El Cándidato Idóneo

Story by grrside on SoFurry

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,


El Candidato Idóneo

Escrito por grrside

Stuart Thompson terminó de zamparse su segunda barra alimenticia del día. Ojo, que ésta no era una barrita energética cualquiera. Era manufacturada por la división de nutrición de la Agencia Espacial Interplanetaria (o ISA, por sus siglas en inglés) para uso exclusivo de su personal. Cada una de estas diminutas barritas contenía todo los nutrientes cualquier ser humano podría necesitar en un período de 24 horas. Esto significaba que si comías más de una de estas barritas en un mismo día técnicamente te estabas sobrealimentado, le comentaban sus compañeros de trabajo, pero a él le daba igual. Entró en la ISA por sus sueños de explorar planetas lejanos como todo aficionado a las series de ciencia ficción de bajo presupuesto. Tampoco es que esperaba que le encomendaran salvar una galaxia o dos, pero cuando el único puesto de trabajo para el que estaba suficientemente calificado era el del barrendero de la nave no se le permitía participar en ninguna misión excepto en la de quedarse encerrado en la nave recogiendo la porquería que sus compañeros tiraban día tras día. Su empleo era una mierda...¿Y encima querían que no disfrutara de sus cuatro comidas diarias como en la Tierra? Por favor, si ya tenía sobrepeso antes de subir a bordo, no es que un par de kilitos más fueran a notarse.

Thompson tiró el envase vacío en su propio cubo de la basura que tendría que llevar de un lado para otro en cuanto acabara su descanso. Un oficial de un rango superior a él (¿acaso existía un rango menor que el suyo?) estaba mirando por la ventana al vasto espacio exterior. Thompson pensó simplemente que estaba embobado por las vistas, pero luego en el exterior apareció una caja de metal muy protegida, impulsada por un pequeño motor. Ah, estaba esperando una entrega. El oficial se acercó a un panel táctil situado en la pared y se quedó perplejo. Miró a su alrededor, como buscando a alguien, pero la única persona en el pasillo aparte de él era el barrendero barrigudo. Con resignación, se acercó a él. "Disculpe, me acaban de trasladar aquí desde otra nave, y el sistema operativo usado en esta nave solo usa un anticuado lenguaje alfanumérico terrestre en su interfaz. ¿Podría, esto...Operar la grúa para recoger ese paquete por mí?" le preguntó a Thompson, algo avergonzado por su analfabetismo. La verdad es que los controles por voz estaban mimando demasiado a los jóvenes de hoy en día...Pero gracias a esto, Thompson tendría la oportunidad de ascender de barrendero a chico de reparto por cinco minutos, con la satisfacción de parecer más hábil que otra persona en algo para variar. "No será ningún problema, sólo hay que presionar aquí y allá..." Al otro lado de la ventana un brazo mecánico se extendió sobre el vacío. Thompson siguió introduciendo comandos en el panel hasta que el brazo se acercó a la caja y, con sus "garras", se apoderó de la caja. "Y luego sólo hay que pulsar este botón para llevarlo hasta el compartimiento de carga" dijo Thompson orgulloso de sí mismo y acto seguido un cañón láser se disparó desde la palma de la mano robótica, destruyendo la caja y su contenido en millones de trozos diminutos. El oficial se quedó con la boca abierta, y lo único que Thompson pudo decir fue... "...Ups."

***

El proyecto "Unobtanium" era una operación secretamente financiada por la ISA. Su objetivo era simple: extraer un mineral sólo encontrado en la superficie de un planeta muy lejano a la Tierra. El planeta estaba habitado, pero todas las formas de vida encontradas allí hasta el momento eran completamente inofensivas. El único problema era el Tratado Interplanetario, que estipulaba que cualquier tipo de contacto con un planeta menor desarrollado tecnológicamente estaba seriamente prohibido. Tampoco es que nadie se esperaba que estas formas de vida llegaran a desarrollarse tecnológicamente ni una pizca, pero la ley es la ley. Ninguna nave podía acercarse a la atmósfera del planeta, y ni siquiera estaba permitido darle un nombre al planeta, ya que ese honor está reservado para sus habitantes, y ninguno de estos alienígenas eran capaces de nada que pareciera un idioma o siquiera una forma de comunicación coherente. Por lo que por culpa de una ley anticuada este mineral quedó fuera del alcance de la raza humana. Algunos científicos, intentando analizarlo desde lejos con sofisticada maquinaria, aseguraban que sería un gran combustible para los viajes interestelares, otros, aseguraban que podría usarse para ayudar a la investigación para la cura de enfermedades terminales. Pero incluso si estas afirmaciones llegaran a resultar demasiado optimistas, una cosa estaba clara: era valioso, y ofrecían cuantísimas sumas por él en el mercado negro. Y la verdad es que a la ISA no le vendría nada mal una fuente de ingresos extra después de los recortes del gobierno.

Hace unos meses, una nave defectuosa, cuya completa tripulación había sido afortunadamente evacuada a tiempo, naufragó en dicho planeta. La nave pudo ser arreglada por su sistema de automantenimiento y lanzada de nuevo al espacio, todo por control remoto. Pero cuando examinaron el interior de la nave, encontraron una de las formas de vida alienígenas explorando con curiosidad y dando vueltas con alegría por sus pasillos. El alienígena no mostró resistencia alguna a ser capturado y encerrado en una caja de metal muy resistente. Una excepción extraordinaria del Tratado Interplanetario fue aprobada por el gobierno para devolver el pobre alienígena a su planeta natal, y la ISA estuvo encantada de aceptar este trabajo, ya que era el momento idóneo para llevar a cabo su plan.

Y el plan no podía ser más simple, como no la nave no podía penetrar en la atmósfera del planeta, el alienígena sería lanzado por paracaídas en un recipiente seguro, el cual, después de dejar el alienígena en su hábitat natural, sería lanzado de nuevo al espacio para no dejar una huella humana en el planeta. Pero sin que nadie lo supiera, un aparato de extracción viajaría junto con el alienígena que recogería unas valiosas muestras del mineral y las metería en el recipiente antes de que volviera a la nave.

Desafortunadamente, el alienígena fue destruido cuando un barrendero obeso adicto a la comida espacial disparó un láser que lo desintegró en millones de pedazos. "¡Creía que todos los tripulantes debían contar por ley con unos conocimientos mínimos sobre maquinaria de la nave, incluido el barrendero!" El oficial fue despedido poco después.

Aún así, la ISA se interesó por el barrendero. Aunque haya destruído al alienígena sin saberlo, era el candidato idóneo para terminar la operación con éxito...

***

Thompson estaba muy emocionado: incluso después del "pequeño" accidente con el brazo mecánico, sus superiores por fin se habían dado cuenta de que estaba listo para su primera misión. Cuando le habían llamado para que se presentara en el puesto de mando, se pensó lo peor, y para cuando llegó allí su cuerpo estaba empapado de sudor. Sus superiores le miraron con asco y algunos hasta se taparon la nariz. Pero luego uno de ellos susurró a los demás una divertida sugerencia sobre lo que deberían hacer con él, y no pudieron aguantarse las risas, pero luego sus expresiones cambiaron drásticamente, como si se hubieran dado cuenta de que les había tocado el premio gordo.

Le dijeron que estaban muy impresionado con él y su físico: era el candidato idóneo para una de las misiones más arriesgadas que habían llevado a cabo hasta ahora. Su vida correría serio peligro, pero si triunfara, se convertiría en uno de los empleados más reconocidos en la Agencia. Al ver la oportunidad de llegar a ser alguien más importante que un simple barrendero, Thompson aceptó la oferta sin pensárselo dos veces.

Le llevaron a una gran sala mientras le explicaban que le llevarían a un planeta muy peligroso e inexplorado con una atmósfera muy distinta a la Tierra, por lo que tendrían que hacer unas cuantas modificaciones para fortalecer su cuerpo y ayudarle a infiltrarse entre los habitantes del planeta. Le situaron en el centro de la sala, rodeado de científicos preparando la maquinaria y observando detenidamente la información de los monitores. Thompson se dió cuenta de que todos ellos llevaban trajes protectores de cuerpo completo y cascos con el emblema de la ISA. Les dijeron que era para protegerse del gas experimental que usarían en el proceso y que nunca antes había sido usado en seres humanos.

"¿Entonces, no debería ponerme yo uno de esos trajes protectores también?" preguntó Thompson. A uno de los científicos le pareció muy graciosa esa pregunta, y cuando acabó de reírse le respondió: "Oh, no necesitarás uno. De hecho, el proceso no podrá dar comienzo hasta que no te deshagas de toda tu indumentaria. Puedes dejar toda tu ropa en esa cesta de ahí."

En realidad, él ya se imaginaba que tendría que hacer eso, pero la verdad es que al ver toda esa maquinaria pesada y a los científicos tomando tantas precauciones con esos trajes completamente negros que les daban un aspecto tan poco humano y alienígena, la verdad es que estaba empezando a dudar un poco de todo esto.

Primero se quitó su gorra de barrendero con el logo de la compañía, revelando su pelo negro y corto con algunas entradas. Tenía poco más de treinta años, pero su calvicie ya llevaba unos cuantos años haciéndole la puñeta. No se había afeitado desde hacía ya unos cuantos días, ya que no se imaginaba que fuera a pasar nada destacable aquel día y al final, ahí estaba, desnudándose ante la mirada inhumana procedente de los cascos protectores de los científicos. Se preguntó si entre los científicos habría alguna chica, pero era difícil distinguirlos unos de otros mientras llevaban esos trajes.

Con resignación, empezó a desabrocharse el cinturón del uniforme y en cuanto hizo esto su estómago se expandió, liberado, y sus pantalones cayeron por sí solos al suelo, revelando unas piernas peludas y unos calzoncillos bastante torturados por la envergadura de su cuerpo. La reacción automática de Thompson a este suceso inesperado fue la de taparse con sus manos, pero la verdad es que era algo muy tonto de hacer ya que de todas formas tendría que desnudarse completamente. No tuvo más remedio que salirse de sus pantalones y quitarse sus zapatos y calcetines. Los puso en la cesta, junto con su gorra. No pudo evitar pensar que esa cesta se parecía mucho a las que él mismo usaba para tirar desechos al incinerador de la nave...Thompson no tenía otra opción que fiarse de que cuidarían bien de su ropa mientras se operaba para que luego pudiera volver a ponérsela lo antes posible. Dejando esos pensamientos a un lado, empezó a desabrocharse los botones de la camisa...Fue un alivio, porque estaba a punto de partirse en dos desde que se había quitado el cinturón, pero la verdad es que estaba muy avergonzado, la idea de enseñar su barriga a toda esta gente era vergonzosa, nunca le había gustado que su grasa corporal estuviese expuesta a la vista de todos, casi preferiría enseñar sus genitales antes que su torso desnudo a un desconocido, se reirían menos. "Es perfecto", dijo uno de los científicos cuando terminó de quitarse la camiseta. "Nunca pensé que un cuerpo humano pudiera tener tal forma, ¡su compatibilidad está por las nubes!" "Mirad el patrón de su pelo del pecho", dijo otro. "Hasta tiene pelos en la espalda, ¡como los machos alFA: " La cara de Thompson se sonrojó, era la primera vez que alguien halagaba su cuerpo. Incluso su doctor ponía cara de asco al ver su barriga gorda y peluda y sus tetas de hombre protuberantes. "¡Basta de cháchara, vosotros dos! Señor Thompson, ponga el resto de sus prendas en la cesta y colóquese en la plataforma." Thompson se quitó los calzoncillos y puso el resto de su ropa en la cesta, coordinando sus movimientos estratégicamente para que sus genitales no estuvieran expuestos. Se subió encima de la plataforma mientras que una cinta transportadora se llevó la cesta con la ropa de Thompson. El hombre desnudo estaba encima de la plataforma con las manos tapando su entrepierna, mirando hacia el frente intentando no mostrar ninguna expresión de miedo en su cara. Un cristal resistente se elevó desde el suelo hasta el techo, aislando la plataforma, y un gas de color naranja fue expulsado dentro de su prisión de cristal. El gas hacía que su cuerpo le picara horrores, pero la verdad es que no olía nada mal. Apartó una mano de su entrepierna y se rascó la barriga, pero no sentía mucho el tacto de sus dedos...¿Quizá el gas era anestésico? Uff, Thompson se preguntó si quedaba poco para terminar la operación. "¿El sujeto sigue vivo? Bien, entonces por fin podemos comenzar la operación." Mierda. Un par de manos mecánicas gigantes aparecieron encima de Thompson, inertes. Uno de los científicos se acercó a su prisión de cristal, se quitó sus guantes y situó una especie de panel negro enfrente de él, que se quedó suspendido en medio del aire. Era la primera vez que Thompson veía tecnología como ésta. El científico presionó sus dedos sobre su panel y lo atravesaron, como si estuviera hecho de goma, envolviendo sus dedos como un guante. Levantó su mano derecha, y la mano mecánica gigante encima de Thompson se levantó, siguiendo sus movimientos. Hizo lo mismo con la mano izquierda, y la otra mano la imitó igualmente. Agitó todos sus dedos y los dedos mecánicos hicieron lo mismo con una precisión inigualable, como si los dedos gigantes fuesen los suyos propios. "Antes que nada, el dispositivo de extracción." Las manos gigantes sacaron lo que parecía un ladrillo negro, del tamaño de un teléfono móvil, de un compartimento del techo, y se lo acercaron a Thompson. "Este es el aparato de extracción. Está programado para extraer el mineral y también será el único medio de mantenerte en contacto con nosotros una vez aterrices en la superficie del planeta. Aunque, como esta misión es confidencial y el gobierno no aprobaría que el alienígena llevara un aparato como éste, lo tendrás que llevar en tu estómago. Está programado para ayudarte a defecarlo una vez que aterrices en la superficie. "¿Defecarlo?" A Thompson no le hacía mucha ilusión tener que expulsar ese ladrillo negro por su trasero. "¿Y no podría vomitarlo mejor?" "Me temo que eso sería físicamente posible para entonces." Thompson se preguntó qué querría decir con eso, pero se tragó el dispositivo de todas formas. La verdad es que aunque fuera tan grande se deslizó por su garganta sin problemas. ¿Quizás el gas había hecho que su cuerpo fuera un poquitín más flexible? Entonces una de las manos le agarró por ambos lados con sus dedos y elevó a Thompson en el aire, sus pies dejando de tocar el suelo. La verdad es que Thompson estaba algo asustado. "¡¿...Y esto?!" gritó. "Ahora vamos a adaptar tu forma para que te parezcas a la raza alienígena con la que te vas a infiltrar. No te preocupes, tu cuerpo es ya casi perfecto, apenas tenemos que deshacernos de tu masa corporal innecesaria." ¿Masa corporal innecesaria? ¿Le iban a hacer una liposucción gratuita o algo asi? La otra mano se colocó debajo de Thompson y levantó dos dedos, como si estuviera haciendo la seña de la paz, que empezaron a presionarle los pies. Thompson gritaba asustado, pensaba que los huesos de sus piernas iban a romperse con la presión. Pero increíblemente sus piernas empezaron a aplastarse, estrujandose contra su barriga como si las manos estuvieran jugando con plastilina, hasta que toda la masa de sus piernas y pies fueron fusionadas con su barriga. "¿¡Pero qué...?!" ¡La mano le había amputado las piernas! Bueno, técnicamente aún las seguía teniendo, pero ahora eran simple grasa en su barriga...¿Cómo era eso posible? La mano que le sostenía en el aire le dejó caer contra el suelo, sus testículos estrellándose contra el suelo y aplastados por su barriga. Por unos segundos, se alegró de que su sentido del tacto y dolor estuvieran calmados por el gas anestésico, pero el horror de la situación en la que se encontraba no tardó en volver. Quizá debería de haber investigado sobre la anatomía alienígena antes de aceptar en convertirse en uno de ellos... Se examinó la zona donde hace un momento estaban sus piernas, pero no había ni rastro, ni siquiera ningún bulto, como si Thompson no hubiera tenido piernas desde su nacimiento. Debajo de su barriga no había nada, era todo redondo y suave, bueno, excepto su peludo trasero y sus genitales. Logró levantarse con ayuda de sus brazos...Aunque era raro decir que estaba levantado cuando su trasero aún seguía tocando el suelo. Una de las manos mecánicas le agarró y le dejó caer sobre la palma de la otra...Y luego presionó sus brazos hasta que lo único que quedaba de sus hombros era el pelo de sus sobacos. "...Dios santo, soy un monstruo..." Luego esa misma mano le sujetó en el aire, y el dedo de la otra se acercaba peligrosamente a su pene y testículos. "¡Mierda, mierda, eso no!" "Cómo ya sabrás los testículos de esta raza alienígena son internos..." Thompson se horrorizó, ya era un monstruo sin piernas ni brazos, ¿y ahora hasta iba a perder sus genitales? El dedo empezó a presionarlos... El científico supervisor del que manejaba las manos gigantes le recordó: "Señor, recuerde dejar un poco de masa para el único miembro que los alienígenas-..." "¡Lo sé, lo sé! Me he estudiado bien su anatomía", respondió el científico, algo molesto. El dedo dejó de presionar sus genitales, y por un segundo Thompson pensó que se había librado. Pero la mano situó su pulgar detrás de sus testículos y el dedo índice sobre su pene, y empezó a estrujarlos hasta que solo quedó un simple tubo de carne. Luego este cilindro fue estirado, y el dedo meñique se introdujo en él, aplastando su pene contra su barriga. "¡No!" Cuando el pequeño dedo se retiró, sólo quedaba un prepucio vacío en su entrepierna. El dedo agarró su prepucio pero, en lugar de aplastarlo y convertirlo en más grasa como el resto de sus miembros, tiró de él y lo estiró hasta una longitud imposible como un tirachinas, lo soltó y Thompson fue abofeteado en la cara por su trozo de carne que solía sostener su pene. La gravedad hizo lo suyo y su prepucio se quedó colgando de su entrepierna. Estaba tan estirado que era más largo que un brazo humano, pero ahora era un trozo de carne vació que que colgaba de él como una cuerda o una manguera...¿Cómo se suponía que eran los genitales de estos alienígenas? "¿Ves? Te dije que sabía lo que hacía." Le dijo el científico a su supervisor. Thompson estaba desesperado. "¡He cambiado de idea! ¡No quiero ser un torso gordo, peludo y patético sin brazos ni piernas con cabeza!" suplicó a los científicos. "Oh, pero si ya estamos a punto de acabar. ¡Y si nuestros superiores se dieran cuenta de que el alienígena que teníamos que enviar ha sido destruido, nos despedirán! Y no te preocupes, no serás un torso gordo, peludo y patético sin brazos ni piernas...con cabeza." Una de las manos situó su dedo índice encima de la cabeza de Thompson. "¡Oh no, no, no, nononono...!" El dedo empezó a estrujar su cabeza, a punto de convertirla en simple grasa... "No, no, ¡NO! ¡NOOOOOOOOO!..." sus gritos se ahogaron mientras su boca desaparecía dentro de su barriga, sus ojos abiertos, aterrorizados, y luego...

Oscuridad.

***

Stuart Thompson se despertó asustado, estaba siendo horriblemente amputado hasta que sólo era un torso peludo con un pene inútil...¿Pero qué pasó después? Estaba en una sala de un color blanco tranquilizante...Espera un minuto...¿Podía ver? ¿Su cabeza aún seguía ahí? ¿Todo fue un sueño? Estaba acostado en una cama con unas sábanas que se notaban muy suaves en su piel desnuda...Esto significaba que los efectos del gas anestésico habían desaparecido: había recobrado su sensibilidad y su cuerpo ya no parecía hecho de plastilina. Thompson se quedó relajado en la cama. ¡Menudo gozo! Se sentía como si estuviera descansando después de un sano día de puro ejercicio, aunque él nunca solía practicar deporte, pero la gente que lo hace debe de sentirse así.

"Ah, veo que estás despierto. No hagas mucho esfuerzo, has tenido un día duro". Una enfermera joven y guapa le dijo.

"Por fin alguien reconoce mi duro trabajo.Podría estar en esta cama todo el día, estoy agotado," pensó Thompson.

"Sé que es algo repentino, pero tengo que realizarte algunos chequeos, después puedes descansar un poco más si quieres.

"¿Cómo podría decir que no a esta preciosa mujer?", pensó. No estaba acostumbrado a este tipo de amabilidad. Mierda, si hubiera sabido que una mujer le haría un chequeo hoy, se habría acicalado esa mañana. No recordaba la última vez que se afeitó, notaba su cara llena de pelos.

La enfermera sacó una pequeña linterna de bolsillo, la que suelen usar los doctores, y la encendió. "Por favor, sigue la luz con tu vista mientras la muevo". Ah, ÉSE tipo de chequeos. La chica movió la linterna de lado a lado mientras Thompson la seguía con su vista. Su visión estaba aún algo borrosa pero no tuvo problemas para seguirla. Luego puso la linterna cerca de su cara, y Thompson no pudo evitar mirar a los ojos de la enfermera. De repente, la enfermera no pudo aguantar más y empezó a darle un ataque de risa. "Perdona, es sólo que, aquí estoy, intentando seguir el protocolo, y tú..." Y entonces es cuando Thompson se dio cuenta de una cosa. ¿"sábanas que se notaban muy suaves en su piel desnuda"? Oh, mierda. Estaba desnudo enfrente de una chica. Thompson no pudo evitar sonrojarse y sudar. Intentó tapar sus vergüenzas, pero cuando hizo esto, su cuerpo no respondió como él esperaba y cayó de cara al suelo. "Oh, cielo santo, esto no pinta bien, mejor llamo al doctor." "¡No, no me dejes solo y tirado aquí!" pero la enfermera ya se había ido. "Mierda, mierda, mierda..." Estaba solo, desnudo en el suelo de la enfermería de la nave, y su cuerpo no respondía. Intentó reptar por el suelo, pero no podía sentir sus brazos ni piernas...Mierda, ¿y si el sueño fue real? No, debían ser los efectos de los calmantes, seguro... Probó a rodar en el suelo, y ahora estaba mirando al techo. Rodó algo más y chocó contra una mesita, tirando algunos vasos de plástico al suelo. Vió un espejo en una esquina de la enfermería, y rodó hacia él, pero no se atrevió a mirarse a sí mismo. "Por favor, que no fuera real, que no fuera real..." Finalmente, se armó de valor y vió su reflejo. En el espejo se reflejaba su gordo y peludo torso. El torso no tenía brazos ni piernas, pero, ¿dónde estaba su cabeza? Thompson miró la parte superior del torso y no vió nada, solo los pelos de su pecho, una zona suave y vacía, y algunos pelos de su espalda. Volvió a mirar al torso y notó que sus tetas se habían movido. Las miró más de cerca, y sus pezones se pusieron erectos. Dejó de mirarlas tan de cerca, y sus pezones se retractaron. Giró su cuerpo, sin dejar de mirar su reflejo. El torso giró su barriga pero sus tetas y pezones seguían mirando en su dirección. Quiso gritar al ver esa cosa horripilante, pero cuando lo intentó, lo único que consiguió fue abrir un poco su ombligo y hacer sonar sus tripas. Los pelos de sus sobacos oyeron el rugido y se estremecieron un poco. Thompson no podía creerlo, era un torso viviente. Y de alguna forma podía ver por sus pezones como si fueran las antenas de una babosa. Su ombligo era una boca peluda que no podía producir ningún sonido que no fueran ridículos ruidos estomacales. Y de algún modo, los pelos de sus sobacos eran sus oídos. "Aquí está. Lo siento, es la primera vez que veo uno de estos alienígenas rechonchos y no sabía muy bien cómo debía actuar", dijo la enfermera, ahora escoltada por un doctor y un guarda con una armadura y casco con logo de la ISA. "No te preocupes, pequeño", dijo el doctor a Thompson como hablándole a un cachorrito perdido. "La nave ya ha llegado a la atmósfera de tu planeta. Estarás rodando y rebotando con los tuyos otra vez en un periquete." "Joder, viejo, ¡soy humano! ¡De ninguna manera me vas a tirar a un planeta lleno de barrigas vivientes!" intentó articular el ombligo de Thompson, pero sin garganta ni cuerdas vocales resultó ser una tarea imposible. "Mira, está haciendo ruiditos y sudando otra vez, creo que le asustan los humanos", dijo la enfermera, preocupada por el alienígena extraviado. "Guarda, ¡capture al alienígena!" ordenó el doctor. El guardia intentó atrapar a Thompson, pero gracias a su revoloteo y piel sudorosa la barriga logró escabullirse del guarda. "Por dios, agárralo por su cola, es un vestigio evolutivo inútil, no sentirá ningún dolor", dijo el doctor molesto por la incompetencia del guarda. Hasta que el doctor no dijo eso Thompson no se había dado cuenta de que tenía una cola. Era un trozo de carne vacío que sobresalía de su entrepierna... El guarda agarró su cola y una sensación muy extraña recubrió todo el cuerpo de Thompson. Era una zona muy sensible, pero también se estaba excitando...Hasta que el guarda tiró de ella para levantar a Thompson. Sus pezones miraron horrorizados a su cola y su ombligo se abrió en una gran "O". Ese trozo de carne inútil estaba hecho de su pene y testículos. Cuando el guardia levantó a Thompson en el aire era como si le estuviera agarrando por su escroto. El guarda lo llevó fuera de la enfermería de esta forma tan dolorosa y humillante. Cualquier otro tripulante de la nave que les viera solo vería a un guarda llevando una bolsa de basura hecha de carne por un trozo de cuerda que parecía que se iba a partir en dos en cualquier momento. Luego le tiraron como si nada en un contenedor de metal atado a un paracaídas. "Que tengas un buen viaje, mi redondo y peludo amigo." Oyó al doctor decir mientras cerraban la puerta del contenedor y todo se volvió oscuro. Luego los pelos de sus sobacos oyeron algunos botones siendo pulsados y palancas siendo accionadas y luego empezó a notar como su estrecha prisión caía hacia el planeta alienígena...Por fin, su sueño de visitar un planeta alienígena estaba a punto de cumplirse, lo quisiera o no.