosa.

Kuma estaba tan maravillado que casi se le fue el aire.

-Este es el desierto de Cristal -dijo Krauser dejando de tirar la carreta-. Este lugar es histórico y fenomenal. Hace tiempo este lugar fue cómplice de una gran masacre, así que no pregunten ni digan nada a nadie. Nos separaremos individualmente hasta llegar al centro de esta área. Vayan por su propio camino ¡solos! Y lleguen a donde no se refleja el sol.

-Esto es hermoso... Como deseo que Alex lo vea... -se decía para sí mismo Kuma.

Por detrás de ellos se acercaban tres siluetas. Dos de color gris y blanco y la tercera de color morado con naranja. Ya se imagina quienes eran.

-Es inaceptable. Les dije que se quedaran en casa -dijo Kruger colérico-. ¿Qué hacen aquí?

-¡Primo! Se les olvidaba la llave de ese lugar -dijo Umi desde lejos-. ¿Cómo pensaban entrar?

Krauser y Kruger se vieron a la cara totalmente enojados, pero ninguna palabra salió de su boca.

-¡Kuma! -gritó alegremente Alex una vez cerca- Mi amore ven aquí... ¡ay!

Paf, se cayó Alex en la arena caliente. Se levantó y corrió a abrasar a Kuma energéticamente. Se quedaron juntos unos momentos hasta que vino Krauser y les dijo:

-Alex, tu vienes conmigo. En ese estado no podrás avanzar. Todos vamos por separado, así que vienes y no repeles.

Alex se fue con la mirada baja, pues sabía que se le había prohibido ir a ese lugar por su situación actual. Kuma se sentía feliz al ver a su regordete tigre, así que decidió llegar al punto deseado de manera rápida.

Se encamino por unas dunas, pensando que ese sería el camino fácil. El lugar estaba solitario. Se escuchaba el ruido del viento pasar, se veían la arena volar, pero nadie de quien defenderse.

Logró ver más cerca el centro, se apresuro y de la nada, una mano caliente lo detuvo. Volteó a ver y observó a un panda gordo como él, de su mismo tamaño, semitransparente y caliente por los rayos del sol. Se asombró del todo Kuma y de igual manera lo hizo la silueta de cristal. Camino hacia la izquierda, y la silueta lo siguió. Dio un pequeño salto y pasó lo mismo. Empezó a caminar lentamente hacia atrás, con la intención de escapar, pero la silueta le lanzó un kunai. Kuma los esquivó y concentró toda su atención en la silueta.

Igual que él, capaz que con las mismas habilidades, Kuma se enfrentaba contra un espejo transparente. Todo movimiento que Kuma hiciese, la cosa lo hacía de igual manera, pero apenas intentara escapar, la silueta se lo impedía.

-Mi única opción es destruir esa cosa para llegar al centro. Me pregunto si habré caído en alguna trampa o una ilusión... ¡Ah! Como me molesta esa cosa, hace todo lo que yo... debo de pensar rápidamente, o Alex se desesperará...