El Secreto de Tora: Retorno de Leon

Story by Mastertuki on SoFurry

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#19 of El Secreto de Tora


EL SECRETO DE TORA

Capítulo 19: Retorno de Leon

Nota I: Para entender este capítulo necesitas leer los anteriores, que están listados mas arriba. ¡¡Feliz lectura!!

Nota II: Este capítulo incluye una escena erótica entre un tigre y un lobo, así que ya sabes, si a) Te molesta, b) No te gustan las relaciones entre antropomorfos (0_0?) c) No te gustan las relaciones homosexuales o d) Has llegado por aquí mediante Google será mejor que retrocedas mediante el explorador. Pero quien sabe, después de diecinueve capítulos, quizás te gusta y todo.

Leon continuó trabajando a través de su ordenador, revisando diferentes datos. La enorme pantalla que crecía encima suyo no dejaba de reflejar la imagen del que se había convertido en su mayor contrincante y su obsesión. Odiaba a aquel ser de color azul, a aquel que estaba pisoteando cada uno de sus planes, que por cada paso que daba él, otros tantos daban el resto. Nunca debió despistarse y perderle de vista, y sin embargo, ahí estaba: Caminando felizmente por las calles, escudriñando en su pasado, y recuperandose poco a poco. Continuó revisando datos sobre el progreso de sus experimentos, aunque no iba a poder avanzar mucho mas sin los dos que había perdido: Bryce y Kima.

-¿Stallion?

Continuó trabajando con los datos. El experimento de devolver formas antropomórficas a humanas estaba dando resultado, con Bryce había batido un récord, y el hecho de saber que este había vuelto a su forma original sin duda indicaba que aun tenía fallos que solucionar, no le podía aplicar aquel proyecto a Sandra por lo tanto. Pero también debía de tener en cuenta los problemas que podía provocar aquello: Bryce era un híbrido, Sandra no. Si los resultados no tenían el mismo efecto en un lado que en el otro, Sandra moriría y todo se habría ido al garete.

Tras él una leve sombra apareció. No era otro que Stallion, el médico que hasta ahora le había estado siguiendo. Con una fría mirada observó a Leon, que residía aun escribiendo en el ordenador, y su mirada poco a poco fue alzándose hasta llegar a la enorme pantalla de arriba, donde se iluminaba a Bryce como lobo, al lado de una muchacha pelirroja, y al fondo, un edificio de cristal. Conocía perfectamente ese edificio: Era el de la Central de los Dorei. Así, pues, Leon había vuelto a fracasar. En un intento de hacerse con la documentación del lobo, este ya se había adelantado y le había ganado terreno. Por lo tanto, Bryce había vuelto a romper otra cadena que le retuviera en el suelo. Sonrió interiormente.

-Decidme. -dijo.

-¿Quienes han ido?

Stallion sabía perfectamente de quienes preguntaban y el porqué. Siendo Leon el director de la universidad, debía de saber de sobras el tema respecto al campamento y otros temas, al fin y al cabo, lo había organizado él.. Se agitó levemente los brazos, y volvió la vista al híbrido, que continuaba sin apartar su mirada de la pequeña pantalla donde transcurrían gráficas, datos, y numerosos mensajes. Dudó durante unos instantes si mentirle o no, pero de hacerlo, probablemente el clan de los dragones lo sabría y le matarían a él o a su familia, por lo que no tenía otro remedio de decir la verdad.

-Bryce y un tal Lizarman han ocupado ese puesto, señor. -comentó. -También un lobo llamado Uros.

Solo hizo falta nombrar aquellos para que Leon estallara en una gran carcajada y le mirara con una leve sonrisa de felino, cruel y bastante terrible. Sin mas vacilaciones que las de Stallion mismo, se incorporó y comenzó a caminar hacia la pared contraria, donde residía un calendario con algunos días marcados. La visión no hizo otra cosa que hacerle sonreír aun mas e inmediatamente, comenzar a dar unas cuantas palmadas. Había algo que a Stallion se le escapaba, pero no tardó demasiado en saberlo cuando el felino se llevó las manos a la espalda e hinchó su delgado pecho en orgullo. El caballo lo miró de reojo durante unos instantes y finalmente volvió la vista hacia todas las pantallas, en las cuales se podía ver la foto del lobo azul riendo y abrazado por el tigre.

-Y Bryce... Está recuperando su agilidad y su capacidad de lucha.

Inmediatamente se sacó de uno de los enormes bolsillos de su traje un CD que lanzó por los aires hasta que esta rodó por encima de la mesa de Leon, donde se detuvo al chocar contra el borde de uno de los controles. El híbrido miró de reojo al caballo, y luego, a la cinta, mientras meditaba que tipo de documento le estaba ofreciendo su compañero. Con cuidado se acercó al CD y la recogió, introduciendo la en el reproductor adecuado, y dándole al play. Se fue al ordenador, y lo programó para que lo proyectara en la pantalla grande, mientras que Stallion se quedaba quieto, sin decir nada, y sacándose del bolsillo una caja de pitillos.

Y allí, en aquella enorme pantalla, empezó a proyectarse la imagen del lobo luchando contra el minotauro y luego defendiendo a la muchacha. Con sorpresa, quizá, se dio cuenta de que todo lo que decía el caballo era cierto: El lobo no había tardado demasiado en emplear sus nuevas capacidades para defenderse a él mismo y a aquellos que intentaran hacerle daño. Era mas, parecía que en apenas una semana de rehabilitación ya había hecho sincronización con el animal que poseía interiormente. Aquello sin duda eran datos que a Leon le interesaban y que hacían de Bryce un sujeto muy pero que muy interesante. Sin duda sus dotes de recuperación eran absolutamente enormes.

-Ya veo... -se llevó una zarpa a la barbilla mientras agitaba levemente la cola. Su pelaje desgastado y poco tratado brillaba a la luz de la pantalla. Recostó su espalda a la silla y sonrió. -Increíble. Absolutamente increíble. Ha domado a sus instintos, pero eso me deja a mí en una posición muy mala.

De repente golpeó con un puño la mesa del ordenador, haciendo que las pantallas pegaran un salto de imagen, y mostró los colmillos con la cabeza baja, algo cabreado y arrugando la nariz.

-No... Eso me deja a mi sin control del resto. -gruñó. -No puedo tolerar que Bryce siga manteniendo el control. Si no consigo que muestre su furia frente a los demás, no... No... Espera...

Se incorporó de inmediato y recogió el CD del reproductor, examinándola. En aquella época, dentro de las cintas había una lectura de diferentes chips, una construcción realizada para no usar el petróleo de las cintas. En ella, había una etiqueta que sin duda indicaba que pertenecía a una de las cámaras de seguridad del metro, de las cuales Stallion tenía control absoluto. De hecho, tenía control de cada una de las cámaras de toda la ciudad, una red que había hecho crecer con un poco de tiempo y mucha paciencia. Por la cabeza de Leon pasaron las mas retorcidas ideas, y al final acertó con una.

-Al campamento donde van hay... ¿Dragones? -meditó, mesándose la melena.

-Si señor.

-Perfecto... Quiero que esta cinta la vea Tora. -se la lanzó al caballo, que la cogió al vuelo, mientras le daba un vuelco al corazón. -Esta noche o la siguiente, me da lo mismo. La fuerza de Bryce reside en la existencia de Tora pero... Ahora ya tengo las pruebas suficientes. -murmuró con una leve sonrisa en el morro, una sonrisa de depredador satisfecho de estar a punto de conseguir a su presa. En su cabeza se iba maquinando un plan retorcido y maquiavélico que comenzaría con una tontería tan simple como lo era aquella cinta. Y sin duda, complementaría con la idea que tenía para dos de los compañeros mas íntimos que en el pasado fueron de Bryce. Sacó las garras retráctiles y luego las volvió a esconder, satisfecho de lo que estaba a punto de lograr. -Si... Haz que la vea de algún modo...

-No entiendo...

-Bueno. Hasta ahora Tora ha protegido mucho a Bryce, pero siempre han tenido pequeñas discusiones por ello que han solucionado gracias a la paciencia de ese estúpido híbrido...

Se dirigió hacia un cajón, que abrió con cuidado, y rebuscó entre miles de clips, lápices, bolígrafos, papeles, y un largo etc, y sacó de entre ellos un dardo, que observó con detenimiento. En él se reflejaba a la luz de las pantallas la enorme punta que tenía, seguida del plástico que le daba el dinamismo en el aire. Se dió la vuelta inmediatamente, y la lanzó contra el calendario, acertando de lleno en el día exacto en el que se encontraban, que estaba marcado con una X, mientras sonreía satisfecho.

-Pero ahora que está en celo, no le va a ser fácil controlar al depredador que lleva dentro. Si... -soltó una enorme carcajada y añadió. -Y cuando se de cuenta de lo que ha hecho, será tarde, muy tarde...

Volvió la vista al lobo de la pantalla de nuevo, y lo miró con desprecio, con mucho asco. Por culpa de él todo su proyecto se había visto retrasado de alguna forma u otra, pero ahora iba a romper esa foto que se estaba emitiendo en dos de la forma mas sencilla posible, y todo por que Bryce se había hecho el héroe en aquel lugar, justo en medio de todo el metro.

-... Porque entonces habrán roto su relación por completo


-¡¡Yupi!! ¡¡Mioko ve cositas!!

El pequeño zorro se lo estaba pasando bomba en el autobús de la excursión, apoyado con las dos patas traseras en el borde, y con las delanteras en el cristal, mirando sin parar cada una de las ciudades que iban pasando mientras avanzaban por la carretera. Al igual que a la vuelta a casa, era fácil mantener a Mioko entretenido en un viaje: Simplemente había que dejarle mirar por un lado, y disfrutaba de lo que iba viendo por el camino. De vez en cuando soltaba algún aullido o agitaba la cola y las orejas contento, e incluso quizás hasta frases, pero se mantenía quieto y desconectado del mundo, como asimilando de forma muy brusca todo lo que iba viendo por el camino.

Bryce, en cambio, estaba completamente destrozado. Le dolía la cabeza y para mas inri, el cuerpo le dolía mogollón. A su lado se había sentado Shinke, ya que mantenerse cerca de Tora había experimentado que no era una buena idea precisamente. Solo habían pasado dos minutos y ya se habían besado. Y aun manteniendo la cordura, le había pedido que se cambiara de lugar, o acabarían teniendo problemas los dos, debido a que él no se aguantaría las ganas. Y ahora estaba ahí, con una leve fiebre de narices, y con el jodido sentido del olfato a toda ostia, lo que le provocaba aun un mas grande dolor de cabeza.

Procuraba no cerrar los ojos y dormirse, o vete a saber que acabaría soñando ahí en medio. Shinke, que iba mirando la televisión del autobús, observó a su compañero con cierta lástima, pero sabía que no podía hacer demasiado. Bryce siempre había tenido auto control, pero estaba claro que siendo ahora la primera vez, al igual tenía idea de como mantener las ganas. Y aquello no había hecho mas que empezar, porque Uros ya les había informado a los dos que iban a ser cuatro días de subida, y cuatro días de bajada. Estando en el segundo día, el domingo del fin de semana iba a ser para bailarlo. Cogió su mochila y comenzó a buscar entre los cientos de cosas que tenía el mapa de la casa, para revisarlo con detenimiento.

Efectivamente, iba a ser un campamento en todas las palabras: Una casa perdida en medio de la nada que tenía 50 habitaciones, mas una cocina, el comedor y el baño. Iban a haber unos cuantos Doreis. Al lado de la casa, muy a lo lejos, había un lago donde bañarse, rodeado de algunas cuevas y separaros de la casa por un bosque bastante espeso por lo que habían comentado. La casa pertenecía a una dragona: Yao-ling, por lo que daba a suponer que la mayoría de gente que iban a encontrar trabajando allí procederían de oriente.

Pasó la hoja, y miró bien la casa, donde estaban marcadas ya las habitaciones. Habían juntado a Bryce con Odayaka y con Shinke, y a Tora con Baka y Senko, lo cual ya solo de pensarlo Shinke se ponía enfermo. Ver a su primo con Tora era como pegarse un tiro. Siguió mirando: A Lizar lo habían puesto en otro grupo, y a Uros, lo habían puesto como tutor de refuerzo dada su edad y porque se había prestado voluntario para mantener vigilado a su pupilo el lobo azul. Por primera vez, este lo había agradecido: No sabía si iba a ser capaz de superar todo aquello así.

-¿Como te encuentras? -fue la única pregunta que supo realizar Shinke. Bryce se sintió un poco incómodo, y se reincorporó un poco.

-Jodido, muy jodido. -comentó, llevándose una zarpa a la cabeza. -En serio. No puedo mas. Y esto no ha hecho nada mas que comenzar...

-Tranquilo...

Le puso una garra en el hombro, pero este la apartó con cuidado y se quedó mirando la ventana de nuevo, pensativo. Lo cierto es que Shinke estaba viendo que el llobo no iba a soportarlo, así que meditó unos instantes. Siempre podría planear con Odayaka una trastada y dejar a Bryce y al tigre solos en una habitación, para que se divirtieran un poco. Dudaba mucho de que el lobo pudiera aguantar mas, aunque otra razón era que el tigre aceptara, aunque tampoco creía que se fuera a negar. Tora tenía el olfato demasiado fino, y sobretodo, los instintos a flor de piel, aunque también un corazón de oro.

Unos pasos se escucharon al lado suyo y pronto, una figura de un pelaje marrón apareció al lado de Shinke. Se trataba sin duda de Uros, el lobo compañero de Bryce, vestido con una camisa marrón y unos pantalones azules bastante anchos (Shinke prefería obviar la razón). Se le notaba, por el brillo de su pelaje del frente, que al igual que el lobo azul también lo estaba pasando fatal, con la diferencia de que llevaba años de experiencia. Sin embargo, sabiendo que en su clase también habían lobas, a Uros no le estaba resultando nada fácil. Sus ojos oscuros se clavaron de forma preocupada sobre el híbrido, mientras sujetaba un vaso de plástico en la otra garra, y finalmente alargó un brazo para tocarle el hombro y sacarlo de su ensueño.

-¿Como te encuentras? -le preguntó cuando este le volvió la mirada. Bryce negó con la cabeza, incapaz de decir nada mas, y Uros suspiró. Sujetándose con el brazo en una silla, intentó darle el vaso, que cogió y observó con atención. Era algo verdoso, y ciertamente no es que oliera muy bien, pero ya le daba lo mismo los olores. No obstante, miró un momento a Uros, que negó con la cabeza al ver que este dudaba de tomárselo.

-Tranquilo. Te bajará los efectos, aunque la batalla final la tendrás tu. -comentó. -Quizás te haga mas efecto que a mí, quien sabe.

-Ya... Uros... Grácias. -dijo, asintiendo con la cabeza, y dando una media sonrisa. El otro lobo sonrió y se cruzó de brazos. Pasarían los años, pero siempre acabaría siendo el que realmente se hacía cargo de enseñarle todo el conocimiento lupino. -Y perdona... Por lo del otro día. -comentó, finalmente. Uros negó con la cabeza, a sabiendas de lo que se refería. El día que fue a buscar sus papeles de Dorei, se había discutido con él porque Tora le había mandado protegerle, llegando a casa de todas formas con un cabreo bastante grande. Era la primera discusión que tanto Bryce como Tora habían tenido según Uros, o al menos, la mas preocupante. Y aunque todo se había solucionado, parecía que Bryce seguía algo enfadado con el tigre.

-Descuida. -Uros se incorporó, y apoyó una garra encima del hombro de Shinke. -¿Puedes venir conmigo un momento? -le preguntó, sin mirarle ni siquiera. El grifo le observó unos segundos, algo despistado y pillado por sorpresa con la pregunta, y se incorporó mirando un momento a Bryce. Este, como parecía otra vez entretenido con el pequeño Mioko, no fue preocupación para el grifo, así que se incorporó con cuidado, y procuró no hacerse daño con las alas al moverse del asiento, para ir a seguir al lobo marrón, que iba caminando con algo de dificultad. Pasar por delante de un par de lobas que hablaban alegremente no le debía de ser muy fácil.

En cierto modo no sabía que era lo que le iba a preguntar el lobo. De hecho, apenas lo conocía de no ser por la larga y enorme explicación que en su día el tigre le hizo sobre él. Mientras Bryce iba a rehabilitación, Uros hizo acto de presencia en el hospital, y a Tora le fue de maravilla para explicar al restro de los antros quien era. Ahora ya sabía que en otra época el lobo marrón había sido antes como un profesor para el híbrido, al cual conocía desde pequeño, y que estaba con ellos por orden expresa del clan tras haber sido informado este de todos los daños. Por un momento, Shinke se detuvo a estudiar bien la situación. Era como... Como si no vivieran en el mismo plano. De repente, Bryce y Tora se encontraban en un mundo distinto al de ellos. Siempre habían sabido que tanto Tora como su nóvio procedían de los clanes de oriente y occidente, pero ahora parecía que, tras todos aquellos líos, estos se encontraban en una especie de pelea diferente a la de ellos. ¿Cuando había sido así? ¿Cuando habían enredado a tanta gente?

Uros se detuvo y se giró, mirándole fijamente a los ojos. Ambos se encontraban lejos del resto del resto de la gente y podían hablar con total naturalidad. El lobo parecía bastante agotado, se le veía de lejos, y por lo visto la receta que le había ofrecido a Bryce no le servía a él de nada. Algunas gotas caían por su pelaje, humedeciendo este, obligado a sentarse al final del autobús. Y tampoco eran él y Uros los únicos. Habían un par de lobos mas que habían tenido que ser separados porque constantemente estaban discutiendo, posiblemente los primeros que eran incapaces de controlar toda la adrenalina subida. No, si habían elegido una semanita buena.

-¿Que tal le va? -fue la pregunta que hizo el lobo. Shinke le miró un momento y negó con la cabeza.

-Fatal, Uros. ¿Que quieres que te diga? Posiblemente, y solo digo, posiblemente -Shinke hizo especial énfasis en esa palabra. -se animaría si Tora estuviera... No se, de acuerdo y estuvieran los dos una noche juntos. -al ver la cara que ponía Uros al darle la idea, un rostro de estupefacción, Shinke intentó rectificar. -¡Quiero decir! Que quizá lo superaría, osea...

-Que hagan el amor. -terminó el lobo por él. Se llevó una mano al morro, intentando hacer el esfuerzo de no pensar en la mera idea. Solo de pensar en sexo, se ponía enfermo y empezaba a irse le la olla. -Ayer noche discutieron. No se que le pasa a Tora, pero desde que Bryce cambió, se niega constantemente. Él solo quiere demostrarle su afecto, pero como este sabe que está en celo, prefiere pasar. ¿Que quieres que te diga? Tora es tonto. Se piensa que el sexo está marcado por unas pautas universales que se tienen que seguir. Y últimamente su nóvio se siente... Insatisfecho. Ya sabes. -Uros cogió aire y se llevó una mano al pecho, tragando saliva. -Lo único que quiere es que Tora se deje de tonterías y sin pensar en los demás, se dediquen de lleno a ellos. Es su forma de jugar, pero no quiere seguir esas reglas.

-Siempre ha sido algo reservado en ese aspecto. -comentó Shinke, recordando el pasado. No era la primera vez para él que el tigre y el lobo hubieran discutido. -Lo que me extraña es que Bryce quiera mimitos. Nunca fue así.

-Shinke... -al ver el error de este, Uros se sentó en su asiento de nuevo, intentando centrarse un poco. Lo estaba pasando mal, pero quería controlarse un poco, por lo que no dijo nada durante unos segundos. -Ese no es el Bryce que tu y yo conocemos. Supongo que lo tienes en cuenta, ¿Verdad?

-Pero... Está recuperando la memoria.

-No es lo mismo. -Uros se llevó una mano al frente. -El médico ya le ha dicho a Tora que...

-¡¡Bueeeeno, chicos!! -la voz de una megafonía interrumpió el comentario de Uros, que decidió permanecer callado. Shinke, al ver la reacción se volvió de nuevo tras sus pasos para sentarse al lado de Bryce, dejando pasar de vez en cuando a algún otro alumno que se pasaba por ahí. Y es que a pesar de que había dado la orden de que nadie se levantara en el autobús, la gente había pasado de ella y se había dedicado a ello, a levantarse, a hablar con los amigos. En cuanto la profesora observó que todo el mundo estaba en su sitio, cogió aire de nuevo, y continuó hablando por el micrófono que llevaba. -Bien... Veamos, chicos. Vamos a ir a una especie de mansión, la cual actualmente está condicionada por una leyenda... ¿Nadie sabe cual es? ¿Nadie?

-¿El caso del hombre desaparecido? -gruñó el lobo azul de repente, sorprendiendo a Shinke. La profesora alzó la cabeza y comenzó a rebuscar entre los alumnos. -¿El caso aquel del hombre que nunca salió porque se encerró en su propia habitación? -finalmente, al verle mover el morro, la profesora encontró a Bryce, y comenzó a andar hasta ponerse prácticamente al lado del grífo alargándole el micrófono al lobo, el cual la miró algo sorprendido. ¿Es que acaso pensaba que iba a explicar aquello a los cuatro vientos, delante de todo el mundo? No estaba de buen humor como para dar muchas explicaciones. Al ver que la profesora no captaba la mirada tenue del lobo, suspiró, y cogió el aparato con cuidado.

-Bien, ¡Perfecto! -exclamó la pantera, la cual se llevó las manos al pecho a la espera de la explicación. Bryce, en cambio, miró un momento de reojo a Shinke, el cual también parecía esperar una explicación, y finalmente, se centró en el micrófono. Bien, tenía que dedicarse a explicar una historia de terror que vete a saber quien la inventó y para que.

-Esta historia se remonta hace ciento veinte años. -Dios, parecía un profesor hecho y derecho. Miró un momento el reflejo del televisor y contempló como la gente le miraba, esperando su historia. Carajo, ¿Porqué había abierto el morro? -La mansión fue construida con mas de setenta y ocho habitaciones, de las cuales solo se conocen cincuenta. La leyenda cuenta que por falta de espacio las otras veintitantas fueron escondidas a fin de que nadie las encontrara, aunque las razones no se saben, ni tampoco su localización.

"Al construirla, el propietario tenía pensado albergar antropomorfos deformes. No se sabe tampoco con que tipo de deformidades, puesto que nunca toleró la presencia de prensa ni de nadie mas en ninguna parte de su territorio, para que los residentes pudieran vivir en paz sin tener complejo de vivir en una espécie de Zoo. Esto duró mas o menos unos cuarenta años, hasta que finalmente el hombre desapareció."

Ahora venía la parte que a Bryce le había encantado mas. Conocía la historia por explicación de Lizar, el cual se había encargado de documentarse antes de viajar, seguramente con la esperanza de meterle el miedo en el cuerpo. Sin embargo, el lobo que tenía en su interior había apaciguado esas intenciones de tal forma que mas que terror, solo había sentido un gran interés y ganas de saber mas.

"Años mas tarde, la mansión quedó abandonada, a propiedad del gobierno, y al momento de querer revisar todas las habitaciones, se encontró el cuerpo del hombre. Residía en el altillo, completamente muerto. Cabe decir que el hombre era humano, pero de él no se sabía mas. Desde entonces, lo típico, se rumorea que hay noches en que se oyen ruidos, y que pertenecen a ese hombre que sigue a la espera de algo."

Vale, acababa de joder el clima. La profesora arqueó una ceja, y luego, armándose de paciencia, le pidió el micrófono a Bryce, el cual con toda la tranquilidad del mundo se lo entregó y se volvió a dedicar de lleno a hacer reir a Mioko. La tutora los miró a todos, y empezó a comentar de nuevo las características de la mansión, que no dejaba de ser de nuevo lo mismo que había en aquella hoja. Sin embargo, mientras todos los alumnos hablaban entre sí, y la profesora continuaba explicando entre gritos y gruñidos, nadie se dio cuenta que en ese autobús iba alguien que no estaba siendo invitado, y que por alguna razón, era una sombra que solo el lobo podía distinguir.


Aquella mansión, perdida de la mano de Dios en medio del bosque, era bastante grande. Comprendía tres pisos, galardonados por ventanas poco limpias y de marcos bastante desgastados, sujetados por paredes que en su momento debieron de ser blancas y que ahora habían perdido todo su color. El tercer piso no dejaba de ser el famoso altillo, comprendido por un tejado triangular de tejas desgastadas y con una chimenea que sin duda amenazaba con romperse en dos. A un lado de la mansión había un pequeño cobertizo, seguramente el del jardinero, y por ahí, un camino de piedras que debía de llevar hasta el lago.

De repente a Bryce le vino a la mente la vez que fueron a Stebusqeun, donde les ofrecieron una habitación completamente desgastada. No era la primera vez que iba de viaje con aquella universidad, aunque había una ligera, muy ligera diferencia, En su momento, iba de humano, con lo cual, la gente pasaba olímpicamente de él. Ahora, iba con su forma real, un lobo azul, y eso sin duda implicaba algo: Que la leyenda de renombre que él no conocía hacía que todo el mundo se fijara en él y estuviera todo el rato señalandole y murmurando. Esa era la razón por la cual la profesora se había animado a darle antes el micrófono cuando habló, porque hasta ella estaba contentísima de tener a alguien tan conocido por la universidad entre ellos. Por suerte, nadie se había atrevido a preguntar nada sobre su existencia, porque teóricamente estaba desaparecido.

Esa era otra de las razones por las cuales Tora quería estar al lado suyo. Sabía que no tardaría demasiado en que la gente preguntara por él, y que debería protegerle a fin de que no se descubriera nada sobre Leon y el resto de su historia, pero sus amigos le habían traicionado: Mientras que Shinke, Odayaka y Lizar se encargaba de ayudar al lobo azul a recoger las mochilas, el resto habían decidido coger al tigre por banda y llevárselo con ellos, separandolo de su novio. Aquello le alteraba bastante, pero tampoco es que pudiera rebotarse, pues aunque pudiera acercarse, sabía que solo sería por cinco minutos: A la hora de formar los grupos, a Bryce lo habían metido en el rojo, y a Tora en el verde. Por lo tanto, sus actividades lucrativas también serían diferentes y separaras. Carajo. Solo iban a estar juntos a la hora de dormir.

-Tora, ¿Vas a recoger tu mochila o que? -preguntó Senko, el cual estaba al lado suyo. También se había apuntado, o mas bien, lo había apuntado Odayaka en vista de que faltaban aun huecos para rellenar en el viaje. El tigre oriental le lanzó la mochila a Tora y, cogiendo por el hombro al otro tigre, comenzó a caminar y a arrastrarle en dirección opuesta a Bryce, acercándolo al resto de compañeros: Uros y Baka, el cual seguían mirando también el edificio. Baka continuaba en sus trece, con la mirada perdida y algo ilusionado, mientras que Uros se había apoyado en un tronco. A diferencia del resto, Uros no tenía lazo, pues era tutor de apoyo.

-No es justo lo que habéis hecho conmigo. -el tigre estaba bastante cabreado. -Ahora que podría haber solucionado mi problema con él...

-Tora, dí la verdad. -Uros sonrió levemente y arqueó una oreja. -Quieres estar con él para que no le hagan preguntas. Déjale vivir en paz al pobre, necesita su espació.

-Necesita que le cubran, Uros. ¿Crees que podrá aguantar si la gente empieza a preguntarle? Se volverá loco y...

-¡Tora! -el gruñido de Uros y su pelaje erizado echaron hacia atrás al tigre. El lobo estuvo a punto de perder el control de no ser porque Senko le detuvo cogiéndole de un brazo. Se tranquilizó, contó hasta diez, y volvió a las andadas. -Bryce es mí pupilo, y te puedo asegurar que no es débil. Tal vez no sea el que conocí en su momento, pero me da lo mismo. Es un lobo del clan, lleva nuestro espíritu de guerrero, y necesita su libertad. Si continuas aplastando e, créeme que la relación contigo se acabará en ese mismo instante.

Aprovechó que había dejado tocado al tigre para coger la mochila y comenzar a andar, haciéndoles una señal con la mano para que le siguieran. El tigre agachó la cabeza, algo tocado, y finalmente se resignó a la realidad, cogiendo la suya, poniéndosela a la espalda, y caminando tras ellos. Cuando quiso volver la cabeza, Bryce ya no estaba allí, lo que implicaba que seguramente ya había entrado en la casa con el resto del grupo.

-Oye, Tora. -Senko se puso un momento a su lado y se llevó ambas zarpas a la nuca, mientras sus bigotes se agitaban en los pasos. En aquel momento se veía que ambos eran de alturas bastante diferentes. Mientras que Senko medía un metro noventa, Tora le sobrepasaba con sus mas de dos metros y su portentosa musculatura. -¿Como lograste que Bryce pudiera apuntarse?

-Nos ha llevado una buena faenada, pero tuve que inscribirle en el registro civil. -comentó el tigre. -Para evitar problemas de apellido, me tuve que poner yo con él, así que oficialmente es Bryce Qwolf Tiger. Espero que no traiga problemas con nuestros respectivos clanes, pero mas o menos ha quedado como que yo soy responsable de él. Por esa razón...

-... Tu no tienes que hacer nada. -contestó Uros, que iba delante de ellos. -Eso de ser responsable de él es una opción que dio Lizar para que no tuvierais mas problemas de los que llevais acumulados, pero nada mas. Bryce puede defenderse solo.

Tora volvió a agachar la cabeza, derrumbado, y Senko le dio un par de palmadas en la espalda, medio sonriendo, intentando animarle de algún modo. Desde que habían iniciado el viaje que sabía que tanto Bryce como el tigre estaban peleados. La idea de aprovechar la situación era tentativa, pero aplicarla a la realidad no lo era tanto. Tampoco tenía ganas de aprovecharse de un Tora algo hastiado para conseguir hacerse con él sin que Bryce se enterara. Era una idea demasiado arriesgada y además, él lo que quería era precisamente otra cosa de Tora, como mínimo. Aunque planteárselo era harina de otro costal.

Si el exterior de la casa fue completamente desconcertante, el interior ya es que fue bastante increíble. A diferencia de la ruina que presentaba el exterior, la parte del interior era simplemente una maravilla. Estaba todo en absoluto orden, limpiado y reformado hasta la última esquina. Tras pasar una entrada bastante grande, se encontraban en medio de una sala rectangular, inmensa, cuyo centro lo rellenaba una especie de mesa con diferentes plantas en su interior. Al fondo de todo había unas escaleras, hechas con mucho mimo por la apariencia de su diseño y que llevaban al piso superior, donde se comprendía de las cincuenta habitaciones que habían para dormir. La parte de abajo, por lo tanto, contenía el comedor, las salas de recreo, la cocina, los baños, y el acceso a la cabaña exterior. Las puertas cerradas, a ambos lados, eran las habitaciones de dormitorio de los tutores, entre los cuales, estaba Uros, el cual ya cogió su papel de tutor de apoyo poniéndose delante de todo el grupo rojo y explicando de que iban cada una de las secciones.

Tora recogió el papel, y se lo miró atentamente. Ellos estarían en la habitación 24, así que sin nada mas que decir, y cuando empezó a desmoronarse el grupo y a repartirse para ir explorando la casa o para ir a los dormitorios, comenzó a andar seguido de Baka y de Senko. En el momento en que comenzó a subir las escaleras, se detuvo un momento. Su olfato había detectado un aroma completamente familiar, el aroma de Bryce en celo. Se llevó una zarpa al morro al notar la leve reacción que había provocado aquello en él, y empezó a subir las escaleras deprisa, intentando no aspirar mas

"Mierda. ¿Como es posible?" -pensó Tora mientras continuaba. -"Ambos somos varones..."

Continuó corriendo, intentando llegar lo antes posible a la habitación, pero en cuanto se quedó sin aire y aspiró, volvió a notar de nuevo la fragancia del lobo, llevándose una mano a la cabeza. Mierda, era intoxicante. ¿Que podía hacer? Senko, al ver que Tora reaccionaba de forma extraña, sospechó un poco, pero decidió no darle demasiada importancia. Finalmente, y con un tigre que se estaba poniendo malo por momentos, llegaron al dormitorio. El tigre abrió la puerta, y fue entrar, buscar una ventana, e ir a por ella para abrirla de inmediato y aspirar aire, intentando olvidar así la fragancia de Bryce.

-Joder... Lo nunca visto...

Senko llegó tras de él y se introdujo en la habitación blanca. Era algo cuadrada, y poseía una doble cama a la izquierda, y una cama a la derecha. En medio, había un pequeño paso donde llegaba hasta una ventana, donde se encontraba el tigre apoyado, con las garras retráctiles clavadas en el marco, y la cola agitándose nervioso de un lado a otro. En cuanto dio unos pasos mas, vio que al lado de la doble cama había un pequeño armario, donde seguramente se tenía que guardar la ropa. Se sentó a un lado de la cama y miró al tigre. Este parecía algo adormecido, como atontado.

-¿Te encuentras bien? -le preguntó. Tora se volvió y se llevó una mano al pecho, asintiendo levemente con la cabeza. Sin embargo, al mirarle de arriba a abajo, agitó un poco la cola y con una zarpa le señaló las partes nobles del pantalón. Este miró donde señalaba y al verlo, se sentó de inmediato en el suelo, inclinando las piernas para que no se le viera el bulto que se le había formado en el pantalón. -Vaya. Si hemos hecho bien separándote de Bryce y todo.

-Calla. Esto no puede ser cierto. -murmuró Tora, casi sufriendo. -Joder...

-Hombre... Hay mas lobos en su estado. No creo que...

-Su olor es característico, tío, es un jodido híbrido. Y no es nada fuerte. Es mas bien dulce. -mencionó. -Ya me ha pasado esto cuando estuve con él en otra época, pero lo había olvidado. Joder... Yo no puedo ir por el colégio así, Senko. ¡¡Voy a ser la burla de todos!!

Y el de Senko para empezar. Este se puso a reir al ver como se ponía el tigre, como si aquello fuera una pesadilla, y le ayudó cogiendole la mochila con cuidado para abrirla y comenzar a sacar las cosas: Camisetas, pantalones, boxers, unos calcetines, jerseis, la pasta de dientes... En cuanto acabó, la depositó a un lado, y cogió la suya própia, mezclándola. Total, con lo pequeño que era el armário, no tardarían mucho en mezclarlo todo, precisamente. Miró a Tora, que parecía algo disgustado con la situación, y se rió un poco.

-Vamos, tampoco será para tanto. -contestó Senko.

Aunque él detestaba bastante verlo de aquella forma solamente por Bryce. Si fuera por él al menos... ¡No! ¡No debía pensar en eso! Tenía que olvidar el jodido intento de que ellos dos pudieran estar al menos juntos. Lo cierto es que le era difícil olvidarlo: Tora lo tenía todo... Un buen cuerpo, era bastante inteligente, y se sacrificaba por sus ideales... Y en cambio, siempre se fijó en el estúpido híbrido, en vez de con él. ¿Que tenía ese lobo que él no tuviera? ¿Inocencia? ¿Debilidad? Porque otra cosa...

-Oye, Tora, me preguntaste algo de... -empezó a decir. -Sobre lo de pagarme aquel favor que le hice a Bryce.

-¿Eh? -El tigre salió del tránsito, y añadió luego. -Ah, si, si, ya me acuerdo...

-Quiero... Me gustaría que... -comenzó a decir. -Tora, me gustaría que...

-¿No quieres coger la cama de arriba? -Odayaka parecía contrariado. Normalmente siempre iba la peña a por la de arriba, como si se les fuera la vida a ello. En cambio, en ese caso, Bryce no parecía muy dispuesto a dormir precisamente en esa altura, si no mas bien en la de abajo, por lo que la orca, sin decir media palabra, decidió cargar su mochila arriba, y apoyarse en la barra con los brazos cruzados. El lobo se dispuso debajo, y se echó en ella, con una zarpa en la frente. -¿Como lo llevas?

-Con ganas de vomitar, ¿te parece poco? -le dijo. Luego volvió la vista a Odayaka, y añadió: -Tu cuando estas en esta época debe de ser la ostia, ya...

-Pues... He tenido mucha suerte en ese aspecto. ¡Alehop!

De un salto, se encaramó a la cama de arriba y empezó a desmontar la mochila, sacando toda la ropa con la raja por la espalda, y distribuyendo en: Ropa de manga larga, ropa de manga corta, ropa interior, pantalones largos y pantalones cortos, dependiendo de la temperatura que hiciera usaría una vestimenta u otra para no acumular demasiado calor en el interior de su cuerpo.

-Las orcas tenemos un estado en celo muy pero que muy ligero. -comentó Odayaka mientras continuaba sacando cosas. -Prácticamente ni sentimos la sensación, así que en ese aspecto, tengo suerte.

-Jodido cabrón... -contestó el lobo. Realmente se sentía bastante asqueado, y muy sucio en todos los aspectos. La necesidad que sentía era realmente traumatizante, y estaba al borde de los nervios. Si tenía que mantenerse cuatro días así, la verdad es que prefería no haberse transformado nunca, aunque ese pensamiento ya le había venido con anterioridad y Tora le había comunicado que hubiera pasado exactamente lo mismo.

-Oye, Bryce... -comenzó Odayaka, dubitativo. -Verás, tengo que hacerte una pregunta, así que... Sobre la transformación... ¿Te llegó a doler?

¿Si le dolió? El lobo recordó lo mucho que había sufrido mientras había notado como sus huesos se iban fragmentando, la piel le ardía, y los ojos como si se le fueran a salir. La cabeza le había estado a punto de estallar, o eso recordaba. Veinticuatro horas de puro sufrimiento, una pesadilla que con una vez en la vida ya había tenido suficiente para experimentar.

-Mucho. -concluyó el lobo, medio adormilado. -Y además, no podía dormir. El dolor al final acabó dejándome inconsciente.

-¿Y ha valido la pena?

Sabía a que venía esa pregunta, era la misma que todos los antropomorfos tenían. Su maltrecho origen basado en experimentos científicos para ser dioses. En ese aspecto, Bryce era un milagro de la ciencia: Un híbrido tenía tantas posibilidades de nacer, y en consecuencia, de vivir, como que una oca misma sobreviviera bajo el sol durante cuatro días seguidos. Y luego estaban los instintos: Los antropomorfos tenían ese complejo, una batalla entre el lado racional, y el lado instintivo, y no eran capaces de mirarse al espejo sin ni siquiera aburrirse de si mismos, como si tuvieran en mente que solo eran animales. Bryce, en cambio, podía mantener mas tiempo el instinto bajo control, como un humano, y además, ganaba en otros aspectos.

-Si. -contestó al final. -Escucha, Odayaka, si tuvieras la oportunidad de ser humano, ¿Aceptarías?

-Sí, claro.

-¿Seguro?

-Se... -no continuó la rase al mirarle a los ojos, y no encontrar en ellos expresión alguna. De repente se quedó en blanco, sin saber que responder, como si le saltaran dudas, y de hecho, era así. El lobo se dió media vuelta, y se puso se cara a la pared, de tal forma que Odayaka no le pudo mirar, dejando en el aire la duda. ¿Podría abandonar? En cierta forma, ganaba... ¿Que ganaba? Sus instintos ya no le atormentarían tanto, pero aun así, a veces le daban un buen coñazo. Podría nadar en aguas saladas, podía nadar bien, era ágil. ¿Abandonar su cuerpo?

La puerta se abrió de improviso, y entró Lizar con las llaves en una mano y una infusión en la otra. Dejándola abierta, se aproximó al lobo, que seguía echado de cara a la pared, y cogió aire.

-Uros... -empezó a decir. -Uros me ha dado esto para ti. -Se arrodilló para estar mas a la altura, y le tocó un hombro. Dios, estaba ardiendo. -Dice que te calmará.

-No necesito drogas. -gruñó el lobo.

-Esto no es...

¡No necesito...! -a punto estuvo de perder el control cuando al levantarse, miró la cara de sorpresa que ponía el lagarto, y se detuvo de inmediato, recapacitando sobre lo que iba a hacer. Encogiendo las piernas al darse cuenta que no se encontraba nada bien, las abrazó con los brazos, y agachó las orejas, tirándolas hacia atrás, signo de arrepentimiento. -Solo... Necesito a Tora... Quiero estar con él.

-Tu mismo nos pediste que lo mantuviéramos lejos.

-Lo sé. -dijo Bryce. Recogió la taza con cuidado, y le miró. -Perdona. No se ni lo que quiero.

-No, si que lo sabes. -contestó la orca, que bajó en el acto de la cama y le miraba medio sonriente. -Pero si no te controlas, entonces si que no lo sabrás.

-No es fácil...

-Ui, ahora ya sabes como lo pasó Tora en su momento. -dijo la orca, medio sonriente. -¿Que? ¿A que sabe la infusión?

-Está asquerosa...

-Te lo ha dado mas fuerte. -dijo el lagarto, incorporándose. -Y no te quejes... Si tu lo tienes fuerte, tendrías que saber como lo tengo yo. Es fatal, voy a tener que quedarme encerrado en casa durante una buena temporada hasta que se me pase. Dios, que mal...

-¿Por?

El lobo alzó las orejas mientras miraba, con la taza en las zarpas, al lagarto, y luego a la orca. Esta hizo una mueca ligera de desagrado, y luego volvió la vista a Lizar, el cual, con la mirada cabizbaja, se mantenía en silencio durante un buen rato. Fueron unos momentos de tensión en los cuales no parecía que nadie fuera a mover un dedo, hasta que finalmente...

-Los lagartos... Nos volvemos violentos. -dijo finalmente, arrepentido. -Es pérdida de control total, o casi... No quiero ni imaginármelo.

Esa era una de las razones por las cuales tanto Odayaka como Lizar querían tener un cuerpo humano que les ayudara mejor a controlar las hormonas que se les revolucionaba. Un fallo por parte de aquellos investigadores que, cuando los "crearon" nunca tuvieron en cuenta el daño que iban a hacer dejando ese fallo en todos los antropomorfos que se conocía hasta ahora. La orca, viendo como se encontraba Lizar, sonrió levemente, y añadió:

-Bueno, yo me tengo que ir. Tengo que... Poner unas mesas, eso. Mesas.

Inmediatamente, y sin despedirse, salió de la habitación, dejando a Lizar y a Bryce mas solos que la una. El lobo no dejaba de mirar a un lagarto que parecía arrepentido del futuro que le esperaba, y finalmente, el mismo híbrido buscó un tema alejado de todo aquello y que por lo menos alzara los ánimos del antropomorfo.

-Oye... ¿Como va la búsqueda?

Prémio. El lagarto de inmediato alzó las púas y medio sonrió, mientras se acercaba al lobo para sentarse a su lado, y quedarse un buen rato pensando. Agitaba la cola de un lado a otro, signo de que estaba bastante emocionado por el asunto. Vaya, así que en realidad mas que traerle la taza, quería hablar de ello y no habían tenido la oportunidad ni uno ni otro.

-Vamos a ver... -comenzó Lizar. -Me dijiste el nombre de tu padre. -le recordó. -Así que viendo que con la lista no iba a avanzar ni en mil años, decidí pensarlo mejor y empezar con el caso de tu padre. A ver, empecemos, pero voy a necesitar parte de tu esfuerzo. ¿Recuerdas como fue el asesinato de tu padre?

Bryce comenzó a rebuscar en su agujereada memoria, que poco a poco se había ido completando con piezas de otros recuerdos, aunque mayoritariamente le faltaba bastante de su vida pasada. De su padre... Recordaba el sueño aquel, como le miró con ojos de loco, y finalmente, se pegó el tiro. Si, era como una película, con todos los detalles.

-Si... Mató a la madre de Ane, ese es el motivo por el cual tanto me odia. -dijo. -Y luego se mató... Lizar... ¿A donde pretendes llegar?

-¡Joder, acabo de empezar y ya me pides conclusiones! ¡Para el carro, perro aventurero! -exclamó. -Veamos, ¿Puedes recordar mas cosas de tu padre?

-Creo que sí... -dijo. -Era muy tranquilo, muy divertido, era... Me enseñaba muchas cosas. -recordaba perfectamente todos aquellos trozos, precisamente los mas presentes que tenía. Sin embargo, no podía tirar mas adelante, bien porque le faltaba ese trozo, bien porque algo había ocurrido allí que nunca quiso mantener en su memoria. -Pero... Nunca pensé que haría algo así...

-Normal. Él no fue.

Esas palabras calaron hondo en el lobo, que se detuvo al momento y se quedó mirando al lagarto durante unos segundos, sin saber a que carajo se refería. O bien los diarios siempre se equivocaron, o bien lo que había descubierto Lizar era algo que tenía la suficiente fuerza para contradecir algo tan evidente como que el hombre había disparado a la coneja. Y encontrar algo así era ser muy inteligente.

-No te entiendo... -logró decir Bryce al final.

-Es imposible, repito, imposible, que un hombre tan bueno y tan dedicado hiciera algo así. -comentó Lizar. -Estuve buscando información sobre él, y... Y acabé metiéndome en archivos de la policía y...

-¡¿Que hiciste que?! -exclamó el lobo de repente, derramando un poco de brebaje por la cama. -¡¿Pero te has vuelto loco?!

-Si quieres que hagamos esto, hay que correr riesgos, Bryce. Muchos. -comentó el lagarto. Al ver que al menos había conseguido calmar un poco al híbrido, decidió continuar. -Me metí en los archivos, miré confesiones de la gente, etc... Es algo raro, pero era muy buena persona, tu mismo puedes confirmarlo. Bien, entonces, de ahí a la noche, ¿Como es posible que hiciera eso?

-No podía estar borracho... Recuerdo que... La noche anterior... Habló con el jefe de... -se calló un momento, y luego, añadió. -El jefe del clan de occidente...

-Bien, veo que a tu cerebro le ha dado por ayudarnos un poco. -dijo, medio sonriente, y con los brazos cruzados. -Vale. Mi teoría es que tu padre no lo hizo voluntariamente, si no que alguien, o algo, le obligó a hacerlo. Si Leon consiguió transformarte en un humano, puede hacer mas cosas. Y si tu memoria no te falla, creo que voy a tener que rebuscar mas sobre información respecto al jefe del clan de occidente.

Y mientras ellos dos hablaban, no se habían dado cuenta que Lizar se había dejado la puerta abierta y que ni Odayaka la había cerrado. Apoyado en una pared, el tigre Tora se había detenido a escuchar, y estaba poniendo una mueca mas bien de desesperación. No le gustaba para nada que Bryce y Lizar estuvieran llegando tan lejos de la situación.

Estaban metiéndose ambos en un terreno que no les cernía para nada.

-¡Y cogeremos todas las setas posibles! ¡Será muy divertido!

La cara que ponían los alumnos respecto a su profesora de ciencias era realmente de desesperación. Ante aquel viaje tan tranquilo, ¿Se podía saber porqué carajo la estaban siguiendo la traba? Porque era la profesora, claro estaba, pero aun así, lo que estaban haciendo no tenía nada de sentido. ¿Buscar setas? Eso era para críos de primero de primaria... Aunque estaba sumarísimo que era por pura improvisación.

Tora estaba, obviamente, con el resto del alumnado, aunque a diferencia de ellos, como no era de ciencias, tenía que dedicarse a ayudar a los dragones que les habían prestado la casa. Y nada mejor que empezar a montar mesas y manteles. Como Bryce no andaba cerca, su cuerpo no reaccionaba tan bruscamente como lo había hecho antes, lo cual era un alivio.

Lo que no le parecía tan divertido era Senko. Llevaba un buen rato rondando muy cerca de él, sobretodo el hecho de que se agenciara la misma habitación donde se iba a dormir. No es que sospechara de él, al fin y al cabo, había ayudado a Bryce, pero sinceramente parecía que estuviera buscando algo y no sabía como hacerlo, y eso no le gustaba ni un pelo. Ninguno de su pelaje.

El otro tigre, mientras tanto, rondaba por ahí cerca, poniendo los cubiertos tranquilamente. En cuanto se acercó poco a poco a él, Tora cogió aire y se tranquilizó, intentando quitarse la idea de la cabeza de que lo estaba haciendo aposta. Eso era imposible, en algún momento tenía que poner los cubiertos en aquella parte de la mesa enorme y grande que habían situado justo a las afueras de la casa para la cena nocturna y comuna, pero... ¿tenía que ser justo ahora?

-Bueno, Tora, ¿Que tal va? -pregunta principal de Senko en el momento en que iba poniendo los cubiertos. ¿Paranoia de Tora o lo estaba haciendo mas lento para que tuvieran mas tiempo de conversación?

-Bien... ya me he "calmado" Ya sabes. -le dijo. Por un momento le dió la sensación de que Senko ponía una mueca de fastidio al decir aquello, pero si lo había hecho, apenas se había notado. Le miró con un rostro sereno, y a continuación, siguió poniendo los cubiertos.

-Estaba pensando... En lo que me contaste acerca de tu padre. -mencionó Senko, con un tema tan acertadoue acabó llamando la atención al tigre. Este se quedó pasmado durante un segundo, y finalmente, al ver que había conseguido llamarle la atención, sonrió para sus adentros. -Estuve pensando... Recuerdo lo que te pasó con él, y supongo que debió de ser un buen motivo para que abandonáramos todos. Si, tu, yo... Y Bryce.

-No... Bueno, sí, el motivo fue ese. -Abandonar el clan de los tigres siempre fue para él una buena opción. Bryce no se encontraba bien, y siempre lo habían tratado como a un extraño, mientras que el mismo tigre, que amaba al lobo por dentro, nunca pudo expresar sus sentimientos. Al final, había decidido involucrar a Senko en todo aquel merder. Recordaba como, durante la escapatoria, la madre de Bryce les ayudó a salir hasta la ciudad y como les dió dinero para que espabilaran. -De hecho... Incluso recuerdo que te fuiste cuando llegamos a la ciudad con Reika, la madre de Bryce. Siempre pensé que te podrías haber quedado con nosotros.

-En cierta forma... Nunca pude.

Tora se quedó bastante sorprendido ante aquella confesión, que le pilló bastante desprevenido. El tigre, al verle, negó con la cabeza, como intentando así apartar las dudas que se iban acumulando en la cabeza del otro antropomorfo, y le miró de reojo mientras acababa de poner los cubiertos en su sitio.

-Reika siempre estuvo encima de mí, y me arrastró lejos de vosotros dos. ¿El porqué? -dijo con sarcasmo. -Pregúntaselo a Uros... Él seguro que lo sabe.

La respuesta le dejó realmente pasmado mientras veía como Senko, que había cambiado de una mueca de calma a otra de real cabreo, empezaba a poner los cubiertos lo mas rápido posible con tal de alejarse de él (Porque anda que no era descarado) Sin embargo, la duda le había quedado en la cabeza. Lo habían hablado muchas veces, pero su versión oficial es que Senko se fue sin mas para encontrar trabajo, pero ahora... Le había dado una vuelta a la tortilla impresionante.

Se fue corriendo a por Uros, dejando su trabajo por medio, y buscando entre las mesas. Shinke continuaba arreglando las servilletas, Odayaka no parecía muy animando... ¿Y Uros? Ahí estaba, arreglando posiciones de los platos. Agitó la cola a la vez que centraba sus ojos rasgados en él, y corrió ágilmente para darle alcance. Al tocarle el hombro, Uros dio un respingo y se lo quedó mirando, asustado.

-Tu pretendes que pierda el corazón, ¿Verdad? -le dijo. -En sério, Tora... ¿Cuantas veces te tengo dicho que no me toques de esa forma?

-Me da lo mismo. -espetó el tigre, cruzando los brazos en su pecho. -Oye, del caso de Senko... ¿Que sabes?

-Ei, ei, ei... Para el carro. -mencionó el lobo, mientras dejaba todos los platos amontonados en una esquina. Eran preciosos, a decir verdad, llenos de detalles rojizos y blanquecinos... A Bryce le haría mucha gracia, sobretodo sabiendo que era mas daltónico que un perro. -¿Se puede saber a que viene ese tema?

-Senko me ha comentado que Reika le "echó" literalmente de Bryce y de mí. ¿Que sabes tú de eso?

La cara de espanto que puso Uros no tuvo ni siquiera explicación. Tora objetó que con eso había tocado un tema que seguramente el lobo no quería ni tratar, pero personalmente, estaba hasta las narices de tanto secretismo y tantos problemas. Estaba perdiendo las cuerdas del asunto a la vez que se le revelaban otros asuntos. Aquello ya parecía una telenovela de esas de la tarde.

-Escucha. -comenzó el lobo. -Mira... Senko... Estaba muy enamorado de tí. Pero a Reika no le convenía. ¡A mi no me mires! Solo sé que... Senko intentaba que Bryce, bueno, que no se fijara en tí, y cuando ella se enteró, lo cogió por banda y le amenazó con contárselo todo a tí... Si, es una amenaza muy poco usual, pero curiosamente a Senko no le molaba la idea de que supieras que estuvo a punto incluso de mentirle a Bryce con tal de salirse con la suya.

Aquellas palabras era intragables para el tigre. ¿Como podía ser que Senko...? ¿De verdad que haría aquello? Miró de reojo, a ver si lo localizaba, pero seguramente debía de estar tan lejos que ya era imposible de encontrarlo, por lo que centró la mirada de nuevo en Uros, el cual continuaba explicando.

-Solo te digo que tengas cuidado... Bryce no se encuentra muy bien, podría aprovechar y...

-Basta. -Uros se quedó estupefacto ante la reacción de Tora, que yacía bastante cabreado y con una mirada muy asesina. -Senko no va a hacer algo así. Confío en él, sabe perfectamente que la única persona a la que quiero es Bryce... Así que no tengo nada que perder.

-Está bien... Pero luego no digas... -cogió los platos con cuidado, y miró de reojo al tigre. -Que te he avisado. Yo me tendría cuidado de ese. Fijo que hará algo por ahí.

En cuanto empezó a largarse Uros, Tora comenzó a pensar. Confiaba demasiado en su antiguo compañero del Clan para que ahora le traicionara de esa forma tan rastrera. A pesar de los sentimientos de Senko, también tenía claro que los de este ya estarían confirmados, ¿No?

¿no?

Bryce se levantó de inmediato de la cama, con un enorme calor que le estaba quemando por dentro, y un sudor que le humedecía todo el cuerpo. Cogió varias bocanadas de aire frío con tal de refrescarse un poco, y se sacó las sabanas de encima, empapadas, mientras se daba aire con su propia zarpa. Tenía todo el pelaje humedecido, como si a su cuerpo le diera por echar el calor interior, y le estaba molestando bastante. A lo mejor eran paranoias suyas, pero dudaba que fuera por el celo. Mas bien, y cada vez estaba pensándolo mas, eran por la pesadilla que acababa de tener, ¿O había sido real? Atado en una camilla, Leon haciéndole operaciones mientras él estaba medio adormilado, sufriendo eternamente... Dios, no, eso no había sido una pesadilla. Eso había sido REAL.

Ocurrió antes de que despertara en las oficinas de los Dorei. Todos los experimentos, cada uno de ellos que transcurrieron por su cuerpo. Una vez se entregó a Leon, este le golpeó, y empezó a hablarle. No recordaba el sonido, pero si que le echó en una camilla, le metió un calmante para que apenas se moviera, y a partir de ahí, todo fue dolor.

Primero, empezó a comprobar la resistencia de su cuerpo: Golpes, mareos, vomitos provocados, y electrochoques continuos, además de jugar con su cerebro provocándo ilusiones, obligándo a no dormir, a ceder su voluntad... Aquello último nunca lo consiguió, y por consecuencia, siempre estuvo insistiendo en ello, mientras le inyectaba grandes dosis de vete a saber que, sintiendo como su cuerpo ardía y le consumía. Como ahora estaba haciendo.

Se levantó de la cama y comenzó a andar por la habitación oscura, iluminada solo por una luz de luna que entraba por la ventana, mientras que el resto dormía. Apoyado en el marco de este, continuó recordando poco a poco. Sabía que mas tarde, Leon dejó de torturarle, y el resto del experimento lo continuó Stallion, el caballo, y el mismo que le había confesado que estaba haciendo todo aquello simplemente por su hija. Su hija...

Su cabeza no estaba bien, y le costaba un poco pensar, pero al menos la medicación de Uros le había relajado bastante y podía razonar un poco. Por lo que sabía de cuando estaba moribundo, Stallion hacía aquello porque Leon tenía la medicación para curar la hija de este. Si se negaba, la pequeña moriría, por lo que aquella chiquilla era la pieza clave de todo. Leon podía hacer mucho, pero tenía que dejarle KO intentando que Stallion ya no le prestara sus servicios... ¿Pero como podía salvar a la pequeña?

Le dijo su nombre... ¿no?

"El hermanastro de Ane..." -pensó. "Quizá él sepa algo..."

Su idea era muy, pero que muy sencilla. Encontrar a aquella niña, encontrarla una cura que no dependiera de Leon, y de estar forma, que Stallion fuera libre. En cierta forma no solo se quitaba un peso de encima, si no que sería un enemigo menos que combatir. Si, enemigo, tenía que empezar a pensar en como sacarse todos aquellos muertos de encima, pero... ¿Uh?

Acercó un poco mas la vista, pero tampoco le hacía mucha falta: La sombra que le había parecido familiar no era otra que la de Odayaka, sentado en un taburete al lado del bosque, de espaldas, mirando a los árboles. Se extrañó mucho, pero cuando se volvió, pudo comprobar que efectivamente la cama de Odayaka estaba vacía, y la puerta abierta. Seguramente el ruido que había hecho era lo que le había sacado de aquella pesadilla...

Se llevó una mano al pecho, a la vez que volvía a coger otra bocanada de aire frio para calmar el dolor que tenía en el pecho. Quizá a él también le iría bien un poco de aire fresco, un cambio de ambiente, en vez de permanecer todo el día encerrado en la habitación. Fue a coger una bata, pero eso era precisamente lo que no quería: Acumular mas calor. Tragando saliva para calmar el calor, decidió salir de la habitación, momento en que, una vez en el pasillo, trazó el plan de ir a conversar un rato mas con Odayaka. Quizá le sentaría bien y todo.

La orca se encontraba ahí, mas solitaria que la una, y con un aire mas bien lacrimógeno, lo que alertó a los sentidos del lobo azul, el cual precisamente ganas de lloros no tenía. Sin embargo, en cierta forma, algo de lástima si que sentía por su compañero y... Y quizá la conversación de antes no le había sentado bien y por lo tanto, se había largado de la habitación por ello. Fuera como fuera, quizá sería mejor intercambiar unas palabras con él...

-O... ¿Odayaka?

La orca se volvió al instante, con una mirada serena que contradijo todas las previsiones que el lobo había puesto. Rascándose un poco la cabeza, le sonrió, y el lobo se encogió de hombros, cogiendo algo de aire de nuevo.

-¿Como te encuentras? --le preguntó Odayaka.

-Algo... Mal... Pero... ya se me pasará. -dijo, mientras avanzaba un poco mas hasta quedarse a su lado, de piés, mirando a los árboles. Odayaka no dijo nada mas, si no que se quedó también callado, quizá a la espera de que algo apareciera por entre los matorrales y les pegara un buen susto, situación contrária a la que se esperaba el lobo, que pensaba que iba a decir algo más. Al ver que no soltaba prenda, negó con la cabeza, y añadió: -Oye... Lo de esta mañana...

-Tranquilo -contestó de repente la orca. -Tienes razón. Y yo no. -ante aquella confesión, el lobo giró la cabeza a la orca, que se empezaba a incorporar, y se llevaba las manos a los bolsillos del pantalón. Vaya... ¿Ni siquiera se había cambiado y se había puesto un pijama? Mantenía la cola cetácea muy quieta, como si estuviera concentrado. -Puede que tenga que controlarme, pero... Ahora que lo pienso... Salgo ganando... En cierta forma, ¿no?

El lobo, al oir aquello, sonrió ampliamente.

-Así es. -contestó el lobo. Luego miró al frente, y prosiguió: -No sois animales, Tora, nunca lo habéis sido. En cuanto se os dió capacidad de razonar, dejasteis de serlo. Y eso hablando psicológicamente. Biológicamente todos somos animales, incluso los seres humanos. Lo único que pasa es que, a diferencia de ellos, nosotros tenemos la parte del cerebro instintiva mas activa, pero nada mas. Piensa que... Incluso lo que me pasa ahora... Quizá ha estado salvando a mi raza durante muchos años, Odayaka. Con el asco que os tenéis, seguro que incluso os hubierais negado a reproduciros... Aunque es cierta forma que molesta, seguro que si busco, encontraré la forma mejor de que la próxima vez no me de tan fuerte.

-Ya... -La orca de repente le miró, y torció una sonrisa. -Es increíble, pero... ¿Como es que eres capaz de decir estas cosas y quedarte tan a gusto?

-Bueno... Supongo que yo, junto a Leon, de los pocos que viven en dos mundos. Los "especiales" por así decirlo. Y por lo tanto, somos mas conscientes de estas cosas que del resto del mundo... -en aquel momento torció la mirada a la orca, coincidiendo con la de esta.

-Crees... ¿Crees que algún día habrá mas híbridos?

-Seguro. -comentó. -Mi madre era loba y mi padre era humano... Seguro que por allá, en muchos lares del mundo, hay seres humanos que aman a algunos antros y no se atreven a decirlo. Y al revés... Me gustaría cambiar esto, que vean mi punto de vista... Pero aun falta mucho tiempo para que algún día sean capaces de mirarse al espejo... Y digan... "Me alegro de ser quien soy."

-Practica con Shinke. -comentó, entre risas. -Conmigo ya lo has logrado, pero Shinke se tiene mucho asco a sí mismo... ¿Porqué no lo intentas con él? A lo mejor funciona.

-No me pagan para ser psicólogo.

Aquel comentario hizo que ambos estallaran en carcajadas en medio de la noche. Por primera vez en todo aquel día, Bryce se sentía mucho mejor que antes, seguramente gracias a la conversación que había establecido, la mar de tranquilo, con la orca, o quizá por aquel ambiente que les rodeaba a ambos.

-Oye, Bryce... -comenzó Odayaka de nuevo, con la cabeza gacha, y la mirada perdida en algún lado. De repente, era como si la felicidad hubiera desaparecido, lo que hizo que el lobo volviera a temer que la orca se hubiera deprimido otra vez.

-¿Que pasa ahora?

-No... Es algo que intento decirte desde mucho tiempo. -comentó la orca. -Pero han pasado tantas cosas que nunca podíamos contactar y quizá ahora sea el mejor momento... Tu... Tu me viste en el gimnasio... ¿Cierto?

En aquel momento, la mente del lobo se desmoronó en piezas, al recordar los hechos. Si, lo recordaba perfectamente, y ya sabía el tema que iba a tratar. Se armó de paciencia y sobretodo, de cariño para lo que iba a tocar. No era fácil aceptar aquello en un mundo en el cual lo rechazaban, al menos en aquella parte de Oriente.

-Si...

-¿Que piensas?

Estaba claro que Odayaka no tenía narices ni siquiera de mencionarlo en palabras, aunque tampoco hubiera hecho falta, pues las imágenes que tanto Tora como él habían visto (O habían podido ver tras la mampara correrera) ya lo decían todo. Sin embargo, las cosas no le cuadraban, sabiendo de sobras que a Odayaka también le molaban las muchachas... O eso o...

-Pienso que no eres homosexual.

Contempló la reacción de la orca, la cual se giró de inmediato para mirarle con unos ojos enormes, como si estuviera sorprendido de lo que acababa de decir. Aun así, la reacción del lobo azul continuaba siendo la misma: callado, sin decir absolutamente nada, como si lo que hubiera soltado hubiera sido lo mas normal del mundo. Odayaka no parecía estar de acuerdo.

-Pero... Vale... No te entiendo, Bryce. Tu viste que...

-Yo no ví nada. -continuó el lobo. -Vi una intención, pero no vi una acción. Odayaka... ¿Que te ocurre en realidad? Por esa imagen, yo no puedo juzgar las cosas.

La orca se quedó un rato callada, y al final, tragó saliva, asintiendo con la cabeza.

-Sabes aquello que dicen "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes" ¿Verdad? -comenzó. -Bien... Yo no me dí cuenta hasta que al final... Perdí a Tora...

Revelación del siglo, lo que hizo que esta vez el lobo azul no pudiera evitar erizar las orejas mostrando su sorpresa. ¿Odayaka, enrollado con su nóvio? ¿Perdón? ¿Cuando había sido eso? Se quedó boquiabierto, sin entender un momento de donde salía aquella revelación que le había dejado sorprendido e incluso estupefacto.

-No pienses mal, al menos no del todo. -dijo. -Es algo que llevo pensando durante mucho tiempo, y bien... Cuando estaba con Tora, bueno... Eramos amigos, reíamos, y tal y cual, ¿no? Pero cuando apareciste y tal... Al principio me sentía algo celoso. Os veía tan amigos, tan contentos, y pensaba que mas bien ibas por él por intereses. Como eras un Dorei, creí que lo hacías por... Por aquello de aprovecharte de la gente. Pero cuando te conocí en la piscina, y ví como te... Dejabas hacer daño para ayudar a Tora... Me dí cuenta que realmente le querías. Y aun así me dolía, y con el tiempo, no se porqué, acabé... Perdido... Decidí olvidarlo, pensé que era todo un sentimiento de amistad, pero cuando os veo juntos, no puedo evitar desear que me gustaría estar con alguien como Tora, pero...

-¿Un varón? -dijo Bryce de repente.

-Si...

-Ya... Ai, Odayaka, ai... Oye, mira, ya te lo dije una vez. -le recordó el lobo azul. -Yo amo a Tora, le he amado toda la vida... Pero lo que a ti te ocurre es que no eres ni homosexual, ni heterosexual. Eres... Eres capaz de prestar tu corazón a quien sea, una mujer o un varón, da lo mismo. Por lo tanto, no tienes que temer a nada... La pregunta es... Sabes lo que puede ocurrir si se descubre que amas a un varón, ¿Verdad?

-Si...

-¿Y romperás normas con tal de no perder tu felicidad ni la de la otra que amarías tanto?

-Si...

-Entonces... No hay nada que perder.

Nuevamente, la orca se quedó mirando al muchacho, sorprendida de como había resuelto este el problema en tan solo unos instantes y con unas solas palabras. En un segundo, se sentía tan bien, que ahora se encontraba capaz de ir a buscar la felicidad que tanto ansiaba él solo. Hasta ahora todo habían sido ligues tontos y aventuras estúpidas, pero sentía que, al igual que todos, estaba creciendo... Y debía de dejarse de estupideces ya.

-Pero no tengas prisas. -la continuación de Bryce sacó a Odayaka de sus pensamientos. -Ahora que ya lo sabes, ten cuidado, quizás te engañas a ti mismo si no andas con cuidado, y acabas buscando tu felicidad donde no debes... Ten cuidado... ¿Vale?

Fue a añadir algo mas, pero de repente, sintió una gran presión en el pecho, como si el aire caliente se le acumulara ahí. Cogió una fuerte bocanada de aire frío, y miro a Odayaka, el cual parecía asustado. Con una zarpa, hizo ver que no pasaba nada, y le sonrió lo que pudo para que se tranquilizara.

-No te preocupes... -comentó. -Estoy bien... -comenzó. -Es solo que necesito algo de agua...

-Ve al baño, anda. -le recomendó Odayaka. -Y luego a dormir. Te sentará bien...

-.. Si... Nos vemos... Hasta luego...

Con paso ligero, comenzó a alejarse de Odayaka, con la zarpa en el pecho, aprisionando cada vez mas. De repente era como si el frío del entorno no le sirviera lo mas mínimo, como si llevara una estufa en la espalda, o algo parecido. La cuestión era que tenía que dirigirse hacia el baño, y beber agua... O mejor dicho, tomarse una ducha de alguna bien fría, quizá le sentaría mejor.

Entró en la sala principal, y rápidamente, se dirigió hacia el baño, encendiendo la luz de inmediato, y mirando el interior. Estaba vacío, no había nadie dentro, y era bastante grande: En un rectángulo estaba, enmédio, los bancos de madera, y en una pared, las duchas. Incapaz de seguir aguantando ese calor, se sacó la camiseta y luego los pantalones del pijama, tirándolos a un lado, y se metió dentro de la ducha, abriendo el grifo de agua fría para que le cayera encima.

Helada, estaba helada, pero decidió hacer fuerza de voluntad con tal de no aguantar mas todo aquel sufrimiento por lo menos el resto de la noche. Tendría que haberle pedido a Uros mas medicamento en vez de ser tan burro, pero ahora no iba a despertarlo por semejante estupidez, por mucho que le estuviera tormentando, así que continuó echándose mas agua. Sentía como el cuerpo se le enfriaba, a pesar de que el dolor de cabeza seguía siendo el mismo... Bueno, no podía pedirlo todo, ¿no?

Escuchó entrar alguien en los baños, y apagó el grifo de agua de inmediato, quedándose completamente en silencio. Las pisadas, cada una de ellas, le sonaba. La persona se acercaba, se quedaba un buen rato mirando, y luego, se alejaba, yendo seguramente a la zona de los grifos, posiblemente para limpiarse un poco y todo. Tragó saliva, mientras pensaba de quien se trataba. ¿Quien caminaba de aquella forma? Shinke no, era un patoso, y Odayaka hacía pasos muy amplios...

Tora.

-¡Tora! -exclamó de repente, mientras abría la puerta. Daba igual si le veía desnudo, con la cantidad de veces que habían estado los dos juntos. Había acertado, pues la persona que estaba ahí, con la cara mojada, no era otra que el tigre, que le miraba sorprendido, con el torso desnudo como de costumbre, y con solo los boxers puestos, marcando la musculatura. Este, al verle ahí, mojado y desnudo, tragó saliva, e inmediatamente se apresuró a coger la ropa de los bancos para acercarse luego a Bryce.

-¡Joder, tenía que haberme temido que eras tu! -exclamó mientras ponía la camisa bien, sin fijarse en el lobo apenas, pero muy cerca de él. -Una ducha fría... Tendría que haberle dicho a Uros también que te preparara mas infusión de esa. Venga, vamos, ponte la...

Sin embargo, no le dió tiempo a terminar la frase. Estuvo un momento callado, sin decir nada, al ver la mirada febril del lobo, y antes de que pudiera reaccionar, notó como el peso de este se le tiraba encima, volcando a los dos en el suelo. De repente, sintió como el lobo se le ponía encima de él, con la respiración agitada, y mordiéndole la oreja, mientras que con las zarpas le iba acariciando poco a poco. El tigre se quedó un momento quieto, sin decir nada, a ver si Bryce reaccionaba...

Que iluso.

El lobo, al ver que no había actividad por parte de su acompañante, y cargado de mucha necesidad, sin saber que estaba haciendo en realidad, dejó de morderle la oreja al mismo tiempo que le lamía lentamente la cara y el morro, mientras que con las zarpas recorría sus pectorales y todo el torso bien formado, sintiendo la respiración tranquila y calmada del tigre. El calor volvía lentamente a su cuerpo, pero ahora, mas que una pesadilla o de provocarle vómitos, se sentía mucho mejor. Intentaba incluso buscar cobijo en los brazos de quien estaba ahí, pero por mucho que rebuscaba en el pelaje, el otro no reaccionaba.

Fastidiado, decidió ir a por una segunda parte. Con las zarpas, inmediatamente, fue a por las partes bajas del tigre, tocando suavemente el interior de los boxers, lo que hizo que el tigre, temiéndose lo peor, intentara por todos los medios sacarse al lobo de encima antes de que fuera demasiado tarde. Le sentía ardiendo, todo su cuerpo a cien, pero no podían hacerlo con él en ese estado. Finalmente dejó que se pusiera a un lado y se incorporó de inmediato, pero volvió a caer de morros con el lobo encima, el cual le había pegado un buen mordisco en el cuello que le hizo rugir. Sintió como las zarpas de Bryce se deslizaban a sus boxers, apartándolos un poco, pero sin quitárselos, mientras que el miembro del lobo ya estaba bien despierto.

-Bryce, no...

Recordó de inmediato todo aquello, hacía años, en el clan, cuando un par de los suyos le tumbaron en el suelo y lo violaron hasta hacerle sangrar, una experiencia que le había traumatizado de por vida y que había hecho que siempre tuviera miedo de hacer daño a Bryce. Al sentir como le quitaba la ropa, comenzó a suplicar desesperado, sin lograr nada, que no lo hiciera, e incluso se removió para que se detuviera, pero el lobo no cedía en su empeño.

-Bryce... Para... -sollozaba. -Por el amor de... ¡¡Para, por favor!!

Y el tiempo se detuvo.

Tora dejó de moverse en cuanto sintió que la presión ejercida en su cuello minaba poco a poco, y notaba como el lobo se quedaba bien quieto. Una gota de agua cayó al suelo, y al momento las mandíbulas de Bryce se fueron separando de su cuello, mientras que todo el cuerpo del lobo se apartaba de encima de él, lo que hizo que suspirara de alivio. Dolorido en parte por el mordisco, se levantó un poco, y se miró a ver si le había hecho daño... No, apenas un rasguño, pero al volver la vista al lobo, se quedó estupefacto.

Este estaba con la respiración agitada, sin ropa prácticamente, y con una mano en el pecho, llorando. El pobre parecía estar sufriendo, con la mirada perdida, y temblando del control que seguramente estaba ejerciendo sobre él. Luego, volvió la mirada en él, una mirada mas bien de súplica y de lloros, como si le estuviera pidiendo algo, algo que sabía perfectamente que era.

-Bryce...

-Tora... -susurró. -Lo siento... Lo siento...

-No... No, tranquilo. -de repente reaccionó, deduciendo que había ocurrido, y se acercó a él de inmediato, abrazándolo al instante entre sus brazos. -Shhh... Tranquilo, no ha sido nada, ¿Ves? No ha sido nada...

-No... No... -continuó el lobo, jadeando. -No te me acerques... Por favor... No... No... Tora... Tora, no me abraces, no puedo contener esto, no quiero hacerte daño...

No, no quería, y sin embargo, a punto había estado de hacerlo. Tantos intentos por eludirlo, y al final, habían acabado peor de como habían pensado. Para Bryce, aquello era muy fuerte, seguramente ni recordaba como apaciguar las ganas que tenía, y él, en cambio, no había hecho otra forma que eludirle. Ese olor... Le estaba intoxicando de nuevo, otra vez, pero en vez de huir, le abrazó con mas fuerza, mientras sentía como las lágrimas de Bryce humedecían su hombro. No podía dejarle en aquel estado.

-Bryce... No podemos seguir así. -le dijo. -Hay que hacerlo.

Sintió como el lobo se negaba, pero aun así, también pudo sentir como este le abrazaba por igual, lo que hizo comprender al tigre que estaban llegando a un punto en el que el cuerpo contradecía completamente a lo que pedía con su mente. Podían solucionarlo de una forma muy sencilla, pero quizá si participaban los dos, Bryce se calmaba por mas tiempo. Tragó saliva, pensativo, mientras notaba el cuerpo de Bryce temblar cada vez mas.

-Escúchame, Bryce... -poco a poco, la zarpa del tigre fue descendiendo lentamente hasta el miembro sexual del lobo, pasando por todo su pelaje dulcemente, mientras le susurraba a la oreja. -Escúchame... Lo haremos bien... ¿Vale? Tú confía en mi, y nadie saldrá herido...

-No puedo... Ahhh... -El lobo se abrazó mas al tigre cuando sintió que este le agarraba el miembro erecto con fuerza, sin ejercer ningún movimiento mas, aunque estuvo a punto de pedirle que por favor no se detuviera ahí, cosa que su mente también le pedía. Mierda, estaba perdiendo ya el control incluso de sí mismo. -No puedo pedirte algo... En contra... De tu voluntad...

-No... No creas...

Le apoyó lentamente en el húmedo suelo, y en cuanto lo hizo, le cogió de la zarpa con cuidado, y la paseó suavemente por su pecho, a sabiendas que eso no iba a poder resistirlo ni un segundo. Notaba el calor de Bryce pasearse por aquella mano, y aun así, lo agradecía en cierta forma. Sí, él también tenía ganas, desde hacía mucho tiempo, pero no esperaba tener que hacerlo en aquellas condiciones. Sin embargo, era mejor antes de que se le fuera el control. Le llevó la zarpa hasta su propio miembro, que también se había puesto erecto, y luego le miró al rostro, sonriente.

-Escúchame... -le dijo. -Lo haremos juntos... Los dos... Yo también quiero, pero confiaré esta vez... En que todo salga bien... -sin decir nada mas, se puso lo mas cercano a él, y le dió la vuelta, colocándole encima. -Ahora te toca a tí... Sh, sh, sh, no, no, no, eh, tranquilo... Lo harás bien... Tú cálmate... Yo estoy aquí... ¿Vale? Venga... Así es... Muy bien...

Se dejó toquitear por el lobo, el cual le mordió la oreja a Tora mientras le tocaba suavemente el pecho, agitando la cola de un lado a otro. Sentía la respiración del tigre agitándose, y como este se dejaba, pero sin que hiciera nada. Gruñó de resignación, a falta de poder decir alguna palabra mas, y en ese momento, el tigre empezó también a tocarle por todo el cuerpo, notando el contraste entre las zarpas calientes del tigre, y su cuerpo, aun mas caliente.

Le lamió con cuidado el cuello, mientras le bajaba los boxers, de tal forma que Tora pudo hacer el resto, y sintiendo el miembro del tigre tocar el suyo. Lo notaba ardiendo en su estómago, pero miró de autocalmarse intentando ir poco a poco. Si tenía que hacerlo, al menos que fuera de forma suave, calmada, que le gustara al tigre. Este por su cuenta continuaba acariciando suavemente al lobo mientras le lamía el pecho y empezaba a notar algo acelerada su respiración... Todo llegaría.

El lobo comenzó a bajar poco a poco la zarpa, yendo lentamente al miembro del tigre. Se alzó un poco, lo suficiente para verle, mientras sonreía y poco a poco se dedicaba a hacer una pequeña travesura. Tora, que no se lo esperaba, suspiró de excitación al sentir la garra de Bryce cogiéndole con fuerza, sin que pareciera intención alguna de soltarle. Dios... Lo que iban a hacer era...

Le lamió el morro a Bryce y este, para respondedle, le forzó a que le besara, mientras que sus caderas se negaban a mantenerse quietas y utilizaban el pelaje de Tora para comenzar a excitarse. El tigre, al notarlo, dejó de besarle por un momento y le miró al rostro. No, aquello no podía ir bien así, de aquella forma no lograría satisfacer a su novio de ninguna forma...

Se apartó un poco para sorpresa del lobo, y se puso poco a poco boca abajo. No le gustaba aquella posición, le traía malos recuerdos para él, pero quizá era la mejor forma para Bryce, para que calmara un poco la necesidad. Tragando saliva, e intentando apartar las malas experiencias de su cuerpo y de su mente, apartó un poco la cola, y alzó las caderas y los hombros, esperando a ver cual era la reacción de Bryce.

-Tora... No...

-Vamos, venga... Puedes hacerlo...

Bryce se situó poco a poco cerca de él, apoyando su pecho en su espalda, mientras iba acercando sus caderas a las del tigre, y este cerraba los ojos para sentir a su novio dentro de su alma. Con lentitud, pero al mismo tiempo con cariño, los fuegos de los dos se fueron convirtiendo en uno, y en el momento en que coincidieron, la sincronización empezó a producirse.

Bryce le cogió del pecho, acariciándole, mientras que él se movía también un poco para sentir a su compañero, aunque estaba claro que toda la misión la tenía su novio. Ahora que lo pensaba, mas que ayudarle, quizá tendría que haberle dicho que era para devolverle el favor que le hizo en su momento, pero ya era demasiado tarde. El lobo incluso tenía la lengua fuera, lo que indicaba que ya estaba fuera de sí, y sus movimientos eran cada vez mas rápidos.

Sabiendo que quizá luego se quedaría con ganas, con una zarpa cogió una garra de Bryce, y comenzó a acercarla hasta su miembro, dejando que este le agarrara, y luego le soltó, apoyándose luego en el suelo para soportar el peso de los dos. De inmediato empezó a jadear él, mientras que su cuerpo sudaba, ya que el lobo si que había pillado la indirecta... Muy rápido. Ambos no eran ni siquiera conscientes de que alguien podría entrar y pillarles, aunque eso, en el fondo, tenían la esperanza de que no pasara.

Y pronto vinieron los últimos cartuchos de Bryce, el cual fue yendo con fuerza hasta el infinito. Tora tampoco podía decir demasiado de su resistencia, que iba minando, a la vez que sus jadeos y sus gemidos se iban mezclando con los de su novio, aunque sabía que cuando este acabara, a él aun le quedaría algo mas para alcanzarle, lo cual quizá le sabría mal... Pero si al menos había conseguido que el lobo se calmara, eso ya era buena señal.

El lobo comenzó a calmarse, y Tora... Tora continuó jadeando. Por sorpresa para este, Bryce ni siquiera había parado de masturbarle, o de seguir dentro de él. Continuaba dándole con fuerza, como si estuviera dispuesto a que llegara hasta el final. Bryce se colocó un poco mas cerca de su oreja, y sin parar de tocar su miembro a la vez que le acariciaba, le susurró:

-Tranquilo... te toca a ti...

-Bryce... No hace falta, en serio... Ah...

Se calló al instante cuando el instinto se apoderó de él y agachó la cabeza, mientras gemía y gruñía a la vez que apretaba los dientes y movía las caderas ritmicamente para sentir mejor. Sacó las garras retráctiles delanteras y traseras, para agarrarse mas al suelo, mientras su respiración se agitaba y todos sus músculos se tensaban para pillar la última estación de todo aquel viaje. Finalmente, con un último empujón, le dió, rugiendo ante la excitación expulsada.

Estuvo durante unos segundos así, y poco a poco fue calmándose mientras iba descendiendo lentamente. Bryce, por su cuenta, le soltó y salió de dentro suyo, helándose de... ¿Frio? Madre mía, ya no tenía calor, ya no le dolía la cabeza, era como si todo su cuerpo se hubiera puesto de acuerdo. Sonrió, y cuando vió que Tora se echaba en el suelo, él hizo lo mismo, al lado suyo, boca arriba.

-Madre... -contestó Bryce al final.

-Je... Al final lo hemos tenido que hacer por fuerza... -dijo el tigre, riéndose. -Hay que ver... ¿Como te sientes?

-Pues... Pues... Bien... -jadeaba un poco, pero se debía mas al esfuerzo que a otra cosa. Miró un momento al tigre, y sonrió levemente, mientras que le acercaba la zarpa limpia a Tora, para que le cogiera. Este, al ver la intención, le correspondió, y sonrió. -Te... ¿Te he hecho daño?

-Para nada... -comentó el tigre. -Escucha... Yo te lo he pedido, no hay nada mas que decir... ¿Vale? Y ahora... Sería mejor que nos levantáramos... Y nos pegaramos una ducha juntos, ¿Que te parece?

-Buena idea... Pero cierra antes la puerta... Imagínate... Que alguien llega a entrar...

La cinta de vídeo brillaba bajo la luz de la luna encima de la mochila de Tora. El caballo, Stallion, miraba con tristeza lo que estaba haciendo. Siguiendo las órdenes de Leon, se había acercado con cuidado a la casa con la ayuda de los dragones que precintaban aquel lugar, pertenecientes al clan del sol naciente, y grácias a un trato, aliados de Leon. Todo había ido según los planes de este, el cual había sido quien había organizado aquella excursión con tal de fastidiar al tigre.

No se atrevía a abandonar el dormitorio del tigre y del resto de los compañeros que aun estaban durmiendo, y de hecho, odiaba que encima Tora se lo hubiera puesto tan fácil como para salir en aquel instante de su habitación hasta el baño. Pero sus órdenes eran esas, y esa cinta estaba grabada expresamente para que la relación entre aquellos dos se fuera al garete.

-Lo siento...

Con cuidado, cerró la puerta, y comenzó a bajar las escaleras corriendo hasta llegar a la cocina, donde una dragona aún le esperaba. Una vez cruzó la puerta, esta se cerró de tal forma que todo se quedó en siléncio, con el mal hecho encima de la mochila de un tigre que no sabía que a partir de ahora, su relación con cierto lobo iba a truncarse.

Y Leon saldría ganando.

Continuará.

Nota del Autor

¡Uo! Acabo de enterarme que han puesto redactores en español, y que dentro de poco quizá haya mas. Pues nada, venga, que la gente se apunte a escribir, que esto cada vez es mas divertido.

Ahora en sério, siento mucho lo que he tardado. Este capítulo originalmente tendría que haberlo publicado el día 30 o 31 de diciembre, para despedir el año, pero tuve problemas de tiempo y finalmente no lo publiqué hasta hoy. En fin... ¿Porqué he tardado tanto? Problemas, estúdios, ganas... Podría numerarlos todos, pero bueno, anunciar que después de un buen descanso seguiré escribiendo, creo que es bueno, ¿No?

También me he enterado que hay "algo" que no puedo hacer en este hueco, al igual que hay "otra cosa" que tampoco puedo hacer ni pedir ni decir, así que nada, callaré. Si quereis saber que es, me temo que tendreis que entrar en el foro de Yiffstar. XDDD

Y hasta aquí, pedir disculpas por todo, y gracias por vuestro apoyo. Y si habeis leido hasta aquí, gracias a todos de verdad.

Un saludo.

Darkness