La ideación de personajes
#1 of Formas de contar una historia
De pie frente al lavabo de su baño deja correr el agua mientras contempla sus propios ojos en el reflejo del espejo que cuelga en la pared de mosaicos azules. Observa su imagen proyectada dentro de la orbita amarilla de sus propios ojos. Un lobo de pelaje plateado apoya sus garras contra la porcelana y espera la iluminación para la estructura de una novÃsima idea.
â€"Asà debe ser como soy visto a través de los ojos de los demás.
Entendiendo que esa frase es posiblemente la gran salvadora de sus horas de desvelos sale apresurado, sin recordar apagar la luz, y se dirige a su habitación. Busca a su alrededor algún pedazo de papel y un lápiz mientras repite mentalmente la sentencia antes enunciada. Desesperado, sólo atina a tomar la cuenta telefónica y entre las cifras de cobro y anuncios promocionales plasma su última premisa.
Orgulloso y exhausto a la vez se deja caer en la cama cegándose por la luminiscencia proveniente de la bombilla en el techo. Lleva dos semanas, dos largas semanas, encerrado en su pequeño mundo de fantasÃas y sentimientos implorando que alguna idea razonable pudiera ser transcrita para sus lectores. Cierra los ojos dejando que todas las formas y personajes tomen su lugar para la historia que piensa contar. No es necesario que contenga un profundo mensaje filosófico pero se niega a dejar que la estética y las emociones desmesuradas sean las protagonistas de sus narraciones.
Primero será un caballo â€"piensa para siâ€" un apuesto corcel negro que caminará por las calle de una ciudad. Una pequeña ciudad. Será en los suburbios. Vestirá una chaqueta de cuero y unos ajustados jeans. Se verá altivo, todo un semental de pura sangre.
"Andrew, me gusta ese nombre, Andrew. Caminará y en el cristal lateral de un automóvil descubrirá su rostro. Como buen corcel su vanidad le hará detenerse y contemplarse a sà mismo. Apartará de su rostro un mechón de su larga crin y sonreirá por saberse apuesto.
"Aquà entrará algo gracioso. Luego de admirarse, y casi besar su propia imagen, la ventanilla bajará y una unicornio se reirá de él. Andrew se sentirá humillado... No, mejor dicho. La ventanilla bajará y exactamente donde sus ojos se reflejaban aparecerán otros pero de color verde con vetas en amarillo. Muy mÃsticos. Y será allà cuando se vea a si mismo en los ojos de otra persona. Será su primer contacto con la realidad.
"La unicornio blanca como el marfil se reirá de él. El coche será de cuatro puertas, de color tinto y estará aparcado a la izquierda, es decir, la puerta del copiloto dará a la acera. Conduce un unicornio tinto, dueño del vehÃculo y que adora que todas sus posesiones combinen con su pelaje. Gontrán se dará cuenta y sentirá hervir de celos por el encuentro entre ambos protagonistas. No dirá nada, hará como si hubiera sido un accidente pero sabe que no permitirá que algo asà perturbe la paz que tiene con... Helen."
El mundo ha tomado forma y con ello el inicio, la parte más difÃcil para él, se ha llevado acabo. El lobo se levanta de su lecho y mira la luz que se adentra por la puerta de su habitación, reacciona recordando que dejó corriendo el agua apresurándose se dirige a cerrar el grifo. Vuelve a verse en el espejo. Se sonrÃe como si fuera Andrew y se enorgullece de las lÃneas que se forman en su rostro. No está viejo, ni siquiera piensa en eso.
Sale apagando el interruptor de la luz y camina hacia las escaleras. Desciende peldaño tras peldaño mientras con su garra palpa el frio metal del pasamanos. Su pantalón de pijama, única prenda que lleva puesta, se arrastra y por lo que tiende a pisar la parte inferior de las piernas, siempre le queda largo este tipo de ropa.
Su intención es llegar a la cocina y beber un vaso con agua antes de ir a la cama pero su plan se perturba cuando en la puerta un visitante inoportuno llama. Se acerca a la mirilla y reconoce al jaguar del otro lado. Apresuradamente abre la puerta y lo recibe con una mueca de falsa molestia.
â€"Éstas no son horas de visitas Félix. Están apunto de dar las dos de la mañana.
â€"Pero si es como si fuera medio dÃa para ti. â€"responde sin turbarse por la forma en que es recibido. Conoce muy bien a su amigo para comprender que jamás se molestarÃa en recibir a tan grata compañÃa.
â€"Será lo que quieras pero la gente normal no anda de madrugada por las calles. â€"dicho esto cierra la puerta puesto que Félix ha tomado asiento en el sofá de la sala.
â€"Ser normal no es ni mi fuerte ni el tuyo. De lo contrario serÃas tu muy taciturno y yo un aburrido contador de dÃa y un sinvergüenza amante por las noches. â€"se echo a reÃr con su broma. El lobo sólo sonrió reconociendo que en esa ocasión Félix tenÃa razón.
â€"¿Te sirvo algo? â€"pregunta al recién llegado.
â€"Un vaso de leche, si es que tienes. â€"responde este.
â€"¿Leche? Un vaso de vino es lo que necesitas. Pero ¿qué se le va hacer? â€"se encamina a la cocina encontrando en el pretil el vaso de cristal que pensaba utilizar para beber el agua y que ahora contendrá lo pedido por el jaguar. A pesar de la separación ambos continúan con la charla. â€"¿Y qué pasó ahora? ¿A que debo el honor de tu visita?
â€"Un amigo no necesita de razones para visitar a otro.
â€"Un amigo no es el amante de ese amigo. â€"replica con sarcasmo mientras regresa a la sala con el vaso y una servilleta.
â€"Una vez. Sólo una vez y jamás me lo perdonarás. â€"espeta con molestia y toma el vaso. â€"además tú me provocaste como lo haces ahora. Yo también tengo sentimientos y verte asà con el pecho desnudo eleva a cualquiera la temperatura.
â€"No confundas sentimiento con lujuria. Pero creo que fue un halago o por lo menos asà lo tomaré. â€"dice esto de pie a su lado con las garras en la cintura.
â€"Cómo quieras.
â€"Pero respóndeme ¿Qué pasó? â€"y se sienta en el sillón al lado de su amigo.
â€"Nada. Sólo no querÃa pasar solo esta noche.
â€"Nadie quiso acostarse contigo, ¿verdad?
â€"Al contrario, fui yo quien no quiso. Vengo de casa.
â€"¿Caminaste todo eso hasta aquÃ? â€"a lo cual le responde con un movimiento de cabeza afirmativoâ€" estás más loco de lo que pensé. Ya es tarde y mañana debo levantarme temprano. Vamos a dormir.
Se levantan, el lobo toma el vaso que el jaguar dejó en la mesa de centro de la sala y se encaminan a las escaleras. Posteriormente deposita el vaso en la mesa del comedor.
â€"Antes, apaga la luz por favor. â€"y acto seguido se oscurece la casa. Un grillo canta escondido bajo algún mueble y ambos furs suben las escaleras. En la oscuridad Félix siente sobre su rostro el pelaje de la cola del lobo y recuerda lo bien torneado que tiene el trasero. Se excita un poco.
Ya en la planta alta el lobo abre una puerta lateral y la habitación de huéspedes se presenta al encender la bombilla eléctrica. Es pequeña y algo vacÃa, pero siempre acogedora.
â€"PreferirÃa pasar la noche contigo.
â€"Mi casa, mis reglas. Ya no estoy para esos juegos.
â€"Ok, y dime ¿cómo va la nueva historia que estás escribiendo? â€"pregunta Félix mientras se quita la chaqueta marrón dejándola caer sobre la cama. Bajo él llevaba puesto una ajustada camiseta negra sin mangas que permite presumir sus desarrollados bÃceps y la fuerza de su pecho. Asà es que quedan perfectamente delineados sus músculos.
â€"Mal, realmente mal. Estoy atrasado y me piden que envÃe las cuatro cuartillas a más tardar el quince de este mes. Y apenas hoy desarrollé la primera lÃnea a seguir. â€"al hablar trata de mirar al jaguar a los ojos pero no puede evitar repasar con la mirada el cuerpo de su amigo. Avade e intenta el sosiego. Pero ello se dificulta cuando Félix decide quitarse la camiseta. Le odia falsamente por esa insinuación nada sutil.
â€"CreÃa que eso de escribir era fácil. Sólo te inventas algo y lo cuentas. â€"y se sienta en la cama para quitarse las botas.
â€"Ya ves que no. â€"responde secamente. Comienza a actuar a la defensiva. Sabe que es cuestión de tiempo para que el jaguar se quite los pantalones sin ningún pudor frente a él y bien sabe que no usa ropa interior asà es que es hora de terminar la conversación y se lo dice a si mismo.
â€"Bueno, te dejo para que descanses. Si necesitas algo me dices. En la cómoda hay cobijas y en el armario ganchos para la ropa.
â€"Gracias.
â€"Si, si. â€"y tras de sà cierra la puerta. Entra a su propia habitación y también cierra la puerta. A través de la rendija que se forma en el marco de las puertas espÃa a su vecino. Poco es lo que alcanza a apreciar. Sólo parte de la piel moteada. Intenta tranquilizarse, siente su respiración percibiendo que ella es tan intensa que puede ser escuchada incluso por Félix en la otra habitación.
El lobo toca su pecho, lanudo pecho. No tan marcado como el del jaguar pero si fuerte a raÃz del ejercicio practicado por algunos años. Siente la marcha de su corazón y el ir y venir de su aliento dentro de sus pulmones. Luego baja la garra lentamente por su abdomen, un vientre plano y suave, hasta alcanzar el nacimiento de su vello púbico.
Una voz interna le dice que no debe hacerlo, que eso es dejar que un capricho se apoderé de él. Pero su garra continua entrelazándose en esa minúscula selva. Juega en medio del control de sus impulsos. Se conforma con ello y camina a la cama. Recostado alarga su pata y acciona el interruptor que apaga la luz. Primero se hace una profunda oscuridad para luego menguar por las sombras que entran por la ventana. Una brisa se adentra ondeando las cortinas, el olor a rocÃo ya es perceptible.
El jugueteo continua. De pronto un ronquido se escucha, Félix está ya dormido. La imaginación del lobo, fértil campo de historias y cuentos, se pone en marcha.
Ve a su amigo acostado en la cama. No se ha metido bajo las sabanas, a él no le gusta sentirse aprisionado mientras duerme, asà es que está boca arriba, con el cuerpo extendido. La penumbra es lo único que lo defiende. La imagen mental sigue creciendo.
Ahora el lobo está en el cuarto con el jaguar como un fantasma. Extiende su pata y toca delicadamente el rostro recio del durmiente. Continúa su recorrido por el cuerpo. Siente la dureza del pecho, deteniéndose en los pezones los cuales toca con sus dedos primero y luego acerca su hocico para con su lengua rozarlos siquiera un poco y sentir como se excitan poco a poco. Los brazos extendidos son palpados imaginariamente, y ahora acerca su nariz a las axilas e inhala el olor a sudor, ese olor nada desagradable de la esencia de un verdadero fur.
Prosigue su recorrido hasta las piernas, duras y fuertes. Por último alcanza los genitales. En medio de una ligera capa de vello una tÃmida verga se esconde. La despierta con unas lamidas, despacio ésta se levanta, se descubre el glande y la comienza a mamar. Félix permanece dormido, es como un sueño para él.
La verga se alza completamente. La ve porque la recuerda. Sabe que no era muy grande, pero aún asà le produjo el mayor placer que jamás experimento. No fue obra sólo de ella, fue toda la actuación de Félix quien le regocijo y luego le llevó a sentir culpa.
La erección está completa y ahora no puede perder la oportunidad. Sube a la cama, casi flotando se posa sobre el jaguar. El resplandor de la luna le da un tono azulado a su rostro. Pobre ingenuo que no sabe que está siendo violado en sueños. Con la verga lubricada y dura se sienta lentamente sobre ella logrando que se acople dentro de su culo. En la posición correcta para no producir molestias en ninguno y evitar con ello que despierte. Inicia en movimientos suaves a subir y bajar para luego pasar a una frenética intromisión profunda. Cada vez más dura y recia son las embestidas. Félix en medio de sus sueños comienza a experimentar placer. Se queja y suda. Su pecho se empapa y el lobo aprovecha para usar ese sudor como lubricante y asà jugar con el torso de su amante.
La fuerza y excitación es tal que ninguno de los dos puede soporta más. El jaguar explota en un gemido profundo, pero que no le hace despertar, dentro del lobo. Éste siente la calidez del esperma de Félix. Mientras que el suyo ha manchado su pantalón en la habitación real en que se encuentra.
El orgasmo le sacó de su fantasÃa para hacerle notar que no necesito tocar su verga para experimentar el placer que le ofreció indirectamente Félix. Se halla apesadumbrado por no poder resistir la tentación pero mucho más por el hecho de sospechar que algo se ido ha formado dentro de su corazón y que no es conveniente ni para él ni para su amigo. Se quita el pantalón y lo arroja lejos. Su verga, impregnada de semen se mantiene erecta aún. La toca y sus dedos quedan cubiertos por la sustancia. Acerca su garra a su hocico, huele su esperma y aún con el recuerdo de la excitación pasada prueba su propia simiente. El sabor le agrada y continúa trayendo hacia si los residuos que quedaron. Sin embargo una nueva fantasÃa se forma en su mente ¿a qué sabrá el semen de Félix?
Está noche no durmió tranquilo. Preguntas e ideas lo mantuvieron despierto. Al sonar el despertador tuvo la certeza de que se habÃa enamorado de su mejor amigo y que ello le traerá demasiados problemas. Furioso consigo mismo se levanta de la cama para darse la ducha frÃa que tanto necesita. No escucha a Félix por lo cual considera que permanece dormido asà que sale desnudo de su habitación. Pero para su sorpresa encuentra a Félix saliendo del baño igualmente desnudo.
El lobo no puede evitar mostrarse turbado. El perfecto cuerpo del jaguar está delante de él sin tapujos. La sorpresa gana a la excitación y con ello el secreto se mantiene oculto.
â€"Es irónico. â€"dice Félix sonriendoâ€" Después de todo si estuvimos desnudos en la misma habitación.
â€"Cállate. Me voy a duchar. â€"y trata de evadirlo.
â€"¿Te acompaño?
â€"¡No! Tú, ponte ahorita algo encima y luego te bañas.
â€"No huelo tan mal â€"levanta el brazo y huele su axila, un gesto demasiado sensual para el lobo.
â€"Bueno, allá tú. Pero al menos prepara el desayuno. Cereal y leche están en la cocina.
â€"Si, si mamá. Ya voy. â€"dice con una mueca de infantil fastidio. Mientras se aleja a su habitación exclama. â€"Pero lávate bien que apestas a semen. Que bien que también en ti tenga yo ese efecto.
El lobo se mete al baño, abre la llave del agua frÃa y permanece buen tiempo allÃ. Al salir se pone una camiseta algo ajustada de color azul y unos jeans deslavados. En sus patas se calza unos tennis blancos. Baja las escaleras y encuentra a Félix en la mesa desayunando cereal con leche y una tostada con mantequilla. A su lado está otro plato ya servido.
â€"Sabes que Gariel â€"dice Félixâ€" hoy es sábado. Asà que salgamos a algún lado.
â€"Tengo que terminar el cuento. Estoy muy retrasado, lo sabes. â€"se sienta a la mesa y comienza a comer.
â€"Si, pero aún te quedan cuatro dÃas. Y si no sales de esta casa te convertirás en un hongo. â€"esa es su virtud, bromear en cualquier situación. Y lo mejor es la sonrisa que acompaña la broma.
â€"¿Cuál es el plan? â€"pregunta Gariel.
â€"Te llevaré primero a la exposición en el museo de arte moderno. Y por la noche al concierto de la orquesta filarmónica. ¿Qué te parece?
â€"Tienes el aspecto y la personalidad de un tipo estúpido e idiota, pero nada más lejos de la verdad. Me sorprende que te gusten estas cosas.
â€"Soy un estuche de monerÃas. ¿Qué le vamos hacer? â€"y se encoge de hombros.
â€"Es cierto. ¿A que hora nos vemos?
â€"¿A qué hora? Si es de ya. Mira son las doce. Creo que tu cita se cancelo.
â€"¿Las doce? Es tardÃsimo. Y no era cita, iba a comprar un par de cosas pero luego lo haré.
â€"Entonces decidido. Vámonos. â€"se pone de pie Félix.
â€"Pero mi desayuno...
â€"Ya luego comerás.
Gariel se levanta, toma su cartera y las llaves mientras Félix se viste su chaqueta. Se encaminan a la parada del autobús mientras el jaguar toma de la cintura al lobo. Una preocupación más invade la mente de Gariel; terminar una historia que valga la pena ser leÃda en menos de cuatro dÃas será una labor titánica.