De Nuevo Guerra... Cap. XV

Story by Koori on SoFurry

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#15 of De Nuevo Guerra


Pues bien, aquí entra otra vez mi historia. Pido disculpas por la tardanza de este capítulo, pero espero que sea de su agrado.

Capítulo XV

Pues es bien sabido, que todos Kuma estaba con Alex en un cuarto de la gran mansión de los asesinos. Ellos estaban, como lo llamaría, un momento "especial"; y no me refiero a estar teniendo sexo, si no al hecho de que Alex estaba hablando seriamente con Kuma, por primera vez, sin terminar con el acto sexual.

-Cuando me dañó el toro, pensé que ya todo había terminado. No sentí nada. Simplemente veía como todas las cosas que había visto, se repetían en mi mente. Me arrepiento de mucho... y creo que debo empezar a decirte varias cosas...

-Habla ahora Alex... -Decía Kuma mientras pasaba su peluda y tierna garra sobre la cabeza suave de Alex- Te escucho completamente y juro no replicar hasta que hayas terminado.

-Empezaré... Cuando tenía siete años (dado que Alex tiene ahora catorce) fui agredido muy brutalmente. Mi mejor amigo era un tigre blanco, que tiene de nombre Jonh. Él y yo éramos amigos hasta que Jonh me pidió que fuese su novio. Me espanté al inicio, como tú lo hiciste conmigo, pero como al ver sus ojos azules, profundos, cautivadores, destellantes y sinceros, decidí experimentar ese momento. De inmediato me agarró con sus garras blancas cual la nieve, llenas de rayas negras; tan suaves eran, que sentí que me tocaba una nube. Paseó sus garras por mi rostro, se acercó demasiado, que sentí su cálida y dulce espiración sobre mi nariz. Me besó. Fue una experiencia tan emocionante. Sentía su lengua pasar por mi boca, de alguna u otra manera, su saliva me sabía a naranja, mi fruta favorita. Sus garras hacían juego con tan profundo beso, que sentí mi cuerpo demasiado ligero y delgado.

El problema inició cuando sus garras descendieron hacia mi gran barriga. Me aleje un poco de su boca deliciosa, y observé sus ojos. "No te preocupes, te va a agradar" me dijo con su voz tierna. Me levantó la camisa, y comenzó a lamber mi ombligo. En ese momento me sentía confundido; no sabía si detenerlo o hacerle lo mismo, pero no me dio elección. A los pocos instantes, él se encontraba abriendo la bragueta de mi pantalón, pero al bajarme mi tangita, se alejó de mí. "No creo que lo nuestro funcione, me voy" Dicho esto se esfumó de mi casa y jamás lo volví a ver.

Siento que mi pequeño pene fue lo que lo decepcionó... pero no le puedo hacer nada. Entendí que él sólo me quería para tener sexo, pero ya que mi miembro no es lo suficiente grande, me dejó... Ahora reprimo eso. Él era un tigre formado de buen carácter, buen cuerpo, excelente trasero (debo admitir) y de gran pene, pues una vez lo vi desnudo en clase de deportes.

Después de eso, me quede traumado por haber perdido a alguien que quería mucho. Pero dos años después, alguien llenó ese vacío. Conocí cerca de mi casa a un lindo perro, color café, ojos alineados, cuerpo delgado, orejas caídas, nariz siempre húmeda, de nombre Armand. Lo conocí en una fiesta, y creyendo ser alguien mejor que Jonh, lo invité a mi casa un día. Él aceptó y se quedó todo el día platicando conmigo. Era alguien que no se podía callar, apenas empezaba un silencio, y él lo mataba.

Dieron las doce de la noche, y Armand seguía en mi casa. Le ofrecí quedarse a dormir, y él gustoso aceptó. Lo peor fue, que cuando me cambié mi pantalón, por mi linda y cómoda pijama, él me metió la mano en mi trasero. Me asusté demasiado, Kuma, que me alejé lo más pronto posible, y él, quitado de la pena, se empezó a reír y comenzó a desnudarse. Se agarró su flácido pene chico y me dijo "Deja que meta este trozo de carne en tu enorme trasero gordo Alex. Se que lo quieres. Te va a encantar". Me acerque y, sin tocar sus partes, lo golpee en la nuca y se desmayó.

Lo deje así hasta la mañana que se despertó. Me reclamó que por qué hice eso, pero o simplemente le dije que se largara, que no lo quería ver más. Y así fue.

Ahora, en mi lista de cosas, estas tú, mi preciado, querido, suculento, pachoncito, rellenito y amoroso Kuma. Quiero, sinceramente, que no seas como ellos... Que me quieras como soy y no me uses por ser así de atrabancado...

-Alex... -Dijo Kuma con voz sincera y cierta- Yo te quiero, aún cuando tu fuiste el que me pervertiste. Te conocí, y te amo con todo mí ser. No te diste cuenta, pero cuando vi tu cuerpo... -en este pedazo comenzó a llorar Kuma- y noté que estaba sin vida... quería regresar el tiempo... pedirte perdón... estar todo ese día a tu lado y evitar que eso te pasara... Quería haber sido yo el que hubiese muerto... No quería que me dejaras... ¿Quién me entendería y me apoyaría en este camino que estoy recorriendo? Mis padres quieren que olvide esto de ser ninja, pero tú... Tú quieres que sea un gran ninja... un novio ejemplar, de quien las personas no se burlen, no se rían... Realmente quiero estar a tú lado... Me siento feliz de estar contigo, y aún más de saber que no te has ido de este mundo... pese a que la muerte ya te conoció, ya te observó y te llevó con ella. Desde ahora -levantó la voz- ¡Estaré contigo cuanto pueda! Si es necesario, me mudaré cerca de ti, y no sólo para follar contigo mi gordito tigre acolchonado y rellenito, porque eres tan tierno... sino para estar contigo y evitar que te vuelvas a morir.

Los dos se miraron a la cara, y no conteniendo las lágrimas, se echaron a llorar. Se abrazaron tan fuerte como sus gordos brazos los permitiesen y... los besos no se hicieron esperar.

Duraron una hora diciéndose tantas palabras dulces, como estrellas hay en el cielo... pero recordarlas todas, y en un orden especial, se me hace difícil.

Se abrió la puerta de aquel cuarto un poco, lo suficiente para que alguien viese por ahí. ¿Quién la abrió? Bueno, pues por ese orificio, se notaba un rostro blanco, que derramaba lágrimas al ver a estos gordos animalitos abrazándose y besándose. Se notaba su ojo, un ojo azul claro, humedecido con las lágrimas, y un poco perdido. Se puede pensar que ese animal no veía a un oso panda gordo y a un tigre naranja gordo, si no a alguien más.

Pero, ¿quién era? Todos en la mansión sabían que esos dos animales eran homosexuales, no había duda. Entonces, ¿quién era alguien nuevo en ese lugar? La respuesta no tardo demasiado. Después de un largo, pero largo tiempo, Kuma se separó de Alex para ir a buscar algo que comer. En cuanto se dio la vuelta encontró a un perro, que jamás había visto, ante sus ojos. Era un perro blanco, de gran cadera, rellenito, ojos azules humedecidos por las lágrimas, su nariz característica de los perros, negra y de forma trapezoide; vestía un pantalón gris de vestir, muy pegado a su ancho cuerpo, una camisa azul claro de vestir, un chaleco amarillo con cuello bordado, una corbata rosa y un saco azul desabrochado, todo esto con un par de zapatos negros, relucientes y brillantes. En sus orejas caídas, no sabría decir que raza de perro es, puesto que la cruza de perros es demasiado grande y loca (como lo hago yo en esta historia), blancas con la punta gris, y estas, a su vez, llegaban a sus cachetes re gorditos y hermosos.

-Kuma te solicita Ruisu en su habitación... -dijo quel perro- Si te regaña por la tardanza dile que fue mi culpa.

-Perdón, pero... ¿Te conozco? -Preguntó Kuma desconcertado.

-No. Yo soy Book. Mucho gusto. -Extendió su pata felizmente para saludar, pero Kuma la ignoró y se fue.

-Así que te llamas libro, ¿verdad? -Preguntó Alex.

-No... Book. No importa que ese nombre sea libro en otro idioma -contestó indignado Book girando su vista lejos de Alex.

-¿Cuánto tiempo llevas viéndonos? -Preguntó Alex un tanto molesto.

-¿De qué hablas? -Respondió Book algo nervioso.

-Llevas un tiempo en la puerta viendo como mi novio y yo nos amamos, besamos y casi cogemos, así que no me vengas con esas tonteras.

-No te enojes pequeño Alex... Si llegaran a tanto me hubiese ido, pero eso no pasó. Me quedé hace diez minutos observándolos... Se veían tan lindos...

-Pues tú tienes un gran y jugoso trasero para ser gay. -Respondió Alex sin vergüenza alguna.

Book le dio una gran bofetada y comenzó a hablar.

-¡No me veas el trasero! Tengo un buen culo pero no es para ti tigre de pacotilla. -dijo Book todo histérico.

-Calma... auch... -decía Alex mientras se sobaba su cachete izquierdo, donde recibió la bofetada- Intentaba hacerte un favor... Pero viendo que te enojaste, quiere decir que es verdad... ¿Con quién has chingado*?

-¡Calla! -Y soltó otra bofetada al cachete derecho de Alex. Después de esto Alex se cayó de la cama y Book lo levantaba lentamente- No tienes derecho a decir eso... No he follado y no estoy seguro si soy gay, así que calla y descansa. No ayude a tu rescate por nada... Además, ¿qué consigues preguntándome eso? Tú ya tienes pareja. Te lo advierto desde ahora, si me insultas de nuevo, te bofetearé hasta el cansancio, no importa tú estado, pues como tu médico, eres mi responsabilidad...

-Así... auch... que tú me salvaste a vida... -dijo Alex reincorporándose en su lugar luego de tan tremenda bofetada...

-No fue Betty, yo simplemente te estoy curando. No quiero que haya más decesos... -Cambió de tono de voz, algo melancólica y sentimental...

-¿Cómo que más decesos? Además, ¿qué hacíamos en la fortaleza exactamente? Aún no me lo explico y casi pierdo mi vida por eso...

-Te explicaré... pero no quiero que me interrumpas mientras narro la historia, me quita la inspiración y pierde sentido.

"El escuadrón donde pertenezco fue mandado a la fortaleza para penetrar en ella y, por consiguiente, conseguir las armas y pergaminos antiguos... Durante la guerra, los soldados que permanecieron dentro de la fortaleza guardaron sus técnicas especiales dentro de pergaminos. También, conservaron sus más extrañas y poderosas armas dentro de ella. Se cree que estos soldados (digo soldados para no referir cada uno de sus oficios) hicieron esto para enseñar a los nuevos reclutas que se entrenaban dentro de la fortaleza. Sinceramente no sé si es verdad, pero mi escuadrón fue detrás de esos artefactos. Éramos veinte soldados, incluyéndome a mí, dirigidos por nuestro capitán Zapata. Al llegar a fueras de la fortaleza, divisamos fuego enemigo desde adentro, así que tomamos acciones evasivas para llegar a la puerta y, con ayuda de unos magos, destruimos la puerta para penetrar.

Tomamos todas las medidas necesarias para evitar pérdidas, pero una vez dentro, todo el lugar estaba muerto... Ningún animal caminaba, respiraba, palpitaba o hacía otra cosa más que yacer en el suelo muertos, sin ningún daño físico... Esto me pareció demasiado extraño. Hace algunos minutos antes de entrar, todo el lugar estaba lleno de vida, pero ahora estaba igual que un cementerio. Algunos de mis compañeros sugirieron que aquella actividad anterior fue causa de una ilusión, otros tantos, pensaban que fue un engaño óptico... Pero para mí, fue un caso sin igual. Todos los muertos estaban sin vida y sin rastro de daño alguno.

Pedí, pues, permiso a mi capitán para estudiar los muertos, cosa que se me fue concedida. Examinando esos cadáveres, me di cuanta que todos ellos tenían sangre circulando por sus cuerpos inertes, cosa extremadamente extraña e inusual. Cuando mueres, el corazón deja de bombear sangre y tu pulso es nulo. En este caso, su pulso era nulo, pero la sangre seguía alimentando de oxígeno todos los músculos del cuerpo animal, todo esto, sin que el corazón latiera. Me percaté de eso al cortar un cuerpo de un zorro rojo. Corté su yugular y la sangre comenzó a brotar a chorros. Abrí su corazón, y este, estaban inmóvil... Mi pregunta seguía en pie, ¿qué ocasionaba esto? Me alejé del cuerpo y me dirigí hacia otra muestra, pero mi atención fue desviada por un dálmata que parecía despertar de un coma. Se levantó con los ojos nublados, escurriendo sangre por la nariz y boca; por cuestión de segundos perdió todo su pelaje, sus garras, su forma... Parecía una rata pelona, sin nada encima, con un color crema horrible... Sus fauces cambiaron precipitadamente y en cuestión de segundos, dejó de ser un perro.

Me apresuré a pedir ayuda a un compañero, pues mi única arma era mi bisturí, muy poco confiable en batalla. En diez segundos llegó Carlos, un erizo que es guerrero, y observó como aquella cosa tomaba forma de nuevo, forma de un perro dálmata... Fue algo desagradable y muy feo, pero la guerra es así. Una vez que ese dálmata se formó de nuevo, Carlos le cortó la cabeza al ver que él, nos intentó atacar. No con armas, si no con sus garras que estaban tan afiladas como la espada de Carlos. Al primer ataque, las garras del perro chocaron con la hoja de Carlos y, como si fuesen dos espadas, saltaron chispas. Pero Carlos es muy ágil y le cortó la cabeza al segundo corte.

Corrí lo más rápido que pude para avisar al capitán de la situación. Zapata alcanzó a enviar un mensaje pidiendo refuerzos dentro de dos horas, ya que la situación podría volverse peligrosa. Hecho esto, todos los cadáveres empezaron a sentir la transformación que había sufrido el dálmata; todos excepto el que usé para experimentar... algo extraño. El escuadrón empezó a eliminar aquellos monstros uno por uno. Yo por mi parte, me dediqué a protegerme a mí mismo.

Acabado esta pelea, aún nadie de mis compañeros perecía, pero llegó un momento en que todos descansábamos y, de pronto, todo muerto empezó a levantarse de nuevo, excepto aquellos que no tenían cabeza. Viendo esto, muchos compañeros empezaron a morir en batalla con esos muertos. Estaban débiles y desarmados. Yo no pude ayudar a nadie. Me caí dentro de un calabozo con mi capitán cuando un toro zombi nos embistió. Nos tomó media hora salir de ahí, y por desgracia... la mayoría de mis compañeros había muerto...

Ya no podía hacer nada... más que seguir con la misión... La cual cumplí satisfactoriamente con mi capitán.

Regresamos a avisarle a los refuerzos, que terminaron siendo ustedes, y a mis pocos compañeros vivos: Glacie y Pyro. Fue algo lamentable, y más cuando vi tu cuerpo muerto lleno de sangre, pero gracias a Betty, reviviste. Luego te cargó mi capitán hasta aquí y empecé a curar tus heridas"

-¡Alex! -Llegó gritando Kuma de improviso- Adivina, iré al Desierto de Cristal mañana.

-¿Desierto de Cristal? ¿Qué es eso? -Preguntó Alex muy confundido...

-Es el desierto del norte que fue fundido por la lava durante la guerra... es algo extraño -exclamó Book-, ¿para qué te llevan?

-Voy junto con Ame, Max, David, Betty, Glacie, "Fer" y Kruger (aunque no sé quien sea él) -dijo Kuma muy emocionado.

Kuma salió del cuarto rumbo hacia su casa, para conseguir armas y avisarle a sus padres. Book se quedó a revisar a Alex, pues después de tanta bofetada, el pobre tigre quedó moribundo una vez que pasó el analgésico.

No sabría como explicar la soledad que sentía Alex... Todos estaban haciendo algo de importancia, y él, ahí acostado sin hacer nada. No sé explicaba el porque de esos movimientos; supuestamente él estaba sumamente herido, así que debí estar alguien a su lado para cuidar del enfermo, pero en ese momento se encontraba solo. No quería llorar por su tristeza, pues sabía que alguien lo oiría y quedaría mal ante todos. Pero en su interior se desataba, lenta y dolorosamente, un sentimiento de soledad, angustia... Se sentía completamente inútil en ese estado. Su mente le mostraba imágenes de todas sus desgracias y retrasos para su equipo; como cayó vergonzosamente en ese monte de piedra, haciendo un escándalo eterno, como falló cuando atacaron la casa de Kuma, como retraso a Miluda al intentar vengarse de Kuma... Todo pasaba tan repentinamente que, Alex sentía ganas de vomitar, un dolor interno, mucho más doloroso que un dolor de muela... Mas éste cayó. Ninguna lágrima recorría su rostro peludamente naranja.

Su soledad no duró mucho, mas él pensó que fue una eternidad. Es verdad que cuando uno espera, el tiempo parece detenerse, así que Alex sintió una eternidad antes de que dos personajes aparecieran en la habitación. Se adentraron dos mapaches, bien conocidos por nosotros, Glacie y Pyro. Básicamente Alex aún no los conocía. Pero se quedó muy enojado por dentro que ni siquiera saludo a los magos.

-¡Hola tigrecito! -Dijo energéticamente Glacie- ¿Cómo vas con tu novio? -Dicho esto se acercó al rostro de Alex, poniendo sus pechos sobre su rostro.

Alex los observó detenidamente. Dos mapaches idénticos, vestidos con traje de licra, el macho rojo y la hembra molestosa azul claro. Sus genitales se notaban mucho en ambos por la licra tan pegada, donde más se fijo Alex, fue en el "paquete" del macho. Se fijó en los ojos... uno con ojos amarrillo claro, en Pyro, y un azul fuerte, en Glacie. Quería pararse a golpearlos, pero su espalda no se lo permitió. ¿Por qué? Bueno, Alex estaba irritado de sus pensamientos, y otrosí, no los conocía a ellos, pero parecía que ellos lo conocían. Pensó que era demasiado descortés hablar de parejas con gente que no conoces, además, el apodo de tigrecito no le pareció.

-¿Qué pasa lípido tigre? -Preguntó Glacie- Quiero saber donde esta ese panda roba parejas lípido. ¿Tú deberías de saber?

-Aléjate vieja, deja de molestar y de preguntar -Contestó enojado Alex.

-¡Viejas tu nalgas! -Gritó Glacie y bofeteó a Alex en ambas mejillas, tan fuerte que le dejó su garra estampada en su rostro, por unos minutos.

-Amor, deja de golpear al enfermito... Se supone que debemos cuidarlo, no empeorarlo -exclamó Pyro asustado.

-Hasta que deje de insultarme y que aprenda a ser cortés -decía Glacie.

-Cortés... ¡ajá! Si tú eres una descortés que insultas a la gente sin conocerla.

-Yo te conozco, al igual que a tu zorro novio. Así que deja de ser vulgar y contesta lo que te preguntan.

-Yo ni te conozco. Y, a juzgar como eres, ni te... -En esto, Alex recibió otra gran bofetada en su relleno cachete izquierdo.

-¿Ahora por qué me pegas? -Preguntó Alex indignado.

-Deja de insultarme. Yo me llamo Glacie. Este mapache suculento, cuerpo de uva, hermoso, bello, amigable y traidor, es mi esposo Pyro -Respondió Glacie llena de orgullo, sobre todo al hablar de Pyro.

-Kuma mañana irá contigo y al Desierto de Cristal, así que se fue a su casa a prepararse. En lo que respecta, deja de insultar a Kuma o ya verás -Replicó Alex colérico.

-Si ni te puedes mover Alex... además no te recomiendo hacer enojar a Glacie -dijo Pyro muy tranquilo, pero lo siguiente lo dijo en forma de susurro-, ella puede ser muy mala...

-¿Qué murmuras llama mía? Más te vale que no blasfemes contra mí... Te va a ir mal en la noche...

-¿Qué? Sacarás el látigo y le marcarás el trasero, ¡por favor! Deja de molestar vieja arpía, quiero dormir y... -Otro gran bofetón se ganó Alex. Con este último, cayó desmayado...

No se murió, no aún. Pero su obeso cuerpo está debilitado y no aguantó tantas cachetadas que recibió de Book y Glacie. Pero como debe de ser con todo paciente en un hospital, ambos mapaches se quedaron cuidando a Alex, sentados a su lado. Estaban más ocupados en "sus asuntos" que prestando atención al enfermo.

Glacie se sentó sobre Pyro, viéndolo de frente, y comenzó a besarlo apasionadamente. Pyro continuó con los besos. Sus lenguas parecían jugar una con la otra; no dejaban de pasearse por el hocico de su pareja. Profundamente, se abrazaban delicadamente, pero con tanto vigor, que las ropas se arrugaban. Después de unos minutos de besos profundos, apasionados, cariñosos y amorosos, se empezaron a quitar prendas de ropa. Primero Pyro ayudó a Glacie a quitarse esa camisa tan pegada que traía, dejando ver su hermoso sostén azul que parecía querer romperse por el busto de Glacie. Luego se fueron un poco más abajo. Quitó el pantalón ajustado de sus anchas patas, dejándola en su linda trusa color azul cielo llena de encajes y un pequeño corazón. Una vez así, Glacie comenzó a besar más apasionadamente a su esposo, cada vez más candente que antes...

Llegó el turno de Pyro. Ahora le tocaba ser desvestido. Glacie comenzó todo. Empezó por su playera roja, levantándola lentamente hasta que dejó ver el pecho peludo de Pyro, con sus mechones de pelo café oscuro en su pecho y axilas. Luego, con tanta cautela, Glacie recorrió la barriga del mapache, lambiendo lentamente, hasta llegar a su cadera. Ahí, comenzó a desabrochar el cinturón de Pyro; y una vez hecho, continuó con el pantalón. Lo fue quitando lentamente hasta que su trusa roja, bien pegadita a sus partes, se dejaba ver. De ahí en adelante, lo único que hubo fueron besos, ahora no sólo en el hocico, sino también en la barriga, pecho, brazos, garras y patas. Fue tan gran acto, que provocaba excitación a cualquiera que lo viese, pero eso no llegó al acto sexual. Aunque las ropas interiores mostraban los miembros excitados, tanto de Pyro como de Glacie, no se quitaron esas prendas y además, no las tocaron por ningún instante.

Se hace raro ver esta escena, pues hoy en día esto casi siempre acaba con un gran follaje, pero ambos amantes se controlaron.

Cuando Alex recuperó la conciencia, se dio cuenta de los gemidos de los mapaches. Instantáneamente pensó que estaban en pleno acto sexual, creyéndolos unos descarados. ¿Cómo se atrevían a follar enfrente de alguien más? Es como si tuvieras sexo enfrente de tus padres, amigos o en una plaza pública. Pero Alex estaba de lo más equivocado. Esos gemidos si eran de amor y dolor, pero no causados por el sexo. Rara vez, uno de los mapaches mordía a su pareja levemente, causando un poco de dolor y excitación. Pero de eso Alex no se enteró, pues se hizo el dormido para esperar que ambos terminaran de coger y así no verse como un pervertido.

Se espero por eso de diez minutos, pero no se acababan los gemidos. Abrió los ojos y los miró fijamente. Ambos estaban en ropa interior, pero no mostraban muestras de sexo.

-¿Qué hacen? -Preguntó Alex desorientado.

-Le muestro mi amor a mi esposa -contestó Pyro-, y ella hace lo mismo.

-¿No es eso hacer el amor? -Preguntó Alex.

-No siempre -dijo Pyro-. Hacer el amor es demostrar cuanto amas a tu pareja mediante el acto sexual. Pero cuando amas a alguien de verdad, no importa si se tiene sexo o no. Simplemente con un beso lo sabes, y una simple caricia de ella te hace sentir una excitación grande. Es mejor esta forma de demostrar el amor, ya que con el sexo, obtienes unos segundos de placer causado por el orgasmo, pero los besos y caricias, pueden causar una excitación permanente. Te recomiendo que cuando te encuentres con Kuma, hagas esto que te digo y sentirás mejor sensación que con el pene de Kuma en tu ano.

-¿Co-o-Cómo sabes de eso? -Preguntó asustado Alex.

-Se nota en tu cara -respondió Glacie-, eres del tipo pasivo, así que eso es lo más normal. No dejes que el sexo invada tu vida Te aseguro que entre más semen tengas en tu ano, más problemas tendrás cuando crezcas. Si no te cuidas, y no me refiero a tu sobrepeso, me refiero a tus partes, o sea tu diminuto pene y ano, te enfermarás.

Alex quería responder, pero entró a la escena, completamente extrañado, un oso café con una gabardina negra que le cubría desde sus hombros hasta sus patas, y con un monóculo en su ojo derecho. No es Krauser, es Kruger.

-Magos, vayan a dormir. Las sirvientas cuidarán del tigre. Y tú, tigre obeso, comienza a practicar nuevos hechizos, o serás despedido.

-Pero, ¿cómo lo haré? -Preguntó Alex con temor.

-Amemizu te otorgará algunos hechizos provisionales, hasta que tú vayas a tu hogar por nuevos. Mañana iremos al Desierto de Cristal, pero el tigre no irá -se dirigía a los mapaches-. Descansen y restablézcanse de lo que ocupen. Será un día duro. Tigre, si te llego a ver mañana por ahí, estarás en problemas.

Se fue sin escuchar ninguna voz. Y así como se fue Kruger, se retiraron lo mapaches, sonrientes y felices. Alex quedó solo otra vez.

Eso es todo por ahora... seguirá una parte perdida de alguien que espera a su amor.